Ya comienzan las clases parte 2
Mis ojos viajan por todo el lugar y noto en el público al mismo chico que nos ha observado a mi compañera y a mi desde que entramos, sus ojos verdes profundo me taladran inquisitivos y por más que trato de ignorarlo mientras paso entre el gentío que aún sigue alagandome no puedo dejar de mirarlo a él también. Tanto mi amiga como yo le pasamos por al lado y así tengo más oportunidad de detallarlo mejor, ya no lleva la capucha que ocultaba su rostro y debo admitir que Brenda no mentía al decir que el tipo es condenadamente guapo.
Su cabello castaño le cae hacía un lado y sus rasgos finos son muy parecido a los de Angie, sus ojos verde parecen que te quieren desnudar el alma en cuanto te mira, pero yo soy inmune a ese tipo de encantos. Mirarlo es como observar a la versión masculina de su hermana, solo que a diferencia del cabello rojizo de su ella, el de él es más oscuro.
Su mirada no transmite sorpresa, ni ningún sentimiento si me lo preguntan, es como si me conociera de mucho, es como si supiera quien soy verdaderamente.
El miedo a ser descubierta me eriza la piel y no soy capaz de soportar más su mirada encima de mi, bajo mi vista al suelo de inmediato y le pido a Brenda que salganos de inmediato de ese lugar.
No quiero que ella se de cuenta de lo nerviosa que estoy, así que lo trato de disimular diciéndole que mejor nos vayamos a la playa, la tomo de la mano y la saco de entre el tumulto de gente casi a rastras.
Caminamos hasta la playa que en realidad no queda muy lejos y cuando llegamos compruebo que es verdad lo que Brenda ha dicho sobre que el lugar se ve mejor de noche, las estrellas iluminan el cielo y la luna se refleja en el mar dándole una imagen encantadora e hipnótica al sitio, el océano está tranquilo y solo observarlo me transmite una inmensa paz, pero también unas ganas gigantes de sumergirme en él.
Sin perder el tiempo me comienzo a quitar la ropa hasta quedar solo en mi diminuta ropa interior, Brenda me mira un poco desconcertada y al ver mis intenciones ella también decide unirse a mi locura.
Las dos corremos como locas y nos sumergimos en el mar como solo dos niñas lo harían, el agua está un poco fría pero después de estar un rato en ella se torna tibia, me relajo por completo olvidando toda la tención que había vivido hace algunos momentos.
—Creo que es hora de irnos —murmura Brenda y me jala del brazo para salir—. No quiero pescar un resfriado—. Se queja y tiene toda la razón, la temperatura a bajado un poco y el frío me hace tiritar.
Al casi salir del agua, ambas nos damos cuenta que hay un grupo de chicos reunidos haciendo una especie de iniciación, Brenda maldice por lo bajo mientras se agacha un poco y por me obliga a agacharme junto a ella.
—¿Quienes son? —inquieto algo curiosa y Brenda coloca su dedonindice en sus labios en señal de que no hable tan alto.
—Son los chicos de la fraternidad de al lado de la nuestra —me informa—. Hoy es el ritual para los iniciados, que a mi parecer es muy tonto y arriesgado —mira fijamente hacia el frente—, hacen que primero los chicos se embriaguen hasta casi no poder caminar y luego los tiran a nadar veinte metros, el que lo logre ir y después volver a la orilla sin ser salvado está dentro —agrega y en realidad si es muy peligroso.
Me quedo en silencio observando el ritual y a lo contrario de Brenda que se ve muy preocupada a mi me parece muy entretenido, en varias ocaciones debo taparme la boca para no soltar carcajadas, muy a pesar de que siento que se me está congelando el trasero no quiero salir y perderme nada.
De un momento a otro me comienza a invadir una sensación muy similar a la que había sentido en el arcade de juegos cuando Collins nos observaba, giro mi cabeza para cerciorarme de que no haya nadie en el mismo sitio a parte de nosotras husmeando, pero mi sorpresa es grande cuando veo a un chico cruzado de brazos, parado en la orilla de la playa observando a nuestra dirección.
El chico está descamisado, dejando ver toda su musculatura a plenitud, su abdomen marcado junto a toda su fisionomía angelical me dejan perpleja, mi cuerpo tiembla por unos breves momentos y no sé si es por el frío glacial que hace o por la gélida mirada que el chico rubio nos dedica.
Llama la atención del grupo de chicos que intentan embriagarse y Brenda se pega a mi cuerpo tomándome como de una especie de escudo protector.
—¡Carajo...! —maldice bajo y no me gusta para nada la actitud que ella está tomando—. Digan lo que digan, tú solo ignoralos —me aconseja mientras las dos comenzamos a salir del agua.
Se escuchan murmullos y comentarios morbosos, pero hago caso omiso así como hace pocos minutos mi amiga me lo recomendó.
—Vaya, vaya. Mira lo que el mar dejó salir —pronuncia con seguridad y el sonido áspero de su voz hace que mi piel se erice—. A una hermosa sirena y a un monstruo marino. —agrega el sin quitarme la vista de encima y al ver la manera tan cínica como me mira puedo notar que eso último fue dirigido hacia mi.
Todo el frío que antes había en mi cuerpo desaparece y en su lugar ahora es invadido por la cálida sensación que deja la ira al hacer hervir mi sangre.
— ¿Y tú quién putas te estás creyendo para llamarme monstruo? —le cuestiono furibunda mientras mi amiga me jala del brazo para que no diga nada más, pero todo eso es inútil—. Ni que tu fueras la última coca-cola del desierto. —espeto con dureza y todos a los chicos que lo acompañan comienzan a burlarse.
Él chico de rostro angelical, pero con mirada de demonio frunce sus cejas y levanta la comisura de sus labios en una sonrisa divertida.
—¿Creo que tú no estás en posición para ofender? —me mira de arriba a bajo, haciéndome recordar mi desnudez.
Rápidamente con mi mirada busco la ropa que dejamos aquí y maldigo mentalmente al caer en cuenta en el significado de las palabras del chico troglodita.
—Si no me equivoco esta ropa que tengo en mis manos. ¿Es suya, no? —dice este con una sonrisa victoriosa.
—Nada bueno se puede esperar de un tipo tan hijo de puta como tú .—gruño llena de ira, miro a Brenda para que me respalde, pero ella está tan intimidada por verse expuesta ante tantos chicos, que opta mejor por quedarse callada para no resaltar tanto.
—Pero que boca tan sucia tienes —dice con diversión mientras sonríe ampliamente y tengo que darme varias cachetadas mentales para no sucumbir ante sus encantos.
El maldito es guapo, pero no lo suficiente para hacerme caer.
—Ya deja de ser tan hijo de perra y devuelve nos lo que nos pertenece —chillo indignada al notar como disfruta humillarnos a Brenda y a mi delante de sus amigos.
Camino hacia él zafando mi brazo del agarre de mi amiga que intenta impedir que cometa una locura, pero ya es demaciado tarde, acorto la poca distancia que nos separa y en cuestión de segundos, mi mano sale disparada a su rostro acertandole en una bofetada haciendo que se gire.
Expresiones de asombros se escuchan después del sonido de mi mano impactando su cara y a pesar de estar a oscura puedo ver su expresión furiosa.
—Pues ahora si comprobarás cuán hijo de puta puedo ser. —acto seguido comienza a caminar en dirección contraria a la mía y todos los chicos que se encuentran en la escena lo siguen, pero antes de alejarse más de nosotras, se da la vuelta y se dirige a Brenda—. Para que veas que soy compasivo te dejo tu ropa, tu si sabes cuando es mejor cerrar la boca. —le lanza la ropa de Brenda y esta se comienza a vestir de inmediato.
—¿Y la mía qué?— le reclamo —. No creo que te sirva de nada, creo que no es de tu talla. —le digo en un tono burlón.
Él solo se limita a sonreír y se retira del lugar llevándose mi ropa entre sus manos.
Menudo hijo de perra...
—Ten —me tiende Brenda el suéter ancho que traía puesto por encima de su ropa.
Ella se queda con un short y su blusa de tirantes, mientras que yo me coloco el suéter que es lo suficientemente largo para hacerlo pasar por un vestido.
—De verdad tienes instintos suicidas. —me dice mientras me dedicaba una mirada de lástima.
Brenda estuvo ahí y no fue capaz de respaldarme, solo se quedó petrificada mientras yo daba la cara por defendernos a las dos, debería estar furiosa con ella, pero de cierta manera todo este tiempo, ella ha sido buena conmigo.
—¿Porque dices eso? —le respondí alzando mis cejas con algo de molestia—. ¿Por tratar de defenderme de un imbecil que de seguro se le diluyó el cerebro de tanto alcohol que ha ingerido? —agrego con sarcasmo y ella se ríe.
—De verdad sigues teniendo las espectativas bien —murmura con socarronería mientras comenzamos a caminar y recuerdo que dijo esas mías palabras cuando me comía con la mirada al chico que espiaba por la ventana.
Lástima que resultó ser todo un patán.
—Resulta que acabas de tirarte de enemigo nada más y nada menos que a Leiner Baxton, el líder de la fraternidad K-PA
Z Nu, el chico más popular de la universidad —enarco una ceja como diciendo "y a mi que", pero ella sigue hablando—, si alguien quiere la aprobación de algo, ¿por donde crees que primero todo tiene que pasar? —agrega y yo coloco mis ojos en blanco—. Por él, Lluvia, digamos que él es como un jodido Dios griego y la universidad es su olimpo —compara y me parece chistoso como le dan tanta importancia a un idiota como lo es él.
—¡Ja...! Ahora si que le vamos a hacer con mismísimo zeus reencarnado. —bufo levantando las manos y ella vuelve a reir.
—Lo mejor sería mantenerte alejada de él —puntualiza aún creyendo que el tipo me interesa—. Toda la que pasa por sus manos, termina lastimada, pues eso es lo que se dice —agrega.
—Créeme, no tengo ni el más mínimo interés —digo hastiada.
—Tal vez tú no, pero él sí en ti —pronuncia, dejándome desconcertada—. ¿No has escuchado del código de elección que utilizan los de esa fraternidad para elegir a su próxima víctima? —inquiere, pero yo quedo más perdida que antes—. Te falta aprender mucho cariño y si no lo haces pronto te comerán viva —agrega mientras llegamos a la parada del autobús, menos mal y al estupido troglodita subdesarrollado se le ocurrió regresarle la ropa a mi amiga.
—¡Habla ya de una mantita vez! —digo algo exasperada y ella ni se inmuta por mi actitud.
—El código consiste en que cuando alguno de ellos dice que eres fea, es porque en realidad está interesado en tí —me explica, pero quedo peor que antes.
Brenda coloca sus ojos en blanco y ahora la que está a punto de perder la paciencia es ella.
—Eso es una forma secreta de hacerle saber a los demás que tu ya estás apartada para él.
—¡¿Qué?! —chillo indignada—. Yo no soy el trofeo de nadie —agrego sumamente molesta y Brenda sonríe.
—Pues ahora si lo eres —agrega y las dos subimos al autobús cuando este se detiene frente de nosotras.
Cuando llegamos a la fraternidad en el jardín delantero se encuentra Angie con un grupo de chicas charlando, al ver todas el aspecto que traemos, de inmediato van a nuestro encuentro.
—¿Pero que les pasó? ¿Acaso las robaron? —inquiere burlona, pero lo disimula con su fingida expresión de pesar—. Pero al parecer solo fue a ti Lluvia, en realidad te hicieron un favor al llevarse esa ropa tan horrible que tenías puesta. —agrega sin ocultar lo feliz que está por lo sucedido.
Es evidente que está disfrutando de mi desgracia.
—Creo que en vez de burlarte deberías ayudar más Angie —escucho como Amber la regaña—. Ese es un valor que compartimos todos los miembros de esta fraternidad. —agrega no solo refiriéndose a ella.
Angie asiente y me tiende de mala gana, la manta que mantenía sobre sus hombros, se acerca para posarla sobre mis hombros y aprovecha su cercanía para decirme:
—Ya estas empezando ha agotar mi paciencia novata, mejor hazte a un lado y no me estorbes. —se retira con cuidado mientras finge una sonrisa y no cabe duda que el lugar en donde me he metido, es un nido de víboras y de gente loca.