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— ¿Qué tienes? — me preguntó.
— Nada... simplemente estoy hablando con alguien — dije tratando de responder el mensaje.
— ¿Con quién? — preguntó ella interesada.
— Michelline... eso es privado — dije mirándola fijamente.
— Bueno, no me digas. Pero te aseguro que luego me contarás — dijo recostándose de nuevo y tapándose con su sábana hasta que solo se le asomaran mechones de su cabello.
"En serio, soy una chica y no creo tener 50 años. Tal vez una que otra arruga, pero nada importante."
Fui al bar y me serví un poco de vodka en un vasito de vidrio con unos cuantos hielos. Luego de unos minutos llegó otro mensaje.
“Tal vez ya veas esas patas de gallo junto a mis ojos. Bueno, soy un chico y tengo 20 años. He estado de vacaciones con amigos, en realidad solo uno sabe que estoy hablando con alguien y ya está. coqueteando. Nako".
Me reí. Era tan viejo como yo, pero sabía que era peligroso. Tal vez me mentiría y sería un hombre feo que solo quería conocerme para robarme. “Él no tiene derecho a criticarte, rebelde – Sé que tengo que decirle que puede ser peligroso, escucha, tú… simpático, Por supuesto. Pero no me preguntes, mi nombre o de dónde vengo. " incluso algo que podría ponerme en peligro. ¿Por qué no te respondo? Además, no quiero saber nada de ti personalmente".
Después de unos minutos, esperé a que respondiera, pero no lo hizo. Me recosté en mi silla y encendí la televisión. Después de ponerlo en MTV y ver algunos videos, me quedé dormido.
Tuvo una agradable charla con una mujer por la noche. Eso pensé porque él me lo dijo. Me pidió que no le pidiera información personal porque no me contestaría. Menos mal que sabía que sabía que no me estaba preguntando nada.
Debería haberle contestado, pero Cristián me quitó el celular. Bueno, la melodía Watching You - The Fray se ha tocado muchas veces. Quería dormir y puso mi celular debajo de su almohada. Me quedé despierto toda la noche para intentarlo, pero no acepté. Cuando me desperté cuando Cristian me lo dio, lo primero que hice fue mandarle un mensaje. Lo planeé así: "Él es".
"Buenos días. Lamento no haberte respondido anoche, pero me quitaron el celular. Tienes razón, tengo que descontrolarme ahora". No te preocupes por las pertenencias personales. No me harás daño, no soy esa persona y no te preguntaré tu nombre si no quieres decírmelo".
Esperé a que respondiera, pero no lo hizo. Cristian fue un desastre matutino. Salió del baño con lentes negros y me sonrió a medias.
— Creo... que tengo resaca —dijo tocándose la cabeza.
— Creo que sí — dije riendo.
— ¿Con quién hablabas? — preguntó recostándose de nuevo en la cama.
— Con... una amiga — dije entrando al baño.
— ¿Qué amiga? — preguntó Cristián desde fuera, lavé mi rostro y luego mis dientes. — ¿Joll, con cual amiga? — volvió a preguntar.
— Con una nueva amiga Cristián no la conoces y no te pienso decir su nombre.
— Porque no lo sé amigo mío — pensé.
— Bueno... no me digas, pero lo descubriré. Vamos con los chicos a desayunar.
Salimos del camerino y nos encontramos con Michelline en el pasillo. Al parecer estaba hospedada a unos cuantos camarotes de distancia. Cristián se quedó paralizado y yo le di un pequeño empujón.
— ¡Sh! — dijo él, al parecer estaba nervioso.
— Buen día — saludé yo. Cristián me miró desesperado y se puso sus lentes oscuros. Ella se giró y nos saludó con la mano y una bonita sonrisa en sus labios.
— Buenos días, chicos. ¿Qué tal su primera noche? — dijo metiendo la llave en la puerta de su habitación.
— Fue... — traté de pensar, pues lo único que había mejorado mi día eran los mensajes. — Extraña — reí.
— ¿Qué tal la tuya? — preguntó desviando la mirada. — ¿Cristián, verdad?
— Sí, fue... linda — dijo agachando la cabeza.
— ¿Estás bien? — preguntó ella. Él rió nerviosamente y luego me miró a mí.
— Estoy... bien, bien. Solo tengo un ligero dolor de cabeza.
— Bueno, recupérate pronto. Que estén bien chicos, disfruten su día, tengo que levantar a mi hermana — dijo riendo.
— ¿Les gustaría acompañarnos a desayunar? — preguntó Cristián. Ella se sonrojó y luego frunció los labios.
— Me encantaría pero... no creo que mi hermana pueda estar en el mismo lugar que tú — me señaló. Yo rasqué mi cabeza y luego desvié la mirada. Recordé lo de la cámara. Mi celular vibró y me alejé un poco.
"Buenos días. No te preocupes, he dormido mucho y ahora mi gato está enfermo. No creo que deba beber vodka".
Me reí de eso. Cristián trató de hablar con Michelline, y después de escribirle un mensaje, la mandé.
"Hay que beber jugo o agua mineral. No puedo creer que lo hayas tomado tú mismo. Te dolerá mucho".
De repente, Anastasia salió por la puerta del dormitorio con los ojos llenos de delineador borroso y signos de dolor de espalda. Apenas abrió los ojos, y cuando notó nuestra presencia, la ignoró y se quedó allí. Me reí un poco e incliné la cabeza. Se ve muy bien.
— Buen día — dije y ella alzó la cabeza. Miró a su hermana y Michelline estaba totalmente sonrojada, al parecer le daba pena ajena.
— ¿Dónde está mi toalla? — preguntó a Michelline.
— En mi maleta — contestó ella apenada. Ella entró de nuevo a su camarote sin decirnos nada.
— Es muy... diferente tu hermana de ti — dijo Cristián.
— Es... algo rebelde — dijo mirando hacia dentro. — Pero es muy agradable cuando la conoces.
— ¡Michelline, no la encuentro! — se escuchó desde dentro. Ella suspiró y nos sonrió.
— Cuando la conoces bien — dijo sonriente. — Será en otra ocasión lo del almuerzo.
— De acuerdo, espero verte por aquí — dijo Cristián.
— Yo también — dijo Michelline. Me sentí bastante incómodo en medio de tanto amor. Mi celular vibró de nuevo.
"No te preocupes, soy tan fuerte como un roble. ¿No estás enojado con las personas equivocadas? Estarás contigo en un tiempo. Vi a un chico y pensé que era bueno, pero lo era. Todavía tiene sospechas". "
Ve al ascensor, Luis. Ascensor infantil. Nos saludó y traté de responder.