Capítulo 2
punto de vista Jessi
Tan pronto como abrí los ojos me vinieron a la mente algunas imágenes de la noche anterior junto con un terrible dolor de cabeza, cerré los ojos sosteniendo mi cabeza entre mis manos.
No recordaba mucho excepto que Becca y yo entramos a la casa de Keson, nos separamos, y luego vi algo que me asustó... ¿Pero qué?
Nerviosa me levante de la cama yendo al baño a arreglarme, estaba de turno en el bar esa mañana y ya llegaba tarde.
Trabajé como mesera en el bar de la esquina donde mi padre se emborrachaba noche tras noche, trabajaba para sustentar mis estudios de medicina, el sueño de mi vida era viajar por el mundo y ayudar a los necesitados.. Pero sobre todo quería ser capaz de salvar vidas.
Muchas veces me preguntaba si mi vida había sido un poco impulsada por la muerte de mi madre, en cambio ya había influido en la de mi padre, trabajé para mantener mis estudios porque mi padre entró en depresión tras la muerte de mi madre y abandonó el trabajo y se había puesto a beber. , bebiendo y bebiendo de nuevo y con el tiempo la adicción al alcohol también se había sumado al juego.
Entré a la cocina sin preocuparme demasiado por no encontrar a mi padre, ya sea durmiendo o ya borracho en algún lugar. Fui al trabajo apurado y al final del turno llegué a casa exhausto.
Al entrar a la casa un golpe repentino me hizo saltar, sonaba como el sonido de un disparo de pistola, -¡Dios por favor no!- Corrí a la habitación de mi padre para encontrarlo sobre la cama con un arma en la mano riéndose como un niño, pero mil lágrimas se escondían debajo de esa risa.
-Que hiciste?- dije aterrorizado arrodillándome a su lado, suavemente tome el arma de su mano buscando asustada por las manchas de sangre, respiré aliviado al no encontrar ninguna.
-¡Quería suicidarme Jessi!- se rió -¡Pero al parecer el arma también está contra mí!- me abrazó llorando.
- Papá, por favor.. - dije abrazándolo.
- ¡Perdóname Jessi! ¡Disculpe! ¡Lo arruiné todo! ¡La cagué otra vez!- gimió.
-papá ¿qué pasó?-
-¡Perdí todo Jessi! ¡Todo! ¡Hasta lo que no tengo!-
-¿Qué significa? Papá ¿de qué hablas?-
-Creo que una partida de Poker, había una suma bastante alta en juego.. Estaba convencida.. ¡Sabía que podía ganar! ¡Habría eliminado todas las deudas y podría haber pagado tus estudios!-
-Papá, ¿a qué te refieres con lo suficientemente alto?- pregunté, ahora sorprendida.
-Cien mil dólares...- gimió.
Sentí que el mundo se derrumbaba bajo mis pies, era una suma muy alta... Imposible de devolver.
-¿Quién es el hombre con el que perdiste?- Tal vez podría haber hablado con él, tratando de que lo dejara ir, rogándole que lo dejara ir.
-Llama a Alejandro Keson-, susurró.
Me puse de pie -¡no puede ser!-,
habría ido hacia él.
- ¡Papá por favor, quédate aquí y no hagas ninguna locura!- dije, tomé el arma para estar más seguro y lo encerré en la habitación.
Mi corazón latía con fuerza mientras corría por las calles desiertas, llegué frente a esa casa de la que había escapado la noche anterior, -Ánimo Jessi- me dije y llamé a la puerta.
Contuve la respiración hasta que se abrió la puerta, el hombre frente a mí era un ángel no había altas explicaciones, sus ojos eran de un color increíble ni negro ni azul sino una mezcla impactante entre los dos colores, tenía el cabello negro corto pero no mucho con un mechón un poco más largo que le rozaba los ojos, estaba apelmazado como si se hubiera pasado las manos por encima mil veces o como si acabara de levantarse de la cama, ese último pensamiento me hizo sonrojar, exploré lentamente su cuerpo con la mirada para no perder ningún detalle, vestía un esmoquin negro, sin corbata ni pajarita y la camisa ligeramente desabrochada como si lo hubiera interrumpido en una fase de descanso.
-¿Terminaste bebé?-, preguntó, -¡Dios, esos labios harían que una mujer se corriera solo con mirarlos! ¡Y esa voz! No creo haber escuchado una más sensual - .
-¿Disculpa?- pregunté.
-Te pregunté si ya terminaste de examinarme- se sonrojó, parecía preocupado y por otro lado ¿cómo puedes culparlo? Entré a su casa y comencé a mirarlo como si yo fuera un perro y él un buen trozo de carne..
-Sí, lo siento- dije.
Ella sonrió, una extraña y pícara sonrisa que no te tranquilizó -¿Viniste a disculparte por la incursión tuya y de tu amiga en mi casa?-.
-¡Claro! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!-.
-En realidad no- dije sintiéndome incómoda -¡pero pido disculpas por eso!- dije apresuradamente. Me miró con curiosidad -Entonces si no es por eso ¿por qué estás aquí?- preguntó.
Miré a mi alrededor con inquietud, no era realmente algo de lo que hablar en la calle, se dio cuenta.