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Una gran idea

Es mi primer día en la fraternidad y estoy muy emocionada, la casa en donde está ubicada se compone de dos plantas, es muy enorme en lo que se alcanza a ver

y de un color rosa que se me antoja extravagante, cualquiera pensaría que de ahora en adelante iba a vivir en una réplica de la casa de Barbie era imposible no pensarlo al observar el lugar.

En el jardín de la casa, nos espera una chica de piel oscura y su melena es tan enorme como la de un León, su complexión atlética y los rasgos finos de su rostro demuestran lo hermosa que es, agita sus manos en forma de saludo mientras sonríe excesivamente, se nota que es enérgica y muy carismática, amplia más su sonrisa en cuanto me acerco junto a las otras dos chicas que me acompañan y ella también camina hacia nosotras para saludarnos.

—Las estábamos esperando, mucho gusto mi nombre es Brenda —se presenta mientras nos tiende la mano—. ¡¡BIENVENIDAS!! —exclama ella con mucha efusividad mientras nos planta un beso en la mejilla a una por una.

Abre la boca para decir algo más, pero en ese momento sale por la puerta una chica de piel muy pálida llena de pecas, su largo cabello de color rojo le llega hasta la cintura y por su cara de amargada se nota que no es una persona de muchos amigos. Desliza sus ojos hacia nosotras y en cuanto nos ve, arruga su cara en una mueca de desagrado, llega hasta donde está parada Brenda y le susurra algo en el oído, la chica de piel oscura apaga su sonrisa y adopta una postura más seria cuando esta le habla. La chica peliroja se gira para mirarnos de nuevo y comienza a gritar:

—¡Qué tal, novatas! —no puedo evitar encogerme un poco por el tono firme que utiliza—. Mi nombre es Angie Pierce y yo soy la encargada de que las reglas se cumplan en este lugar —nos informa—, si no las llegan a cumplir como se debe. ¡Se largan!

Su voz de mando me hace recordar a la que usan en el ejército. Solo que la de ella es chillona, desagradable e irritante.

—Solo tienen tres oportunidades y hay que seguir las reglas al pie de la letra —sigue hablando mientras alterna su mirada entre nosotras—. Todas deben ayudar en la fraternidad en lo más mínimo que se les pida —se planta frente a mi y me escruta con su fria mirada, logrando hacer que me sienta incómoda pero se la sostengo—. Ahora las colocaré al tanto de las actividades que llevarán acabo este mes.

Se gira sobre sus talones dándonos la espalda y nos hace una señal para que la sigamos.

—En un mes haremos una fiesta de bienvenida —habla mientras camina—, en estas fiestas recolectamos dinero para así tener ingresos extra para mantener a nuestra fraternidad, como se habrán dado cuenta la mayoría de las chicas que viven aquí son becadas y deben mantenerse de alguna manera, nuestro éxito depende de qué tan grandiosa sea la dichosa fiesta y para eso necesitamos una temática nueva cada año —se detiene en el umbral de la puerta y se gira para volvernos a mirar—. Así que entren, instalense y las esperaremos en la sala de estar donde todas estaremos reunidas para así establecer que temática usaremos y la tarea que nos corresponde a cada una de nosotras, no siéndo más adelante —acto seguido la chica nos habré la puerta y se hace a un lado para que podamos ingresar.

Entramos algo tímidas, pero cuando vemos el interior del lugar todas quedamos impresionadas, la decoración de la casa es una combinación entre lo moderno y lo antiguo, todo está pulcramente organizado y a pesar de haber estado en muchos lugares más elegantes que este, el color extravagante de las paredes abruma a cualquiera.

Las paredes son una combinación entre color morado y fuccia, y el papel tapiz con estampado de flores verde menta le da un toque de originalidad, los muebles estan forrados en cuero de color rosa y en el centro hay una mesa de vidrio que le hace juego, en las paredes hay muchos cuadros de las generaciones antiguas de la fraternidad y en el fondo se encuentra una pared repleta con fotos de chicas muy hermosas que al parecer han sido las encargadas de dirigir la fraternidad en tiempos anteriores.

Camino llena de curiosidad hasta el lugar que se encuentra el último cuadro y  paso mis dedos sobre el borde, tiene el año dos mil veintiuno grabado en la parte baja del marco y estoy tan concentrada detallando la foto que no me doy cuenta que a mi lado hay alguien observándome hasta que habla.

—¿Qué haces aquí, novata?— sus palabras me sobresaltan un poco haciendo que retire mi mano del marco como si hubiese tocado algo prohibido.

—Yo...solo...estaba viendo —pronuncio nerviosa reacomodandome los lentes que ahora hacen parte de mi nuevo look de nerd—. Lo siento mucho, no sabia que no se podía estar en esta zona. —me disculpo avergonzada y la chica no deja de mirarme en ningún momento.

—¿Cuál es tu nombre novata? —me pregunta la chica rubia, mientras me escruta más a fondo con su mirada, expectante a la espera de una respuesta.

—Lluvia...Lluvia Thomson. —le respondo, no suelo sentirme intimidada por nadie, siempre me he caracterizado por ser una persona muy difícil de intimidar, pero no sé por qué en este lugar me siento incómoda.

Debe ser porque esto es totalmente nuevo para mí y después de cinco años de no haber pisado una escuela, me resulta extraño estar rodeada de chicas que no están acosandome todo el tiempo para que les dé un autógrafo. Así se siente de nuevo ser libre.

—Que nombre tan inusual —pronuncia enarcando una de sus cejas—. Se nota  que no es de por aquí —agrega y yo no digo nada—. El mío es Amber Duccane —me estira su mano para presentarse y yo la acepto algo desconfiada, no conozco a nadie aquí, así que no me fío de nadie.

—Si, mis padres son extranjeros y ese nombre es del lugar de donde ellos provienen —suelto algo incómoda, no me gusta hablar mucho de mi nombre y como llevo años sin usarlo se me hace extraño que alguien más lo pronuncie, ya me he acostumbrado a que solo me llamen L-J.

—Bueno Lluvia. ¡Bienvenida! —pronuncia palmeandome uno de mis hombros—. Soy la líder de la fraternidad, si se te ofrece algo sabes que cuentas conmigo —responde Amber y me dedica una sonrisa mostrando sus dientes perfectos, corrijo toda ella es perfecta.

Me vuelve a mirar de arriba a bajo detallando cada facción de mi rostro y yo por mi parte bajé un poco mi cabeza, no me puedo arriesgar que alguien me reconozca en el día número uno de mi estadía en la fraternidad—. Bueno,  tendremos una reunión muy importante, instalate y baja de inmediato —me ordena y se da media vuelta antes que pueda yo replicar algo.

Subo por las escaleras y miro las llaves que me dio Brenda al entrar, mi habitación es la número doscientos cinco y al ingresar me sorprendo al ver a Brenda sentada en una de las camas, ella me recibe con una cálida sonrisa, se levanta de su cama y me da uno de esos abrazos que te quitan el aire.

—Soy tu compañera de habitación, ¿cual es tu nombre?—al escuchar esa pregunta quise colocar mis ojos en blanco, pero solo respiro hondo y me contengo, le dedico mi mejor sonrisa y le respondo con toda la amabilidad posible.

—Lluvia Thomson.

—Que nombre tan hermoso —dice con exageración—. Me encanta —chilla y arrugo un poco el rostro al escuchar su escandalosa voz—. se nota que no es de por aquí —otra que dice lo mismo—, pero no te preocupes, hay varias chicas que también tienen otro origen —se encoge de hombros y sinceramente me importa poco si hay gente de otras partes.

—¿Vas a bajar a la reunión?— le pregunto para cambiar de tema, no me gusta que indagauen mucho sobre el origen de mi nombre, no quiero decir algo inapropiado que delate mi identidad.

—Por supuesto —me asegura—. Si llegara a faltar, Amber me mataría —dice soltando una risita que se me antoja fastidiosa.

Brenda me observa de nuevo, pero esta vez me mira como si yo fuera un descubrimiento de una nueva especie y dice:

—¿Sabes algo? —entorna un poco sus ojos y su mirada me incomoda tanto que tengo que desviar la mia—. Tu rostro se me hace un poco conocido, ahora que te puedo ver más de cerca me parece que te he visto antes —dice y mis nervios comienzan a acentuarse en mi estómago.

—No lo creo —me apresuro a decir y me obligo a sonar calmada, aunque estoy que me reviento de los nervios—. Jamás en la vida te había visto, a menos que seas de Nueva York —agrego y al ella escuchar esto, me vuelve a abrazar y da un grito tan ensordecedor que me toca empujarla para que me deje en paz.

—Yo también soy de Nueva York, algo me dice que tú y yo seremos buenas amigas. —responde dando brinquitos emocionada.

Su actitud se asemeja a la de una niña de seis años, pero quien soy yo para juzgarla, me agrada a pesar que ser muy ruidosa.

—A lo mejor, pero si quieres que nuestra amistad comience a dar frutos, mejor bajemos. No quiero que Amber me maté en mi primer día aquí, por llegar tarde —le digo y las dos reimos.

(***)

Después de un rato, nos reunimos todas en la sala, Amber se encuentra en el medio hablando sobre la fiesta, claramente aún no tiene idea de que temática utilizar, se pasea de un lugar a otro mientras se lleva sus manos a la cabeza en señal de frustración, luego nos mira achicando sus ojos y nos dice:

—No soy la única que debe pensar en lo que debemos hacer, ¿alguien tiene alguna idea? —inquiere y en su mirada denota angustia.

Ya nos explicaron la importancia de estos eventos y se me quedo callada no podré contribuir con nada, sé que debo ser prácticamente como un fantasma, pero de que me sirve estar aquí si no puedo ser de utilidad.

En ese momento y de forma involuntaria levanto mi mando, de inmediato todas posan sus ojos en mi y juro que nunca en la vida me había sentido tan incómoda como en estos momentos, pero dejo eso de lado y procedo a hablar.

—Qué tal si hacemos una fiesta con temática latína, con música, comida y de cuanta decoración se nos ocurra —un silencio sepulcral inundaba toda la sala, eso me hacía sentir aún más incómoda de lo que ya estaba.

Todas voltearon a la dirección en donde se encontraba Amber, ella me mira un poco indecisa, pero de igual manera me pregunta.

—¿Cómo seria la temática de esa fiesta? —,entorna sus ojos—. Es un territorio desconocido para nosotras, aunque creo que debemos experimentar con cosas nuevas.

—En realidad no es muy difícil —me encojo de himbros—. Mis padres son de orígen latino y a lo largo de estos años he aprendido mucho de su cultura —digo entusiasmada sintiéndome ahora muy segura.

Toda la sala se vuelve a quedar en silencio y luego de unos segundos, alguien en el fondo lo rompe.

—Pues a mi no me parece buena idea —pronuncian—. Me parece arriesgado, a la gente no le gusta lo desconocido —camino hacia esa dirección y me doy cuenta que es Angie a la que habla.

Simplemente no le gusta mi idea y es respetable, pero no veo que nadie más aporte ninguna idea así que decido insistir.

—Si, pero también se aburren fácilmente si no les das algo nuevo —replico—. Como dice ese viejo refrán "Si no arriesgas, no tienes nada" —Amber nos mira ha ambas que estamos que nos matamos con la mirada e intervino de inmediato para que no se cree ningún  conflicto.

—Pues de cierta forma es verdad lo que dice Angie —apoya a la peliroja y esta sonríe comolacida—, pero esta vez decido arriesgarme con la idea que a tenido Lluvia. —agrega y todos los rasgos del rostro de Angie se endurecen.

Abre su boca para protestar algo, pero antes de que pueda hacerlo. Amber se le adelanta.

—Entonces ya está decidido —confirma—. Aunque Lluvia es un miembro nuevo, será una de la tres organizadoras principales que estarán a cargo —me mira sonriendo—.  Las otras dos seremos Brenda y por supuesto yo —informa—, así que como ella es la que ha tenido la idea, a ella le preguntaremos cada uno de los detalles para que todo sal salga bien —finaliza y todas se comienzan a dirigir a sus respectivas habitaciones.

Me quedo por un momento en el lugar en que estoy esperando a que el tumulto de chicas se disipe y noto que Angie tampoco se ha movido, cuando la sala queda casi vacía ella comienza a dirigir sus pasos hacia mi y por el fuego que destila su mirada sé que no me espera nada bueno.

—Felicidades novata —pronuncia entre dientes—. Has logrado en menos de dos hora, lo que yo no he podido lograr en cuatro semestres — espeta sin dejar de verme—, quédar a cargo de un evento importante en tan poco tiempo es mucha responsabilidad para una chica que no sabe como funcionan las cosas en este lugar —se acerca más a mi hasta quedar a la altura de mi oído—. Yo que tú me cuido la espalda —susurra en forma de amenaza, se gira sobre sus talones y se marcha.

Brenda toca uno de mis hombros y me saca de mi ensimismamiento.

—No te lo tomes personal —susurra—. Estar amargada es su estado natural, en realidad toda su familia también lo son —se encoge de hombros—. Su hermano también estudia aquí, solo que él no se junta con nadie —me informa—. He escuchado que sus padres son amigos del decano y por eso los dos tuvieron tanta suerte de ingresar el mismo año. ¿Qué coincidencia no? —pronuncia y en su tono de voz se nota la indignación—. Además, no sé como su hermano ha permanecido tanto tiempo en este lugar después de haber causado tantos desastres, pero supongo que el dinero lo compra todo y no se puede negar que de cierta forma él es un chico guapo.

Puedo notar como sus mejillas se ruborizan al pronunciar lo último y cierto brillo ilumina sus ojos de color café, abro mi boca para fastidiarla, pero ella parece darse cuenta de mis intenciones y se adelanta a decir:

—¿Por qué mejor no vamos a dar un recorrido por el campus? Te hará bien y te prometo ser la mejor guía del mundo —alza su mano en señal de juramento y me toma de uno de mis brazos para luego sacarme casi a rastra de la casa.

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