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Valentina es la primera entrar y sentarse. Coge a su amiga y mientras la abraza la guía por la sala hasta el sofá:
- Celina, mi querida y pequeña Celina, ¿Qué te ha pasado? – Pregunta la rubia con su tono de voz dulce.
- Nada, Val. Estoy bien. – Intenta sonreír.
- ¡Y una mierda! ¡Tú estás bien y Sergio es gay! – Grita Val desesperada.
- Creo que antes de que pase eso el mundo se acaba. – Contesta la Princesa.
Las dos amigas sonríen y se abrazan.
Sergio sigue sin entender a que viene eso, pero se alegra que Celina sonría. Con las manos unidas, Valentina empieza a hablar de nuevo:
- Celina, me voy. Han pasado dos semanas y las prácticas de verano han empezado.
Al escuchar eso, el corazón de Celina se rompe.
Gregorio. No se ha despedido, ni nada por el estilo.
Ha desaparecido completamente de la faz de la tierra sin dejar rastro.
No quiere llorar enfrente de Sergio peró no puede evitarlo. Rápidamente, rodea el cuello de su amiga mientras sus ojos de bañan en lágrimas, nublando su vista.
De pronto, siente como la arrancan de Valentina y unos fuertes brazos rodean su cintura mientras una gran mano acaricia su espalda.
Sergio. Su fuerte, ronca y baja voz le dice al oído:
- Estoy aquí por y para ti, ángel. Lo voy a estar siempre.
Y con esas palabras sigue llorando en su pecho durante varios minutos.
Luego, recupera la compostura y se despide de Valentina, mientras está promete que en cuanto llegue la llamará.
La rubia abandona la casa de su mejor amiga teniendo la sensación de que la ha dejado en buenas manos.
Sergio la cuidará.
Los días van pasando y cada día llora. La marcha silenciosa de Gregorio le ha hecho daño, mucho daño.
Por suerte, cada día que llora los brazos de Sergio están allí para consolarla, hasta que al sexto día se dice a si misma que ya está bien de llorar y lamentar, ya es hora de volver a ser la misma Celina de antes.
Para eso necesita volver a vivir, volver a sentirse ella misma. Así, que tiene en mente un plan.
Llama a Sergio antes de salir del instituto y quedan en la entrada de este.
Al salir, Sergio la está esperando recostado en una moto negra. Una moto completamente negra a pesar, de una N roja en la lateral.
Esa motocicleta era de Gregorio. Se acerca y con la mirada estudia la moto y luego a él:
- ¿Cómo es que tienes la moto de Gregorio? – Pregunta con cierto enojo.
- Me la dio. El día que se fue, se paso por mi casa y me dijo: ‘Cuídala’. No supe como tomarme eso. Así que eso es lo que hago, cuidarla.
Esa explicación es un poco corta y simple, incluso para Sergio, peró no le da importancia. Sonríe peró antes de subir a la moto, él le pregunta:
- ¿Qué es esa cosa que quieres hacer?
- Sorpresa. Tenemos que ir al centro, quiero recuperar mi vida alocada.
Y con una sonrisa se sube en la parte trasera de la moto con el casco ya puesto.
Espera a que Sergio se suba y lo abraza por detrás.
Aún recuerda como le enseño su motocicleta azul y con un rayo amarillo que sus padres le regalaron por sus dieciséis.
Como hacían largas excursiones los dos solos y se perdían por horas en las montañas.
Una vez en el centro, aparcan en cualquier lado y ella es la primera en cogerle de la mano y guiarlo hasta la peluquería más próxima:
- ¿Una peluquería? ¿No me digas que te vas a cortar el pelo? O peor, ¿Te vas a rapar el pelo? No, Celina. Por favor, no lo hagas. – Dice Sergio delirando.
- Sergio, que no me voy a cortar nada ni rapar nada. Solo voy hacerme una o dos mechas de colores. Para romper con el color castaño. – Contesta la chica.
- A bueno, me habías asustado, ángel.
Sonríe y entra. La peluquera, una muchacha de ojos azules y cabello morena, le pregunta por lo que quiere y ella, sin apartar la vista del espejo, le dice:
- Quiero un par de mechas rubias y rosas.
La morena asiente y empieza con el pedido. Luego de dos horas, Sergio ya no sabe qué hacer.
¡Qué aburrimiento! ¿Cómo las mujeres se pueden pasar hora aquí y no morirse del aburrimiento? Está por levantarse cuando una chica con mechas rosas y rubias aparece con una sonrisa a su lado:
- ¿Me reconoces o tengo que hacerte memoria?
Celina. Suspira. Aún está más guapa. Esas mechas le dan un toco juvenil, tierno y divertido pero sin romper su fuerte carácter.
Celina paga a la chica y le da las gracias y los dos salen de la tienda para irse a casa.
Su madre al verla se escandaliza peró se acostumbra en seguida, en cambio, su padre la conoce y cuando Sergio se va y su madre empieza con la cena, le pregunta:
- ¿Esto es por algo en especial?
- Si, papá. Es, como lo llamo yo, un look anti-Gregorio.
Su padre se ríe y le besa la frente. Su pequeña está como una cabra, peró la quiere como a nadie.
Querido y amado viernes. Hoy terminan las clases para Celina y por suerte, lo ha aprobado todo.
Sus padres están muy orgullosos de ella y como recompensa le dan dinero para que se compre un bonito vestido para esta noche, que saldrán a cenar los tres. Hace mucho tiempo que la familia Grey no cena toda junta en un restaurante.
Por la mañana, va a recoger las notas y vuelve enseguida a casa. Una vez dentro, el timbre suena y con toda la felicidad del mundo sonríe al abrir:
- ¡Hola! – Exclama al abrir la puerta.
- Hola, a ti también. ¡Qué ilusión de buena mañana, ángel! – Contesta Sergio.
Le cuenta el motivo de su alegría y él encantado de ayudarla a encontrar el vestido perfecto la acompaña al centro.
Mientras entran a tiendas y ella se prueba miles de vestidos, en el corazón de Sergio pasan ciertos sentimientos que pensó que ya se habían ido.