CAPITULO 2 No te conozco, pero podríamos Darko
KAJA
Los ojos claros del tío ratón me observan cargados de emociones; orgullo, simpatía, cariño y amor. Pero ninguno de ellos le evita llevar uno de sus puños a mi costado derecho y golpear con fuerza, jadeo resistiendo el dolor.
—Céntrate Kaja —me ordena volviendo a golpearme y cada uno de sus golpes da de lleno en mi cuerpo.
Lo que lo obliga a dar un paso atrás deteniendo el ataque, sus manos se van a sus caderas y su ceño se frunce analizándome.
—¿Qué pasa? —pregunta dando un paso en mi dirección tomando mi brazo derecho y revisando mi costado asegurándose de no haberme hecho demasiado daño.
—Estoy ansiosa —murmuro mientras sus dedos se deslizan sobre mis costillas presionando ligeramente— ir a la universidad es un paso importante, para mí, por no hablar de todos ustedes y la actitud de Darko me tiene un poco nerviosa —le explico y el asiente para luego sostener mis mejillas.
—No dejes que su preocupación opaque tu emoción ni tus ganas de hacer esto bien y lograrlo ¿de acuerdo? —sonríe y entiendo porque mamá en algún momento tuvo un crush por él.
El tío ratón es guapísimo, sonrió y el besa mi frente para luego dar un paso atrás y volver a elevar sus puños para reiniciar el combate. Lo imito y esta vez trato de detener sus golpes, haciéndolo mejor, pero no soy yo misma hoy. No cuando hay tantas cosas dando vueltas por mi cabeza, deseaba esto, quiero una vida normal, pero lo que le dije a Darko hace un rato es cierto. Jamás tendremos una vida normal.
Los minutos pasan y tío ratón asesta sus golpes en mi cuerpo sin ningún tipo de piedad. Una de las cosas que me gusta de entrenar con él, es que me toma en serio no se limita ni se contiene como lo hace Darko, tío paleta o papá. Aunque todos están de acuerdo en que entrenarme es lo mejor y que debo estar lista para saber defenderme, siempre son más suaves conmigo.
Darko simplemente se limita a huir de mi cada que le digo para enfrentarnos y me dice que es una locura que no se enfrentara a mi porque soy su hermana. Su deber es protegerme y cuidarme, hemos discutido al respecto infinidad de veces ya que le explico que de esa forma me ayuda hacerlo, pero simplemente se reúsa.
El tío ratón lanza un golpe hacia mi cara, no soy lo suficientemente rápida como para evitarlo por lo que conecta contra mi quijada enviándome al suelo. El sabor de la sangre impregnándose en mi lengua, cuando elevo el rostro para verlo, sus ojos están llenos de molestia. Se acerca a mí con rapidez y eleva mi cara para revisar el corte que posiblemente tengo en el labio inferior.
—No podemos entrenar si tienes la cabeza en otro lado Kaja —me reprende y asiento, por lo que tira de mi mano ayudándome a ponerme en pie—, ahora tienes ese horrible corte en la boca en tu primer día de clase en la universidad —se queja y rio.
—Me veo ruda, reconócelo —tío ratón suelta una carcajada y niega señalando una de las caminadoras.
—Ya que tu cabeza no está unida a tu cuerpo hoy solo será entrenamiento físico.
Asiento caminando hacia el aparato e inicio con una caminata y luego voy aumentando la velocidad para luego alcanzar un trote constante. De inmediato mi cabeza me lleva a 6 años atrás cuando iniciaba en el colegio. Después de mucho insistirle a nuestros padres finalmente nos dejaron asistir, pero, sin poder imaginarlo ese primer día hubo un tiroteo muy cerca del colegio lo que obligo a mis padres a replantearse si debían dejarnos ir al lugar.
Desde ese día insistí en entrenar y dejar de lado mis actividades extras de chica buena y centrarme en las practicas que me servirían de ayuda en este mundo. Convencer a papá hubiese sido una odisea si mamá no hubiese intervenido a mi favor. Cosa que agradezco, pero, aun así, una vez me permitieron hacerlo el único que me entrenaba de verdad como si fuera estuviera afuera fue el tío Zarek y Arkasha, este último me aterraba por lo que solo entrene con él una vez y más nunca.
No solo su enorme tamaño, su mirada está llena de muerte y promesas dolorosas que no quiero averiguar. Esa vez cuando se fue contra mí, cerré mis ojos y me paralicé, papá casi lo mata por asustarme de esa forma. Hoy por hoy, lo veo como mi mayor reto, pero uno al que no me siento lo suficientemente lista para enfrentar.
Darko por otro lado entrena con todos y todos lo hacen de verdad, ¿ventajas de tener una polla entre las piernas? Quizás, pero no solía importarme, desde hace un año o dos lo hace. Tío ratón se detiene a mi lado señalando su muñeca para indicarme que el tiempo ha pasado y debo pasar a otra actividad. Levantar pesas es algo que suele divertirle porque hago caras según él.
—¿Tu primera clase es a qué hora? —me encojo de hombros y sonrió.
—Aún tenemos tiempo —el asiente y suspira mirándome serio.
—Kaja cuando regreses hoy no estaré —murmura y me tenso ligeramente, me gusta cuando el tío ratón viene a visitarnos— tengo cosas que hacer y no puedo ausentarme demasiado tiempo tu madre me necesita.
Asiento y suspiro desviando los ojos. Extraño estar en la mansión, jugar a las escondidas y escuchar las reuniones de las misiones siempre fue uno de mis juegos favoritos de niña, luego simplemente se me hizo costumbre hacerlo. Extraño a papá y su forma de mimarme y cuidarme al mismo tiempo, las largas horas de maratones de películas y series con el tío paleta, las salidas de compras con mamá.
Sé muy bien que estar lejos es por nuestro bien, pero a veces lo odio con todas mis fuerzas, sobre todo porque desde que nos separamos Darko ahora es más serio, sonríe menos y se toma demasiado en serio eso de cuidarme, más bien tiende a sobre protegerme. Pero lo entiendo, sobre sus hombros sigue la culpa de no haber podido ayudar o salvar a su nana.
—¿Sabes si papá vendrá la próxima vez? —pregunto sin mirarlo a lo que él se encoge de hombros.
—No lo sé, Dark es un idiota —se queja y no puedo evitar reír— los ama, pero prefiere mantenerlos lejos y vigilados a tenerlos cerca y en peligro constante —pongo los ojos en blancos.
—Papá es un pesado —me quejo y el ríe asintiendo.
El tío tiene razón, mi padre nos ama, sé que podría la vida tanto como por Darko como por mamá y yo, pero su miedo a perdernos es tan enorme que a veces lo hace ser irracional sobre ciertas cosas. Realmente me molesto que nos hayan apartado por nuestra seguridad cuando creo que no hay lugar más seguro que junto a todos ellos, pero somos chicos y mientras no podamos decidir por nosotros mismos tendremos que acatar órdenes.
Para cuando terminamos el entrenamiento son las 8 de la mañana por lo que me da tiempo de sobra de tomar una ducha y arreglarme para mi primer día, la ansiedad en mi pecho creciendo con rapidez. Cuando ingreso a mi habitación y me detengo frente al espejo noto mi labio inflamos y el pequeño corte que me hizo el tío mientras luchábamos.
Me deshago de mi ropa y mis manos se deslizan hacia la pequeña cicatriz en mi costado, suspiro e ignoro los recuerdos que me asaltan pensando en que me pondré. Decido que debo dar una bonita impresión, aunque con el corte en mi labio será un poco incongruente, sin embargo, una media hora después luzco increíble, con un sexy corte en el labio.
Tomo mis cosas y salgo de mi habitación en cuanto lo hago y desciendo las escaleras me encuentro con mi tío usando un jean con rasgaduras, un suéter negro cuello tortuga y unas botas, luce increíble.
—Te ves hermosa princesa —comenta tomando mi mano y dándome una vuelta y haciéndome reír—, espero tengas un excelente primer día —me abraza con fuerza y besa mi coronilla— no vayas a dejar que el amargado de Darko lo arruine —advierte y rio.
—Gracias tío, no lo hare —asiente y me guía hasta el pasillo que da al estacionamiento donde ya aguarda por mí una camioneta azul blindada con dos guardas espaldas.
Ambos me saludan con un gesto de cabeza, pero uno de ellos, el más joven permanece mirándome por el espejo retrovisor.
—Cuídenla —ordena el tío ratón antes de cerrar la puerta una vez me subo.
Tomo mis airpods y los coloco en mis oídos para escuchar música y distraer mis nervios. Mi playlist empieza a reproducirse y cierro los ojos. Unos minutos después ya nos encontramos en camino a la universidad donde inicia una nueva etapa para mí y la que estoy ansiosa por vivir.
#