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03.- Víctor.

Iván como Gabriel ya se encuentran en la habitación de él, uno medio acostado a la cama, el otro sentado a la silla gamer de Iván.

—Crees que era bueno, a verle mencionado a mi mamá lo que sucedió cuando despertaron los gemelos.

—Si porque al final si no fuera por tu hermana, ellos hubieran llorando.

—Fue tu idea involucrarla Gabriel, porque yo tenía las cosas en orden.

—Eso ni tú te lo crees, si sabes el volumen que tienen los bebes azocad, significarían una gran posibilidad que tengan la percepción gotas de agua.

—Ya te entendí bueno, fue mejor no a ver mencionado nada sobre esa Dana.

—Casandra. —termina diciendo Gabriel.

A lo que Iván pone los ojos en blanco ignorándolo, cambiando de tema hablando del nuevo videojuego que ya está en venta, y que espera él tener pronto o tal vez en diciembre.

Gabriel decide encender la computadora de su amigo, porque no piensa hablarle a él de lo que estuvo platicando con Casandra, ya encendida comienza a jugar uno de los tantos juegos que tiene Iván.

Iván se encuentra en su celular, cuando dice:

—Escuchas eso Gabriel.

—No, que escuchas según tú.

—Me parece que viene de abajo vamos.

Salen los dos del cuarto rápido, acercándose hasta la entrada de las escaleras, donde solo están asomados.

—Conoces a ese chico Iván.

—No lo sé, si me parece que antes lo había visto, pero era un niño flacucho antipático, me parece lo que no entiendo porque está en mi casa, porque para nada es mi amigo.

—Tal vez es amigo de tu hermana Casandra.

Solo mueve los ojos Iván, sin decir nada a eso al escuchar que su mamá le dice:

—Casandra está en la cochera Víctor.

—Gracias señora Isabel.

—Pero de ¿qué familia es? —pregunto Gabriel.

—Solo sé que es un humano. —termino diciendo Iván, al levantarse.

He irse ambos a la habitación de nuevo. Gabriel mira que no le agrada que Casandra tenga amigos humanos.

—Creo que no te gusto ver que Dana tenga amigos.

—Porque no saben quién es ella en realidad, dejemos de hablar de ella, me estaba mensajeando con Uriel, me estaba diciendo que en la casa de su primo Orlando habrá una fiesta.

—¿Cuándo es? —pregunta Gabriel al estar jugando.

—Mañana por la noche, anda vamos, esto nunca pasa en el internado.

—Eso lo dices porque el director nos cacho esa noche en la casa abandonada.

—Eso sucedió por el soplón de Bernardo, si no se lo hubiera dicho al perfecto no hubiera sucedido, pero dime, vamos, no quiero que te quedes en casa solo.

—Está bien, te acompañare ya que a veces pienso que debo estarte cuidando, con lo irresponsable que eres hermano.

Iván solo ríe.

—Víctor, llegaste tardaste.

—Lo siento Casandra.

—No te preocupes, es mejor que hayas llegado hasta ahora, si no hubieras visto el show que los gemelos que le hicieron a Iván y a Gabriel.

—¿Gabriel? —pregunta Víctor.

Su amigo medio humano, al ser que de él corre sangre gama de hechiceros antiguos, al ser él un chico alto de similar edad que Iván o Gabriel de 21 años, que aparenta tener solo 18 años, algo que para Víctor le conviene mucho teniendo ojos color caramelo.

—A, es que llego con su mejor amigo está vez. —le dice Casandra.

A lo que Víctor piensa en ese momento creyendo en recordar aquel nombre, pero Casandra interrumpe sus pensamientos.

—¿Quieres ir a algún lado? —le pregunta ella.

—Sí, porque parece que necesitas salir de tu casa.

—Tienes razón, desde que esos dos llegaron quise irme a trabajar a la pizzería, pero Isabel me dijo que no, porque había hablado con mi jefe dándome el día libre y desde eso no me ha dejado salir, pero tú ya estás aquí, y será más fácil que me dé permiso contigo aquí.

Viendo Víctor la emoción de su amiga, es como se apresura ella a pedir permiso a su mamá, porque espera su respuesta ahora.

—Sí, pero no llegues tarde.

—No llegare tarde, gracias.

—Cualquier cosa debes llamarme.

—Lo sé no lo olvidare, me llevare la moto.

—Está bien Casandra, vayan con cuidado.

Asienten los dos al despedirse en ese momento, al salir con el vehículo de la cochera.

—Tengo hambre, iré a la cocina ¿quieres algo? Gabriel.

—Estoy bien Iván.

Él solo asiente y sale bajando las escaleras, yendo hasta la cocina al abrir el refrigerador, sacando el bote de jugo para servirse en un vaso, mientras decide tomar del mismo refrigerador unas rebanadas de pizza que ve y sirve en un plato, para calentarlas al microondas.

En eso que Iván está esperando a que estén listas, se da cuenta de un libro que está abierto al leer.

“Cuando de pronto vi que alguien se acercó, pero no era una anima, no, era un joven como de mi edad, guapo, bien parecido de tez moreno claro con pelo negro, ojos grandes y una hermosa sonrisa y con esa sonrisa se acercó y con la mano me hizo señas de que saliera y fuera con él, salí, lo salude, él también me saludo le pregunte como se llama y me dijo Alberto, yo desde luego también le di mi nombre nos quedamos platicando un buen rato, platicamos de todo y nada, pero me pase un rato muy agradable con él, le pregunte donde vivía y me contesto aquí muy cerca.”

Que después de leer le parece ser un libro de leyendas, que decide él en cerrar. En ese momento dándose cuenta que el libro es ligero, y no muy grande decidiendo tomarlo para leerlo después, siendo que le gustaba leer libros.

Iván al escuchar el sonido del microondas, dándose cuenta que están listas las pizzas, solo las saca preparándolas una para él y otra para su amigo Gabriel, para de ahí volver arriba.

—Mira traje pizza.

Gabriel se da cuenta de eso, tomando su rebanada que come.

—Y ese libro.

—Lo encontré en la cocina.

—Piensas leerlo.

—Sí, parece interesante.

Cuando Gabriel se da cuenta que tipo libro es, le recuerda que ese mismo había estado leyendo Casandra, aunque él no la menciona para nada.

Casandra esta con Víctor en la biblioteca pública, encontrándose sentados rodeados de libros, un lugar que en común para los dos es agradable, tranquilo, para conversar más que nada.

—Crees que tu hermanito te acepte alguna vez como hermana.

—Nunca, menos yo, solo veo como hermanos a esos bebes.

—Claro, porque aún no lo saben.

—Una de las cosas buenas en esa casa.

—Aun quieres irte.

—Claro, pero beber el tal Pavla hace que ya pueda dejar de ser una adoptada de esa familia, y quizás vivir mi vida con mi padrino.

Víctor comía una galleta de relleno a fresa.

—Entonces, esperare cuanto es lo que soportaras viviendo en la misma casa con tu hermanastro.

—Es por eso, que he decidido no salir de mi cuarto en todo el mes que esté él.

—Que pasara ahora, con la organización que la familia Dalton hace cada año en las fiestas de las vísperas de este mes.

—Serán igual que siempre, lo ignorare todos los días, no creo que suceda nada.

—Si eso crees, bueno.

—Hay algo que deba saber.

—Iván ha vuelto de ese internado de cazadores, sintiéndose un privilegiado que te ve como el judas en su hogar, que cree que romperás todo lo que siempre creyó desde la infancia, y que creo no cambiaras su actitud, menos sus pensamientos hacia ti, eso será bueno verlo.

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