06.- La noticia Andrón.
—Así te sientes. —le dice Paola.
Casandra esta acostada en el diván de su psicóloga, mientras le habla de sus inquietudes como también de sus días cotidianas.
—Sientes el rechazo de tu hermano, porque te llama Dana.
—Perdón, pero debo insistir en que Iván no es mi hermano, es otro cazador que me mira con desprecio, me cree ser el judas en su casa que cuestiono todo lo que él cree.
—Bueno Casandra, si bien recuerdas lo hablamos antes.
—Si. —responde ella.
Al pensar en que hace algunos días, antes de que llegara de aquel internado. Iván había hablado, de cómo se sentía ella al encuentro de conocer al hijo mayor de los Dalton.
Una de las cosas que ella no quiso que llegara ese día, pero en cambio sucedió, no solo estrecharía su mano si no que viven en la misma casa. Mientras esta Casandra en sus propios pensamientos, la psicóloga la interrumpe.
—Crees que estás lista para el Pavla Faa.
—Se refiere tomar el camino fácil, tomar simplemente el Pavla, dejar que me desarrolle para aparentar ser una chica de 28 años.
—Espera Casandra lo hemos hablado antes, no es un camino fácil lo sabes muy bien, pero es una posibilidad de avanzar.
Casandra arquea la ceja al pensar, “avanzar, solo eso”, ella solo mueve la cabeza decidiendo un no en su mente claramente, mientras escucha algunas palabras de su psicóloga.
—Lo entiendo bien, que tomar Pavla me haría avanzar de todas las formas que equilibrara mi ser, eso me haría separarme de mi familia con la que he vivido desde chica, no soy tonta, entiendo muy bien que eso me ayuda y tomaría mis propias decisiones, solo que ya no es que esté lista, solo es que ya no quiero mi evolución, quiero mantenerme con mi edad y continuar con las responsabilidades de una de 19 años.
Paola su psicóloga solo anotaba algo en su pequeña libreta asintiendo, a lo que Casandra le dice a lo que ella le contesta:
—Te sientes lista para el equilibrio.
Casandra asiente al decir:
—Sí, lo he pensado bien, pero si prefiero lo común de esta vida que llevo en la familia de cazadores, debes entender que esto no involucra para nada la llegada de Iván.
Continúa anotando Paola en la libretita.
—Te entiendo, Iván Dalton no tiene nada que ver, no es necesario repetirte lo bueno que sería para ti el Pavla Faa, no funcionaría siendo palabras repetidas.
—Si. —contesta Casandra, al asentir con la cabeza.
En cada cita y conversación en aquel consultorio que conoció, como su doctora y psicóloga personal a Paola Louis, hablando de aquellos mareos, llorar sin saber, el por qué quiere llorar teniendo una gran energía que no podría desquitar.
Una de sus principales actividades comunes, fue hacer un deporte en un principio entre futbol, basquetbol, volibol, y otros, no solo eso cualquier tipo de baile desde ballet, danza clásica, toda clase de baile a lo que ella comenzó a elegir.
Hoy en día lo ha superado, mejorando de una forma impresionante al llegar el momento de hablar sobre el Pavla Faa, y sus beneficios para la evolución de una híbrida.
Descendiente de las Regan, que son hadas acuáticas de mares Mediterráneo, entendiendo que una de sus actividades favoritas es nadar.
Sin olvidar que la sangre que corre en su centro de ella, es esa mitad de sangre de su tatarabuela Dina, una princesa vampira.
Una vez que termina la sesión con su psicóloga, ambas se despiden y es como los tres suben al carro, volviendo a casa manejando ahora Gabriel.
Iván y Gabriel se dan cuenta que Casandra ya no está en la sala, pensando en que debe estar en su habitación, a lo que se sientan al sillón a ver la tv.
Casandra baja rápido las escaleras, al tomar sus llaves de su scooter que se encontraban colgando, se dan cuenta los dos, aunque Gabriel espera que Iván diga algo.
Para esto Casandra solo se va entrando a la cochera, y de ahí ellos escucha que encendió la moto y se fue.
—Se fue. —dice Gabriel.
Iván solo asiente, al levantarse e ir a la cocina para servirse un vaso de jugo, al volver y decir:
—Sí creo que no te lo había contado, pero trabaja de repartidora en una pizzería que queda no muy lejos de acá. —menciona Iván al volver a sentarse.
Casandra se encuentra manejando, llegado a la pizzería saludando a algunos amigos y compañeros con los que se topa.
—Miguel hola.
—Casandra llegaste, supe que el jefe te dio el día libre porque tu hermano llego.
—Hermano, a sí tienes pizzas que deba entregar. —le responde ella.
—Claro. —dijo Miguel.
Un chico agradable de estatura de 1.65 m, de cabello pelirrojo siendo el subjefe, quien le entrega las pizzas que debe entregar a la casa Murray.
—Entendido. —contesta Casandra.
Al tomar la mochila repartidora de pizzas y salir para subir a su moto, dirigiéndose a la casa de los Murray, una familia tradicional de no fallar en pedir su pizza los martes, con la promoción de dos por uno.
Se detiene delante de la puerta, al bajar con las pizzas listas al tocar el timbre de la casa.
—Señorita Casandra.
Le dice la persona que le abre la puerta, al ser la señora quien la saluda, al ver también a su hija Ivana siendo que las dos están reciben las cuatro pizzas y Casandra el pago, de ahí despedirse volviendo a su scooter.
—Casandra, dicen que tu hermano Iván llego ayer.
Voltea al ver que quien se lo dice, es Sandra que se encontraba colgando su celular, al guardarlo en su bolsillo del pantalón.
—Si.
—Dicen que sigue guapo, más porque se volvió un capitán.
Casandra ríen pensando “guapo”, pero solo responde:
—Eso creo, acaso Sandra mi hermano no era guapo antes.
—Bueno cuando éramos niños nos conocimos, jugábamos a veces en el parque, era un niño lindo e imagino que ahora es guapo.
—No lo sé, porque me parece alguien ordinario.
Sandra ríe al comentario de Casandra, a lo que enseguida regresan al trabajo, más que nada ella que trabaja quien atiende a los clientes.
Ya que Casandra se queda afuera, viendo salir a sus compañeros con sus mochilas a repartir la orden a las casas, ella solo sonríe mientras se encuentra distraída en su móvil.
Casandra solo trabaja generalmente medio tiempo, aunque ella decide tomar horas extras a veces, o cubrir a alguno de sus compañeros y ahora que Iván está en casa.
—Sera bueno tomar horas extras. —se dice Casandra.
Cuando escucha sonar su teléfono y leer:
“ISABEL”
Ella contesta enseguida.
—Casandra estas ya en el trabajo.
—Si mamá, pasa algo.
—Nada solo que ya llegamos, quiero decirte que cuando llegues a casa tu papá y yo queremos hablar contigo.
Casandra no tiene idea, aunque contesta:
—Si mamá.
Terminan de hablar, al solo colgar quedando pensativa imaginando de que quisiera hablar Isabel y Daniel con ella, si no ha sucedido nada grave para tener un castigo.
Siendo que nunca la han castigado, claro la regañan y quizás si castigado como a toda niña, pero no imagina de qué quisieran hablar con ella.
—Casandra.
Ella voltea al escuchar a Nadia.
—¿Si? —pregunta.
—Te toca.
Es como Casandra va por las dos pizzas que le toca ir a repartir a una de las casas, así continua en el trabajo hasta que llega la hora de volver a casa, mirando la hora de su reloj.
—Hora de irme muchachos.
—Si Casandra, nos vemos mañana. —dice su amigo Juan.
Se despiden ellos y solo sube al arrancar la moto, para ir a casa. Mientras, va por los caminos entre algunos autos, siendo no un pueblo muy grande, pero sencillo para toda persona.
Pasa algunas de las tiendas o casas que están por su rumbo, mientras escucha algo de música en sus audífonos que trae puesto, conectados a su mp4 blanco con estampas.
Llegando a su casa entrando a la cochera, apagando el scooter al igual que su reproductor de música, para solo entrar a la casa ya que debe dirigirse a la oficina, donde seguro ellos la esperan ya que en la sala no están.
Piensa ella, “deben estar en la habitación Gabriel y Iván” ya frente a la puerta que se deslizan, toca con sus dos dedos.
—Adelante.
Escucha Casandra, a lo que entra viendo a Daniel e Isabel sentados.
—¿Cómo te fue? —pregunto Daniel.
—Muy bien, repartí pizzas.
Los dos asienten.
—Hija siéntate, debemos decirte algo importante.
Casandra se sienta en ese momento, mirando a sus padres adoptivos que la mira con cierta simpatía, y tal vez no saben, tienen un brillo de tristeza o alegría, no sabe cómo descifrarlo.
—Sabes que tuvimos una reunión con el señor Alan Cruenta.
Casandra asiente con la cabeza y contestando un.
—Si.
—Bueno el señor Cruenta nos dijo que tu padrino Sebastián Andrón Azcon, vendrá a visitarte algunas semanas.
—¿Cuándo? —pregunta Casandra.
—Aún no está confirmado el día, porque se encuentra aún en el extranjero, pero debes saber que él vendrá en unos días, porque lo conoces bien en sus cartas.
—Si.
“Sebastián es impredecible en sus actuaciones”, piensa Casandra al sonreír.
—Sé que estás contenta de saber que él vendrá. —le dice Isabel.
—Muy feliz mamá de que él venga, gracias por decirme.
Los dos asienten al ver la sonrisa de ella, y ver que no había más que decir, siendo que lo principal había sido dicho, es como le dice Isabel.
—¿Quieres que un té?
—Si por favor, lo tomare en el comedor.
—Muy bien.
Es como Isabel y Casandra salen de la oficina, porque Daniel se quedaría terminando unas cosas en su oficina, ellas dos fueron a la cocina.
—Normal. —le decía Casandra.
Mencionando algunos apellidos de las familias, a las que tuvo que ir a dejar las ordenes de pizza.
—Amor e Iván. —dice Daniel.
Al entrar a la cocina.
—Iván salió a verse con sus amigos, porque quería presentarles a Gabriel, me dijo que volverían antes de las 11 de la noche.
—Eso espero, no quiero ir por él a media noche.
Le sorprendió escuchar eso a Casandra, al estar listo su té Isabel se lo entrego con la advertencia que fuera con cuidado.
—Si mamá.
Fue así que ya estaba sentada, disfrutando de su té pensando en su padrino quien vendría a verla pronto.