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5

La rubia está estirada en su cama con el móvil a su lado y en cuando ve a su amiga, sonríe y dice:

-          Hola, Celina.

-          ¿Celina? Hoy es el día internacional de los motes y no lo sabía.

Esa contestación sorprende a Valentina, pero hace caso omiso y se centra en el tema importante:

-          Tengo que contarte algo y no creo que te guste.

-          ¿Qué pasa? ¿Tienes novio? ¿Estás embarazada? ¿Sergio es gay?

-          ¿Sergio gay? Creo que antes de que pase eso el mundo se acaba. – Se ríe la chica rubia. – No, no es nada de eso. Dentro de dos semanas me voy a ir hacer las prácticas y quería decírtelo antes que a nadie.

¿Dos semanas? ¿A otro país? ¿Prácticas? Eso quiere decir que Gregorio también irá y no se lo ha dicho. ¿Por qué? Pero eso lo averiguara pronto:

-          ¿En serio? ¡Qué bien! – Expresa Celina con entusiasmo.

-          Gracias. Sabía que lo comprenderías. – Dice la chica.

-          Claro, ¿Cómo no iba a comprenderlo? – Pregunta Celina.

-          Bueno, como que Gregorio también se va a ir, hemos pensado irnos los dos juntos y compartir un pequeño piso, porque aún no tenemos las habitaciones en el campus de la Universidad. ¿No te lo ha contado?

¡¿QUÉ?! Valentina y Gregorio juntos en Londres y en una misma habitación.

¡ESO NO TIENE SENTIDO EN UNA FRASE!

-          Sé que habéis roto y… - Pero la Princesa la interrumpe.

-          Estamos juntos de nuevo, Valentina. – En ese momento, Sergio pasa por delante de la habitación de su hermana pequeña y lo escucha. Aunque no puede recriminarle nada, su corazón se ha roto.

-          Ah, no lo sabía. El caso es que pensaba que lo sabías y que habías aceptado.

-          Si, si. No pasa nada. – Dice rápidamente ella. – Tranquila, enserio. Camas separadas, ¿no? – Se ríe ella.

-          ¡Claro! ¿Por quién me tomas?

Las dos chicas se ríen. Celina no puede enfadarse con ella.

Es su mejor amiga y daría la vida por ella. Además, a Valentina no le gusta Gregorio, ¿verdad? 

Esa misma tarde y luego de salir de casa de su mejor amiga, Celina llama a Gregorio, tienen que hablar.

Primero llega a casa y se asegura de que no hay nadie en casa.

Afirmativo. Sus padres no están. Ni el canario parece estar. Marca el número de su chico y nada más descolgar, habla:

-          Hola, Gregorio. ¿No tienes nada que contarme? – Dice muy cortante la chica.

-          Hola. Mm…que yo sepa no. – Dice tranquilamente él.

-          ¿Prácticas de verano, a lo mejor? ¿Con Valentina en la misma habitación, puede ser? – A cada pregunta Celina alza más la voz.

-          Celina, princesa, no es una conversación para hablarla por teléfono. – Intenta calmarla.

-          ¡Ni Celina, ni princesa! ¿Cómo no me lo has contado? Me has dicho que te han aceptado y me alegro, peró las prácticas también entraban en el pack. ¿O se te ha olvidado ese pequeño detalle? – Pregunta de nuevo la Princesa.

-          Celina, no quería contártelo por esto mismo. Siempre haces una montaña de un granito de arena. ¿Qué no lo ves? No es para tanto. Si me voy dentro de dos semanas, ¿tan malo es? – Ahora es él el que pregunta.

-          No es que sea malo, pero no confías en mí lo suficiente como para saber que te voy a apoyar en todo por mucho que te vayas. Nunca confiaste en mí. – Dice la chica en un susurro.

-          ¿Y tú sí? Siempre estás en casa de Val. Los cinco días que ‘lo dejamos’ estuviste con ella y con su musculoso hermano, ¿o me equivoco? – Explota Gregorio harto de que le recrimine las cosas.

-          Yo siempre he confiado en ti, Gregorio. ¿Y qué tiene que ver Sergio en esto? Estuve con ella, sí. Es mi mejor amiga y necesitaba consejo y apoyo, cosa que tú nunca me has dado.

-          ¿Qué yo no te he dado consejo ni apoyo? ¿Y Sergio, sí? Por que por lo que sé pasas más tiempo con él que conmigo. Y eso, que yo soy tu pareja.

-          Porque él si se merece mi tiempo, en cambio tú no. No sé porque te di una segunda oportunidad. No te la merecías, ni antes, ni ahora, ni nunca. – Sentencia Celina.

-          Vale. Muy bien. ¿No me merezco tu oportunidad? Bien. Tú tampoco me mereces. Se acabó.

Y antes de que ella le pueda gritar, cuelga, dejando a Celina recriminando a una línea telefónica vacía. 

Ya está. Esto es todo. Se acabó. Es lo que piensa Celina.

Después de todo, tendría que acabar algún día. Está destrozada, no sabe qué hacer.

No quiere hablar con nadie. Ni con Val, ni Sergio. Sube a su habitación y pone a cargar el teléfono.

Piensa en comer algo peró es lo recuerda a las chicas que les acaban de romper el corazón y recuren a la comida, o mejor dicho al chocolate para olvidar e intentar curar su herida. Ella no es así. No es débil, puede seguir a delante con o sin él y por lo que acaba de pasar, será sin él.

(Las dos semanas transcurren)

Estás dos semanas apenas se ha dejado ver por la civilización. De casa al instituto y viceversa. Nada más.

El instituto ha acabado para algunos, pero para ella aún no. No quiere preocupar a Valentina con sus problemas, pero ella no sabe que su mejor amiga aún está más preocupada por ella al no verla.

Sergio y Valentina están delante de Celina, cada uno por una razón.

Valentina para comunicarle que se va y Sergio para ayudar en cualquier cosa.

Tocan el timbre y una débil voz contestas ‘voy’.

La puerta se abre y aparece Celina con una sudadera negra tres veces más grande que ella en la que se ve el símbolo , conjuntada con unos pequeños pantalones negros. Su cara apenas se ve, ya que los cabellos castaños de ella están encima. Los dos invitados exclaman al unisonó:

-          ¡Celina! ¿Qué te ha pasado?

La chica ríe con la coordinación de sus amigos y para ellos, ya ha valido la espera solo por escuchar la risa de su amiga.

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