Librería
Español
Capítulos
Ajuste

4

— Sí, soy mujer y... pues no estoy ciega, ¿acaso me lo negarás? — preguntó parándose cerca del barandal, nos sentamos en las camillas que allí estaban y reí.

— No, no te lo puedo negar, la verdad es que está muy lindo— dije mirando hacia el océano.

Después de unos minutos de conversación, vimos zarpar el barco. Al principio me sentí un poco mareado porque podía sentir que se movía lentamente. Le sonreí a mi hermana, que se veía tan feliz que dejó todo. Mi hermana se sentó a mi derecha, sonriendo a todas las mujeres que venían a verla. Dudé y comencé a tomar fotografías. Salí de la cabaña y me encontré con mi papá.

— Supe que un chico hizo que tiraras la cámara por la borda —dijo apenado. Lo abracé y él me correspondió. — Tranquila hija, encontraremos una buena cámara para ti, pero ya no llores.

— De acuerdo — dije achipilada. Fuimos juntos al restaurante que estaba en el cuarto piso. Mis hermanos ya estaban allí y nos sonreían. Hice media sonrisa y me senté junto a Luis.

— Hola, ¿estás mejor? — me preguntó.

— Sí — respondí seriamente. Me abrazó y luego tomé un poco de vino blanco. Comimos filete, pues mi papá quería darse el lujo desde el primer día. Después de estar riendo toda la noche, decidimos que era bueno ir a dormir ya. Íbamos caminando por el pasillo cuando nos encontramos con Cristián, y el chico del gran cuerpo, un chico de pequeños labios y una chica castaña que venía enganchada del muchacho.

— Buenas noches — dijo Cristián. Mi papá sonrió y siguió de largo. Nosotras aún nos quedamos allí paradas— Te presento a Aoron y a su novia Mandy y él guapo de allí es Andér. Oscar, un amigo nuestro se tuvo que quedar en la habitación, se enfermó.

— Es un placer — dijimos ambas.

— También para nosotros — dijo Aoron y Mandy se limitó a sonreír. Andér levantó la cabeza.

— Hola — dije a Andér haciendo una media sonrisa. — Lamento haberme puesto así... es solo que... esa cámara era importante para mí.

— Sí lo notamos, no te preocupes. Seguro que a Gabriel le agradará saber que ya no lo odias — dijo riendo.

— Aún lo odio, tú no tienes nada que ver con él, por eso me disculpé — dije frunciendo el ceño.

— ¿Fuiste tú a la que le tumbó una cámara? — dijo Cristián sorprendido.

— Sí, idiota –susurré para mis adentros.

— No fue su intención, además se siente culpable — dijo Aoron.

— Igual y ya pasó — dijo mi hermana. Yo la fulminé con la mirada y luego les sonreí a ellos.

— Tengo sueño, será mejor que nos vayamos ya a dormir — dije tomando a Michelline del brazo.

— De acuerdo, que descansen — dijo Cristián y le dio un beso en la mejilla a mi hermana. Yo caminé y solo me despedí de ellos con la mano.

Vista de Gabriel

Después del bar, decidí tomar una siesta en la cabaña. Recuerdo lo que le pasó a Luna y me di un buen baño en la bañera de hidromasaje. Me quedé allí durante unos minutos y luego recordé que mi teléfono celular estaba en una maleta. Cuando lo recogí, me di cuenta de que había un mensaje.

Este es un número desconocido. "Hola amor. Lamento haberte dicho tanto. Por favor, perdóname. Lamento que no hayamos seguido y... quiero que sepas que siempre te apoyaré. Difícilmente... "Me siento fuerte."

Me sentí increíblemente bien con esas palabras. Describen exactamente cómo me siento ahora. Gracias a ellos, me siento excepcional. Creo que se equivocaron porque… no esperaba que nadie me lo dijera. Sabía que no era Luna. "Hola. Lamento que no haya sucedido tampoco. Agradezco tu palabra de aliento de tu parte y el hecho de que estés aquí para apoyarme, sea lo que sea. Estoy loco por no vengarme. En fin... No creo que deba decírtelo".

Volví a la bañera y relajé mi cuerpo. Mi celular vuelve a sonar. Ese fue otro informe.

"Tal vez ninguno de nosotros hable de eso, no somos perfectos y cometemos errores. Lo entiendo perfectamente. Bueno… estaba peleando con alguien por una estupidez, pero lo que hizo me dolió”.

¿Hablar con él o ella? No sabía si era mujer. Decidí continuar con mi precaución porque... podría ser algo peligroso.

"Bueno, como dijiste todos cometemos errores. Una dama como tú no debe de pelear con alguien, aunque sea la ofensa más fuerte o el insulto más duro. Si tú conservas la compostura te aseguro que dejarás al tipo o a la tipa con la boca abierta." –envié.

Salí de la tina y me puse unos jeans azules. Usé una playera negra a rayas y salí del camarote. Necesitaba algo de aire. Fui a la proa (el inicio del barco, donde se rompen las olas) y allí me encontré con los chicos. Cristián estaba en la punta, me acerqué a él y extendí mis brazos y levanté los de él.

— Collin — dijo Cristián — ¡Collin, estoy volando! — dijo riendo.

— ¡Oh, Jenny, déjate llevar! — dije riendo también. Por fin mi humor había vuelto a la normalidad.

— ¡Vaya Gabriel, -dijo Aoron — Hasta que vuelves a la normalidad!

— No sé... simplemente me siento mejor.

Descarga la aplicación ahora para recibir recompensas
Escanea el código QR para descargar la aplicación Hinovel.