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Capítulo 9: ¿Eso era lo que querías?

Él no parecía molesto por ser besado, más bien me daba la sensación de que era todo lo contrario por la forma en la que su brazo envolvía mi cintura con tal de acercarme más a su cuerpo, como si no le fuese suficiente la cercanía que tenían nuestros labios.

No sé si había algo diferente en sus labios, o si había aprendido una nueva técnica para besarme, pero ahora estaba erizando mi piel, incluso sentía cierto cosquilleo en el vientre que me hacía sentir extraño, así que preferí cortar el beso para ver como sus ojos ahora buscaban los míos.

–¿Eso era lo que querías? –me preguntó manteniendo en sus labios una sonrisa.

Yo no pude evitar asentir mientras sonreía con cierta timidez, sus ojos parecían analizar cada uno de mis movimientos y pronto me volvió a besar con un tono malicioso, rozando en el proceso nuestras lenguas.

Se sentía muy bien, de hecho, él me montó sobre su cuerpo y separó mis piernas para posicionar mi trasero cerca de su entrepierna. Realmente no sé qué es lo que pasa conmigo, sin embargo, mi piel sintió cierto cosquilleo que logró estremecer los latidos de mi corazón.

Quizás se deba al hecho de que no hemos tenido esta clase de contacto hace dos meses, o quizás yo estoy demasiado caliente como para centrar mis propios pensamientos.

–Haah…–corté el beso jadeante–dijiste que…–me robó un beso– no podía besarte…–terminé de decir mientras él movía gentil mente su rostro buscando el ángulo perfecto para besarme otra vez.

–No frente al jefe…–aclaró, haciéndome sentir idiota ¡él no especificó eso!

–No especificaste eso– dije alejándome un poco, sentándome apropiadamente mientras que él apoyaba su espalda en la pared acomodándose también– Recuerdo como claramente dijiste “no me vuelvas a besar” –dije imitando su tono de voz.

Allan comenzó a reír, no sé si era por diversión o porque se sentía avergonzado, pero desvió la mirada cuando le recordé explícitamente sus palabras.

–Yo me refería a no hacerlo frente a nuestro jefe, si continúas buscando el límite de su paciencia terminará sacándote del caso– me explicaba regresando su vista a mis ojos.

–Ya veo…–susurré acercándome a sus labios– a la próxima explícate mejor…–añadí antes de atrapar sus labios por segunda vez.

En medio del beso él sonrió segundos antes de bajar sus manos por mi espalda posicionándolas en mi trasero, yo no quería hacerlo, sabía que terminaría exhausto y adolorido, Allan no es de la clase de chicos que se sacian con una ronda, por ello, sabía que, si lo aceptaba, no tendría energías por la mañana.

–Hey…–suspiré sobre sus labios luego de varios minutos.

Al principio sólo eran besos, casi estábamos recuperando el tiempo en el que no habíamos podido besarnos, pero al mismo tiempo, cuando adentró sus manos al interior de mi ropa interior, sabía que tenía que detenerlo.

–¿No me alimentas y quieres que te dé mi cuerpo? –pregunté haciéndolo reír.

–Te puedo alimentar mañana– me respondió contagiándome con su sonrisa.

–Entonces mañana te lo daré– dije quitándome de encima– buenas noches.

No sabía si era buena idea darle la espalda ahora que estamos un poco calientes, sin embargo, me sentí relajado cuando se acomodó detrás de mí manteniéndonos muy apegados. Ya no era incómodo compartir la cama, al contrario, me sentía muy bien, sobre todo por el silencio que se formaba a nuestro alrededor.

A la mañana siguiente, él me prestó una nueva vestimenta para acercarnos al pueblo y comprar algo con lo que desayunar, si bajábamos con nuestros trajes no podríamos pasar desapercibidos, ya que son ajustados y de color negro, casi como un traje militar de fuerzas especiales.

Por otro lado, tampoco podíamos ir en auto, era demasiado bajo y podríamos estropearlo innecesariamente, además ninguno de los dos rechazaba la idea de caminar, gracias a lo gratificante que era transitar en medio de los grandes árboles que generaban una suave brisa purificadora.

El trayecto nos tomó aproximadamente unos cuarenta o cincuenta minutos, su plan era desayunar en uno de los puestos de comida que había en el pueblo, sin embargo, visualizamos a varios sujetos que recorrían el pueblo buscándonos.

De cierto modo, esto nos ayudó a entrar en un supermercado en donde compró bastante comida con tal de llenar su despensa, incluso para que trasladar las cosas no fuera tan molesto, compró dos mochilas bastante grandes que nos permitía movernos con más libertad.

Yo me sentía muy relajado, mi mente no pensaba en trabajo, sino que deseaba molestar a mi compañero y conseguir que me cocinara. Gracias a esto lo conseguí, él me preparó el desayuno, ahora mismo ambos sabíamos que no era buena idea irnos, la carretera podría estar siendo custodiada por aquellos sujetos.

La mejor opción que teníamos era esperar, incluso como somos compañeros podíamos trabajar desde casa mientras el día avanzaba. Cuando me aburrí de estar adentro, él desplegó una mesa y continuamos trabajando, sólo que esta vez lo hacíamos al aire libre.

Sin duda me gusta este sitio, es muy reconfortante vivir en medio de la nada donde no pasan vehículos ni tampoco hay molestos vecinos, aquí solamente hay silencio y cantos de las aves.

–¿Qué tanto has explorado este sitio? –quise saber mientras observaba lo que parecía ser un sendero, pero en dirección contraria a la carretera.

–Lo suficiente ¿por qué? –preguntó a medida que escribía en su laptop.

–¿Qué hay hacia allá? –pregunté como respuesta, por lo que él miró en dirección a donde yo miraba.

–Una poza del río– me respondió regresando su mirada al trabajo.

–¿Qué tan lejos queda? –quise saber con entusiasmo.

–Unos veinte minutos– respondió.

–Quiero ir– dije levantándome del asiento– venga, llévame– agregué tratando de levantarlo de su asiento.

–Pero estoy…–me senté sobre sus piernas impidiendo que siguiera viendo la pantalla de su laptop, de esta forma sus ojos solamente me miraban a mí.

–Por favor…–dije fingiendo ser dulce para convencerlo.

Supongo que lo hice bien, ya que funcionó, de hecho, antes de ir preparó unos sándwiches, unos bocadillos y refrescos con tal de comer más tarde. Claramente no tenía traje de baño, pero no me importaba, más bien únicamente deseaba meterme en el agua.

Cuando pequeño nunca me dejaron meterme en un río, a mis padres no les gustaba el ambiente campestre, además como siempre estaban ocupados nunca podíamos salir a ningún lado. Ahora que trabajo, tampoco tengo tiempo para ese tipo de cosas, pero como esta vez mi trabajo literalmente es estar con Allan, me sentía muy entusiasmado por la idea de bañarme en un río.

Por supuesto que, al cabo de un rato cuando pude oír el sonido del agua corriendo, tomé la mano de Allan queriendo que caminara más rápido, de esta forma logré ver un hermoso lugar rodeado de árboles que de cierta manera daban privacidad, además de un pastizal completamente verde y perfecto en donde había sombra.

El plan de Allan era seguir trabajando, de hecho, se acomodó en el pasto y dijo “Ya estamos aquí, ahora déjame trabajar” ignorándome nuevamente.

Sinceramente, yo me sentía cómo un niño, el agua se veía tan cristalina que al cabo de un rato fue imposible para mí no desnudarme y así lanzarme al agua, algo de lo cual, Allan no se dio cuenta hasta que escuchó el ruido que causé al saltar al agua.

La poza estaba un tanto profunda, pero no extremadamente profunda, al menos donde me lancé el agua me llegaba a la cintura, mientras que, entre más me alejaba de aquel sitio donde Allan estaba, más profundo se volvía, sin embargo, luego se volvía menos profundo llegando incluso al punto de llegarme un poco más arriba de las rodillas.

Esto era divertido, era como tener una piscina de aguas cristalinas y naturales sólo para mí, no podía evitar sumergirme, me gustaba el sitio, además como hacía un poco de calor me venía sensacional.

Debo reconocer que jugué un buen rato, al menos hasta que me acerqué a la orilla y apoyé mis brazos en el pasto viendo como Allan estaba concentrado en el trabajo, aunque se había quitado la polera, supongo que le dio calor.

–¿Qué has encontrado? –quise saber con tal de entablar una conversación.

–No mucho, los otros equipos no van tan avanzados como creí– respondió, él ha estado leyendo los informes de los otros equipos.

–Entonces…–dije en un tono coqueto– ven aquí conmigo…

–Pareces un niño– dijo un poco fastidiado.

–No seas aguafiestas, en mi niñez nunca visité esta clase de sitios– le confesaba, consiguiendo que me mirara a los ojos– ¿Qué hay de ti?

–Los visitaba con cierta frecuencia– respondió cerrando su laptop con tal de acercarse a mí mientras se iba deshaciendo de su ropa, algo que sin duda me hacía sonreír tras verlo completamente desnudo frente a mí, o por lo menos antes de que se lanzara al agua.

–Qué envidia, mis padres nunca tenían tiempo–comenté viendo como él se alejaba con tal de sumergirse.

No pude evitar seguirlo, incluso comenzamos a jugar en el agua, era divertido hundirlo en el agua, o hacer competencias de natación. No puedo negar el hecho de que me estaba divirtiendo mucho, incluso me gustaba saber que podía hacerlo reír con tanta naturalidad.

–Eres un tramposo– me dijo rodeando sus brazos alrededor de mi cuerpo, mientras que yo reía a carcajadas.

Nosotros estábamos jugando a quien aguantaba más tiempo bajo el agua, sin embargo, luego de que él se sumergiera, yo salí a la superficie, de esta forma, cuando él ya no podía aguantar más, yo sumergía mi cabeza simulando que tenía más resistencia.

–No pude evitarlo…–dije rodeando mis brazos en su cuello.

Como era de esperarse, terminamos besándonos en medio del agua mientras él obligaba a mis piernas a envolverse alrededor de sus caderas para que mi entrepierna se rozara con la suya. No pude evitar sentirme caliente por culpa de esto, pero aún quería impacientarlo un poco más, por ello, a pesar de que nos estábamos besando y él me tocaba lujuriosamente, aun así, luego de unos diez minutos, me alejé nadando en dirección al pasto donde se encontraban nuestras cosas.

Mi plan era salir y dejarlo con las ganas, pero cuanto intenté hacer el impulso de salir, sus brazos me lo impidieron acorralándome contra aquel sitio.

–Hey…–me quejé a medida que sus labios depositaban besos en mi cuello de una forma coqueta.

–Déjame tocarte un poco…–pidió en susurro cerca de mi oído.

–Pero debes prometer que sólo lo haremos una vez…–dije sintiendo su mano deslizándose hacia mi entrepierna.

–¿Sólo una? –preguntó masajeando la zona mientras rozaba su pene contra mi trasero– ¿por qué una?

–Porque el adolorido soy yo– respondí haciéndolo sonreír.

–Prometo ser dulce…–dijo con tal de convencerme.

–Allan…–nombré dirigiendo mi mano hasta mi entrepierna para así posicionarla sobre su mano.

–Bueno, está bien– dijo girándome para que sus ojos pudieran ver los míos, incluso para que mis piernas lo rodearan– como sólo puedo hacerlo una vez, esperaré.

No pude evitar sonreír, nosotros mantuvimos la cercanía y a pesar de que nos estábamos besando e incluso a pesar de que me estaba masturbando en medio de sus besos, aun así, se controló para no penetrarme, aunque si me preparó en el agua volviéndolo un poco extraño.

Se sentía diferente, no sé si era el ambiente o si era la cercanía que teníamos, sin embargo, me sentía cómodo entre sus brazos, casi no quería despegarme, sino que más bien deseaba tenerlo más y más cerca.

–nnnh…–gemí tras sentir su pene rozándose en mi entrada, claramente también estaba duro, pero no me penetraba, se estaba controlando bastante y eso me divertía.

Sabía que de cierto modo yo tenía el control, si le doy permiso de hacerlo más de una vez, sé que él aprovechará de hacérmelo en el agua, aunque como no deseaba darle ese permiso, terminamos masturbándonos mutuamente a medida que nos comíamos la boca del otro.

Una vez acabó, nos salimos del agua y nos recostamos en el pasto esperando a secarnos para ponernos la ropa, además como aún era temprano, disfrutábamos de la tarde, aunque esta vez él no trabajaba, más bien toda su atención recaía en mí. Sin duda era muy extraño, pero me gustaba.

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