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Aunque no me dan muchas náuseas a veces me siento un poco mareada y fuera de la realidad. No sé. También estoy bajo mucho estrés, pensando en cómo le diré a mamá, en cómo le diré a Max y en su reacción. Pensando y pensando. Y eso no es bueno.
Por la tarde no hicimos nada interesante, solo nos estuvieron explicando algunas técnicas de si necesitamos rescatar a alguien que esté en el lago y no sepa nadar. Muchos de los ojos me voltearon a ver cuando dijo eso el hombre. También decía que nos iban a dar lecciones de natación.
Me sorprendió no ver a Max por la tarde, es decir, es raro ya que era el primer día y creo que solo él faltaba. Cuando eran las seis ya noté a Cat hablando con Alex, el hermano de Max, así que era mi oportunidad para preguntar por él, ¿que porqué andaba interesada en hablarle? Bueno, no lo sé.
—Cat, ¿nos vamos?
Mi amiga hizo puchero.
—Te veo en la cafetería, Daria—y me hizo una seña de que me fuera y la dejara solo con Alex, pero no me iría sin antes preguntar.
—¿Alex?
—¿Si?
—¿Donde está el idio... Max, donde está Max? No lo he visto por toda la tarde —quise saber casual.
Se rascó la nunca una tanto nervioso.
Entrecerré mis ojos viéndolo.
—No se ha sentido bien y se quedó en el dormitorio.
—¿Está enfermo? —quizás me dio algo de preocupación.
—No es nada importante, suele tener estos episodios casi siempre —le restó importancia.
La campana sonó anunciando la hora de la cena.
Ya que todos iban para la cafeteria, me decidí colar hacia el dormitorio de Max. Él estaba acostado, casi abrigado todo y hablaba por teléfono.
—...Sí, ya lo hice varias veces. Esta peor ahora. Claro que no. No lo haré. Estoy bien aquí. Si. Esta bien. También te amo.
Eso.
Sentí una cosa fea en mi pecho al escuchar ese "también te amo" que mejor decidí volverme por donde había venido, pero Max me vio en ese momento.
—¿Daria? ¿Que haces aquí?
—Busco a Cat, si —respondí.
—No creo que este aquí, es el dormitorio de hombres —se sentó.
—Ni me había dado cuenta —mentí— bueno, me voy —me giré.
—Te conozco y se que no estás aquí para buscar a tu amiga —habló.
Me volví a él, ya que, ¿porqué tanta necesidad de mentir?
—Bueno, en realidad tu hermano dijo que no te sentías bien y... la encargada del campamento me mandó a preguntar si estabas bien —era una media mentira.
—Qué raro, ella estuvo aquí hace rato.
—Solo se quería asegurar —sonreí nerviosa.
—Ajá —no parecía muy convencido.
—¿Te sientes bien? Digo, para decirle a la encargada.
—Dile que me siento mejor, que solo necesito descansar.
—¿Entonces no estarás en la fogata? —quise saber. Me miró raro—, eso me dijo que te preguntara —elevé las manos en forma de paz.
—Dile que no, no estaré en la fogata.
Oh, no sé porqué eso me entristeció.
—También me dijo que te dijera que si necesitas algo me lo digas a mi para yo decirle a ella —otra mentira.
Se rió.
—¿Porqué no aceptas que tu eres la preocupada por mi y no ella?
—Pfff estás loco —bajé la mirada a mis manos.
—Siempre que estás nerviosa te ves las manos.
Lo miré mal.
—¡Bien! Lo acepto, quería ver cómo estabas nada más, ¿hay algo de malo en eso?
—No, la verdad no.
—Bueno, me voy entonces.
—¿No te quieres quedar un rato?
¿Era esa una insinuación?
Y recuerdo el día de la fiesta en donde lo conocí, tenía algunos tragos pero pensaba con claridad, Max me había parecido atractivo y en ese entonces andaba muchas ganas de hacerlo, así que entré a su cuarto y lo besé. Los besos pasaron a más y esa noche fue tan intensa.
A la mañana siguiente me fui sin dejar rastro como el lo había dicho.
—No, gracias, tengo que cenar —me volví—, nos vemos mañana, Max.
Salí de su dormitorio y cerré la puerta tras de mi. Pude respirar tranquila ya, hasta siento que estaba... ¿caliente? Agh, son las hormonas del embarazo.
—¿Que haces aquí? —una voz detrás de mi me hizo sobresaltarme en mi lugar.
Era una chica alta y rubia.
—¿Acaso viniste a ver a Max? —se cruzó de brazos—, no te quiero cerca de él.
¿Es una broma?
—¿Disculpa?
—Ya me escuchaste, Max y yo estamos en algo y no te quiero cerca metiéndote entre su cama para engatusarlo, si ya se la clase de chica que eres.
Me estremecí, ¿acaso ella sabía algo?
—Max y yo no tenemos nada, que te quede claro y no eres nadie para decirme con quien o no me puedo meter, así que si me disculpas... —me giré.
—Estas advertida —me dijo, para luego escuchar como se adentraba al dormitorio de Max. No quiero ni imaginar que van a hacer allí dentro. De solo imaginarlo me dan náuseas, así que me fui detrás de mi dormitorio para ver si iba a vomitar, pero no. Solo fueron náuseas.
Antes de girarme y volver, mi vista se clavó en una silueta en el bosque, entre los árboles, era una silueta de un chico. El mismo chico que ayer al llegar aquí. Es él.
—¡Hola! —elevé mi mano para saludarlo.
Pero él no hizo nada, no respondió.
Caminé un poco más para estar más cerca.
—¿Vives cerca de aquí? —quise saber.
—Vivo cerca —respondió al fin. Su voz era gruesa y fría, pero no me dio miedo.
—Qué alivio, ¿porqué siempre estás escondido entre los árboles? ¿No quieres venir?
—No soy bienvenido.
Hmm raro.
—¿Como te llamas? Mi nombre es Daria.
—Todd.
—Bueno, Todd, mucho gusto en conocerte.
—¿Ella te molestó? —me preguntó. Una pregunta extraña la verdad. ¿A quien se refiere?
—¿De quien hablas?
—La chica.
Seguramente está hablando de la chica rubia de hace rato.
—Oh, ella, quizás un poco pero no importa.
—No deberían molestarte.
—Está bien, no importa —le sonreí.
—¡Daria! —esa era Cat buscándome.
—¡Estoy aquí! —le grité para que me pudiera escuchar.
—Te voy a presentar a una amiga, Todd, estoy segura de que te caerá bien.
—Aquí estas, te he estado buscando —Cat aparece atrás de mi.
Me giro a ella.
—Cat, ¿recuerdas al chico del que te hablé ayer? El que estaba por el bosque.
—Si, ¿porqué?
—Bueno, te lo voy a presentar.
Me volví al chico, pero para mi sorpresas, él ya no estaba. No había ni rastros de él. Ni si quiera escuché sus pasos al irse.
Estoy muy confundida.
—¿Y... en donde está? —quiso saber.
—Él estaba aquí hace un momento.
—Daria, se seguro es el estrés del embarazo. Te vine a buscar porque tienes que comer algo, no puedes andar sin comer, ahora comes por dos —prácticamente me arrastró del brazo.
No entendía porqué Todd se fue así tan rápido, de seguro no quería que nadie más se diera cuenta de que andaba por aquí. Si, quizás es eso. Fui con Cat a cenar pero no tenía mucha hambre, así que dejé comida en el plato. Luego de eso, afuera estaban armando la fogata, pero antes teníamos que estar todos en la cafetería porque darían anuncios y eso.
—Les quiero agradecer por estar aquí y por haber completado con disciplina el primer día. Son un grupo de buenas personas y... —empezó a decir alguien. Pero era demasiado aburrido para ponerle mente. Busqué entre todos los presentes a la chica rubia, pero no estaba. Solo ella y Max faltaban. Y es obvio de que están juntos y de lo que podrían estar haciendo.
Bien por ellos. Que disfruten.
Diez minutos después habían terminando de hablar, al fin así que salimos afuera.
Gritos. Eso fue lo primero que escuché y luego el caos.
—¿Que pasa? —quise saber. Todos corrían de un lado a otro y gritaban y yo no sabía qué pasaba.
Cat me jaló del brazo sin saber a donde iba.
A la fogata.
En la fogata había alguien.
Una chica.
Crucificada.
Me llevé una mano a la boca, ya que había mucha sangre corriendo por mi cuerpo, su estómago estaba casi de fuera y su cara estaba golpeada. Pero sus ojos, sus ojos estaban abiertos y en ellos podía ver el terror. Y lo peor es que me miraban a mi.
—¡Por Dios! —solo escuchaba a lo lejos las exclamaciones y llantos y el miedo— ¡está muerta!
—¡Conserven la calma!
—¡Hay que llamar a la policía!
—¡Llamen a una ambulancia!
—¡Sus padres!
Era la misma chica que me había amenazado hace apenas una hora, la misma chica que estaba con Max en su dormitorio. La misma chica. Max y ella estaban juntos. Max no está aquí.
—Cat, los únicos que faltaban en la cafetería eran Max y ella —le dije a lo bajo, con miedo.
—¿Quieres decir que Max...? —empezó a decir, y luego miró algo detrás de mi. Seguí su mirada con demasiado sigilo y precaución porque yo sé quien estaba allí, y se que quizás me había escuchado.
—¿Si, Daria? ¿Quieres decir que yo...? —dijo, me invitó a que siguiera la frase que Cat había empezado. Pero no pude, solo me lo quedé viendo. Sus ojos negros me miraban, me penetraban. Eran amenazantes. Max aparece justo en el caos y de causalidad estaba enfermo para la tarde.
Es muy probable que el padre de mi bebé sea un monstruo.