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Capitulo 3: Serena

La casa está arreglada y todo se ha ordenado como dije. Julián deja mis maletas en la sala y se retira. Una señora de la edad de mi madre, tez blanca y corpulenta sale de la cocina.

—Buenos días, Señorita Serena —Se presenta— Mi nombre es Juliana y soy su ama de llaves.

—Mucho gusto, Juliana. Por favor, llámame Serena. —Le doy la mano y gustosa me la recibe— ¿Dónde está mi habitación?

—Sígame —Agarra mi maleta.

Subimos las escaleras, tenía tiempo que no venía a la casa, y agradezco que mi madre se haya encargado de contratar mi ama de llaves. Más tarde la llamaré y se lo agradeceré. La señora Juliana abre la puerta y me deja entrar a lo que será mi habitación, la decoración es bellísima, colores rosa pálido y blanco adornan mi cuarto. Deja mi maleta a un lado de la puerta.

—Cualquier cosa que necesites no dude en avisarme —me dice— La llamaré cuando el almuerzo esté listo.

—Muchas gracias.

Observó nuevamente todo. Lo que más llama mi atención es el balcón que da al hermoso jardín que tengo en mi casa, una de las cosas que me enamoró al verla. Salgo a la terraza y cierro los ojos. Ahora creo firmemente que la decisión de venir a esta hermoso país fue la correcta. Mi celular suena, camino hasta donde está mi cartera, la reviso y agarró el teléfono, es una llamada de Ignacio. Contestó.

LLAMADA:

—Te extraño —Su voz suena triste.

—No llevo un día, Ignacio —ruedo los ojos y me río.

—¿Cómo estás? ¿Qué tal el viaje? —me pregunta.

—Bien. El viaje fue un poco agotador.

—Bueno. Te dejo para que descanses. Estaré aquí para ti siempre, no lo olvides.

Cuelgo y una lágrima rueda por mi mejilla, mis manos van a esa zona de mi cara y la limpio. No puedo permitir sentirme mal en las decisiones de mi vida, dejo de lado mis sentimientos y me preparo para acomodar mi ropa en el closet, aunque toda la vida he vivido bien, no me gusta que otras personas, no importa si trabajan para mí, toquen mis cosas, me desespera. Abro mi maleta, comienzo a dejar en la cama mis productos personales y los coloco en mi baño. Después de media hora, mi cuarto está perfectamente ordenado, tocan la puerta de mi habitación, me levanto de la cama. Abro la puerta y veo al ama de llaves.

—El almuerzo está listo —dice.

—Estaré abajo en unos minutos —Se retira y cierro la puerta.

Me cambio la ropa por algo más cómodo, busco un mono y una franela manga larga. Me miró en el espejo y bajó. Caminó hasta el comedor, me siento y espero. Miro a todos lados, está soledad no me gusta, una chica de rasgo fuerte, piel morena y un poco más baja que yo, traía mi desayuno.

—¿Quién eres? —pregunto. Ella abre los ojos y mira hacia la cocina.

—Soy la hija de Juliana —susurra.

—Oh… —La miro un poco más, no debe tener dieciocho años todavía.

—Si…  —murmura. Coloca mi almuerzo en la mesa y se retira.

Me río y niego con la cabeza. Agarró el tenedor y como un poco de ensalada, mi celular suena y es un mensaje. Es Sasha.

“¡No puedo creer que estés aquí! Ignacio me lo dijo está mañana y estoy súper feliz. En la tarde iré a verte, Besos preciosa.”

Sasha es mi mejor amiga, sus padres eran amigos de hace años de los mios. Es una mujer maravillosa, carismática y un poco impertinente a veces, pero eso no quita el corazón tan maravilloso que tiene. Es arquitecta y trabaja en una de las empresas más prestigiosas de España, teniamos años sin vernos, mi carrera de modelo y sus grandes proyectos nos deja poco tiempo. Pero ahora que estoy en España, no voy a desaprovechar la oportunidad y pasar tiempo juntas.

Termino mi almuerzo y me levanto, subo las escaleras y entro en mi habitación. Me siento en la cama y suspiro, llevando mis manos por mi cara, cierro los ojos por un momento y mi mente no deja de revivir cada momento vivido con Alexander. Mentiría si dijera que mi corazón no lo extraña, porque me estaría engañado una vez más.

Alexander no solo es el hombre que amo, ha sido un amigo de muchos años, su apoyo en mi vida siempre ha sido importante y me duele que ya no formé parte. Me río y limpio una lágrima que estaba rodando por mi mejilla, no puedo seguir así, me acomodo en la cama y me quedo dormida.

****

La cama se hunde y siento una mano pasar por mi cabello, me estremezco y abro los ojos.  La mirada dulce de Sasha es lo primero que veo, me levanto y ella, sin la mayor delicadeza, me abraza.

—¡Me alegro que estés aquí! —chilla.

—Te extrañe —digo. Nos separamos y noto algo distinto en ella.

—¿Pelirroja? —Me acerco y la observo mejor.

—¡Siii! Estoy guapa ¿Cierto? —me guiña un ojo.

—Siempre los estás.

—Cambiate que vamos a salir y no quiero un no como respuesta —Me señala con el dedo.

—¿A Dónde iremos? —suspiro.

—Deja todo en mis manos querida.

Ruedo los ojos y entro al baño, tardo un par de minutos, lavo mi cabello y cuando estoy por agarrar mi jabón con olor a rosas, la puerta se abre.

—¿Tardarás mucho? —Se queja Sasha— No tenemos mucho tiempo.

—¿Qué tienes en manos? —Cruzo los brazos y así cubrir un poco mi desnudes.

Se ríe y cierra la puerta. Termino de bañarme y agarro la toalla, me la coloco y salgo. Abro mi closet y busco que ponerme, opto por una blusa color amarilla y un pantalón corte alto negro, elijo unas zapatillas, me siento frente al tocador para maquillarme bajo la atenta mirada de mi amiga. Me levanto, agarro mi cartera junto a mi teléfono, miro a mi amiga y le hago seña que ya nos podemos ir.

—Quiero que te olvides del mundo hoy —Sasha me abraza— Mereces ser feliz.

Es lo que más deseo.

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