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Capítulo 7

-¿Mi habitacion? ¿No vamos a dormir juntos?-, preguntó.

-Ay niña que inocente eres-

-¡Eres mi esclava sexual no mi esposa!- la humillé.

La escuché susurrar algo como: ¡ qué pendejo! Pero decidí dejarlo pasar esta vez, cuando llegamos le abrí la puerta y ella entró mirando alrededor.

No era una habitación muy grande, había elegido la habitación más cercana a la mía para poder tenerla disponible cuando quisiera, había una cama de hierro forjado en medio de la habitación y un armario enorme que ocupaba casi todo el espacio. espacio mientras que del lado opuesto había una ventana de piso a techo que daba a la ciudad y también había dos pequeños sillones al frente con una mesa de vidrio, al fondo junto a la cama había otra puerta que conducía a un baño privado . Era una habitación bastante cómoda en general, y ciertamente mucho más allá de las capacidades de Jessi.

-Es hermoso..- la escuché decir

-Me alegra que te guste... Ahora vámonos, ¡tienes que hacer las maletas y mudarte aquí esta noche!- le advertí.

-¿Qué? ¿Estás bromeando? ¡No puedo! ¡Mi padre! En resumen, no! ¡Necesito que me avisen!- protestó.

La miré con severidad -Me importa una mierda lo que puedas o no puedas Jessi, ¡ya he esperado demasiado! ¡Ya le avisé al chofer, te llevará a tu casa donde te inventarás las gilipolleces que prefieres a tu padre y luego volverás aquí!- -Pero...

yo... Mañana tengo que ir a la universidad Alejandro ! Tengo que estudiar y hablar con mi padre.. En fin, tengo que pasar un rato con los míos.. Por favor-susurró, odiaba sus ojos, me habrían hecho estar de acuerdo con todo, así que me di la vuelta y traté de recuperar el control de mí mismo.

-Jessi puedes estudiar aquí, no te retocaré por esta noche y tu padre no volverá a casa hasta mañana por la mañana así que deja de poner excusas..- no nos hagas discutir y salí de esa habitación antes de que ella tuviera la oportunidad para convencerme de dejarla libre o peor antes de terminar lo que empecé en la cocina.

punto de vista Jessi

Traté de pensar lo menos posible en lo que había pasado, no podía decidirme sobre todo lo que habría pasado ese año.

Llegué a casa y como esperaba Alejandro mi padre no estaba allí, seguramente se estaba emborrachando aún convencido de que no tenía esperanza, era extraño pensar como las cosas podían cambiar en unos minutos.

Empaqué mi maleta y le escribí una nota a mi padre solo para estar seguro.

Papá, lo siento, olvidé decirte que hoy me quedo en casa de Becca a dormir, ¡tengo buenas noticias! ¡Gané una beca! ¡Te lo explicaré todo mañana cuando vuelva! También tengo un nuevo trabajo para que no tengas que preocuparte por las deudas, ¡yo lo arreglaré!

¡Te amo, papá! ¡Nos vemos mañana!

besos Jessi

Tomé algunas cosas que al día siguiente volvería a hablar con mi padre.

De regreso a casa busqué a Alejandro, al no encontrarlo traté de tomar un baño y relajarme para luego irme a la cama, el agua caliente en mi piel inmediatamente me relajó quitándome toda la tensión del día, de vuelta en mi habitación se me cayó la bata , de repente sentí un ruido detrás de mí, me volteé y detrás de mí lo vi: apoyado en la jamba de la puerta me miraba con lujuria.

-¿Qué estás haciendo? ¡Fuera!-dije nerviosa e intenté recuperar la bata y taparme lo mejor que pude.

-Cariño, pronto te acostumbrarás a que te vea desnuda-, sonrió.

-Si pero esta noche no- Lo mire venenosa

-No, esta noche no- asintió, luego se acerco lentamente a mi, toco suavemente mi hombro siguiendo el camino del hombro desnudo hacia el costado, me mordí el labio mientras veía esos ojos azules- negros se encienden y se vuelven fuego líquido.

-Pero acuérdate Jessi.. Yo lo decido- se separó de mí alejándose, traté de calmar mi corazón mientras me ponía la pijama y me escondía debajo de las cobijas, miraba por la ventana el cielo y las estrellas brillantes.

-Ayúdame mamá, dame la fuerza para combatirlo- oré y lentamente me dormí acunada por la música de mis sueños.

Era tan hermosa, un ángel.

Su cabello largo y despeinado caía sobre la almohada como un manto de seda, sus labios estaban levemente fruncidos casi como los de un niño enojado, sonreía, parecía una niña pequeña.

Mientras dormía era como si estuviera en paz, me acerque tocándole la mejilla, tenía la piel tan delicada, seguí el contorno de su pómulo luego con cuidado de no despertarla me acosté a su lado, acaricié su cabello y al no poder resistir la tentación aspiré su perfume, sin saber quién era yo, se agachó a mi lado apoyando su cabeza en mi pecho, por dos minutos pensé en mi plan, el de destruirla, en ese momento no hubo sólo la paz que me había pillado apretándola contra mí, al día siguiente comenzaría mi tortura, pero ahora no.. Ahora sólo quedaba la deliciosa sensación de sentirla, aunque sea parcialmente, mía.

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