*CAPÍTULO 5. CONFLICTOS EMOCIONALES*
Después de tanto pensarlo, decidió ponerse en pie y salir al encuentro de aquellos dos que hablaban.
En cuanto la miraron, todo quedó en silencio. La dura mirada de Rebeca la recorrió, así como la indignación misma.
—No sé quién sea Anna, ni lo que haya ocurrido entre ella y Enrique pero, si si deseo es volver y tú sirves de intermediaria, puedes decirle que ya Enrique ha encontrado a alguien que lo ama y lo respeta, todo lo que ella no pudo ni supo hacer,
—Casley. . . —Enrique quiso intervenir pero ella no se lo permitió— en cuánto a ti, no puedo hacer nada con mi color de piel, de hecho, si pudiera, no lo haría, estoy muy orgullosa de él. Si a ti te disgusta, es tu asunto, no el mío, no tengo porque escuchar tus comentarios.Enrique, quisiera ir a casa, mi amor, mañana debo ir temprano a la universidad. Por cierto—se giró hacia Rebeca— jamás lastimaron a Enrique, y el hecho de que lo pienses, habla mucho de quién eres, por diría mi abuela; el león piensa que todos son de su condición.
—Y es así como demuestra que no es tan inocente como aparenta— sonríe Rebeca— la niña tiene uñas.
—Si—reconoció— y las mantengo muy bien afiladas. Mi amor, iré a despedirme de tu madre.
Mientras el aire fresco de la tarde golpeaba su rostro, ellos avanzaban por la carretera, Enrique estaba tenso y Casley un poco enojada. En cuanto estaba por llegar a la casa, él se desvío hacía la plaza. Casley frunció el celo pero no dijo nada, descendió de la moto y se quitó el casco.
—¿Qué sucede?
—¿Podemos hablar? Se que debes ir a estudiar mi amor, pero prometo que no será mucho tiempo.
—Bien—suspiró— ¿Y no podemos ir a mi casa?
—Quisiera terreno neutral— le dijo con una sonrisa y ella asintió. Al llegar a los banquitos de la plaza, se sentaron uno junto a la otra, Enrique guardó silencio unos minutos y Casley comenzaba a impacientarse, estaba por decir algo, justo cuando el comenzó a hablar.
—Anna, era una chica dulce y muy buena, solo unos meses menor que yo, vivía cerca de la casa de mis padres, fuimos juntos a la preparatoria. Siempre la miraba desde lejos y me gustaba mucho, tenía unos lindos ojos ámbar. Fue precisamente en clases cuando comenzamos a hablar y hacernos amigos, paso poco tiempo antes de que comenzamos a salir como amigos y solo tres meses después, nos hicimos novios, teníamos dieciséis. Tuvimos un noviazgo largo y muy tranquilo, fue una buena época— Casley sintió un poco de celos, pero guardó silencio— nos graduamos y fuimos juntos a la universidad, solo que en distintas carreras, yo comencé administración de aduanas, siempre he sido bueno con las cuentas y los números, ella decidió estudiar arquitectura. La universidad fue una época difícil, comenzamos a relacionarnos con diferentes personas, se hacía muy difícil vernos y compartir tiempo, ella comenzó también a tener trato con otras personas y así conoció a Arturo, quién era el hermano mayor de una compañera de clases— él se detuvo en su relato, parecía que le costaba seguir hablando.
—¿Se enamoraron?— preguntó lo obvio.
—No lo sé, ella aseguró que sí. Para mí, se dejó deslumbrar con todo lo que él tenía, buen auto, buena casa en la zona más privilegiada de la ciudad, buena apariencia, ella me aseguró que se había enamorado locamente de él, gracias a todo el tiempo que compartieron por causa de su amiga, para mí. . . si me lo preguntas, solo me cambió por alguien más.
—¿Qué pasó con ellos?
—Se casaron y fueron a vivir al extranjero, tienen dos hijos. . . en ocasiones ha intentado contactarme, pero luego de todo lo ocurrido no quise tener ningún tipo de contacto con ella.
—Fue algo muy duro.
—Lo fue— aseguró él— pero es cosa del pasado.
—¿Es por ella que no terminaste tu carrera?
—Es uno de los tantos motivos. Pero te prometo que voy a retomarla y me graduaré, seré un gran hombre para ti.
—Debes hacerlo por ti, para mí ya eres una gran hombre— le acarició las mejillas— eres bueno, bondadoso, trabajador y me amas, es todo lo que necesito para ser feliz. Es bueno que retomes los estudios, pero no lo hagas por mi, es algo que debes a ti mismo.
—Gracias por entender.
—Gracias a ti, por compartirlo conmigo. No debes avergonzarte, todos tenemos un pasado, eres mayor que yo por cinco años, pero eso no significa que yo no haya sufrido por amor. De hecho, he sufrido mucho porque soy alguien muy emocional, y por eso me costó tanto dar el paso para estar contigo, mi amor. Pero entendí que no debemos cerrarnos a amar nuevamente, solo por las malas experiencias.
—Gracias por confiar en mi— le besó rápidamente los labios— hubiese sido muy doloroso que siguieras rechazandome.
—Me alegra haberme animado, amarte me hace bien, Enrique.
—Igual a mi, mi amor.
—Tu cuñada es un ser. . . despreciable. ¿cómo se atreve a decirte todas esas cosas?
—Ella llegó a ser muy buena amiga de Anna.
—¿Desde hace cuánto está con tu hermano?
—Desde hace mucho. Laura tenía dos años cuándo su madre murió de una extraña enfermedad, siempre he pensado que mi hermano la mató — Casley abrió los ojos y lo miró asombrada.
—¿Qué?— se llevó una mano al pecho.
—No de manera literal, claro. Mi cuñada Lorena comenzó a enfermar porque él dejó de venir a casa, se consiguió una amante. . .
—Rebeca.
—Asi es, Lorena lo supo y su salud comenzó a desmejorar, entraba en crisis y depresión constante, hasta que un día su corazón se detuvo.
—Tuvo que ser muy duro para Laura.
—Estaba muy pequeña. Solía decir desde entonces que su madre se había ido al cielo.
—Que dolor. . . me da la impresión de que. . . no quiere mucho a Laura. ¿ me equivoco?
—No. Rebeca no quiere a Laura, realmente dudo de que quiera a alguien, aunque en el fondo solo pienso que está frustrada.
—¿Por qué?
—Tiene problemas en su matriz— se encogió de hombros— lo intentó durante mucho tiempo pero, los médicos aseguran que jamás podrá ser madre.
—Debe ser muy triste para una mujer recibir esa noticia.
—Supongo que si. Desde que inició su aventura con Roman, lo que más ha deseado siempre es darle un hijo, pero es un deseo que jamás se cumplirá. Detesta a la niña porque es idéntica a su madre, además de que es un recuerdo viviente de lo que jamás podrá tener.
-La niña no tiene culpa de eso, es una inmadura. En todo caso, tiene a la niña desde muy pequeña, tuvo la oportunidad de volcar en ella todo el amor de madre, quererla, cuidarla y darle mucho amor, por el contrario la obliga a decirle tía y es fría con ella.
—Te lo dije, mi amor. Laura es un recuerdo de los que, ella siempre quiso y nunca tendrá, además de ser igual a su madre físicamente. Supongo que por eso evita que la llamé madre, y le pidió que le diga tía, mi amor.
—Es absurdo, completamente absurdo, si me lo preguntas, se comporta de una manera muy estúpida con Laura.
—Asi es. . .
—¿Tu hermano no dice nada?
—No lo sé— dijo ceñudo.
—Mi amor, tengo que preguntarte algo importante y te pido que me respondas con la verdad.