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EL CHICO QUE MURIÓ EL DÍA DE SU GRADUACIÓN
—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté un tanto desconfiada.
—Veo pasar a mucha gente por aquí, cariño —me sonríe.
Lo miro con aburrimiento.
—No me digas cariño, por favor —me crucé de brazos.
—Charlie, Sam... como verás, está aquí, muerta y ella quiere saber por qué.
—Es cierto —me mira pero ya no con esa mirada de picardía, sino con algo de pena y confusión también. —Estás aquí lo que significa que estas muerta. Dime, Sam, ¿qué pasó antes de despertar y estar así?
Hice memoria.
—Pues nada, he estado en mi casa toda la semana porque había mucha lluvia y nadie salía, sin embargo, me sentía sola todo ese tiempo. Era muy frío estar así.
—¿Desde cuando?
—Martes, semana pasada.
—Entonces te has sentido sola, triste, un poco vacía y hay mucha lluvia... —confirma, pero fue más como pregunta.
—Eso creo.
—¿Tuviste sensaciones de irrealidad todo ese tiempo?
—Claro, padezco de ansiedad así que sí tengo sensación de irrealidad.
—Entiendo. Sam, lo que me dices es que estabas muerta desde más antes pero que no lo sabías, por ende tu subconsciente crea escenarios que se supone que pasarían en tu vida diaria.
Bufé.
—¿Qué? ¿Eso es posible?
—Por supuesto. Se llama síndrome de negación. Tu espíritu no acepta que está muerto, es más, ni siquiera lo supo ya que es probable que hayas muerto estando dormida, sin saber nada, y cuando despertaste fue la misma rutina de siempre.
—Eso creo —empezaban a tener sentido algunas cosas.
—Sin embargo, cuando un alma sabe que morirá o piensa que lo hace, empieza a ver las cosas por cómo son, sin fachadas y falsos escenarios, lo que me lleva a preguntarte si antes de hoy pensaste que quizás estabas muerta o quisiste estarlo.
Recordé la noche anterior, el tic tac del reloj que no me dejaba tranquila, justo estaba pensando sobre si estaría muerta o algo así. Pero solo fue un pensamiento tan vago, incluso recibí mensajes de Jay.
—No puede ser, ayer me pregunté si en realidad estaba muerta y estaba viviendo en una fantasía que mi mente había creado. Pero solo fueron preguntas vagas que se esfumaron a la misma vez que vinieron. Incluso estaba mensajeando con Jay ayer.
—¿Quién es Jay?
—Su novio —respondió Brandon por mi.
—Qué pena.
Lo miré mal.
—Quizás hayas querido que él enviara ese mensaje por eso tu subconsciente creó el que lo enviara. Es porque querías.
—No creo —musité— lo único que sé, es que, no sé si me golpeé estando dormida o si me caí de la cama provocándome una muerte instantánea, lo único que sé es que desperté y empecé a ver a personas muertas. Estoy un poco asustada y desesperada porque no sé qué haré ¿solo me quedaré aquí todo el tiempo? ¿En lo mismo? Mirando cómo siguen la personas sin mí mientras yo me quedo estancada en un solo lugar —lo que dije me provocó algo de tristeza, pero no solo a mi, ellos también lo sintieron porque ellos estaban así, estancados en un solo lugar, mirando cómo su familia sigue su vida. —Lo siento —me disculpé por ser insensible. Ellos llevan aquí años mientras que yo solo unas horas y ya estoy desesperada, mientras que Charlie y Brandon sonríen a pesar de todo o hacen algo para evitar que los demás tengan una muerte tan trágica como la de ellos.
—Está bien —me dice Brandon— es la verdad, ¿o no, Charlie?
—Es la verdad —responde Charlie— bueno, ¿alguna otra duda que quieras saber? —pero en eso pasa un autobús y Charlie se gira, eleva la mano y les dice adiós.
—¿Por qué les dices adiós si no te pueden ver? —cuestiono.
—No pierdo la esperanza. La profecía dice que en algún momento encontraré a la persona que nos vea pero que esté viva. Cambiarán muchas cosas cuando eso pase. Los condenados encontrarán paz. Las almas solitarias como el viejo del puente encontrarán consuelo.
—Chico estará bien, creo que encontró algo que hacer —dijo Brandon.
—O sea que si alguien te responde el saludo sabrás que es esa persona —es lo que entendí.
—Exacto. Siempre supe que eras tú —me dice.
—¿Yo? ¿Por qué yo? —me señalé.
—Cuando pasabas por aquí siempre mirabas un punto en especial, como preguntándote si alguien estaría allí o algo. Una vez me miraste, o bueno, no pero eso fue lo que entendí en ese momento.
—Jamás he visto a un espíritu en mi vida.
—Lo sé.
De pronto escuché una voz.
Sam, ¿me escuchas?
—¿Qué? —volteé a ver para todos lados.
—¿Que de qué? —pregunta Charlie.
—¿No escuchaste eso? —inquiero.
—¿Qué cosa? —pregunta Brandon.
—Una voz —respondí— una voz, llamándome. Decía Sam, ¿me escuchas?
Los dos me miraron extrañados.
—¿Estás segura?
Asentí.
Sam, ¿estás allí?
La voz se fue aclarando de repente, hasta entender de quien se trataba. Era Jay.
¡Jay!
—Es Jay —les dije— ¡Es Jay! Lo estoy escuchando, su voz, es su voz.
—Espera, espera, ¿dices que escuchas la voz de tu novio?
Asentí.
Se miraron entre sí.
—Linda, yo creo que deberías de dejar de pensar en tu novio un momento. Tú subconsciente está creando otra vez las situaciones de fantasía. Pero no son reales. Creo que deberías de dejar esos pensamientos y dejar de llamar a Jay con el pensamiento. Quizás el chico está soñando contigo. Suele pasar. Es bastante normal. Cuando una persona te necesita o quiere decirte algo, te hablan a ti, con el corazón, y te dicen cosas. Como cuando oras y rezas a Dios, es lo mismo. Los escuchas porque las palabras van dirigidas a ti especialmente.
Me desanimé, sí, pero mi corazón se comprimió al imaginarme a Jay, tratando de hablarme, tratando de decirme cosas. Cerré los ojos e intenté escucharlo. Necesitaba escuchar su voz aunque sea una última vez. Lo necesitaba.
Sam, no sabes cuánto te extraño.
Llevé una mano a mi pecho y me puse de rodillas.
—También te extraño.
No quiero vivir en un mundo en el que no estés, lo habíamos hablado muchas veces, ¿recuerdas? Siempre decías que te querías morir primero porque no te gustaría estar en un mundo en el que yo no estuviera. Se cumplió. Pero no supiste que yo me quedaría destrozado por dentro. Me siento vacío, necesitándote, ¿que haré sin mi Sam? Mi luna no está conmigo. No puedo y no quiero vivir sin ti.
¿Por qué decía esas cosas? ¿Acaso él va...? Un pensamiento loco se instaló en mi mente, un pensamiento que me llenó de miedo pero que también me dio esperanzas. Si Jay moría podría venir conmigo. Estar juntos aquí. Pero no era tan egoísta como para condenarlo a eso.
Por favor, Sam, vuelve, te necesito.
Abrí mis ojos y miré a los dos chicos que me miraban con pena.
—Necesito que me ayuden —limpié una lágrima solitaria de mi ojo mientras me ponía de pie— Es Jay, creo que hará algo... necesito impedirlo.
—¿Qué harás estando así? —inquiere Brandon.
—Necesito ir a su casa —los miro.
—No me puedo mover de mi lugar —es lo que dice Charlie— Lo siento.
—Yo iré.
—¿Seguro, Brandon? —Charlie lo mira preocupado.
—Ella me necesita.
Se me comprimió el corazón al escuchar eso.
—Solo quiero que sepan que no pueden intervenir a la muerte, por favor no lo hagan, es muy peligroso. Y cuídense de las almas condenadas, siempre están acechando.
—Gracias, Charlie —le dije.
—Volveremos —dice Brandon.
Cruzamos la carretera y empezamos a correr. Teníamos que llegar a Palm Springs lo más rápido posible antes de que Jay cometiera una locura.
Solo resiste, Jay, por favor resiste.