Sinopsis
Tres amigas desde la infancia, dejan su pueblo natal para aventurarse en la gran ciudad trabajando como enfermeras diplomadas, pero en su aventura una de ellas se enamora de su jefe, quedándose embarazada de él. Siendo a partir de hoy, repudiada e insultada por los celos del padre de su hijo, teniendo ella que abandonar su trabajo para marcharse lejos de su amado y de sus dos mejores amigas. Sintiéndose mal después de unos años, ya que su hijo necesita a su padre para poder vivir, ¿Que pasara entonces? ¿Ayudará el padre a su hijo para que este no muera? ¿O también le dará la espalda como lo hizo con su madre?
EMPEZAR UNA NUEVA AVENTURA
Somos tres chicas que nacimos en el mismo pueblo, siendo amigas desde la infancia que un día decidieron aventurarse en la gran ciudad cuando nos graduamos en medicina dejando atrás, nuestro pueblo natal y a nuestras familias consiguiendo un excepcional empleo en un hospital de Florida, pudiendo independizarnos de nuestros padres.
Las tres teníamos veintidós años, pero éramos distintas en casi todo, por ejemplo, Hanna era la más loca de las tres, pero también la más guapa, pelo rubio, sus ojos azules, ella siempre ha destacado a la hora de ligarnos a algún chico, es alta y sus medidas son más que perfectas. Johana y yo somos casi iguales, morenas, tenemos los ojos marrones y una estatura normal, por cierto, yo me llamo Katia.
Después de acomodarnos en nuestro pisito, ya que llegamos por la mañana y estuvimos desembalando cajas y guardando todo lo que teniamos de la mudanza, nos sentamos las tres en el sofá decidiendo pedir unas pizzas para comer, ya que estábamos muy cansadas para hacernos la comida. Por la noche nos duchamos y nos vestimos muy elegantes para salir de fiesta, porque queríamos conocer el ambiente nocturno de la ciudad donde a partir de ese día íbamos a vivir y si ligábamos aún era mejor, teníamos ganas de desmelenarnos un poco ya que las tres éramos jóvenes.
Salimos de casa y en vez de ir en el coche de Johana preferimos coger un taxi por si bebíamos. Cogimos un taxi preguntando al conductor dónde podíamos ir a bailar y divertirnos un poco, el hombre paró el vehículo en la puerta de un club que según el taxista era de pijos y muy pijo, o sea que era la crema de la ciudad. Entramos en el club dándonos cuenta de que el taxista tenía razón, había mucha gente de nuestra edad más o menos, y muy bien vestidos
— La primera que ligue, que le traiga a las demás un amigo o un primo o lo que sea — nos dijo Hanna riéndose
Cuando entramos nos acercamos a la barra atendiendonos un camarero muy guapo y muy simpático, pedimos en la barra tres cosmopolitan sentándonos en unos sillones que raramente estaban libres, marchándose Hanna a la pista para bailar nada más sentarnos. LLevábamos ya un buen rato sentadas, cuando nos dimos cuenta que se acercaban a donde estábamos nosotras dos hombres altos y guapísimos, se les notaba que iban al gimnasio, porque tenían los hombros cuadrados y anchos, pero aún con las camisetas que llevaban se les notaba un abdomen muy bien formado. Mi amiga Johana y yo nos reíamos de ellos porque los dos hombres se parecían a los dibujos zipi y zape ya que uno era moreno con los ojos verdes y el otro rubio con los ojos azules.
— Hola, nunca os hemos visto por aquí, ¿estáis de vacaciones? Oh, perdonar me llamo Mark y mi amigo Mario — nos dijo el rubio
— No estamos de vacaciones, estamos aquí por trabajo ¿y vosotros dos? — le pregunté
— Nosotros hemos salido un rato después de veinticuatro horas de guardia en el hospital, — nos dijo Mario
— En el hospital, mira por dónde, nosotras empezamos a trabajar en el hospital dentro de dos días — respondió Johana
— Así que nos veremos más veces, ¿podemos sentarnos con vosotras? — nos pregunto
Hanna después de bailar, volvió donde estábamos sentadas, en el momento que nuestros acompañantes pidieron una ronda de bebidas para los cuatro. Estuvimos con ellos hasta bien entrada la noche, bebiendo, bailando y hablando hasta que Johana se fue con Mario y Hanna con un chico que conoció en la pista de baile. Yo estaba tan bebida que no sabía si me movía yo al andar o quien se movía eran los demás. Mark el otro chico que se acercó a nosotras, me tuvo que coger de la cintura hasta salir a la calle para evitar que me cayera al suelo, agradecí salir del local cuando sentí el aire fresco de la noche en mi cara.
— Vamos a mi coche, te llevo a tu casa —me dijo
— ¿No me quieres llevar a la tuya? Estoy caliente y mmmm me apetece follarte — le dije estando muy borracha
— No suelo acostarme con chicas que están borrachas, si mañana te apetece llámame, te dejo en tu móvil mi número — me dijo cogiéndome el móvil de mis manos para apuntar su número de teléfono
Como todo un caballero, me abrió la puerta de su coche ayudándome a sentarme dentro, rodeo después el vehículo sentándose él en el asiento del conductor, poniendo en marcha el coche.
— Dime tu dirección, — me dijo
Cuando llegamos a mi casa, me ayudó a abrir la puerta de mi casa porque yo no encontraba la cerradura para poder meter la llave, mientras me reía a carcajadas sentándome en el suelo.
— ¿ Me ayudas a meterme en la cama? — le pregunté
— Tú puedes solita Katia, hasta mañana que descanses, — me dijo cuando se marchaba
Al día siguiente, agradecí no tener que ir a trabajar porque me levanté con náuseas y un fuerte dolor de cabeza.
— ¿Mark te ha dejado preñada? Vaya vómitos que tienes — me dijo Johana
— Cállate tonta, no quiso follar conmigo el muy idiota — dije poniendo morritos
— Pues Mario está en mi cuarto durmiendo aún — me respondió Johana
— ¿Lo trajiste aquí, a casa? — pregunte extrañada
— Psss Si ¿quieres un café? — me preguntó
— Si por favor, sin azúcar y bien cargado
Estábamos en la cocina desayunando a media tarde cuando de pronto vimos a Mario salir de la habitación de Johana vestido acercándose a donde estábamos las dos.
— Buenos días — nos dijo haciéndonos reír y besando a mi amiga en la boca
— Serán para ti, oye Mario, por cierto, ¿tu amigo Mark es gay? — le pregunté
Mario empezó a reírse contagiándonos su risa a nosotras.
— Se lo preguntaré, puede que sea jajajja — me contestó Mario
Cuando Mario se marchó, nos sentamos las dos amigas en el sofá del comedor para ver la tele.
— ¿Qué tal folla Mario? — le pregunté
— No sabría decirte, pero eso si, vi estrellas dentro de la habitación jajajajaja.--- me dijo Johana
Me duché mientras Johana preparaba algo para cenar, al salir del baño me tropecé con Hanna que acababa de llegar a casa.
— Ya apareció por casa la señorita Hanna, ya puedes ir largando esa lengua, queremos saberlo todo ¿Cómo es en la cama? ¿Dónde has pasado el día? Vamos empieza a hablar — le dijo Johana
— Mañana os lo cuento todo, ahora me voy a ducharme y después a la cama, estoy muerta — nos dijo dejándonos solas en el salón
Al día siguiente nos levantamos las tres muy nerviosas, era nuestro primer día de trabajo en el gran hospital y para nosotras era mucha responsabilidad porque éramos muy exigentes y no queríamos tener ningún fallo por lo menos en nuestro primer día, aunque como profesionales éramos muy buenas, lo que sí teníamos era a las novatadas que nos pudieran hacer. Una vez preparadas las tres amigas subimos al coche de Johana dirigiéndonos al hospital, al llegar la coordinadora del hospital nos dijo que antes de empezar a trabajar, teníamos que presentarnos al jefe primero y así lo hicimos. Tocamos a la puerta del despacho esperando que nos dieran permiso para entrar, pero cuando escuchamos que podíamos pasar y entramos nos quedamos las tres inmóviles en la misma puerta al ver quiénes eran nuestros jefes.
— Chicas podéis pasar, que no mordemos — nos dijo Mark sonriendo
— Que putada — susurro Johana
— Y que lo digas — respondí
Las tres entramos en el despacho sin decir nada, pero viendo la sonrisa pícara que tenían nuestros jefes en su cara Después de decirnos en qué plantas del hospital íbamos a trabajar con quien, Mario abrió la puerta del despacho para marcharnos pero él mismo quiso enseñarnos los vestuarios, Cuando ya nos íbamos a marchar Mark me hizo quedarme a solas con él en su despacho, acercándose tanto a mí que podía sentir el calor de su cuerpo
— No me llamaste ayer y que conste que no soy gay, te lo demuestro cuando quieras — me dijo
Con las manos me cogió de la cintura, me levantó un poco del suelo sentándome encima de su mesa, con su pierna abrió mis piernas acercándose todo lo que pudo a mi cuerpo haciéndome notar su duro miembro
— No creo que este sea sitio para demostrarme que no eres gay — le respondí
— Tienes razón, lo único que quiero que compruebes por ti misma lo dura que me la pones, pero aquí soy tu jefe, ya puedes marcharte con tus compañeras — me dijo
Cuando llegué a los vestuarios Johana enseguida se abalanzó sobre mí preguntándome.
— ¿Qué ha pasado con el jefe? — me preguntó como si su vida fuera en ello
— Nada, que es un gilipollas engreído — contesté
Cuando llegó la hora de nuestro descanso, nos fuimos las tres a la cafetería, nos sentamos en unas sillas para almorzar acompañándonos dos compañeros muy agradables y simpáticos, ayudándonos con el trabajo después del descanso, para que el resto del turno fuera más ameno, terminando las tres el turno muy cansadas. El sueldo y el trabajo nos gustaba mucho, pero tantas horas en pie corriendo de una habitación a otra y de un quirófano a otro nos terminó pasando factura y más siendo el primer día. Ya en el vestuario para cambiarnos, la puerta se abrió de golpe entrando Mark, mirándome de abajo a arriba, ya que me encontraba en ropa interior sin darme tiempo a taparme.
— Katia no te puedes marchar, esta noche tienes guardia — me dijo
— Nadie me ha dicho nada — contesté
— Te lo estoy diciendo ahora que soy tu jefe. — me dijo muy serio
— UY,UY,que esto me suena a que habrá ya sabes que — dijo Hanna
— ¿Con el jefe? No me hagas reír, es un gilipollas — respondí
La noche fue bastante movida, dos horas antes de salir, me fui al cuarto de los interinos tumbándome un rato en una cama para descansar. Estaba medio dormida cuando note como me rozaban los labios, sobresaltándome.
— Sh, Sh, tranquila soy Mark, ¿sabes me encanta el sabor de tus labios? ¿Cómo te encuentras? — me preguntó
— A ti qué te parece, vaya turno que me ha tocado — contesté
Se sentó en la cama poniendo sus brazos a cada lado de mi cabeza, acercando su boca a mi boca lamiendo mis labios con su lengua, haciéndome imposible no corresponder a su dulce beso permitiendo que su lengua jugara con la mía hasta sentir su mano meterse por debajo de mi camisa, le puse mis manos en su pecho empujandolo y tirándolo al suelo.
— Ni lo intentes, me oyes jefe — le dije
— Vamos Katia, si lo estas deseando como yo desde la noche que nos conocimos — me dijo
— Esa noche estaba bastante bebida y no sabía que eras mi jefe y además que te quede claro que, sí digo no, es no, me marcho, por que, mi turno ya acabo. — le dije muy enfadada
La primera semana se puede decir que pasó muy rápido, Mark y yo nos veíamos, pero las conversaciones eran estrictamente profesionales. El último día de trabajo, como solían hacer Oscar y Héctor, se sentaron con nosotras para almorzar, estuvimos riendo y hablando de varios sucesos en nuestro trabajo dándome cuenta de que estaba siendo observada por un Mark muy serio.
— Has visto al gilipollas como te mira — comentó Johana
— Bueno chicas, Oscar y el presente queremos invitaros a cenar mañana y después a tomar una copa a un club ¿Qué decís? — Nos dijeron los chicos
— Yo ya tengo planes, — dijo Hanna
— Yo me apunto, a lo que sea — respondí
Cuando terminamos de trabajar, las tres nos fuimos hacia el coche mientras nos reíamos de tonterías, fijándonos que Mark estaba apoyado en el coche de Johana.
— No te hagas la dura, que se le nota que el jefe babea por ti — me dijo Hanna
— Dos días de descanso ooooo — gritó Johana
— Katia ¿Te puedo llevar a casa? — preguntó Mark
— No gracias jefe, me voy con mis amigas, que disfrutes del descanso — contesté
Nos subimos las tres al coche de mi amiga y por el espejo retrovisor pude mirar a Mark de pie viendo como nos alejábamos
— Está muy por ti ¿Por qué lo rechazas? — preguntó Johana
— No lo sé, me gusta mucho pero no me fio de él, a parte es el jefe —respondí
— Katia que te dé un polvo mágico y luego si te he visto no me acuerdo — contestó Hanna haciéndonos reír
— Hanna tienen que verse aunque echen un polvo mágico como tu dices, Mark es el jefe — dijo Johana