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04.- El puente De Callejo.

Casandra solo movió la cabeza, a lo que su buen amigo Víctor acaba de decir.

—Me has dado a entender que soy capaz de poner en duda las creencias de un adolescente, en una etapa tardía.

—Disculpa amiga eso es llamarlo juventud, y efectivamente a eso me refiero, sabes que soy un buen observador y que se escuchar más allá de lo común.

—Te digo que estudies de analista.

Víctor solo ríe, al comer su última galleta, al preguntar mirando su reloj que tiene abrochado a la muñeca.

—¿Quieres volver a tu casa?

Ella niega al contestar:

—N o tan pronto.

—Pues ya dan más de las cuatro, recuerda que fue cambio de horario.

—Cierto, rayos aun no quiero ir a casa para mirar la cara del idiota.

—Su amigo te agrada.

—Si no es tan mala leche como lo es Iván, vamos a tu casa o al puente, tengo el scooter, llegamos rápido y regresamos igual.

—Entonces vamos y después a mi casa, a jugar un videojuego.

—Bueno.

Los dos salen de ese pasillo de la biblioteca, despidiéndose de la bibliotecaria para ya estar afuera subiendo a la moto, dirigiéndose hacia aquel puente que ha mencionado Casandra.

Recorrían las calles entre tiendas y algunas casas, ya que aquel puente del que habían hablado, se encontraba más lejos. Subidos al vehículo mientras quien se encuentra manejando es Víctor.

Llegando estacionando el scooter, bajaron para ahora ir caminando a pie hasta el puente, no faltaba en llegar hasta ese magnífico puente de madera caoba, que mantiene una antigüedad perfecta por su cuidado que la tiene la comunidad.

El puente De Callejo obtuvo ese nombre, por el señor Salvador De Callejo, y exactamente ese era su agradable apellido fue uno de los primordiales fundadores de la pequeña ciudad de Carrello, con un poco más que 50 mil habitantes.

Eso mismo una vez Víctor conto a Casandra cuando la conoció, como olvidar cuando de chica siendo adoptada por los Dalton, escapo de casa que aún no recuerda cómo fue que paso, pero llego hasta el puente.

—¿Cómo te llamas? —pregunto el niño.

Que lo primero que la niña vio en ese niño, fueron sus lindos ojos caramelo que le dio confianza a ella, que comenzó a llorar y abrazar a ese niño, él solo acepto abrazando a esa niña.

—Me llamo Víctor.

La niña apenas hablaba, dejando salir su aliento frio, el cual el niño se contagió de ese frio que erizaba el vello de su cuerpo, aun así, no dejo de abrazar a Casandra, una vez que ella le dijo su nombre.

De eso hace ya mucho tiempo, cuando preocupados tanto Isabel como Daniel estaban asustados de la desaparición de Casandra.

Hasta que fue el señor Cruenta, acompañado de Isabel encontraron a los niños sentados a una orilla del puente, Casandra dormida teniendo la cabeza recargada las piernas de Víctor, y el saludando a los adultos.

Es como el mismo señor Cruenta fue quien llevo cargando a la niña, hasta que se la entregó a Daniel a lo que únicamente dijo:

—Es bueno que no haya ido más allá del puente De Callejo.

Al decir esto Daniel y Isabel revisaron a Casandra, viendo que estaba perfecta sin algún moretón o herida grave, volviendo a casa al ser que así nació una amistad de niños.

—Porque no entramos al bosque. —le dice Casandra.

Animando igual a Víctor para que aceptara, a lo que la mira él negando a lo que piensa, “de nuevo no”, al decir:

—¿Porque? Víctor tienes miedo.

Víctor le encantaba siempre comer y traer con él caramelos, o cacahuates su dulce favorito.

—Te he dicho que no y para nada soy miedoso, solo sabes muy bien el por qué no debemos entrar.

—Solo será por un rato.

—Sabe bien Casandra de lo que se dice de ese bosque.

—Si lo que dicen los padres, maestros y todos, pero sabes bien que he entrado y para mí, es solo un bosque común y corriente solo son rumores, quizás leyendas que funcionan para esta ciudad.

—Sí y sabes que no entiendo esa afición tuya de entrar al bosque.

Casandra solo alza los hombros.

—Pero hoy no es mejor irnos a mi casa, ahora no estoy con ánimo de estarte cuidando, y menos ser tu tapadera, solo volvamos.

Casandra no muy convencida de eso solo tuvo que aceptar, al ir con su amigo por la moto, a la que suben yendo ahora para la casa de Víctor, siendo una casa moderna de dos pisos en color blanco y café, con cochera y muy similar a la de los Dalton. Siempre pensó ella que viviría en una mansión o castillo como antes.

Se encontraba con Víctor en su habitación, jugando con la consola de videojuegos de él quien va ganando.

—Ya no quieres jugar, por eso decides no ganar.

Casandra hace una mueca.

—No dejémoslo.

—Quieres que, irte.

—Porque no vemos televisión.

Víctor solo acepta sin decir nada, ella le ha contado todo, de algún modo la comprende, porque sabe que si vuelve a casa solo se meterá a su cuarto para no mirar el rostro de Iván, su única ayuda seria su trabajo en la pizza y él.

—Estoy en casa de Víctor mamá. —dice Casandra.

Al a ver contestado a su celular, sabiendo que es Isabel y que Casandra la llama así, solo porque debió hacerlo una costumbre.

—Estamos mirando una película, cuando acabe volveré a la casa.

Escuchaba Víctor que decía al teléfono, hasta que ella colgó.

—Era Isabel, pienso irme a casa más tarde.

Víctor asintió quedándose los dos mirando los diferentes canales de televisión, divirtiéndose viendo su serie favorita.

Iván y Gabriel volvían de la tienda, donde se habían comprados alguna frituras y dulces, iban entran por la puerta escucha Iván que dice su mamá.

—Está en casa de Víctor mirando una película, dice que cuando termine volverá.

Miro a mi padre escuchando que habla bien de ese tal Víctor, y que Dana este en su casa pensando, “quisiera que ella fuera responsabilidad de alguien más”.

—Piensas decir algo de tu hermana, o tal vez la extrañas.

Al escuchar a su amigo que solo lo está molestado.

—Tonterías, volvamos a la habitación.

—Pero habías dicho.

—Lo sé, pero están mis papás, vamos subamos.

El señor Daniel se da cuenta de los muchachos suben por las escaleras, y solo mueve la cabeza.

Gabriel es quien se adelanta, en eso que Iván iba pasando por la puerta de Casandra, la mira viendo la inicial de su nombre que la llama Dana, a lo que la ignora enseguida entrando al fin a su propio cuarto.

Miro mi reloj mientras escucho música por el canal, ya he mirado diferentes videos.

—Es mejor que me vaya Víctor.

—En serio, pero aun no es tarde.

—Sera mejor volver a casa, ya que mañana debo ir a trabajar a la pizzería.

—Está bien.

Víctor y Casandra bajaron las escaleras, los padres de él no se encontraban, estaría solo los dos. Se despidieron, ella solo subió encendiendo la moto para solo arrancar para ir casa.

Tomaría Casandra el camino largo, como a veces lo hace, piensa que no a lo que quiere llegar pronto al estar comiendo un extraño cacahuate de un color negro, no lo comía siempre, solo cuando sintió un dolor en los oídos.

—Casandra se llevó su moto.

—Si amor, no debe tardar en llegar.

Los padres se encontraban hablando escuchando la televisión.

—Ya llegaste, como te fue.

Casandra había entrado por la puerta de la cochera, Daniel fue quien se dio cuenta de ella.

—Hola papá bien.

—Y la película.

—Buena me gusto, iré a mi cuarto, no me siento bien.

—Claro descansa. —respondió Isabel enseguida.

Ellos la vieron subir a las escaleras.

—Debe ser algo normal, sabes lo que dijo su doctora por decidir aun no beberla, iba a tener complicaciones en su desarrollo.

—Pero ella no quiere irse.

—Lo sé, solo daremos lo mejor para tenerla en casa.

Isabel solo asiente recordando el pasado, que desde chica ella fue una híbrida muy enfermiza que ambos cuidaron mucho, es una de las cosas que Iván aun no entiende, la ausencia de su padre en el internado.

Casandra solo se lanzó a la cama y es como se quedó dormida.

—Le llevare un té. —dijo Isabel.

—Si amor.

Isabel cultivaba algunas rosas de un extraño color, siendo no muy comunes y no fáciles de conseguir, aunque por correo recibía las semillas, para plantarlas por el señor Andrón, al ser que con los pétalos hacia un té que hacía que Casandra mejorara.

Daniel la ve pasar Isabel, solo sube las escaleras yendo a la puerta de su hija, dándose cuenta una vez adentro que está dormida, sonríe y deja el té encima de su mesa y sale de ahí.

—Señora Isabel.

—Gabriel ¿Si? —le pregunta.

—Llego Casandra.

—Sí, pero está dormida.

—Se encuentra bien.

—No te preocupes, ella está bien, a veces suele que sus oídos le duelan.

Gabriel asintió comprendía eso, ya que ha estudiado a las híbridas solo que el ADN de Casandra, es poco común.

—Y dime como están tus papás.

—Muy bien señora.

—Y la escuela.

—Bien.

—Aun continúas estudiando para ser doctor.

—Si.

—Qué bueno hijo, tu papá debe estar orgulloso de ti, que no solo seas un cazador, si no también quieras ser un doctor.

—Si ellos me apoyan mucho, pienso especializarme en las híbridas.

—En serio.

—Si.

—Iván lo sabe.

—Lo sabe y entiendo las causas que ella está pasando.

—Eres un buen amigo de mi hijo, espero lo seas para Casandra, es muy solitaria y creo que tener amigos le ayudaría, bueno debo ver a los gemelos, en un momento les llamo para cenar.

—Gracias.

Es así como Isabel baja las escaleras, y Gabriel a entrar de nuevo al cuarto.

—Hablaste con mi mamá.

—Si. —contesto él al abrir su maleta.

—Que te dijo.

—Sobre Casandra.

Iván no dijo más.

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