La ducha
Tras un rato durante el cual no los interrogaron ni les dijeron nada, llegó un funcionario a decirle que estaba todo en regla por el momento y que podía marcharse a casa inmediatamente.
— ¿Y mi compañero? —Preguntó Lerna.
— Su compañero está en la recepción de esta oficina —Le respondió el funcionario—. Uno de nuestros hombres le está ayudando a reservar un hotel y esas cosas como compensación a todo el tiempo que les hicimos perder.
Todo aquello le parecía bastante raro, puesto que, pese a que sabía cuál era más o menos su misión y cuáles eran los riesgos de hacer ese viaje, nadie le había informado nada sobre esa imprevista situación.
— ¿De Sonia se supo algo?
— Sonia va a estar bien, no se preocupe ¡Ahora vayan a disfrutar de esta hermosa ciudad, la más linda de Sudamérica!
— ¿Cuando tendremos noticias de Sonia?
— Todo a su tiempo, muchacha ¡Todo a su tiempo! Ahora tiene que ir a atender lo mejor posible a su hermanito perdido ¡En marcha!
Pese a enterarse de que aquellos funcionarios sabían la verdad de las cosas, Lerna no quiso detenerse a hacer más preguntas.
– ¿Está todo bien entonces?
– Está todo bien ¡Ahora retírese!
Tras no quedar convencida del todo que las cosas iban bien, Lerna se encontró con Mak, quien estaba casi en modo alerta retirando dinero de un cajero automático.
— ¿Como estas? —Le preguntó.
— Necesito salir de aquí a darme una ducha –Dijo él—. Nada está resultando como creí que iba a resultar.
Tomaron un taxi, prácticamente a la salida de aquel recinto. Mak iba adelante conversando en español con el taxista. Casi ni le dirigió la palabra mientras se iban camino arriba desde donde podía apreciar la cordillera, cuya fosforecencia iluminaba gran parte de aquella avenida, rodeada de árboles y edificios modernos. Llovía débilmente y aquello la hizo recordar su lejano país, desde donde alguien la rescató de la miseria y la instaló en ese puesto trabajando con Sonia, prácticamente como dama de compañía o algo así, puesto que no tenía muy clara sus funciones dentro de aquella mafia que era como legal dentro de todo, considerando las altas cantidades de dinero que manejaban.
El taxista los dejó en un edificio más o menos pequeño en comparación de los que habitaban alrededor. A Lerna le costaba bastante creer que aquel recinto podía llegar a ser un hotel decente.
— ¿Acá nos quedaremos? —Preguntó.
– El funcionario nos recomendó alojarnos aquí —Dijo Mak.
– ¿Y no pudimos buscar algo más lujoso considerando la cantidad de dinero que tiene Sonia?
– Ese es el problema –Dijo Mak—. Esto lo estoy pagando yo, de mi propio bolsillo ¡No tenemos acceso al dinero de Sonia ni a nada de ella!
– ¿Y no te alcanzaba para un lugar mejor? Parece que aquí ni siquiera hay un buen lugar donde comer.
– Lo que es yo no tengo hambre pero hay un restaurante al lado. Además, estamos en una de las zonas más seguras de Santiago.
— ¡Mañana mismo nos vamos de aquí! —Exclamó Lerna— ¡Se me imagina que esos tontos de la policía nos van a venir a molestar a cada rato!
Acto seguido, Mak Savicevic sacó una tarjeta y se dirigió en dirección hacia un pasillo.
– Habitación doble –Dijo el–. El funcionario ese nos recomendó alojar aquí hasta que se aclare lo de Sonia.
— Esto parece más un hostal que un hotel.
— Apart hotel –Dijo Mak, logrando al fin abrir la puerta–. Este lugar tiene cocina y dos habitaciones, además de una acogedora sala de estar. Iré a darme una ducha, te veo luego.
— ¿No quieres que te acompañe en la ducha para que terminemos de hacer lo que estábamos haciendo en el avión?
– La verdad es que prefiero que no ¡Necesito estar solo un rato después de todo!
Acto seguido Mak Savicevic dejó sus cosas apoyadas en el suelo y se metió al baño, casi sin preámbulos. Lerna consideró que no podía desaprovechar esa soledad y decidió telefonear inmediatamente a Irlanda.
— ¿Quien es? —Preguntó una voz.
– Hola Javo —Dijo ella—. Soy Lerna.
— Si sé que eres Lerna —Respondió él, como quejandose— ¿Acaso no eres capaz de distinguir la diferencia horaria? Ahora estaba durmiendo.
– ¿Y no supiste lo que ha ocurrido?
— ¡Por supuesto que supe lo que ha ocurrido! ¡No hay nada que yo pueda hacer desde aquí!
— ¿Como así?
— Sonia es prófuga de la justicia desde hace muchos años por sus crímenes de guerra ¡Nosotros se lo advertimos! ¡No podía ir a Sudamérica! Ella vendía personas a una organización, que fue la encargada de construir nuestro hermoso país secreto escondido en medio de la nada. Comprenderás que no puede andar por ahí suelta caminando tan alegre y despreocupadamente.
– Veo que estás al tanto de más cosas que yo –Dijo Lerna— ¿Y Sonia? ¿Que va a ocurrir con Sonia?
— De Sonia no van a saber nada, al menos por un tiempo.
— ¿Entonces qué sentido tiene que estemos acá? ¿No se supone que...?
Javo Sczibor la interrumpió con una especie de grito:
— ¡No digas nada! –Exclamó—. El winner no puede saber nada de eso.
— ¿Por eso detuvieron a Sonia, porque le iba a contar la verdad verdadera a Mak?
— Algo así —Respondió Javo—. Me estoy dando cuenta que nadie de nuestra gente quiere saber mucho de Mak, así es que podría decirte que tengo una nueva misión para tí.
— ¿Como así? ¿En qué consiste esa misión?
— Con el correr de los días te vas a ir enterando —Le dijo Javo—. Por ahora lo que más me interesa es que entretengas al winner, lo que más puedas. Metete a la ducha con el si es necesario. Haz lo que sea para que el se sienta bien.
— La verdad es que no entiendo nada.
— ¡Tu misión no es entender nada! —Exclamó Javo Sczibor, casi con rabia—. Lo único que tienes que hacer, por ahora, es que Mak Savicevic se sienta cómodo en medio de ese caos que debe significar para él estar lejos de casa. Hay más de la gente nuestra por allá, así es que cualquier cosa te iré informando. Te recuerdo que ya no trabajas para Sonia ¡Trabajas para mí!
Absolutamente confundida, Lerna no sabía que más decir.
— ¿Y Sonia? —Preguntó—. En estricto rigor fue ella quien nos trajo hasta aquí.
— Sonia va a estar bien —Dijo Javo— ¡Tu solo haz lo que te ordeno! ¡La idea es que Mak se enamore perdidamente de tí! ¡Ya sabes lo que tienes que hacer!
Acto seguido Javo colgó y aquello para Lerka fue de lo peor.
Dejó el teléfono a un lado y notó que la puerta del baño había quedado abierta y se metió ahí. Luego comenzó a desnudarse y ahí estaba Mak, masturbandose tras las cortinas.
— ¡Guau! –Exclamó ella, tras verlo— ¡Se te ve mucho más grande en segundo plano!
Avergonzadísimo, Mak se tapó como pudo.
– No es necesario que hagas eso —Le dijo Lerka, metiéndose inmediatamente al agua– ¿Por qué no me pediste ayuda?
Sin decir ninguna palabra, Lerka ingresó a la ducha, que corría a un chorro cuya presión era bastante alta y abundante. Puso en sus manos inmediatamente el aparato de Mak, quien la miraba fijo.
— ¿Qué pasa? –Le preguntó ella, mientras deslizaba su mano desde arriba hacia abajo— ¿Por qué no quisiste que me metiera al agua contigo?
Absolutamente inmóvil, Mak dejaba que su cuerpo completo se hidratara. Lerka se puso de rodillas.
— No hay nada más exquisito que una dura verga limpia, como la tuya —Dijo ella—. Permiso.
Acto seguido Lerka se la echó a la boca. Gimiendo a medias, Mak estiró lo suficientemente los brazos para alcanzar sus senos, mientras ella procedía con el mayor entusiasmo posible. Pese a que le encantaban sus atributos, le hubiese gustado que Mak supiese hacer el amor de otras maneras, que la obligara a ponerse de pie para enterrarsela hasta el fondo o algo así, que fuese menos pasivo de lo que era. En lo demás lo consideraba perfecto.
— Me voy a la cama –Dijo Mak, de pronto apartándose—. Tu ves si me sigues o no.
Acto seguido lo vió envolverse en una toalla y salir de ahí, mientras ella continuó agachada, dejando que el agua le corriera por el pelo. Su misión era que Mak se enamorara perdidamente de ella y eso era lo que si o si iba a tener que lograr si es que quería seguir viva.