*CAPÍTULO 4 ENCUENTROS *
—¡Tía Cas! —gritó Laura nada más verla entrar mientras corría hacia ella y la abrazaba por la cintura—¡Que alegría que vinieras!
—Hola cariño, que alegría para mí venir— se puso de rodillas en el suelo y le dio un beso en la frente — estás muy bonita.
—Tu estás muy bonita, tía.
—Que bueno que llegaron, ya tengo listo el almuerzo — Casley estaba algo apenada por las atenciones recibidas en aquel lugar, la trataban muy bien y el calor de hogar la rodeaba nada más cruzar el umbral de la puerta.
Compartieron un sustancioso almuerzo, los cuatro, riendo alegremente, luego de eso decidieron ver una película juntos. La verdad era un rato sumamente agradable, hasta que Laura se quedó dormida, recargada sobre Casley.
—Se ha quedado dormida— le dijo a Enrique con dulzura.
—Te adora, no hace más que hablar de ti y de lo preciosa que eres.
—¿Yo? Es un verdadero halago — sonrió— es una niña muy bonita.
—Se parece a su abuela— dijo Esther con una enorme sonrisa, luego despertó a la adormilada niña, para llevársela a la habitación. Enrique sonrió y pasó el brazo sobre los hombros de su novia, buscando acercarla un poco más, ella giró su rostro hacia el y beso sus labios con ternura.
—Me hacen sentir en casa, es muy bonito este calor de hogar.
—Te dije que todos te amarían y que no debías preocuparte por nada— susurró junto a sus labios antes de besarla nuevamente— Veamos la película, está muy interesante.
—Si. . . — le dijo mordiendo el labio inferior intentando controlar la respiración.
Diez minutos más tardes llamaban a la puerta principal, Enrique se estiró y se apresuró a abrir. Su rostro que había estado relajado y sereno, se torno serio y sombrío ante las dos personas que llegaron.
—Buenas tardes— dijo el hombre con aquella voz gruesa que retumbó en el espacio.
—Buenas tardes— respondieron Casley y Enrique a la vez.
—Que guapo estás, cuñado— dijo riendo la mujer, mientras dejaba un rápido beso en la mejilla de Enrique.
Casley, observó a las dos personas. El hombre era muy alto, cabello liso y oscuro como la noche, ojos color café, serios y duros, un cuerpo bien formado y anchos hombros. Ella pensó en lo irónico de la vida, este parecía ser el hermano que le faltaba por conocer, los tres eran totalmente diferentes, aunque éste se parecía un poco más a Roman.
La mujer que llegaba con él, era de piel morena, un cabello ondulado y extremadamente largo, más allá de su cintura, sin duda era el rasgo más bonito que tenía, sus ojos aunque de un color hermoso, eran grandes, muy grandes para su rostro, su mirada era fría, desagradable, e inquisidora.
—¡Llegaste, hijo mío!— decía Esther quien apareció y caminó rápidamente hacia su hijo y lo abrazó, el hombre se inclinó sobre ella y la estrecho amablemente.
—¡Que bueno verte, madre!
—Soy muy feliz de que hayan venido —Casley se sentía incómoda e intrusa en todo aquel ambiente, al no conocer a aquellas dos personas.
—Yo igual, madre.
—¿Ya conocieron a Casley?
—No la he presentado aún— dijo Enrique con voz tensa. Casley se puso en pie con una dulce sonrisa.
—Bueno, que gusto poder hacerlo yo. Hijo, ella es Casley, la novia de tu hermano.
—Mucho gusto Casley, es un placer conocerte, soy Roman— le dijo estrechando su mano, Casley sonrió, no sabía explicarlo pero una extraña sensación la recorrio al darse cuenta de que Enrique y aquella mujer los miraban fijamente.
—El gusto es mío— respondió amablemente y luego soltó la mano.
— Y ella es Rebeca, mi nuera.
—Un placer— le sonrió amablemente pero la mujer no respondió a su gesto, solo inclinó un poco la cabeza. Roman se giró hacia su mujer, la vió y luego se giró hacia su madre.
—¿Dónde está Laura?
—Esta durmiendo, no debe demorar en despertar.
—Estoy agotado, madre. Tomaré una ducha, con permiso, un placer Casley.
—Propio— le dijo con una sonrisa.
Cinco minutos más tardes, la pequeña Laura aparecía pero al ver a Rebeca se paralizó.
—Hola, tía Rebeca.
—Hola Laura. ¿Cómo te portaste? Seguramente le diste mucho trabajo a Esther.
—Se portó muy bien, cómo siempre.
—Cariño — le dijo Casley— te peinaré, ve por todo lo necesario.
—Si, tía Cas— la niña sonrió y se marchó para aparecer un par de minutos después.
—¿También sabes peinar niñas, mi amor? — preguntó Enrique dulcemente, besando su mejilla.
—Un poco, no peino cómo una profesional pero prometo que quedará bastante decente, mi amor.
—Dos trenzas, tía Cas.
—Claro que si, cariño— dijo antes de comenzar a desenredar el largo cabello de la niña.
—Cuñado, tu y yo podríamos sentarnos hacía la entrada para que. . . ellas puedan estar cómodas mientras se peinan.
—No sé. . .—Enrique parecía dudar.
—Ellas tendrán un momento de chicas.
—Tranquilo amor, no iré a ningún lado— le dijo ella sonriendo. —Los vio marcharse, saliendo hasta la entrada de la casa, Casley no se sentía cómoda frente a Rebeca.
—Ella es muy rara— dijo en un susurro.
—¿La tía Rebeca?— preguntó también en un susurro.
—Si— sonrió— parece que está enojada.
—Siempre está enojada— dijo la niña aún susurrando.
—¿Por qué le llamas tía?
—Me dijo que así debo que llamarla. Una vez le dije mamá y se enojó mucho conmigo— Casley frunció el ceño y guardó silencio por unos minutos.
—Bien, si no te mueves podemos terminar pronto.
************
—¿Y desde cuándo la conoces? — sus grandes ojos estaban fijos en él, Enrique la miró extrañado.
—Hace poco, pero es hermosa.
—Tu ex lo era más— dijo burlona— está Casley no es tan bonita como lo es Anna.
—Rebeca, sé que quieres mucho a Anna, pero las cosas no funcionaron, Anna. . . para ella fue muy fácil abandonarme por otro que tenía más para ofrecerle.
—Enrique, ni siquiera intentaste solucionar las cosas con ella.
—¿Qué debía solucionar?, ¡me dejó por otro Rebeca, esas cosas es mejor asumirlas ya seguir con dignidad!
—No me gusta esta niña. . . Casley. . .parece tan, mentirosamente inocente.
—Rebeca, Casley es una buena muchacha, no entiendo qué te ocurre.
—Su piel es. . .no tan clara.
—Eso es ridículo Rebeca, estamos en el siglo veintiuno. Por si no lo has notado Román es más oscuro que todos nosotros, y sin ir muy lejos está tu hermano que es bastante oscuro. Casley tiene un colo de piel precioso y lo que insinuas es ridículo, deberías dejar eso prejuicios de lado, quizás serías más feliz- Rebeca lo miró en silencio unos minutos— Casley es buena, es atenta, es dulce, me quiere, es de su casa y muy estudiosa, pronto se graduará.
—Quizás termine cómo Anna, cambiandote por otro, si está por graduarse, seguramente no querrá seguir contigo cuando sea una profesional.
—Yo también retomaré mis estudios, juntos saldremos adelante y no deberías compararlas, Casley no es Anna, ella jamás me engañaría.
—¿Y como lo sabes?— lo miró burlonamente— no me dirás qué tienes acceso a su celular.
—No me hace falta, confío en ella.
—No deberías. . .— le dijo con una sonrisa.
************
Casley, se quedó de piedra con lo que escuchaba. Aquella odiosa mujer estaba llenándole la cabeza a Enrique con inseguridades absurdas.
No conocía quién era Anna, pero ella jamás le fallaría a Enrique, jamás lo dejaría por alguien más, ni sería capaz de lastimarlo. Ella ni siquiera la conocía y ya estaba mostrando desprecio hacia su persona, además, aparentemente detestaba su color de piel, lo que le parecía más absurdo todavía. La tristeza y la incomodidad la golpeó, aunque se sintió feliz de escuchar como Enrique la defendía, él realmente la quería.
—Hemos terminado, cariño— le dijo a la pequeña Laura— Ve a dejar tus cosas a la habitación.
—Le mostraré a Papi, lo linda que me has dejado. Muchas gracias tía, Cas.
—Fue un gusto, cariño— La niña se marchó corriendo, mientras Casley se quedaba allí con esa extraña sensación en el pecho, un peso inexplicable, no sabía si debía esperar sentada allí o, si debía salir y confrontar a aquella mujer.