Capitulo 02
CAPITULO 02
Darién aprovechó la explosión y el pequeño momento de distracción de sus soldados para lograr librarse del agarré de ellos. Una vez lograda la azaña, el joven príncipe rubio le quitó el arma a uno de ellos.
— ¡No me sigan! ¡Si lo hacen disparo! — Dijo atrevidamente el joven príncipe apuntando a su brazo izquierdo con el arma.
Todos entraron en pánico.
Sabían que una pequeña herida en el cuerpo del príncipe heredero sería suficiente para sentenciar sus vidas, ellos no estaban dispuestos a arriesgar, así que se quedaron inmóviles viendo como el joven príncipe seguía amenazando con su bienestar físico.
Fue cuando una voz resonó desdé atrás del príncipe.
Caminaba lentamente hacía ellos mientras hablaba con una voz tranquila y suave, pero a la vez muy segura.
— No es necesario que se vaya a meter en medio de esos disparos y bombardeos su alteza. Ya hemos encontrado a su novia, la joven señorita Ginelly. Venga conmigo y podrá verla.
Darién veía al hombre alto y musculoso, vestido cuidadosamente con el uniforme representativo de la orden privada del Rey Jonathan. Reconoció de inmediato que ese soldado de cabello rubio tan claro que casi parecería blanco y ojos marrones, era uno de los consejeros más cercanos a su padre.
"Si se trata de ese hombre, probablemente no mienta" Pensó el príncipe Darién.
Darién entrego el arma al soldado que pertenecía y se marchó calmadamente siguiendo al consejero Real.
…
Una vez llegaron frente al Rey Jonathan, este sin levantarse de su trono y con un rostro furioso hablo fríamente.
— ¿Por qué te quedaste ahí? ¡Debiste volver de inmediato! ¡Tu vida es prioridad! ¡Eres el príncipe heredero! ¿A caso pretendes renunciar a tus privilegios? ¿Quieres dejar de lado tu título? ¡No eres mi único candidato! Piensa más y no actúes por impulso Darién.
Darién estaba cansado de las charlas y quejas del Rey Jonathan. Sabía que para su padre el nunca daría la talla, nunca sería el candidato perfecto, por qué sabía que él prefería que el título de "príncipe heredero" fuera para su primer hijo adoptivo llamado "Tevyan" el cual acortaban de cariño a "Tevy" era el primer hijo de la madre de Darién, el cual tuvo por accidente con otro hombre antes de su matrimonio con el Rey Jonathan.
Jonathan aceptó no solo a una esposa así; si no que también se encariño a tal grado con el pequeño Tevy, que lo adoptó y le dio su apellido y título de "Príncipe Adoptivo" el Rey veía a ese niño como su primer hijo aunque no lo fuera biológicamente, por lo que cuando nació Darién, quien era su segundo hijo biológico con esa mujer (el primero fue niña) y tomaría el lugar de "príncipe heredero" se enojo muchísimo con su esposa, quien no acepto su petición de "abortar" al bebé ya que después del nacimiento de la princesa, no quería más hijos.
— ¡¿Dónde está Ginelly?! — Preguntó Darién sin siquiera responder a su padre.
No le importaban las preferencias de Jonathan con su primer hijo "Tevy" ni siquiera le interesaba escuchar las quejas y regaños de este. Todo lo que quería y todo lo que pensaba en ese momento era en su amada mujer.
"Ginelly…¡Tienes que estar bien! ¡Tienes que estar sana y salva!"
Eran esos los pensamientos desesperados y llenos de ansiedad del joven príncipe rubio.
El Rey Jonathan suspiro y viéndolo con una seria expresión se refirió de inmediato al tema.
— Tu novia ha muerto.
— ¿Que? — Preguntó de inmediato Darién pensando que había escuchado mal.
— Murió. Ella está muerta.
— N-no… Estás mintiéndo — Decía el joven príncipe tartamudeando — ¡No puede! No, no…no está…
En ese instante Darién sintió un frío recorrer todo su cuerpo, su mente estaba en blanco, no podía pensar en nada más "muerta" era la palabra que pasaba cientos de veces en su cabeza. Se le dificultaba tragar saliva, se le dificultaba incluso respirar bien, su cuerpo comenzaba a sudar fríamente y de pronto sintió una enorme debilidad en sus temblorosas piernas que lo hicieron perder el equilibrio.
Pero antes de que él pudiera caer al piso, el consejero Real, de aspecto rubio claro de ojos marrone presente, llamado Tomy sostuvo al príncipe ayudándolo a apoyarse en él.
Darién volvió su mirada a él.
— Quiero verla. — Dijo Darién con su temblorosa voz y con mucho esfuerzo.
— No lo harás. — Interrumpió de inmediato el Rey Jonathan — No quiero que veas como se encuentra, no debes tener esa horrible imagen como tú última memoria de ella.
— ¡Tengo que verla! ¡Cómo sabré si de verdad está…está…! ¡No puede ser! ¡Debe estar viva! ¡Nunca la quisiste para mí! ¡Me estás mintiéndo! ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde la enviaste?! ¡¿Que le hiciste?!
Darién gritaba desesperadamente con los bordes de sus ojos hinchados muy rojizos y sus lágrimas fluyendo sin parar.
— ¡Quiero verla! ¡Déjame verla! ¡Necesito hacerlo! Por favor…por…favor…
El consejero Tomy volvió a ver al Rey Jonathan asintiendo y el Rey suspiró.
— Primero Cálmate, es asquerosa la imágen desaliñada que estás presentando, eres el príncipe heredero ¡No seas tan patético! Solo fue una simple mujer del montón, mi hijo Tevy jamás reaccionaria de ese modo por tan poca cosa.
El consejero Tomy le entrego un pañuelo blanco al príncipe, haciendo una señal a uno de los soldados que resguardaba la entrada, el cual abrió la puerta e ingreso una sirvienta con una bandeja plateada en la cual llevaba agua y una pequeña caja negra y un sirviente con una silla en la cual sentaron a Darién.
Una vez tomó un poco de agua intentando calmarse; el consejero Tomy abrió la pequeña caja negra en la cual había un frasco de vidrio con cápsulas blancas. Le dió dos de ellas al príncipe quien lo veía dudosamente, sin embargo Jonathan le dijo fríamente "tómala o no la verás" en ese instante Darién las tomó sin siquiera pensarlo de más.
Todo estaba bien por unos minutos, el consejero Tomy lo ayudó apoyando uno de sus brazos en sus hombros y sosteniendo al príncipe de la cintura continuaron caminando por los pasillos hasta un salón no muy lejano.
Se abrió la puerta.
Ahí estaba Ginelly…
Aunque era más "Lo que quedaba de ella".
Darién se desmayo en ese instante.
No necesariamente por el susto o la fuerte impresión provocada por tan atroz escena sangrienta. Fue más causada por el medicamento que hace unos minutos atrás había ingerido.
— Debería dormir al menos unas veinticuatro horas su majestad, así que podemos encargarnos del problema en el castillo del príncipe y del falso cadáver.