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EL BANDIDO SALVAJE Y YO

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Sinopsis

Besos ssabor a seducción- Libro I EL BANDIDO SALVAJE - Libro II Elizabet tiene casi 18 años y siempre ha vivido en una ciudad del interior de Goiás. Ella sueña con ser doctora, pero no hay universidad donde vive, por lo que lo más cercano a ese sueño fue ser técnica en enfermería. El lugar más lejano al que ha ido ha sido la capital, Goiânia, pero finalmente va a pasar unas vacaciones en casa de su tía Telma, que vive en Río de Janeiro. Nada podría salir mal si no se topa con uno de los capos de la droga de la región. Tales, más conocido como Hans, es uno de los miembros más importantes de una organización criminal, que cambiará la vida pacífica de la sertaneja. Ahora la pregunta a hacer: ¿Es para mejor?

RománticoDulceMatimonio por ContratoUna noche de pasiónSEXOAmor a primera vista 18+BDSM

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Amanece y salgo con las maletas de Elizabet en el auto, rumbo a mi celosa esposa. — Solo tú puedes hacerme sonreír cuando voy de cacería, Goiana. Si fuera otra mujer, me cabrearía y enviaría a otra en mi lugar.

Antes del mediodía llego a la ciudad. Enciendo el localizador, ella no está lejos del aeropuerto. Llego a recepción, al menos no es un lugar tan malo.

—Buenas tardes, quisiera saber si alguien se hospeda aquí.

-No podemos pasar la información de los invitados-, dice un asistente. Saco unos billetes de cien reales, mira alrededor, toma el dinero y pregunta el nombre de la persona, dándome la habitación.

Hijo de puta, ella no tiene idea de lo fácil que fue eso. Podría dispararle, pero llamaría demasiado la atención. —Vendido, ¿tienes una hermana? - él confirma que lo es. -¿Y si fuera al revés y ahora la persiguieran?- Menos mal que está mi esposa ahí arriba, y no tengo intención de lastimarla. - Me mira asustado. — Entonces es solo un bandolero, dueño del cerro.

Estoy frente a tu habitación con la llave de repuesto en la mano. No escucho nada, silencio total. Entro sin problemas. -¿Dónde está esa mujer?- Escucho el sonido de una ducha. Veo el traje en una silla. Lo reconozco inmediatamente.

Me siento en un sillón frente a la puerta del baño. Solo quiero ver su cara cuando me encuentre aquí. Veo el pestillo moverse y cuando lo abre grita.

-Ahhhhhh, mi buena señora, me asustó.

Jeque

-Dios, mierda, ¿cómo entraste aquí? ¿Quieres asustarme hasta la muerte?

-Hola a ti también, Elizabet. ¿Te extraño amor? ¿Te fuiste sin darme ninguna explicación? Pensé que habíamos pasado esa etapa. Huir de mí, ¿es eso lo que pretendías?

Me quito las botas, el puñal que escondo en ellas. Tomo el arma y la coloco en la mesa auxiliar, luego cruzo las cunas, esperando una explicación.

-Hola mi trasero. Sal de mi habitación o llamo a seguridad.

-¿Los mismos que me dieron la llave de tu habitación?- Todo comprado, amor.

— Eres una verdadera desgracia, corrompes cada lugar por donde caminas.

-Yo no he corrompido a nadie, eso es lo que son. Las personas son malas y solo se preocupan por el dinero, pero no vine a hablar sobre la naturaleza de estas personas.

Y no haces mucho para ayudar. Pasa por encima de todo.

-Vine a hablar de tu actitud y por última vez, de nosotros. Espero que esta mierda no vuelva a suceder. -Cuando hablo de que es la última vez, veo sorpresa en tu hermoso rostro.

-Menos mal que vino-. He estado pensando y tal vez no quiero continuar con esta locura. Creo que ya no existimos.

-Respuesta incorrecta, ya que decidiste subirte a mi bicicleta y pasar tu primera vez esa noche conmigo. Me señalo a mí mismo. — Esa alternativa ya no estaba disponible para ti.

— Mira, Tales... — Levanto la mano pidiéndole que me deje terminar. Ella me mira.

-Entiende, Isabel. No esperes conmigo un romance normal, así, donde el hombre es comprensible, y deja las decisiones en manos de la amada, no siempre te daré esa opción. Tengo la intención de ser mejor para ti, pero para estar con un tipo como yo, debes saber que ciertos límites nunca, nunca se cruzarán.

- ¿De qué estás hablando? ¿Me estás amenazando? Ella mira directamente al arma.

-Oye, eso no es todo. No es ese tipo de conversación, o amenaza. Bueno, te mereces una paliza. Si no me gustaras mucho te dejaría en una guardería un mes a pan y agua para aprender

-¿Guardería? ¿De qué estás hablando? ¿Estás tratando de cambiar las tornas? Tú que estabas pegado a la boca de esa mujer, no vengas a hacerme el rudo.

No creo que ella tenga idea del poder que ejerce sobre mí, pero no se lo voy a entregar. -No quiero que eso vuelva a suceder. ¿Te escapaste, pensaste en los riesgos? ¿O simplemente para curar tu ira? Porque esta vez, fuiste demasiado lejos.

-Pensé en alejarme de ti-. ¿Cómo supiste que vine aquí, a la ciudad, está bien, pero específicamente a este hotel?

— ¿No podías haberte fugado, tuviste que salir del estado? ¿Malditas minas?

- Vete al infierno. No nos queda nada. - Ella endereza la toalla y se sienta en la cama. Está bañada, deliciosa, fresca y lista para ser lamida por todas partes.

Estoy todo mal, roto, posiblemente no tengamos una relación sana, como las que propagan los terapeutas. Pero ella es mi mujer. Sé que necesito redimirme.

- ¿Qué pasó? ¿Te vas a quedar ahí mirándome? Que viniste a hacer aquí.

- Buscarte. Y tal vez disculparse, no sé cuál es la palabra correcta, ya que la cagaste. Lo que viste ayer, no era cierto

-Ah, esa conversación otra vez. Compromiso ficticio, negocios. Pero su lengua empujó todo el camino hasta su garganta, no era una fantasía. Está roja de rabia.

— Lo siento mucho amor, no quería que vieras eso. Ese beso fue una estupidez de Nas-

- No. - Se limpia la cara.

Me levanto de la silla y camino hacia él. Se levanta de la cama y se aleja.

— Pensé que ibas a decir que no se suponía que iba a haber un beso, pero tu preocupación era que lo vi? Y si fuera yo, besando a otro hombre, ¿cómo reaccionarías?

-No me hagas preguntas cuyas respuestas sabes. Te involucraste con la peor persona posible. Probablemente, nunca seré la pareja ideal, ni la más comprensiva, ni la que cumplirá a la perfección con tus expectativas. Descubrí que soy celoso, controlador y posesivo cuando se trata de ti. Pero jodidamente te amo.

-Solo quería respeto. Si era una fachada, no necesitaba todo ese agarre. No eres diferente a mi ex.

-No soy tu puto ex, ¿quieres dejar de hablar de ese hombre? Creo que necesitas límites, e insinuarlo en nuestras conversaciones es bastante peligroso para mi autocontrol. Nunca te falté al respeto desde que nos juntamos de verdad. Cuando pedí que me sacaran de la favela, desde la remera mojada de mierda, siempre fuiste tú.

- Estoy cansado de esto.

-Te dije que tendría que ser convincente, por eso no te quería allí-. Nunca quise besar a esa mujer. Es tu mala suerte, solo puedo pensar en ti, Elizabet.

-No voy a ceder solo porque usas palabras bonitas-.

-No, vas a ceder porque estás tan involucrado conmigo como yo contigo. Me sentí tan jodidamente mal ayer, no creas que no me molestó ver tu reacción. Fue horrible. Pero creo que tu actitud nos niveló. No estás demasiado lejos de la pelota.

-¿Cómo me has encontrado aquí?- Venir a Belo Horizonte no fue difícil, pero ¿aquí? Esa dirección fue muy rápido para ti encontrarme.

-Te dije que no te ocultaría más cosas. -Tengo su ubicación real, de su teléfono celular, y--

—¿Ehhh?

-Tu collar. - Toma la joya en su mano. -Te dije que estaba controlando, pero también es por tu seguridad.

-No tenías derecho. - Se arranca el collar de su cuello, tirándolo sobre la cama. Toma tu celular y tíralo a la pared.

Joder, está enfadada. Pero solo lo hizo un poco difícil, tendré que comprar un celular nuevo y arreglar el broche del collar. Ella no tiene la menor posibilidad de estar sin ellos.

- ¿Listo? ¿Te sientes mejor?

- No lo hagas. — Se acerca a una bolsa y toma una caja de toallas higiénicas.

- Está explicado. - Me mira tan furiosa que da miedo.

- No juegues conmigo. Puedo matarte con mis uñas.

-Nunca bromearía. No sería una locura. Ella pone sus manos en sus caderas. Ningún hombre que valore la vida hace una mierda así con una mujer en esta etapa.

Veo la sombra de una sonrisa en su rostro. — Dejemos de pelear, tenemos poco tiempo juntos.

-¿Como así?

— De aquí vamos a Goiás y de allí me voy. No sé si volveré cuando vuelva.

-¿Cómo no sabes si volverás?- ¿De qué estás hablando? - Se acerca lentamente.

-Tengo la sensación de que este partido no será fácil-. —

Puede que esté siendo muy travieso usando esto para hacerla más receptiva, pero la verdad es que nunca dije que jugaría limpio aquí y morir es una gran posibilidad.

- Deja de hablar de esto. Me estás dando miedo.

Tiro de su cuerpo en un abrazo. -No es mi intención, pero no puedo negar que este riesgo es real. -Ella me abraza fuerte, eso se siente jodidamente bien.

-Por favor, no hables así. Te perdono por la vergüenza que me hiciste pasar, si me prometes volver a mí de una pieza.

-¿Qué diablos es esto? Huiste del estado, no lo olvides. Y aquí está, niña. Ya me perdonas. Mira, se me está pegando. Pero vas a recibir una paliza en ese trasero por hacer que vaya a buscarte.

— No te perdoné, solo saqué tiempo de la pelea para abrazarte, me voy a ir. —Se va y la acerco para darle un beso, me trago su boca deliciosa, esa mujer me ha jodido. Frotándome contra ella, sosteniendo su trasero.

-Necesito una ducha y luego necesito entrar dentro de ti. Me empuja al baño.

Solo vas a darte una ducha. Se cruza de brazos y levanta una ceja.

— Extrañaba tanto esto, dependo de ti, Elizabet. Es como una droga. Adictivo. Ven a bañarte conmigo. Meto las manos debajo de la toalla y ella se aparta.

-Cariño, estoy en mi período-.

-¿Y dónde está el problema con eso?- No le tengo miedo a la sangre.

-Pero no está bien. Te ensuciaré, puede ser bastante asqueroso, nunca lo había hecho así.

-Obviamente, no lo hizo, solo tuvo sexo conmigo-. ¿Has olvidado que soy tu único hombre?

— No se me olvidaba, esa es una forma de hablar. Soy sensible durante este período. Enojado y...

-¿Entusiasmado?- - Ella trata de ocultarlo. -Veremos si es verdad-.

- Dame un minuto. Puedes mirarme en la ducha. Se apoya en la puerta y me mira. Tomo una ducha rápida, agarro una toalla y salgo con ella, que se aleja.

-Ah, eso no. Te voy a ensuciar, tengo mucho flow.

Empujo su cuerpo sobre la cama, el nudo de la toalla se deshace y lo uso para acostar a Elizabet sobre ella.

Se sienta con las piernas cerradas y yo niego con la cabeza. -Abre las piernas, amor.

-Pero, pero está sangrando-. No es agradable de ver.

-¿Qué hay de mí si estás sangrando?- Quiero ver tu coño. - Se cubre la cara.

Se ve avergonzada pero me sonríe. -Demasiado calor, amor. Si sientes algún dolor, házmelo saber. — Sigo mirando tu coño, sí, sangrando, pero no es obstáculo para mí.