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Ya comienzan las clases parte 1

Desde hace una semana comenzaron las clases, se me había olvidado lo estresante que podía llegar a ser el regreso a la escuela y más para mí que tengo años que no tomo un libro para estudiar.

Debo admitir que todo esto es más difícil de lo que me imaginé y no es para nada parecido a la preparatoria, me siento agotada y ni siquiera he tenido tiempo de ir a conocer los alrededores de mi nuevo hogar. Es un poco abrumador volver a acostumbrarme a un ritmo de vida que hace tiempo ya había dejado atrás, a pesar que en el mundo de la fama se trabajan largas jornadas y a los artista casi no nos queda tiempo para nosotros mismos, siento que es más llevadero.

Tomo el libro de matemáticas aplicada y me siento en el pequeño mueble, de color rosa que hay adaptado en el alféizar de la ventana, debo repasar lo que hemos dado en clases si no quiero reprobar en el futuro y se me hace necesario aprovechar todo el tiempo libre que tengo disponible para estudiar el doble. Tantos años de inactividad escolar me están pasando factura, nunca algo me había costado tanto como leer unas simples páginas de un libro.

Centro mis ojos en los ejercicios que a mi parecer están escritos en mandarín y me siento frustrada al no poder entender nada. No sé en qué momento todo lo he comenzado a ver complicado, después de ser una de las mejores estudiantes de mi generación, ahora no soy capaz ni de despejar una simple ecuación.

Cierro el libro con algo de fastidio y me hago una nota mental de que tengo que ir a las oficinas de atención académica, para solicitar una tutoría, me enerva que tenga que perder el poco tiempo que me queda en ir a reuniones en la biblioteca después de largas horas de clases, pero no tengo otra alternativa, no si quiero tener un buen promedio.

Miro a través de la ventana para aclarar un poco mis pensamientos y noto que en la casa de al lado, hay un grupo de chicos jugando con un balón de básquet en el pequeño espacio pavimentado de la cochera.

Deben ser los de la fraternidad de al lado, nunca me he puesto a reparar a nadie y dudo mucho que con los enormes lentes que uso, junto con la ropa desaliñada que acompaña mi nuevo look, pueda llamar la atención de alguno de ellos, en general soy la viva imagen del personaje de la chica nerd que llega a la universidad, de esas historias que se cuentan en los libros, pero con la gran diferencia de que nunca cambiaré de imagen para agradarle a los demás, debo mantener mi perfil bajo y es mejor así. He notado como algunas de las chicas de aquí, son acosadas por esos imbeciles y prefiero mil veces a que me digan fea, que ver como me comen con la mirada y me gritan cumplidos vulgares.

Espabilo varias veces para centrarme de nuevo en lo que verdaderamente importa, pero todo ese intento se va a la mierda cuando uno de los chicos se quita la camisa y riega sobre su cuerpo toda el agua de una de las botellas que mantienen en una pequeña hielera. Los abdominales del chico junto a su cabello rubio quedan empapados y sigo con mi mirada cada movimiento sexy  que hace al momento de sacudir las gotas de su cuerpo.

Trago duro al observar como pasa sus enormes manos por sus pectorales definidos e inevitablemente me imagino a su lado siendo yo la que los toco. Tengo tiempo que no abrazo a ningún chico y a pesar que en el pasado solo tuve noviazgos por conveniencia, no puedo negar que se sentía bien cuando me abrazaban.

—¿Alimentando la vista? —inquiere Brenda a mi lado y yo me sobresalto.

Juro que si ella no hubiese hablado, ni me hubiera dado por enterada de que ella estaba al lado mío, ¿quién carajo entra y no se siente?

—No, yo solo estaba...solo...—trato de articular mientras me llevo una de mis manos al pecho por el susto que me he llevado, pero las palabras no me salen.

—Pierde cuidado cariño —dice encogiéndose de hombros mientras se sienta en el espacio vacío del mueble—. Pecado sería no mirarlos —agrega girandose hacia la ventana para ella también observar—. Tienes buen gusto Lluvia —pronuncia enarcando una de sus cejas con picardía—. Mira que echarle el ojo al líder de esa fraternidad es tener las espectativas bien altas —me mira a los ojos y yo coloco los míos en blanco.

¡Ja, ya quisiera ese tipo que yo colocara mis ojos en él!

No hago ningún comentario respecto al tema, yo vine aquí a forjarme un futuro, no a buscar cosas innecesarias. Me levanto del mueble y recojo mis libros, para luego sentarme en mi cama, no debo tener distracciones y estar observando a chicos descamisados no me va a ayudar a entender los ejercicios matemáticos que debo tener listos para la próxima semana.

Brenda también se sienta en mi cama y trato de ignorarla para que me deje en paz, pero creo que esta chica nunca se dará por vencida.

—¿Por qué no salimos esta noche? —me pregunta y yo levanto mi vista para mirarla—. Para que conozcas un poco más los alrededores del lugar, te prometo que no te arrepentirás —agrega y yo la miro dudosa—. Iremos a la playa de noche, créeme cuando te digo que te fascinará —dice con una sonrisa muy amplia en sus labios y debo admitir que hay veces que me da un poco de miedo.

Sí quiero salir y conocer más a fondo el sitio, pero primero están mis responsabilidades. Abro mi boca para negarme, pero antes de que pueda decir algo ella se me adelanta.

—Y no acepto un no como respuesta —me advierte.

—Está bien —murmuro dandome por vencida.

—Ya verás que hoy nos divertiremos mucho —agrega mientras me abraza con una alegría que se me antoja exagerada, pero supongo que ella es así.

          

(***)

Ya casi es hora de salir con Brenda y la verdad no estoy tan emocionada, pero debo admitir que si quiero conocer un poco más los alrededores y no puedo negar que me encanta la playa.

Miro el montón de ropa acumulada en el clóset y honestamente no sé que colocarme, no es que vaya para alguna alfombra roja pero me quiero ver bien, recuerdo que debo mantener mi perfil bajo así que opto por colocarme unos jeans rotos, una sudadera de color negro y mis zapatillas Converse que hacen juego con la tonalidad de mi ropa. No tengo muchos ánimos de llevar mi cabellos rubio suelto, así que me decido a  elevarlo en una coleta alta y por último coloco sobre mi rostro los lentes gruesos de nerd para cambiar un poco mi apariencia.

Me miro al espejo y ni en mil años yo misma me podría reconocer, quien diría que unos simples lentes pueden ocultar tanto.

Brenda aparece por la puerta de nuestra habitación con esa típica sonrisa que la caracteriza.

—¿Estás list..? —trata de pronunciar, pero después de hacer un escaneo por mi atuendo se queda en silencio.

—¿Qué? —pregunto volviendo a mirarme en el espejo.

Su mirada me hace sentir tan incómoda que me hace replantearme la idea de ir vestida así.

—¿Vas a ir asi? —inquiere sin ocultar su desagrado por mi ropa y no puedo evitar sentirme algo molesta.

—Si —respondo seria—. ¿hay algún problema con eso? —le digo más tajante de lo que quería sonar.

—No... —arrastra la palabra un poco—. Pero creo que si te colocas algo de maquillaje, te verías mejor.

—No —me niego y ella parece entender porque deja de insistir.

Se quita del medio de la entrada para darme paso y después me sigue cuando salgo, hasta yo misma sé que me veo como un muerto viviente con esta ropa, pero debo mantener mi perfil bajo y no llamar ni un poco la atención.

Nos despedimos de las chicas que nos encontramos en el camino y nos desplazamos hasta la parada del autobús, hace un poco de frío así que meto mis manos en los bolsillos de mi sudadera mientras comienzo a recordar cuando fue la última vez que tomé un autobús. Ni recuerdo, pero cierta emoción infantil me invade cuando veo como el vehículo se acerca hasta el lugar en donde estamos ubicadas.

—¿Nunca te has subido a un autobús? —inquiere mi compañera de habitación y yo la miro como queriendome decir "¿Enserio me acabas de preguntar eso?"

—No vivo debajo de las piedras —le respondo y ella suelta una rodilla traviesa que me hace sonreír también.

Su presencia me coloca de buen humor.

—Lo siento —chilla entre risas—. Es que tus ojos irradia ese brillo que solo lo desprenden aquellas personas que están por vivir algo nuevo en sus vidas.

Y prácticamente así me siento.

El autobús frena frente a nosotras y cuando Brenda saca su tarjeta para pasarla por el escáner de pago, caigo en cuenta que to no poseo ninguna, es más, hace años no uso ninguna.

—¿Qué sucede? —me pregunta mientras escanea mi rostro Colorado por la vergüenza.

—Es que yo...es...que —siento que las palabras se me atoran y cuando deslizo mi mirada hacia la tarjeta que aún tiene en sus manos ella logra comprenderme.

—Sube —me dice encogiéndose de hombros, pero yo niego con mi cabeza.

Ella le dice al conductor que la espera un momento mientras baja y me toma de la mano para obligarme a subir.

—Yo lo pagaré —dice y yo sigo negandome—. Te dije que sería la mejor guía del mundo y por esta vez todo corre por cuenta mía.

Brenda vuelve a pasar su tarjeta y las dos tomamos asiento en las últimas sillar del vehículo.

—Gracias —pronuncio aún abochornada.

—No hay de que —dice encogiéndose de hombros—. Yo sé más que nadie lo que es llegar a una parte y no tener nada —agrega algo nostálgica.

—¿A qué te refieres? —pregunto curiosa y ella enfoca sus ojos marrones en mi.

—A que sé perfectamente, que es llegar a un lugar y no tener dinero ni para una simple tarjeta de autobús —murmura y yo no pierdo cuidado de cada palabra que sale de su boca—. Ojalá hubiese tenido a alguien que me tendiera la mano cuando yo era nueva aquí mira por la ventana—. Fueron días muy difíciles —agrega pesarosa y mi vergüenza aumenta más.

Cómo yo teniendo dinero iba a permitir que una pobre chica que no tenía nada me pagara todo, eso es egoísta y me corroe el alma.

—Me prometí a mi misma, que si alguien necesitaba ayuda de esa clase, no se la iba a negar, no tengo mucho para ofrecer pero lo que cuenta es la intención de las personas —me siento fatal por hacer que ella gaste lo poco que tiene en mí que lo tengo todo—. Pero eso ya pasó —vuelve a adoptar su típico tono de voz enérgico—. Ahora cuéntame tú, tu historia —me anima a hablar, pero este no es un tem de conversación que me agrade.

—No hay mucho que contar —pronuncio encerrandome en la coraza imaginaria que yo misma me he formado para evadir este tipo de temas—. Soy una simple chica que vino desde New York, para cumplir sus sueños de ser alguien en la vida.

Alguien que y soy...y que tiene tanto reconocimiento que tiene que estar oculta.

—Está bien —murmura sonriendome mientras coloca una de sus manos sobre la mia—. Ya me contaras todo a su tiempo —agrega dando un leve apretón a mi mano y una extraña sensación de calidez llena mi pecho.

El resto del camino lo pasamos en silencio y de verdad lo agradezco, no suelo ser así de esquiva con las personas, pero tener siempre que mantener el perfil bajo me hace parecer un repelente humano.

Despues de tres paradas que hace el autobús llegamos a nuestro destino, el primer lugar al que Brenda me ha traído es un sitio de juegos muy parecido a un arcade, el ambiente es colorido y lleno de alegría, hay muchos chicos de la universidad dispersos por todos lados y sé que son de ahí porque a algunos de ellos me los he topado por los pasillos de la escuela, todos estan con sus respectivos grupos de amigos y eso me hace sentir un poco fuera de lugar, pero la presencia de Brenda indicandome muchas cosas y haciéndome saber que siempre estaría ahí para mi, me reconforta un poco.

El lugar se llamado "Happy sun", un nombre muy raro para mi gusto y está que revienta de lo lleno que está.

al atravesar la entrada tengo una extraña sensación de estar siendo observada, es algo difícil de explicar, pero siento como los ojos de alguien se posan encima de nosotras, recorro con mi mirada el lugar buscando al causante de dicha sensación, hasta que mis ojos se topan con un chico que viste una sudadera roja, su capucha le cubre la cabeza y parte de su rostro, no alcanzo a detallarlo muy bien porque Brenda me arrastra por todo el lugar, pero por la mirada de Brenda y lo apretada que tenía su mandíbula, creo que ella sabe quien es a la perfección.

—¿Quién es ese? ¿Acaso es amigo tuyo? —le cuestiono para romper la tención que que recorre todo su cuerpo. Es la primera vez desde que la conozco que la veo seria y es extraño mirarla y que no sonría.

—Él es el hermano de Angie, se llama Collins y digamos que me incomoda que nos vea de esa forma —me informa y yo volteo de nuevo para mirar al tipo que aún nos observaba—. No me da buena espina, nunca me la ha dado —susurra mientras ella también lo mira—. Él es uno de los chico malo de la universidad, nada se sabe sin que pase primero por él —pronuncia con cautela y esa última frase me no me gusta para nada—. Aunque debo admitir que me sigue pareciendo guapo —agrega en tono picaron y no es difícil adivinar que a Brenda le gustan los chicos problemas.

A mí no, no necesito a un chico husmeando en mis asunto, eso no es posible cuando se guarda un secreto como el mío.

—Bueno, pero ya olvídate de él —pronuncio alejándonos de la mirada del desconocido—. Vinimos a divertirnos. ¿Acaso no era así? —acto seguido la tomo de la mano y la llevo a un juego de baile que se encuentra cerca de nosotras.

No puedo negar que me encanta bailar y la verdad lo echo de menos.

Aprovecho que lo acaban de desocupar y deposito en el juego varias de las monedas que la misma brenda me obsequió cuando las adquirió en la entrada.

Mi compañera se coloca en frente mío y la ronda comienza, los movimientos sensuales y específicos de Brenda me sorprenden, nunca pensé que bailarina así de bien, pero ella no sabía en lo que se estaba metiendo

Curvo una sonrisa en mi boca cuando su turno termina y con su mano me hace una señal retadora, camino segura como lo hago en el escenario y comienzo a moverme con destreza, muevo mi cuerpo al ritmo de Just Dance de Lady Gaga que retumbaba por casi todo el lugar y la gente al verme bailar se empieza a amontonar al rededor de nosotra.

La competencia cada vez es interesante y por la manera que las dos nos debatimos en duelo cada vez más se torna reñida. No puedo negar lo sorprendida que estoy de Brenda, pero soy una persona a la que le gusta ganar y sobretodo me gusta lucirme cuando hay bastante público.

Creo que esto está llegando demasiado lejos y ya es hora de darle punto final, me impulso un poco hacia atrás y utilizo como estocada final un paso que siempre uso en mis presentaciones, es el que simplemente me identifica y como yo lo he llamado en varias ocasiones es mi sello personal.

tomo un poco más de impulso y me lanzo para dar una voltereta, en vez de caer de pie caígo en un split perfecto y por la euforia de todos los espectadores junto a sus aplausos soy consiente de que le he ganado. Siempre lo hago.

Brenda me hace una venia exagerada y también comienza a aplaudir junto a los demás, he hecho todo lo contrario de lo que debía hacer, pero ya no hay vuelta atrás.

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