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Capítulo 4: Maximiliano

“Necesito tu ayuda. Sasha invitó a una amiga a cenar y quiere que la acompañe. Sabes que no me van esos rollos. ¿Quieres venir?"

¿Y él cree que para mí sí? Alejandro es como un grano en el trasero, aunque pasen los años jamás desaparecerá. Sasha es su hermana menor, es encantadora, pero no estoy de humor para salir hoy. Me llega otro mensaje, otra vez él.

"¿Vamos?

No seas así, te lo recompensaré en un futuro.

No me dejes con la loca de mi hermana y su amiga."

Ruedo los ojos y le respondo con un breve mensaje:

"Te espero en mi departamento."

Lo imagino saltando de alegría ante mi respuesta. Mi madre está en la habitación junto a mi padre; logré que se calmara, todo está bien. Bajo las escaleras y salgo de la mansión, el chófer abre la puerta de la limosina y entro. Recuesto mi cabeza y cierro los ojos por un momento; la mujer del aeropuerto llega a mi mente y sonrío. Las calles de Madrid están repletas de familia. Recuerdo a Violeta y mi cuerpo reacciona al pensar en ella. Sería un imbécil no reconocer que la extraño. Es espléndida y tiene una calidez que es imposible encontrar en otra mujer.

Llego a mi edificio, el chófer me abre la puerta y salgo del auto. Camino hasta la entrada y saludo al guardia de seguridad. Subo las escaleras, ya que no me gusta los espacios cerrados y evito los ascensores. Al llegar frente a mi departamento, abro la puerta y entro. Voy hasta la cocina, abro la nevera y bebo un vaso de agua fría. Dejo el vaso en el lavaplatos y me dirijo a mi habitación. Busco algo cómodo para ponerme, me visto y justo cuando estoy por echarme un poco de colonia, mi celular suena.

Alejandro

"Estoy afuera".

Guardo el teléfono en mi bolsillo, tomo la cartera y salgo de mi habitación. Apago las luces, salgo de mi departamento y bajo las escaleras. Llego a la salida y Alejandro está recostado en su carro, me sonríe y abre la puerta, golpeo su hombro y subo al auto. Escucho su leve carcajada y ruedo los ojos.

El viaje dura poco, la cita es el restaurante Osteria Bravissimo. Hace años que no venía a ese lugar, y la verdad es espléndido. Llegamos y bajamos del auto, Alejandro le envía un mensaje a su hermana informándole que ya llegamos.

—Está en camino —me dice—. No entiendo por qué accedí a esto.

—Lo mismo me estoy preguntando desde que salimos de mi departamento.

—No seas aguafiestas —me riñe.

—Tú tampoco quieres estar aquí. No te quejes —le recuerdo.

Cuando mi amigo está por responder a mi pregunta, una voz nos hace girar y mirar a Sasha y su... ¡No puedo creerlo!

—Aquí están mis chicos favoritos —dice Sasha. Saluda a su hermano, se acerca hacia mí y me abraza.

No le presto atención, ya que mi mirada está puesta en la mujer que tengo enfrente. Sus ojos no se apartan de los míos y un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Jamás pensé que volvería a encontrármela, y aunque no quiero admitirlo, moria por verla de nuevo.

—Chicos... —Mis pensamientos son interrumpidos por Sasha— Les presento a una amiga, Serena Kendall —Una sonrisa aparece en sus labios—. Mi hermano Alejandro y su mejor amigo, el doctor Maximiliano.

—Puedes llamarme Max —le digo. Alejandro arquea una ceja sin dejar de mirarme.

—Y a mí Ale —dice mi amigo con burla.

—Un gusto conocerlos —nos da la mano.

El camarero aparece y nos dirige a nuestra mesa, quedó al lado de Serena.

—Cuéntanos, Serena. ¿Qué te hizo venir a España? —le pregunta Alejandro.

—Quiero un cambio y España es el mejor lugar —nos dice—. Espero no equivocarme.

—Por supuesto que no —mi amigo bebe de su vino—. En España encontrarás el amor si te lo propones.

Serena niega.

—No estoy lista para una relación —dice.

—Son el uno para el otro —Serena mira a mi amigo sin entender sus palabras— Maximiliano piensa de esa manera.

—Deberias cerrar la boca —reprendo a mi amigo. Sasha se ríe.

—Evítanos tener que soportar tu mal humor esta noche, Maximiliano.

—Lo haré si también evitamos escuchar tu voz. —le respondo.

El ambiente cambia cuando Serena se ríe, mi mirada detalla lo hermosa que es su sonrisa y cómo todo brilla en su rostro.

—Por lo menos la hicieron reír, mucha falta le hacía —dice Sasha.

El resto de la velada lo pasamos conociendo a Serena. Es una mujer increíble y con un carisma que me dejó con ganas de conocerla aún más. Nos levantamos para irnos, ya era un poco tarde. Acompañé a Sasha y Serena a su auto y las vi irse.

—Si cada vez que Serena está cerca te vas a comportar como el príncipe azul que toda mujer merece, dime y la llevo al hospital —me palmea el hombro.

—No seas idiota, solo quería ser amable.

—Claro —cruza los brazos—. Así sucedió con mis padres y mirame.

Lo ignoro y camino hasta el auto, no deseo darle explicaciones a Alejandro y mucho menos hablar de Serena. Admito que es hermosa y que es el deseo de cualquier hombre, incluso el mío. Pero lo que menos deseo es tener una relación y salir lastimado. Alejandro sube al auto y arranca, solo quiero dar por terminada esta noche y llegar a mi casa. Me acomodo en el asiento y cierro los ojos.

****

Abro los ojos, estoy desorientado y llevo mis manos a la cabeza.

—¿Dónde estoy? —pregunto.

—En mi auto —señala todo alrededor— Tienes el sueño pesado, amigo —palmea mi espalda— Es mejor que te bajes y me dejes ir a mi departamento. No soy tu niñera.

De mal humor, desabroché el cinturón de seguridad y bajé del auto, sin despedirme de Alejandro. Entré a mi edificio y busqué en mi bolsillo las llaves de mi departamento, las encontré. Subí las escaleras. Mi mente no dejaba de recordar la cena, lo cual me molestaba mucho, no podía permitir que mi mente estuviera ocupada en otra cosa que no fuera la medicina, mañana volvería al hospital y debía estar concentrado en mi trabajo. Llegué a mi piso. Abrí la puerta de mi departamento y entré, las luces estaban apagadas y la soledad no se hizo esperar, las dejé así, me quité la ropa y la dejé en el mueble, fui a mi habitación y me lancé en mi cama. El sueño tardaba en llegar, como siempre, así que busqué una mejor posición y cerré los ojos.

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