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Después de haberme puesto otra ropa mientras se seca el uniforme, todo el grupo, bueno dividido entre tres, nos dirigimos al bosque a una tal excursión. La señora que iba encargada, no me sé ni su nombre, iba hablando sobre algunas culturas y lo que había pasado hace mucho tiempo. Yo ni siquiera le ponía mente, mis pensamientos andaban en otro lado. Es que es tan extraño como todo cambia de un día para otro. Hace una semana estaba más que bien con mi vida, tenía paz y tranquilidad, ahora mis pensamientos no paran.
Como usaba un pantalón no se me veía la marca, pero allí estaba, en mi tobillo, y había momentos en que me ardía. Mi mente también vaga a los incidentes extraños e inusuales que he estado presenciando desde ayer: el llanto, los pasos, el chico, la niña, la marca.
¿Que era todo esto y porqué solo a mi me pasaba? No entendía ¿O acaso estaba exagerando las cosas debido a mi embarazo, seguramente las mujeres primerizas experimentas alucinaciones o ese tipo de cosas. Max iba en este grupo, por desgracia.
—Mira a Max, se mira tan guapo con su pelo despeinado. Mírale ese cuerpo. ¿Como será en la cama? —y ese tipo de comentarios se escuchaban por aquí cerca. Lastima que Cat se fue en otro grupo, al menos me estuviera distrayendo con cualquier cosa y no tuviera que soportar a estas payasas.
¿Estás celosa, Daria?
Já, ¿celosa yo? No lo creo. Max no es mi tipo. Somos muy diferentes.
Hablando del rey de Roma....
—Vaya, jamás pensé que venir a este campamento fuera tan aburrido —comentó, posicionándose a la par mía.
—¿Para que vienes entonces?
—¿Porqué vienes tú?
Exacto. Nuestros padres.
—¿Como sigue tu tobillo?
Me estremecí cuando preguntó eso.
—Igual.
—¿Siempre eres de pocas palabras?
—Con la gente que no conozco si.
Se rió.
—Creo que tú y yo nos conocemos mucho más a fondo de lo que crees —dijo sarcástico. Y se que se refería a que ya nos acostamos.
—El hecho de que nos hayamos acostado no significa que te conozca —está bien, quizás lo dije un poco alto porque una chica me volteó a ver y rápidamente apartó la cara.
Mierda.
—Talvez debería de bajar la voz —me dice en tono calmado.
—Si, ya se que no te gustaría saber que te involucraste conmigo, idiota —hable más fuerte.
—¿Que? Por supuesto no que es por eso, Daria, lo digo porque después habrán chismes y especulaciones.
—No me importa.
—¿Siempre eres así de grosera?
—Sí.
—Eres un caso, Daria —niega con la cabeza riendo.
—¿Que te parece tan gracioso?
—Nada.
—Bien, chicos, llegamos —dijo la guía.
Habíamos llegado frente a una enorme casa, casi mansión. Que estaba tan deteriorada. Parecía de hace muchísimos años. Había tanta historia en esa casa. Mucha. Y a mi me dio curiosidad por saber.
—No nos permiten la entrada al lugar porque es un lugar privado —dijo la señora—, aquí ocurrieron múltiples asesinatos sin explicaciones a lo largo de varios años. Dicen que quienes se atreven a entrar, no logran salir. Pero se dicen muchas cosas, como que ven personas en las ventanas, que escuchan llantos, etc.
Okay, dio miedo. Es decir, cuando dijo la parte del "llanto" me hizo recordar a lo de la madrugada. Max seguía a la par mía de brazos cruzados, pero logré ver una marca en su muñeca izquierda, una marca casi invisible, pero que aún podía verla, fue como si se lo hubieran torturado o no sé.
Quizás Max sintió mi mirada porque quitó sus manos de como las tenía y las metió en el bolsillo de sus pantalones.
Qué incómodo.
Volví mi vista a la casa, sentía esa rara sensación de estar siendo observada. Quizás da miedo la casa, pero me llamaba la atención saber que tanto había pasado allí. En eso sentí como todo se detenía, me sentía como si no estuviera en mi cuerpo, como si fuera alguien más. Cerré los ojos porque me sentía mareada y cuando los abrí estaba en el interior de la casa.
¿Que?
Esto ya me había pasado antes, mientras dormía, solía despertar en otros lugares. Pero no sabía si era real o es que ¿me desmayé y estoy soñando? No pareciera un sueño, parecía real. Me fijé por la ventana y logré ver al grupo de personas a una distancia moderada, miré a Max pero también me miré a mi.
¿Que? De pronto me invadió una sensación de miedo, una sensación de irrealidad. Como si no fuera yo. Me asomé un poco más a la ventana y esta vez noté que Max tal vez me miró, así que me aleje de inmediato, retrocedí hasta que choqué con una pared. En la pared habían varios cuadros, retratos de personas, personas del siglo pasado.
Caminé y caminé viendo los retratos hasta llegar a una mesa. En la mesa había un libro, lleno de polvo, lleno de antigüedad, lo tomé y empecé a llorar ojear. Era un álbum de fotos. Habían muchas y cada una tenía y pie de foto, con notas y nombres de personas. Me parecía interesante. Lo tomé y lo guardé bajo mi camisa. Necesitaba volver, quería hacerlo. Así que cerré mis ojos y me imaginé estando en mi cuerpo ya, lo deseé tanto que dolió.
—¿Daria?
Abrí los ojos de golpe.
—¿Estás bien? —era Max a la par mía.
Lo había hecho.
Estaba en mi cuerpo otra vez.
No puedo creer que me haya salido de mi cuerpo de manera astral.
¿Es esto real?
Sentí el libro debajo de mi abrigo, lo había traído conmigo.
—Estoy bien —lo miré.
—Pareces asustada, ¿sabes? Me pasó algo extraño, estaba seguro de haber visto una silueta en esa ventana —señaló la ventana del último piso—. Y casi, casi estaba seguro de que eras tú —parecía confundido.
—Estas empezando a alucinar.
—No lo sé, quizás es por falta de sueño. Pero se sintió tan real, creo que me asustaron o se me apareció un fantasma —rió algo nervioso.
—Por Dios, Max, los fantasmas no existen.
—No estaría seguro de eso —murmuró entre dientes.
—¿Porqué lo dices? —lo miré raro. Parecía como que algo sabía.
—Por nada, nos tenemos que ir.
Todos se volvían sobre sus pies por el mismo lugar del que vinimos. Yo solo sabía que tenía que volver a esa casa, había algo que me llamaba la atención, o alguien.
•
—Vimos un lugar súper espeluznante —me había dicho Cat en el almuerzo—, no recuerdo bien el nombre, era como en otro idioma. Habían cruces por doquier, era como un comentario y en casa lápida estaba una foto de la persona muerta. Estuvo espeluznante, sentí como que esas personas me miraban. No sé. No quisiera volver allí.
—Al parecer este campamento tiene mucha historia —yo al fin estaba comiendo la sopa del almuerzo. Al menos no tenía ningún olor raro.
Tenía que alimentarme por mi bebé, había dejado el álbum en mi dormitorio. Y Max estaba como siempre con su grupo de amigos, aunque esta vez parecía ido, pensando en otras cosas, era raro porque Max no es así. Y me preocupó. No sé ni porqué.
—¿Y tú qué tal?
—Vimos una casa embrujada —bromeé. Aunque no era tanto en broma.
—¿De verdad? —parecía interesadísima—, cuéntame más.
—Era enorme y lo que dijo la señora es que habían cometido muchos asesinatos allí sin explicaciones —le conté—. ¿Te imaginas cuantas cosas habrán ocurrido allí? ¿No te da como curiosidad saber?
—Más bien me da miedo. Si, quizás un poco de curiosidad pero entrar allí, no sé, sería mucho.
—Si —estuve no tan de acuerdo.
—Descubrí que el chico rubio se llama Alex, es hermano de Max, ¿te imaginas? Es su hermano y no nos habíamos dado ni cuenta.
—Pues si, no sabemos mucho de Max o de su familia.
Era verdad, ellos dos eran unos extraños que se habían aparecido un día a nuestra comunidad, sin aviso, sin pasado, sin nada.
—Es verdad. Pero no creo que sean malas personas, hasta ahora han sido buenos. Quizás Max es un poco extraño, ayer en la noche, me desperté como a las dos de la mañana y escuché que Max estaba hablando con alguien. Me asusté mucho.
Ahí sí que le puse más atención.
—¿Como dices?
—Eso, Max estaba hablando creo yo con una chica y que le decía que lo dejara en paz —bebió su jugo como haciendo saber que quizás no hubiera comentado nada.
Max con una chica como a las dos de la mañana. Yo me despierto como a las tres y media y escucho un llanto cerca de mi cama, pero también cerca de la cabaña de Max, la chica llora y escucho pasos, seguro eran pasos alejándose; es allí cuando salgo y no hay nadie, luego Max sale y me asusta.
Entonces quizás no me hayan asustado anoche, solo había escuchando a Max hablar con alguna conquista o algo así, pero ¿porqué mentiría? ¿Y quien será esa chica? ¿Es de aquí? ¿Estará en esta misma habitación? Son tantas preguntas y dudas.
Max ahora no me da confianza. Esconde algo, lo sé, algo que quizás no sea bueno, y es allí donde me pregunto si el padre de mi bebé es buena persona o solo nos está engañando a todos.