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Capitulo 03

CAPITULO 03

Falso.

Esa palabra hacía eco en la conciencia del Rey Jonathan. Había engañado a su hijo haciéndole creer que su amada novia había muerto, lo cierto es que ni siquiera habían dado con su paradero, pero necesitaban sacar a Darién lo más pronto posible de ese peligroso lugar, por lo que su consejero principal Fierth le dió la idea de engañarlo, de esa forma libraría también a Darién de la idea de seguir junto a esa mujer y detener su vida buscándola.

— Sabe que es curioso mi Rey, que el chico se enamoró de una mujer de orígenes tan humildes como usted de su ex esposa, él estaba dispuesto a arriesgar su vida por ella como usted una vez lo estuvo de esa mujer ¿Quién mejor persona para entender los sentimientos del príncipe Darién que usted mismo? Entonces. ¿Por qué ha sido tan cruel con el pobre niño?

— ¿De que me sirvió amarla y haberla elegido? Mírame ahora, mira como termine. Amo a mi hijo y no quiero que acabé igual.

— Si, pero entre los dos amas más al príncipe adoptivo Tevyan. Todos saben que su favor está con él y probablemente Darién le guarde muchos rencores por eso y ahora con lo que pasó quizá sospechara toda su vida que usted tuvo algo que ver con "la muerte" de esa mujer.

El Rey Jonathan sabía que su segundo consejero Tomy, tenía razón. Pero no había vuelta atrás, tampoco había mucho que podía hacer al respecto, solo quería que Darién tenga la digna y correcta vida de príncipe heredero sin desviarse de las leyes a como él lo hizo en el pasado. Era una torcida forma de protegerlo, el Rey lo sabía, pero no le interesaba ser odiado por su hijo si en el futuro se volvía alguien fuerte, capaz y mejor que él.

Sin darse cuenta estaba buscando la forma de corregir los errores que el tuvo en su pasado a través de su hijo Darién.

Veinticuatro horas después.

La noche del siguiente día, el príncipe heredero Darién despertó. Se vió acostado en la cama de su habitación en el castillo principal, estaba limpio y usando una pijama de dos piezas color azul oscuro.

Darién se sentía agotado aún, su cabeza dolía demasiado y estaba procesando lo que había sucedido y lo que había visto antes de terminar en esa habitación dormido.

Lo recordó todo.

Darién volvió a recostarse en la cama viéndo fijamente la decoración del techo sobre él, extendió su mano frente a su rostro observando el anillo que llevaba puesto, un anillo sencillo de plata el cual su novia Ginelly le había obsequiado.

— Muerta… -Susurro Darién.

El profundo silencio de la habitación esa noche lo hacía sentir escalofríos y su dura realidad poco a poco comenzaba atrevesar su corazón como una profunda daga en su pecho.

El agobiante dolor se volvía a hacer presente al igual que las lágrimas en las comisuras de los bellos ojos azul marino del príncipe. Las preguntas llenaban su cabeza una tras otra, no tenía más que dudas y necesidad de respuestas claras.

Pero pensó que nada podía ser más claro que el cuerpo que había visto frente a sus ojos de su amada Gini tan lastimado y ensangrentado.

Las lágrimas aumentaban y Darién comenzaba a sentirse tan mal que en un momento solo se inclino al borde de la cama vomitando; Al escuchar el sonido tras la puerta, el guardia alertó del príncipe heredero. Pocos minutos después, ya había llegado el Rey Jonathan junto al médico Real, un señor mayor bastante canoso y de una barba corta y bien cuidada cuyos ojos verdes limón eran de un tono bastantes claro, el médico llamado Harry se acercó de inmediato a la cama en la que se encontraba sentado el príncipe Darién mientras apoyando su espalda a las gruesas y grandes almohadas glamurosa mente adornadas.

Unos minutos después, luego de realizar una revisión cuidadosa en el cuerpo del príncipe heredero, el médico con una seria expresión dijo que no se trataba de nada grave más que el impacto de la noticia y sus recuerdos.

— Es normal que una persona reaccioné así o de distintas maneras peores cuando se pierde a un ser querido — Comentaba Harry al Rey Jonathan en privado.

— ¿No hay ningún problema con su salud? — Preguntó preocupado Jonathan.

— No lo hay su majestad, el príncipe heredero se pondrá mejor, solo debe asegurarse que coma sus comidas y meriendas sin saltarse ninguna y que no se quede en cama todo el día, es fácil caer en depresión cuando se pasa por el duelo de perder a un ser amado.

Jonathan odiaba a los médicos, tuvo que ver a muchos de ellos durante toda su vida por sus conductas adolescentes y sus depresiones. Odiaba la sola idea de que Darién pase lo mismo que él, sufriendo por una mujer.

Una mujer que Jonathan consideraba que no valía absolutamente nada.

Los días comenzaron a transcurrir y Jonathan no solo envío vigilantes las veinticuatro horas durante todos los días a Darién, si no también a algunos que ayudarían y se asegurarían que Darién recuperará su vida poco a poco, enviando también al psiquiatra del Linaje Real a visitarlo dos veces por semana.

Así transcurrieron los primeros dos meses, después de la "muerte" de Gini en la vida de Darién, hasta que el castillo de él estuvo apto y seguro para que lo vuelva a habitar.

— Me iré mañana.

— No quiero que te vayas, me preocupa tu salud. — Dijo el Rey Jonathan durante la cena familiar.

— ¡Ja! ¿Ahora te preocupas? Nunca lo hiciste antes cuando más te necesitaba en mi vida.

Jonathan guardo silencio.

Tevyan quien había llegado de visita al castillo principal para ver a su querido padre observaba en silencio la tensa conversación mientras comía su postre.

Una vez la cena termino, Tevy se acercó a Darién antes de marcharse.

— Escuché que la familia de ella no quiso recibirte en su funeral, lamento que hayas tenido que pasar por algo así. Pudiste imponerte o castigarlos al tratar al príncipe de esa forma.

Darién quien odiaba a Tevyan ni siquiera volvió a verlo a los ojos y solo se reía, una risa odiosa.

— ¡Tu no sabes nada! ¿Lamentas? Tu no lamentas nada. No finjas ser una buena persona conmigo ¡Te conozco! No eres más que un falso y maldito aprovechado.

Tevy sonrió ante el enojo de Darién y simplemente siguió su camino.

— Iré a pasar tiempo con papá. — Dijo mientras se iba.

Darién frunció el ceño y se fue molesto.

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