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— Me alegro de que no hayas ido por el camino equivocado, seducido por el dinero fácil.
Sigo mirando a mi madre y si ella sabía la bomba que terminó en mi mano.
Me detuve durante una semana ensayando hablando con Bode, y mi padre llama todos los días, lo que me desespera y me dice que si algo les pasa a mis hermanos, me sentiría culpable.
Finalmente, me armé de valor. Voy a dar un paseo por la playa, esperar a que aparezca Suerte o Gordo.
Pronto veo a los dos llegar en una moto y dirigirse al bar del novio de mi madre. Mierda, si hablo con ellos allí, se enterará hoy.
Miro hacia la barra y escucho que alguien me habla. - Habla cuñado. — La Cabra se detiene a mi lado.
Me armo de valor, necesito hablar contigo.
- Relájate chico. ¿Es un problema con tu hermana? -Neg
-Quiero ser reclutado.
-Ahh, en serio, tu hermana va a enloquecer. ¿Ella es consciente de esto?
-No, por ahora, nadie. Puedes mantener cosas como esta, solo por unos días.
—Hazlo así, preséntate en la central mañana por la mañana. Te daré mi respuesta.
A la mañana siguiente, estoy donde dijo. Y hay unos cinco chicos más, prácticamente todos de mi edad. Están Bode, Gordo y Sorte, ya que escuché que el Jeque está de viaje.
— Ven aquí, Renato. Me estoy acercando a donde ellos están.
— Es estándar, no el perfil que le gusta captar a la policía. -La suerte habla-.
— Niño desprevenido, bien parecido, blanco. ¿Está arreglado? -Neg.
— Podría ser bueno haciendo el trabajo de asfalto sin despertar sospechas. Parece un playboy, diferente a Gordo, que grita bandidos desde la distancia. — dice Bode y todos ríen.
Bode me hace a un lado. -Tu hermana no lo sabe, ¿verdad?-
-No, ¿y no podrías decírselo ahora?-
-¿Sabes que ella me va a enojar?- Pensando que te recluté.
Me ocuparé de ella cuando sea el momento adecuado. Pero necesito dinero.
-¿Para qué te metes?- ¿Ya estás pidiendo trabajo, con una mata espesa que resolver? ¿¡Nunca has sido de los que pasan el rato con los chicos aquí!?
— No lo soy, es mi padre, pero no quiero hablar de eso.
— Está bien, quédate conmigo, el Jeque llega esta semana, le hablaré de ti, debe tener una función para esa cara de playboy que tienes.
Sonrío torpemente. Al menos me aceptaron. - Gracias. Esta parada es importante para mí. Quiero decir, para que yo lo resuelva.
— Vamos, Renato, ¿cuánto necesitas?
- Cinco mil.
-Maldita sea, niño, ¿a quién le estás ordenando la muerte?- ¿Cinco cuentos?
-Como dije, es la situación de mi padre.
—Vale, habla con Luck. Ahora debes cinco cuentos aquí, y no te dejaré solo hasta que pague. Funcionará hasta que pagues.
Salgo de Central y llamo a mi padre. -Ven a buscar el dinero-.
-Buenas noticias, hijo mío. - Apago el teléfono. Mis posibilidades de ser alguien limpio algún día se han ido.
¿Cómo voy a juntar mil sin tener que hacer algo muy sucio?
Más tarde aparece mi papá, toma el dinero y se va casi de inmediato. -¿Por qué vas tan rápido?- ¿Y no va cuesta abajo?
— ¿Sospechas de tu padre?
-No, pero no me di cuenta de que conocía a mucha gente aquí-. Hace una señal con la mano y me deja hablando sola.
Espero estar haciendo lo correcto, si no, eliminaré a mi padre para siempre de mi vida.
Una semana después, me vuelve a llamar y me dice que el usurero lo está presionando nuevamente, queriendo más dinero.
— Papá, no voy a gastar más dinero, ahora ni siquiera tengo esa cantidad, tendrás que hablar con él.
— Prometiste ayudarme, es para tu hermano. - Empieza a llorar. Siempre el mismo teatro.
-Veré lo que puedo hacer.- Cuelgo y me pierdo en mis pensamientos.
Hice mi primer trabajo con Sheikh y, según Bode, les gustó mi actuación. Pero, ¿cómo pedir más dinero?
— Renato, ¿estás bien? Parece perdido.
— Hola Carla, sí. Problemas con mi papá, quiero decir, mi papá está en problemas, como siempre, y me lo mencionó.
— Debe ser algo pesado, dejarte así. Vamos, vine a recogerte para que pudieras ver algunas armas. El jeque quiere que aprendas más sobre ellos.
Caminemos y hablemos. — Carla, ¿desde cuándo corres aquí en el cerro?
-Mi padre era la mano derecha del padre del jeque, derrocó a muchos junto a su padre y cayó en la misma invasión. Soy dos años mayor que el Jeque y comencé a salir en misiones, prácticamente cuando tenía años.
-¿Así que siempre has vivido así?- ¿Nunca se te pasó por la cabeza ser otra persona, una profesión genial?
-Nunca se me presentó esa opción. Siempre he sido parte de eso. No creo que sepa hacer otra cosa. Maré es mi hogar.
-Nunca soñé con esta vida, pero mi padre me lanzó a ella.
-¿Qué pasa con él?- ¿Debe y te pidió que ayudaras a pagar y tuviste que trabajar aquí?
-Es así. Ser narcotraficante nunca fue un sueño, pero ya está, vamos.
Salimos en su moto y pronto estamos en un cobertizo. El jeque quiere que aprenda las características de manejo, todo, probablemente para que pueda ser un intermediario en la venta de armas de fuego.
Llegó mi prima y yo casi no podía salir para ir con mi mamá a la terminal de buses. Está muy emocionada y completamente desconectada de lo que es vivir en una comunidad,
Y para mi preocupación, varios hombres la vieron y me preguntaron quién era. Ya alcancé a decir que ella no era así, pero quien no creía estaba muy interesado en ella, el jefe.
Voy a subir a llevar algo de dinero a Suerte y el jeque me llama por radio. -¿Cómo se llama tu primo?-
Cuando preguntó eso, ya sabía que ella había despertado su interés.
Ella estaba en la plaza y el jeque la vio, pero al día siguiente, en el baile, mi primo ya estaba con él y supo que el cacique estaba encantado con ella.
Unos días después de que mi mamá se entera y casi me da una bofetada, mi papá vuelve a buscarme. Con ganas de más dinero, ya eran mil en un mes. No sabía cómo manejarlo todo.
Me acerqué a Carla, le hablé de mi padre y del problema de los usureros y me prometió ayudarme.
Cuando mi padre vino a buscar el dinero que me prestó Carla, tuvo que decir quién era el prestamista.
Yo estaba más tranquilo, Carla estaba siendo un gran amigo para mí. Se hizo más amigo de mi padre, e incluso llegaron a beber juntos.
Mi padre solo me llamaba para pedir más dinero. Ya entregué más de la mitad de la deuda que dijo tener. Ahora siempre viene aquí, aunque no quiere ver a Silvia.
Salgo del centro, dos días después de regresar de Campos, y veo a mi padre hablando con Jennifer, como si estuvieran discutiendo. Pero, ¿dónde se conocen?
El jeque le había advertido que ya no tenía ninguna relación con él y que le cortaría cualquier privilegio, sobre todo porque, últimamente, solo se preocupa por Elizabet.
- ¿Padre? ¿Qué haces aquí? Jennifer casi sale corriendo.
-Qué carajo chico, no tengo que responderte.
— Cuando tiro mis sueños por tu irresponsabilidad, sí tengo derecho. ¿Qué haces con esta mujer? — Él, como siempre, no me dio respuesta y se fue.
-¿Padre? Se vuelve hacia mí. -Ya no cuentes con mi dinero para que te ayude-.
-¿Vas a dejar que tus hermanos salgan lastimados?-
-No pareces demasiado preocupado por ellos.
-Mocoso, debería darte una lección-. Si les pasa algo, es tu culpa. Estás ganando dinero y no quieres pagar la deuda.
- Sal de aquí. O yo mismo notifico al jeque lo que vi.
Algo no anda bien cuando mi padre llega al cerro. Ya parece tan preocupado por la deuda.
¿Carla sabe algo? Cuando me encuentre con él, le preguntaré.
Luego de satisfacer una vez más el deseo insaciable de mi esposa, bajamos a un restaurante en el lobby. Comimos en un agradable silencio y luego pasamos a la zona del bar.
- Nos vamos a quedar dos días aquí y luego bajaremos a Goyas.
- Mis cosas estaban todas allí.
- Están en el coche, cariño. ¿Disfrutamos de la ciudad y salimos? Más tarde llega mi gente y tendré más hombres bajo su protección. ¿No querías conocer una discoteca? Buscaré algo aquí.
- ¿Tú puedes? - Pregunta suavemente.
- No soy fijo, es que en Río puede haber gente observándome, soy más cuidadoso, pero soy un hombre de negocios cuando estoy en el asfalto.
- ¿Utiliza una identificación falsa? - Pregunta con los ojos muy abiertos.
- Yo soy del crimen organizado, dueño de un cerro, narcotraficante, mato a unos hijos de puta de vez en cuando, ¿y tu preocupación es un documento falso? - sonrío a su manera inocente.
- No soy de este universo criminal, así que todo da un poco de miedo. Pero, ¿qué nombre usas aquí si nos detienen?
- Cuentos Sobres, mi nombre. Aquí, en la ciudad, soy un empresario, mis empresas de lavado de dinero son reales, registradas.
- Estás muy equivocado, Tales, eso seguro. Estoy realmente mal, ¿verdad? - confirmo sonriendo.
- Quiero brindarles este momento antes de viajar en esta misión. Llevarte a algún lado, si esa es tu voluntad.
- ¿Por qué tengo la extraña sensación de que estás haciendo estas cosas como despedida? No me gusta tu tono melancólico.