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2/ INTENTO DE SEDUCCION DE MI JEFE

A la mañana siguiente, cuando me levanté,entre el baño, me quite toda la ropa para ducharme, cuando ya me duché cogi mi albornoz para ponermelo, me marché del cuarto de baño acercándome a la cocina y con el desayuno en una bandeja me fui al salón, me senté en el sofá para mirar lo que hacían por la televisión, cuando de pronto escuche el timbre de la puerta.Deje la bandeja encima de la mesita, me levanté para abrir, encontrándome a Mark al otro lado de la puerta llevando un ramo de flores en la mano 

— ¿Quieres comer conmigo? — me preguntó 

— No — contesté cerrándole la puerta en sus narices ante la incredulidad de mis amigas. que en ese momento iban a entrar en el salón

— ¿Tú eres idiota? — preguntó Johana 

— ¿Por qué? Si no he hecho nada — contesté 

— Pero si le has dado con la puerta en las narices al jefe, madrecita mía, con lo bueno que está — Me dijo

Por la noche Hanna se marchó a su cita con un chico, mientras Johana y yo subimos a su coche para ir al restaurante donde habíamos quedado con Oscar y con Héctor. Mientras estábamos cenando los cuatro escuchamos hablar a unas personas muy conocidas por nosotros que estaban sentados en una mesa  a nuestro lado.

 

— Será cabrón — dijo Johana al ver a Mario con una mujer rubia muy guapa 

— Vaya con los dos jefes, menudos pivones tienen — dijo Héctor 

— Chicos ¿nos vamos ya? Porque la cena me va a sentar fatal — comentó Johana 

— Tranquila muñeca, que si hay que hacerte el boca a boca me tienes a mí — contestó Oscar. haciéndonos reír a todos

Terminamos de cenar e intentamos pasar desapercibidos, siendo imposible saludandonos Mario y Mark teniendo que devolverles el saludo. 

— ¿Qué tal chicos? Espero que descanséis estos días, porque la semana que viene va a ser muy movidita — nos dijo Mario 

— No te preocupes jefe, nos da tiempo a echar unos cuantos polvos y recuperarnos — contesté 

Mario empezó a reírse a carcajadas mientras la cara de Mark era un poema mirándonos los dos a los ojos fijamente. Nos fuimos cada uno en el coche que habíamos llegado al restaurante, hasta el club donde Oscar nos indicó. Después de pedir las bebidas en la barra, Oscar y yo salimos a la pista a bailar, mientras Héctor y Johana se sentaban en unos sillones que habían libres, dandome cuenta como los dos se comian las bocas besándose. Cuando la música cambió a lenta, Oscar puso sus manos en mi cintura poniendo yo mis manos en su cuello con nuestras caras muy cerca una de la otra susurrándome él al oído

— No mires hacia atrás, Mark acaba de entrar en el club y no aparta su mirada de ti — me dijo Oscar 

— Que le den a ese gilipollas — contesté 

— Pues el gilipollas viene hacia nosotros — me dijo

— Vamos a sentarnos entonces — le dije riéndome 

Cuando nos sentamos, se marcharon Johana y Héctor, se les notaba que querían estar a solas, menos mal que el coche era de Oscar y podía llevarme a mi casa. Mario y Mark también se marcharon con sus respectivas barbies poco después. Oscar y yo nos quedamos hasta alta hora de la noche, bailando, bebiendo y disfrutando, marchandonos los dos, llevándome Oscar a mi casa,Ya en el portal de mi casa Oscar intentó besarme, pero lo aparte de mi con una excusa, entrando en mi casa después.  

 

 

 Después de ponernos en el cuarto los uniformes, salimos al pasillo para que nuestra coordinadora nos ubicara en las plantas del hospital. A Hanna la mandaron a pediatría, Johana a traumatología y a mí con Mark, con el gilipollas del jefe. Las primeras horas fueron de muchos nervios, correr a cirugía, correr a las habitaciones y así sin parar toda la mañana no teniendo tiempo ni para beber agua. Una vez que todo se calmo y ya en su despacho dejé las carpetas de los pacientes encima de su mesa, pero cuando iba a marcharme, me quedé atrapada entre la puerta y el cuerpo de Mark. 

— ¿Sois pareja, tú y Oscar? — preguntó 

— ¿Qué? Solo somos amigos 

— Os vi bailando demasiado pegados en el club —  me dijo 

— No te tengo que dar explicaciones — contesté 

— Yo si las quiero, me pusiste demasiado celoso 

— Tú y yo no tenemos nada y por favor,,,,,,,,, lamió mis labios con su lengua, metiendo su mano por mi blusa, acariciando mi pecho y pellizcando mi pezón 

— Decías – me dijo – no sabes cómo me la pones Katia — susurro

 

Apretó su boca a la mía sin poder poner yo resistencia, pues también lo deseaba, sus caricias estaban haciéndome sentir un placer que ni en mis mejores sueños, mis piernas flaquearon, mi cuerpo tembló entero con ese beso, y con sus caricias, terminamos comiendonos la boca, cuando le puse mis manos en su nuca tirándole del pelo, me estaba faltando el oxígeno y encima moje mi uniforme. 

— Cuando salgas de trabajar te espero en mi coche, o tendrás consecuencias — me dijo

 

Salí de su despacho corriendo hasta el cuarto de baño, ya que me sentía demasiado acalorada para reunirme con mis compañeros en los vestuarios. Después de refrescarme, busqué a mis amigas para ir a la cafetería y almorzar las tres juntas, reuniéndose con nosotras los dos chicos también. 

— Vaya día, Mark me tiene hasta el coño — les dije 

— Es horrible, aun nos quedan horas y estoy ya muerta — dijo Hanna 

— Venga chicas, la semana pasara rápida, animaros — nos dijo Oscar 

El día fue demasiado largo. Cuando terminó nuestro turnos, nos fuimos las tres a los vestuarios para cambiarnos de ropa, marchandonos después del hospital hasta el coche de mi amiga Johana para irnos a casa, fijándose ellas que Mark estaba en el interior de su vehículo 

— ¿Katia, te espera a ti? — preguntó Johana 

— Si, pero no quiero ir con un gilipollas como el jefe — contesté 

Por la tarde, estábamos tranquilamente viendo la tele, cuando empezó a sonar mi móvil insistentemente, lo cogí de la mesita para saber quién me llamaba dejándolo otra vez en la mesita. 

— Cógelo, puede ser urgente — dijo Hanna 

— No es nadie, es el gilipollas — contesté 

— Yo de ti contestaría, Mark está muy bueno — me respondió 

— Ya lo sé, pero es un gilipollas, — dijimos las tres al unísono riéndonos. 

A la mañana siguiente, nada más entrar en el hospital, la coordinadora me hizo ir al despacho de Mark, porque según ella me estaba buscando. Toque con los nudillo a su puerta esperando que me diera paso, cuando entré, se levantó de su sillón, cerró la puerta con pestillo, se acercó a mí levantándome la barbilla obligándome a mirarlo.  

—  Ayer te dije que ibas a tener consecuencias si no ibas a mi coche — me dijo 

— Vas a castigarme jefe — contesté  

— Si, y vas a elegir tú cómo quieres que te castigue, –dijo– o follamos aquí o esta noche después de cenar en mi casa 

— Yo no sabía que tener unas horas de placer fuera un castigo, será más bien una recompensa — le dije besándole el cuello y sus labios 

— Katia no juegues conmigo, ponte boca abajo en mi mesa, ya — 

— No, no lo voy a hacer, búscate a alguien que le guste follar contigo 

Sin esperarmelo, rodeo con un brazo mi cintura, mientras su otra mano la puso en mi nuca comiéndome la boca con deseo, hasta que me tumbo boca arriba en la mesa. Seguimos besándonos mientras él me quitaba los pantalones. Una vez que me los quito, puso su cabeza en mi sexo, lamiéndome el clítoris al mismo tiempo que metía sus dedos en mi interior rotándolos, dándome un placer indescriptible, teniéndome que morder mi mano cuando mi orgasmo se hizo presente. No dejo que me recuperara un poco, enseguida me embistió sintiéndome completamente llena de él, mi cuerpo temblaba de placer, lo deseaba tanto que el tiempo no pasaba y en el mundo solo existíamos él y yo.

  

— Eres mía Katia, solamente mía — me decía entre jadeos

Le rodeé las caderas con mis piernas, quería sentirlo entero dentro de mí, con su boca me  mordisqueo cada pezón, me sentía en el cielo, haciéndome erizar mi piel por lo buen amante que era. Llegamos al orgasmo los dos al unísono, poniendo su cabeza en mi pecho, mientras recuperamos algo de oxígeno. 

Cuando se apartó de mí, me levanté para ponerme los pantalones y arreglarme la ropa, me cogió las mejillas con sus manos mientras nos mirábamos, acercando su boca a la mía.

 

_ ¿Qué me has hecho Tania? Te deseo cada vez más — me susurro 

—Yo también te deseo Mark, pero temo ser para ti solo una aventura — respondí

— No lo eres Katia, creo que me estoy enamorando de ti — me dijo 

— Bueno dejemos primero a ver dónde nos lleva todo esto— contesté 

— De acuerdo, vamos a trabajar — me dijo

Hasta la hora del descanso, todo fue muy tranquilo, hubo solamente revisiones y consulta de los pacientes. 

— A ti te ha pasado hoy algo — me dijo Johana 

— A mi ¿Por qué lo dices? 

—Por esa cara que traes y esos temblores, sabes que nos conocemos muy bien 

Antes de que pudiera decirle nada a mi amiga, se sentaron con nosotras en las sillas de la cafetería, Héctor y Oscar. 

— ¿Y Hanna? ¿Aún está liada? —  preguntó Oscar 

— Eso parece, está con el doctor Miller 

— ¿Sabéis lo último que se dice por todas las plantas? — dijo Oscar 

— Estás deseando decirlo, suéltalo — le dije

— Están hablando sobre una enfermera que se está tirando a un doctor que está prometido 

— ¿Y qué pasa con eso? La mayoría de las enfermeras tienen rollos con los médicos o los internos 

— Ya, pero ese médico según he escuchado está prometido. 

Escuchar a Oscar me hizo comprender la tontería que había hecho, comprendiendo que lo que pasó con Mark fue un calentón del momento, pero me juré que no volvería a pasar, yo no era de esas chicas facilonas y no volvería a caer en sus brazos. Después de almorzar, seguimos trabajando hasta que por fin acabo nuestro turno, nos fuimos a los vestuarios para cambiarnos de ropa marchandonos del hospital hasta donde tenía Johana aparcado su vehículo 

— Katia espera — escuche a Mark 

— Te esperamos en casa — me dijo Johana 

— Vamos a cenar, el día ha sido muy largo — me dijo Mark 

Cuando llegamos al coche de Mark, me abrió la puerta ayudándome para entrar, sentándose él en el asiento del piloto.  

— ¿A qué restaurante me llevas? 

— He pensado que podíamos cenar en mi casa, soy muy buen cocinero, claro si te parece bien 

— Me muero de hambre, así que me tienes que demostrar cómo cocinas, soy muy exigente, te lo aviso — respondí 

Mark aparco su coche en el parking, cogimos el ascensor hasta la quinta planta, salimos del ascensor y cuando entramos en su piso me quede con la boca abierta, muebles modernos en blanco y negro, una televisión de al menos sesenta y cinco pulgadas, sofás a juego con los muebles y todo el suelo de mármol. 

— ¿Te gusta el piso? Es un pisito de solteros — me dijo sonriendo 

— Es precioso  

— Quieres una copa de vino o te apetece otra bebida 

— Vino, estaría bien 

Mark sacó una botella de vino, lo sirvió en dos copas ofreciéndome una de ellas sentándose al lado mío en el sofá. 

— ¿De dónde eres? — me preguntó 

— De un pueblo muy pequeño ¿y tú? 

— De California, me trasladé aquí porque este hospital tiene muchas más ventajas de donde yo estaba, y te conocí a ti 

Nos quedamos mirándonos fijamente dándome cuenta de que se iba acercando muy despacio a mi boca, me beso sin que yo le pusiera resistencia ninguna, lo deseaba, sentí su calor cuando metió su mano por debajo de mi camiseta hasta mi pecho. 

— ¿Cenamos luego?, ahora me apetece comerme otros manjares 

Dejamos las copas en la mesita, cogió mi mano guiándome a su dormitorio.  

Nos besamos como si no hubiera mañana mientras él quitaba el botón y la cremallera de mi pantalón quitándome los, beso mis piernas mientras me acariciaba con sus manos hasta la entrepierna 

— Estás muy mojada, me gusta mucho que estés tan mojada — dijo 

Me quedé quieta, mirándonos los dos mientras me quitaba la camiseta y el sujetador, mis rodillas temblaban y un gemido salió de mi boca cuando acaricio mis dos pezones con sus dedos. 

— Desnúdame — me dijo 

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