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3/ LA PRIMERA PELEA CON EL JEFE

Hicimos el amor casi toda la noche, ya que Mark era un buen amante. Cuando mi despertador sonó por tercera vez, tuvimos que saltar de la cama Mark y yo, ya que llegábamos tarde al hospital. 

— Ya llego la señorita — me dijo Johana cuando me vio correr por el pasillo 

Me cambié deprisa la ropa en los vestuarios, cuando me marche  me encontré con la coordinadora muy seria. 

— No quiero saber que te ha pasado, hoy estarás con un médico que acaba de llegar, es el doctor Anderson, está en ginecología, búscalo y preséntate — me dijo 

Me fui a la planta de Ginecología, cuando encontré al doctor nuevo, nos quedamos mirando inmóviles, ya que nos conocíamos muy bien.

  

— Me alegro de volver a verte Katia — me dijo  

— Yo no Robert, me han dicho que tengo que hacer las visitas contigo, profesionalmente hablando — contesté 

Estuvimos haciendo todas las visitas que teníamos programadas, cruzándose  con nosotros en los pasillos Mark. 

— Hola Mark, gracias por darme esta oportunidad  

— A ti por querer trabajar con Mario y conmigo y encima veo que te han puesto a la mejor enfermera del hospital 

— Si, es la mejor trabajando y haciendo otras cosas — contestó Robert , mirándome Mark muy serio

— Es mi hora de descanso, si me dan permiso me retiro a almorzar — les dije  

— Claro, espera Tania que te acompaño, Robert cualquier cosa dímelo — dijo Mark 

Me di la vuelta caminando deprisa por no estar a solas con Mark, sabía que me preguntaría y no me apetecía darle ninguna respuesta. 

— Katia espera un momento — me dijo 

— No tengo nada que decirte de él, si me permites me voy a almorzar con mis amigas, adiós — le contesté

Hasta la hora de descanso, todo estuvo muy tranquilo, menos el encuentro de Mark con Robert y conmigo. 

— A ti te ha pasado algo, — me dijo Johana, cuando ya estábamos sentadas en las sillas de la cafetería almorzando 

— A mi ¿Por qué lo dices? — pregunté 

— Por esos temblores de mano que tienes y la cara que traes 

Antes de contestarle, se sentaron con nosotras Oscar y Héctor. 

— Hola chicas, ¿y Hanna? ¿Aún no ha salido? — preguntaron 

— Creo que está muy liada con el doctor Miller 

Cuando nos quedamos las dos solas Johana volvió a preguntarme, qué me pasaba. 

— Robert Anderson está trabajando en este hospital — le dije 

— No jodas nena, seguro que te buscara — me respondio

— No le ha hecho falta, la coordinadora me ha dado su servicio 

— ¿Katia podemos hablar un momento? — preguntó Mark 

— Ahora no doctor Miller, estoy en mi hora de descanso — conteste

— Te espero entonces cuando acabes el turno en mi coche. 

— ¿Estás liada con Mark? — preguntó Hanna 

— Os dejo, me voy a los vestuarios — les dije 

— Espera que te acompañamos

  

Cuando terminamos el turno, al acercarnos al coche de Johana, me di cuenta de que Mark estaba dentro de su coche esperándome, pero como yo no tenía ganas de discutir, preferí marcharme con mis amigas. Dos días después la coordinadora volvió a darme el servicio de Robert, hicimos casi todas las visitas a los pacientes menos uno en el que hubo un problema, siendo solamente Mark el que podía solventarlo. 

— Katia cariño, busca al doctor Miller y dale estos documentos a ver que te dice

 

Pregunté a un compañero donde estaba el doctor Miller, indicándose él que lo había visto entrar en su despacho. Me fui hacia su despacho y ya en la puerta me crucé con Mario que salía del despacho. 

— ¿Qué ha pasado con Mark? No creo que sea muy buena idea que entres, está muy enfadado contigo — me dijo 

— Yo no le he hecho nada y ahora permíteme, pero necesito hablar con él — contesté 

Entre en el despacho de Mark un poco nerviosa, no sabía que iba a pasar con él y explicaciones no creía que tuviera que dárselas 

— ¿Qué haces aquí? — preguntó 

— Robert necesita que veas este documento 

— ¿Te lo follas? — me preguntó  

— ¿Qué? 

— Que si follas con él — me gritó sin importarle que lo estuvieran escuchando

 

Se levantó del sillón y como la vez anterior, echó el pestillo a la puerta pegando su cuerpo al mío, haciéndome sentir su calor mientras mi cuerpo temblaba deseando sus labios y a sus dedos recorriendo cada centímetro mi piel. 

— Mark estoy trabajando y tengo que marcharme 

— Contéstame primero ¿follas con Anderson? ¿Por eso me ignoras? 

Puso su mano en mi nuca, apretando sus labios a los míos obligándome con su lengua a abrir mi boca teniendo que acceder a su beso. 

— ¿Qué relación tenéis con el doctor Anderson? — me preguntó  

— Ninguna — contesté, mientras seguía besándome 

Me tumbo boca arriba en la mesa del despacho, me bajó los pantalones y las bragas metiendo seguidamente dos dedos en mi interior mientras nos mirábamos, haciéndome gemir de placer. 

— Eres mía ¿lo sabes? — dijo 

— Si lo sé, por favor, Mark nos pueden pillar alguien

Saco sus dedos de mi interior, se bajó los pantalones y de una sola estocada me hizo sentirme llena de su miembro, gemimos teniendo que tapar mi boca con mi mano para no gritar cuando sentí un orgasmo que tocó todas mis fibras nerviosas, siendo los orgasmos que tenía con él, cada vez mejor. Segundos después de mí, sentí como su esencia golpeaba mi interior

— Eres mía Katia y no pienso compartir lo que es mío con ningún hombre, me entiendes. 

Cuando se apartó de mí, me senté en la mesa besándonos con deseo. 

—  ¿Qué documentos quieres que vea? — me preguntó, una vez que nos arreglamos la ropa y quitó el pestillo de la puerta 

Lo que quedó de semana, tuve que ser la enfermera de Robert por orden de la coordinadora, aunque a Mark no le sentó nada bien. En el descanso nos reunimos los cinco, mis amigas y Oscar con Héctor sentándose también con nosotros inesperadamente, el doctor Anderson, teniendo casi todos los días discusión con Mark cuando lo veía tan cerca de mi

Estábamos de descanso las tres amigas y decidimos pasar el día en la playa, para ponernos morenas. Extendimos las toallas en la arena metiéndonos enseguida en el agua, jugando como si fuéramos niñas pequeñas, hasta que unas manos me cogieron de los tobillos tirándome al agua, levantándome lo más deprisa que pude para no ahogarme. 

— ¿Necesitas que te haga el boca a boca? — preguntó Robert 

— No gracias, lo que necesito es que me dejes en paz — contesté 

— Vamos Katia, no te enfades conmigo, ha sido solo una broma —  me dijo acariciando mi mejilla con sus nudillos 

— Hazme un favor, márchate   

— Hola Robert, que haces por aquí — le dijo Johana 

— He venido para tomar el sol y bañarme y os he visto — nos dijo Robert 

— Ok, nosotras nos vamos a comer ¿nos acompañas? — le preguntó Hanna 

— Si a Katia no le importa, si me gustaría comer con vosotras 

La comida estuvo muy amena y divertida, recordando historias de estudiantes, Robert cogió mi mano besándola sin darme cuenta de a quien teníamos sentados enfrente nuestro tomando café. 

— Los jefes están enfrente — dijo Hanna 

Separe con disimulo mi mano de la de Robert, pero estaba muy segura de que Mark nos vio. 

— ¿Qué pasa por cogerte la mano? — me preguntó Robert 

— Nada, pero no quiero que haya cotilleos ni malos rollos en el hospital — contesté 

Nos tomamos el café, levantándonos de la mesa para marcharnos, cuando Robert sin esperarlo cogió mi nuca con su mano apretando sus labios a los míos, no pudiendo apartarlo por la fuerza que ejercía sobre mi cabeza. Cuando se separó, el bofetón que le di hizo que la gente que había a nuestro alrededor nos mirase atónita

— ¿Qué te has creído imbécil? No lo vuelvas a intentar, me oyes — le dije enfadada 

— Hola buenas ¿Qué sucede aquí?, Katia — preguntó Mark 

— Nada jefe, ya nos íbamos — le respondí

Las tres amigas subimos al vehículo de Johana para volver a nuestra casa. Cuando llegamos nos duchamos, nos pusimos los pijamas y cenamos, quedándonos un poco en el salón viendo la tele. De vuelta al trabajo al día siguiente, pensé que Sandra la coordinadora me tenía manía al ponerme otra vez con Robert, siendo lo peor que me podría haber pasado ese día, ya que Mark y nosotros nos cruzamos varias veces por los pasillos sin que él me mirará ni me hablara. Cuando fue mi hora de descanso fui a su despacho para hablar con él viendo a Mario sentado dentro. 

— Katia por favor vete, no quiero hablar contigo — dijo Mark 

— Pero yo no he hecho absolutamente nada — contesté 

— Katia estás sorda, fuera de mi despacho — me gritó  

Salí del despacho sin saber a dónde dirigirme, no quería ver a nadie, sabía que estaba enfadado, pero eso no le daba derecho a gritarme como lo hizo, pensé. 

— ¿Qué haces aquí sola? — preguntó Johana cuando entró en los vestuarios y me vio sentada en el suelo muy seria. 

— He ido al despacho de Mark para hablar con él y me ha echado a gritos de él, vale que hemos follado varias veces, pero no somos nada, solo amigos. — dije 

— Tranquila cielo, son cosas que pasan, anda sal de aquí verás como se le pasa pronto el enfado — me dijo Johana

Seguí acompañando a Robert cuando noté como un picotazo en mi espalda, dándose cuenta él del movimiento que hice, me hizo acompañarlo a una sala vacía. Me quite la camisa quedándome en sujetador, cuando sin llamar y de pronto entró Mario 

— Si vais a follar, hay otros sitios más privados que esté — nos dijo enfadado marchándose. 

— ¿De qué va este? — preguntó Robert 

— Déjalo, vámonos de aquí, luego me lo mirare 

— Pero tengo que ver que te ha pasado  

— Que lo dejes ya Robert, vámonos por favor 

Cuando ya terminamos nuestro turno, Mark mandó a la coordinadora para decirme que fuera a su despacho, pero no quise ir, ya no me encontraba muy bien y pasaba de discutir con nadie. Pasé la noche con fiebre alta y vómitos interminables, estando Johana conmigo sin moverse de mi cama. Al día siguiente llamó al hospital para que le dieran permiso ya que no me quería dejar sola en mi estado. A media mañana sonó el timbre de casa abriendo ella. Desde mi dormitorio pude escucharla hablando con un hombre viendo entrar en mi dormitorio a Mark 

— Vete, no quiero verte — dije 

— Johana me ha explicado lo que te sucede ¿estás embarazada? — me preguntó 

— ¿Tú eres gilipollas? — contesté haciendo que Johana se riera 

— Sentí ayer en el trabajo como si me picara algo, Robert quiso mirarlo, pero entró en la sala tu amiguito Mario, diciéndonos que follaramos en otro sitio 

— Si ya se esa historia, Mario me lo dijo ¿me dejas echar un vistazo? 

Me quité el jersey de pijama exponiéndome a que él viera mis pechos desnudos, que los miro pasándose la lengua por sus labios. Cuando miro el picotazo, me dijo que estaba muy infectado mandando a Johana a la farmacia a por los antibióticos, mientras él intentaba bajarme la fiebre con alcohol y paños de agua fría. Mark se quedó conmigo todo lo que quedaba de día y toda la noche, despertándome en sus cálidos brazos. 

— ¿Cómo te encuentras? — me preguntó 

— En tus brazos muy bien, ¿has pasado la noche despierto? 

— No, de vez en cuando echaba una cabezadita, bueno me voy a mi casa a ducharme y al hospital, esta tarde vendré a verte — me dijo dejándome en los labios un suave beso.  

Me levanté de la cama un poco mareada, pero necesitaba ir al cuarto de baño. Escuchando como Mark hablaba con Johana. 

— Yo no te puedo decir nada Mark, es ella quien te tiene que hablar de Robert — escuche a Johana 

Mark estuvo viniendo a casa casi todos los días, hasta que se me curó la infección que tenía y yo mejore bastante pudiendo irse Johana a trabajar tranquila.  Una noche vino Robert a hacernos una visita y saber cómo me encontraba invitándole Hanna a quedarse a cenar con nosotras. En medio de la cena tocaron el timbre de casa, Johana se levantó para abrir la puerta encontrándose con Mark en ella. Cuando vinieron al salón Mark llevaba un ramo de flores que dejó muy enfadado en la mesa, mientras miraba a Robert y a mí sin decir nada, se dio la vuelta para marcharse, pero me levanté enseguida llamándolo haciendo que se parara. 

— Mark espera, ¿podemos hablar en mi dormitorio? — le pregunté 

Nos fuimos a mi dormitorio echando yo el pestillo de la puerta cuando estuvimos dentro 

— ¿Qué hace ese aquí? Katia qué relación tenías con él — me preguntó 

— Es solo un amigo y nada más — contesté lamiendo sus labios, y besando sus mejillas 

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