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Lo que acababa de escuchar me parecía increíble, más después que hace unos instantes él estuvo conmigo, me siento mal ante todo esto, creo que yo soy la culpable de todo lo que está pasando, porque si yo no le hubiera dicho esas cosas, él no hubiera tomado, ahora no sé que hacer con esto, por poco lloro al saber que él estaba en un hospital y sinceramente lo único que quería en ese momento era largarme directo al hospital.
—¿Te pasa algo?—Alberto se preocupó—Isabella—chasqueó sus dedos frente a mi—te pregunté que ¿si te pasa algo?
—Si, tenemos que ir al hospital—lo miré directamente a sus ojos, estaba empezando a sentirme nerviosa, no me gustaban las enfermedades y entrar a un hospital me mataría de ansiedad, ahora peor ya que Harry era quien estaba ahí.
—¿Al hospital?—espetó—¿Qué se supone que vamos a hacer ahí? ¿te sientes enferma o que?
—No, en el camino te cuento—ambos salimos del lugar para dirigirnos hacia ese hospital.
Una vez más, como siempre dañando todas las cosas que me rodean, creo que estoy destinada a portar una mala suerte, las cosas no han cambiado en lo absoluto desde que estoy acá, se supone que tendría una mejor vida o eso era lo que creí desde un inicio, antes que me viniera a vivir, pero ahora todo es lo contrario, la realidad era como una pared de concreto la cual yo choqué con ella a gran velocidad.
Finamente llegamos al hospital, me dirigí a la recepción, habían personas saliendo y entrenado de ahí, algunos con muletas, sillas de rueda y otros vendados, definitivamente este lugar solo malas vibras me daba, había una chica con una vestimenta de enfermera, estaba con un computador tecleando algo, me dirigí hacia ella.
—Buenas noches, señorita, ¿en que le podemos servir?—preguntó con mucha amabilidad.
—Si, me podría decir si ¿acá ingreso un joven llamado Harry Lee?—crucé los dedos implorando a mis sentimientos que todo fuera una mentira o quizás una pesadilla.
—Así es, esta en el pasillo número dos, de ahí tienes que caminar hasta el fondo, arriba exactamente verás un rótulo que dice "UCI" lo único es que en ese lugar no te dejarán entrar, solo tienes que esperar el tiempo necesario para que te den información acerca de ese paciente.
—Gracias—fui donde Alberto, el se había quedado sentado en unas bancas que estaban algo cerca, lo que acaban de escuchar parecía la película de terror jamás antes vivida, quiere decir que él esta bastante grave.
—¿Lograste lo que querías?—Alberto preguntó, él aún no sabía lo que estaba pasando, estaba sentado, con sus codos puestos en sus rodillas, con una pequeña inclinación hacia adelante.
—Si, pero necesito que me acompañes...
—Ya dime una cosa, Isabella, ¿de que estamos hablando?—realmente se me hacía mala onda no haberle dicho, él se había ganado un poco de mi confianza.
—Se trata de mi Jefe, de Harry Lee; él está muy mal según lo que me dijo la enfermera, tuvo un accidente—por la manera que noté la expresión del rostro de Alberto me fue suficiente para deducir que estaba impactado por la noticia.
—¿Es en serio?—llevó sus manos a la boca—está bien, vámonos—Tomó mi mano y se dirigió adentro, al menos tenía una buena compañía como él, de lo contrario no se cómo le hubiera hecho para venir hasta este lugar, sola—¿te dijeron dónde está?—él seguía caminando, me llevaba del brazo como si se tratase de una niña perdida.
—Sí, me dijeron que estaba en la sala de UCI, no conozco bien este lugar porque nunca he venido—negué con la cabeza, no podía creer que aún con mi condición nunca habías venido a este lugar, prefería hacer mis cosas en mi casa.
—Bien, no te preocupes que yo sí conozco bien este lugarcito, tuve a un familiar accidentado como por un mes y de tanto venir al final terminé por aprenderme los pasillos de este hospital como la palma de mi mano—seguíamos caminando y me parece haber visto a unas personas en cama, quizás estaban en recuperación, de solo ver esas cosas hasta se me había revuelto el estómago.
—Espera un momento—me detuve en seco y pude sentir que todo se me estaba viniendo hacia el cuello—necesito un baño de inmediato—el pobre Alberto salió corriendo en busca de uno, a lo que lo estaba metiendo. Se fue y al poco tiempo regresó, yo ya estaba con las últimas, un poco más y vomitaba en la sala—creo que encontré uno—me guió hasta el, yo llevaba mi mano en mi boca, haciéndole presión—es acá—señaló, no hice esperar más y salí corriendo desesperada, frente al espejo había un lavábamos, no me dio tiempo de ir hasta el inodoro, así que tuve que vomitar en el propio lavamanos.
Al menos el haber sacado todo esto que llevaba dentro me servía para sentirme mejor, creo que eran uno de los ataques de ansiedad más feos de los que me habían dado. Al instante salía una señora del baño, se dirigió al lavamanos que estaba a la par, me quedó viendo toda extraña a través del espejo que tenía frente, como si al tal yo había hecho algo de otro mundo. Sequé mis manos y me retiré, pero justo antes de salir escuché algo que esa señora balbuceó.
—Juventud... hoy en día solo piensan en alcochol y drogas...
¿Qué? O sea que ahora hasta alcoholica me creen, conociéndome que yo no me dejaba de nadie, quería regresarme, pero habían cosas más importante que ponerme a discutir con una señora que recién veo.
—¿Todo bien?—Alberto estaba fuera, recostado a la pared y con sus brazos cruzados.
—Así es—asentí—lo único es que una señora que estaba en el baño me creyó alcoholica, por cierto quiero pedirte disculpas por meterte en estas cosas, cuando tu deberías de estar en tu casa tranquilamente sin necesidad de andar en un hospital—la verdad me sentía mal, este chico solo tenía la responsabilidad de hacer un trabajo de la universidad y ahora hasta acá andaba.
—Oye—acarició mi pelo—lo hago con toda voluntad, uno no sabe cuando va a necesitar de alguien más y quizás hasta de ti necesite, ahora vamos, necesitamos saber cómo está tu jefe.
Quizás Alberto se merecía una buena mujer.
A medida que íbamos caminando, sentía que cada pie tenía una adoquín, sentía un peso extra, podía creer que llevaba una tonelada que cada uno de ellos, quizás eran los nervios y miedo. Miedo a escuchar algo grave, porque así era mi vida, me trataba de enséñar de la peor forma.
—Creo que es por acá—dijo Alberto señalando el rótulo que estaba arriba, en el centro de la entrada, era un rótulo de color blanco y unas luces de neón de color rojo "Sala dos"
Caminamos justo como la enfermera había dicho, A lo largo pude notar que Helena estaba en el mismo hospital y ahora todo había cambiado porque conociéndola como era ella lo primero que iba a hacer seguro era echarme a patadas del hospital, sin embargo yo no había venido por ella sino por Harry.
—¿No me digas que te vas a dejar intimidar por esa chica?— esta vez Alberto estaba un poco enojado—déjame decirte que ni siquiera estás en la casa de ella como para que le tengas miedo, además nosotros hemos venido para saber la condición de tu jefe no por ella.
—Si, ¿verdad?—me llené de valentía, pero tampoco estaba dispuesta a hacer algún numerito o a seguirle la corriente en este lugar.
Caminamos un poco más, estábamos a unos cuantos metros cuando ella se giró hacia atrás y chocamos a las miradas, esta vez no era la condición de sirvienta a jefa, sostuve la mirada en ella unos cuantos segundos, por nada del mundo dejaría que ella intentara hacerme menos, todas éramos iguales.
—¿Qué se supone que haces acá? —ella me observó de los pies a la cabeza, estaba bastante enojada y como siempre ella tratando de exhibirse frente a todos los que estaban presentes.
—Para ser una persona con clase, te falta mucho, querida—me acerqué a ella susurrándole al oído, porque a mi sí me habían enseñado a ser educada y en especial, prudente en lugares públicos—debería darte un poquito de vergüenza que en medio de lo que está pasando te estés comportando como una niña malcriada, tu "esposo" está accidentado y tu lo único qué haces es tratar de menospreciarme.
—Quizás tengas un poco de razón, pero tu maldita presencia en este lugar está de más, podrías irte—esta vez ella me susurró al oído, tanto odio guardaba ella hacia mi y lo único que yo había hecho todo este tiempo fue acatar sus órdenes—no sé cómo le pasó esto a Harry, pero lo averiguaré, él nunca se había puesto a tomar por ahí como todo un vagabundo, desde que tú llegasteis a nuestra vida has sido una piedra en el camino.
—No te preocupes, sé perfectamente que así me miras, pero quizás es porque lo que a mi me sobra quizás a ti te haga falta—le guiñé un ojo para retirarme, esta vez no me le quedaría callada, este era el momento justo para ponerla un poco en su lugar.
—No te preocupes—Alberto me guió hacia unas sillas que estaban incrustada en la pared, eran plásticas y optras personas estaban en las mismas que nosotros.
—Discúlpeme—toqué el hombro de un señor que estaba casi a la par—¿usted sabe de qué forma le informan a las personas que tienen familiares en esa sala?
—Si, cada media hora envían a una enfermera de adentro, ella llama a los familiares o conocidos de la persona que está ingresado y luego da un pequeño informe de las cosas que están pasando adentro, no es mucho tiempo que digamos pero así se la pasa uno todo el día acá.
—Muchas gracias.
Ni modo, tocaba esperar todo este tiempo pero definitivamente una de las cosas que no me gustaba era estar en incertidumbre por mis problemas de ansiedad, a medida que pasaba el tiempo lo único que tenía en la cabeza era noticias malas, lo sé, tendría que ser todo lo contrario pero yo no podía dominar lo que pensaba mi mente.
Hasta que a eso como a la media hora una enfermera había salido de la habitación en donde estaba Harry, en ese momento llevé una mano a mi pecho, esperando la información que ella traía. Observé que Helena no había reaccionado como yo, eso me indicaba mucho, a ella no le interesaba mucho.
—Los familiares de el señor Lee—habló frente a nosotras—necesito saber ¿Quiénes son?—quería ir, Pero al final era tan sólo una ex empleada de él, no tenía ningún derecho excepto la bruja de su esposa.
—Acá, enfermera—ella se acercó, pero a la vez me miró de reojo con aquella sonrisa fingida que tenía, pero lo que más importaba en ese momento era saber la condición de Harry, era lo más importante de todo, ellas dos se alejaron un poco, quizás por protocolos del hospital.
—Tranquila, todo estará bien—Alberto palmeó mi hombro tratando de hacerme sentir mejor, pero aún así no daba ningún resultado, yo seguía mal. Sentía mi corazón en mis manos.
Ellas seguían hablando y la enfermera hacía gestos con sus manos, al igual que Helena solo asentía, quizás algunas recomendaciones, pero ya no soportaba más estar en la espera de los resultados, tendría que esperar que ellas dejaran de conversar.
Pocos minutos después ellas habían terminado de hablar, Helena se dirigía hacia la bañista en donde estaba Harry.
—¿Qué dijo la enfermera?—dejé mi orgullo a un lado, todo por saber acerca de su condición.
—¿A cuenta de qué te tengo que decir las cosas que pasan con mi esposo?—me miró mal—por favor lárgate de acá que tú no tienes nada que ver en esto, no te preocupes por el pago, ya se te depositó por si también eso querías preguntar—entró a la habitación y a lo lejos pude ver el cuerpo de Harry boca arriba, estaba dormido, con algún vendaje en la cabeza y con esos aparatos que marcaban la frecuencia cardiaca. Mi corazón se había roto en mil pedazos cuando miré esa imagen tan cruel de él, acostado e indefenso, siento que la culpable de todo esto era yo, pero tenía que saber en realidad cuál era su condición, así que salí corriendo detrás de la enfermera supuse que estaría algo cerca.
Afortunadamente logré alcanzar a la enfermera justo antes que entrara a una habitación.
—Señorita, un momento, discúlpeme por favor —tomé de su mano reteniéndola momentáneamente— quisiera saber cuál es la condición del señor Harry Lee— Ella me quedó viendo de pies a cabeza.
—¿Es algún familiar?—preguntó— porque si no tiene ningún vínculo sanguíneo con el tema decirle que la información que me está pidiendo no puedo dársela es confidencial.
—Soy su empleada y todo este tiempo la relación de él conmigo fue bastante cercana, he tomado un cierto cariño hacia él, por favor lo único que quiero saber es que si él está vivo o qué es lo que está pasando en realidad— llevé mis manos a mis sienes y empecé a masajearla, estaba tan estresada que mi cabeza estaba palpitando.
—Escuche una cosa, ya que la veo bastante estresada me pondré en su lugar y por ser esta vez incumpliré con las reglas del hospital, pero por favor manténgalo en secreto porque de lo contrario me van a despedir—ella revisó los documentos que llevaba— si acá esta— había dado con el— temo decirle que la condición del paciente es bastante crítica debido a sus lesiones tenemos que hacerle una operación en su cerebro por lo cual en este momento se encuentra en un coma inducido.
Lo que estaba escuchando no lo podía creer, Harry estaba entre la vida y la muerte y no sé por qué se me había clavado algo acá en mi pecho. Sentí como una bola de nieve atravesada en mi garganta.
ISABELLA
—Harry está muy mal —le dije a Alberto mientras llegaba donde él y me sentaba a su lado. —Creo que esto es mi culpa.
—¿Por qué te culpas?
—Él y yo tuvimos una plática antes de todo —me abracé. Hacía algo de frío y en el hospital había un frío aire acondicionado. Helena hablaba por teléfono en su mismo lugar. Tenía ganas de llorar pero no podía, era una tristeza más por dentro. La enfermera me había dicho que operarían a Harry, sé que saldrá bien.
—Quizás las cosas cambien cuando él salga de esa situación, ¿no crees?
—No lo sé. Harry, su esposa... son muchas cosas. Además, siento que no estoy a su altura.
Alberto rió un poco. Era cierto, a veces tenía mis episodios de inseguridades y me sentía menos que nadie, me sentía menos que Helena, ella era bonita y había sido privilegiada con ser la primera esposa de Harry. ¿Qué se sentirá?
—Nadie es más que nadie. Además, la belleza no lo es todo. Pero si eres guapa, Isabella.
Lo miré mal.
—No digas tonterías.
En ese momento enfermeros y enfermeras sacaron a Harry de la sala, iba en la camilla. Me puse de pie como instinto y quise correr hacia él. Lo llevaban a la sala de operación.
—Harry... —susurré para mi misma.
Pasó a mi lado, perdiéndose en el pasillo. Helena me dio una mala mirada para después irse por otro pasillo. Me volví a sentar a la par de Alberto, tenía ganas de llorar. Mi corazón se sentía roto, sentía este nudo en la garganta. ¿Y si Harry no sobrevivía a una operación tan delicada? No sé por qué habrá pasado esto, Harry es de esos que siempre son precavidos. Es más, estoy segura de que ni siquiera estaba tan borracho como para chocar. ¿Cómo pasó esto? Había algo que no me gustaba. Saqué mi celular y marqué el número de la persona que me había mandado esa foto. Tenía que contestar.
Al tercer repique contestó, era la voz de una mujer.
—¿Hola? —se escuchó bostezar del otro lado de la línea—¿Isabella?
Fruncí el ceño. Esa voz me parecía familiar, y luego otra voz de chica me hizo confirmar.
—¿Trisha?
Así que había sido ella quien estaba en el mismo bar con Harry hasta hace unas horas.
—¿Qué quieres?
—Tú me mandaste la foto de Harry en ese bar —le dije.
—¿Y eso qué?
—Pues... solo quería saber si estaba muy ebrio.
—Lo estaba, tanto así que estuvo golpeándose con Trevor.
—¿Trevor también estaba ahí?
—Claro, todos lo estábamos.
—Gracias —y colgué. Así que Trevor también estaba ahí, eso me pareció sospechoso.
—¡Isa! —Martha apareció por el pasillo. Se miraba afectada también, ella había estado mucho más tiempo al lado de Harry. Me levanté y la abracé, con ella no pude contenerme así que lloré.
HARRY
TRES HORAS ANTES
En el bar que está de camino hacia mi casa me quedé tomando algunos tragos, me sentía dolido, decepcionado ¿qué más podía sentir? Era la primera vez que una mujer me rechazaba. Y por otro hombre. Tomé el quinto trago de alcohol y pedí otro. Sentía que me ardía la garganta. Había mucha gente aquí, la mayoría eran universitarios. Lo pude notar. No me interesaba. Lo único que me interesaba era Isabella, ¿cómo pude ser tan idiota y dudar un momento? Cuando sé que ella no haría algo como eso. Todo por la mala influencia de Helena. ¿Cómo pude casarme con una mujer así? Mi teléfono celular sonaba y sonaba, era Helena llamando. Pero no contestaría, quería ver el nombre de Isabella en ese lugar.
Me harté y lo apagué.
—Miren quien está por aquí —apareció alguien. Era Trevor, ese tipo que siempre molestaba a Isabella. No quería lidiar con él ahorita.
—Lárgate —espeté sin mirarlo, para después tomar otro trago.
—No te ves bien, creo que Isabella por fin se deshizo de ti.
Apreté tan fuerte el vaso que se hizo añicos en mi mano.
—¡No hables de ella! —me puse de pie y lo amenacé, quería golpearlo y dejarle en claro que no se metiera con Isabella porque sino se las vería conmigo.
—¿O qué? ¿Vas a golpearme? —se burló. Era suficiente. Empuñé mi mano y le di un golpe en la mejilla, lo hizo caer de espaldas al piso. Ahora habíamos montado un espectáculo porque todos nos veían. Trevor se levantó de inmediato y quiso golpearme, pero fui más rápido y le di otro golpe en su otra mejilla, lo hizo tambalear pero no lo hizo caer. Lo tomé del cuello de la camisa y lo miré con odio.
—No vuelvas a meterte con Isabella, ¿me entiendes? O te mataré —quizás era una amenaza un tanto excesiva, pero en ese momento no podía medir mis palabras.
—Me las vas a pagar, Lee.
Lo solté y me dirigí al pasillo que daba a los baños.
—¡Me las vas a pagar!
No le hice caso, me adentré a los baños y encendí la llave del grifo. Habían unas cortaduras en mi mano, por el vaso que se quebró en ella. Me lavé la sangre y me amarré un pañuelo que andaba conmigo en ella. Después de salir del baño salí del bar, no vi a Trevor adentro. Espero haya aprendido que no se tiene que meter conmigo y menos con Isabella. Cuando salí y me adentré al auto me sorprendió que estuviera la puerta solo de abrir. Estaba seguro de haberlo dejado cerrado.
Me monté y arranqué.
Mi celular estaba apagado, quería encenderlo y llamar a Isabella. Me sentía medio mareado, quizás me había pasado de copas. Aceleré porque necesitaba llegar a casa y dejar las cosas claras con Helena de una vez. Nos divorciaremos y lucharé por Isabella, aunque no me gustaría meterme entre ella y su novio. Pero sé que ella me quiere a mi. Lo sé por la forma en que me ve y cuando me toca. En cómo me besó hace un rato. No puedo dejarla ir. En una carretera de cuatro carriles noté cómo un auto adelantó a otro en dirección mía, le toqué el claxon y quise frenar pero los frenos no funcionaban
—¿Qué mierda? —exclamé, pisando los frenos pero no funcionaban. Chocaría con ese auto, así que hice lo primero que se me ocurrió, giré el volante lo más que pude, no miré que había un enorme poste de cemento y la parte delantera de mi auto se colisionó contra eso. Después de eso, miré todo negro.
ISABELLA
Ya habían pasado dos horas y media. Martha, Alberto y yo seguimos en sala de espera. Eran casi las tres de la mañana. Me sentía cansada, con sueño. Pero no quería dejar a Harry solo. Helena no volvió. Me pareció una falta de respeto de su parte. Me senté junto a Martha, ella estaba dormida en el hombro de Alberto y él estaba dormido recostado en la pared. Puse mi hombro en el de Martha e intenté quedarme despierta más tiempo, pero mis ojos no podían. Se cerraban involuntariamente, hasta quedarme dormida por completo.
•
—¿Isabella?
Desperté casi de golpe en el momento en que alguien me zarandeó un poco. Era Martha, ya era de día.
—¿Qué pasó? ¿Harry cómo está? —me restregué los ojos.
—No quería despertarte porque estabas muy dormida, pero el doctor ya pasó y Helena habló con él. Ella vino hace un rato. —me contó— Me dijo que Harry había salido bien de la operación y que se recuperaba satisfactoriamente. Es más, lo pasarán a una habitación para que podamos entrar a verlo.
Sentí tanto alivio cuando me dijo eso que la abracé, juraría que se me estaban saliendo unas lágrimas de felicidad.
—Harry estará bien —le dije— Lo sé.
—¿Y qué harás cuando se recupere? —la miré.
—¿Qué haré de qué?
—No creas que no me doy cuenta cómo se ven, Isabella, tranquila, yo estoy contigo.
—Buenos días, chicas —Alberto apareció con tres vasos de café. —Les traje café —nos dio uno a cada una.
—Gracias —le agradecí, pero me sentí mal porque yo no tomaba café.
—Sé que la situación es delicada y no es el momento, pero me tengo que ir porque hoy tenemos una prueba. Es muy importante para la puntuación de los que tiene beca.
Lo miré de inmediato.
—¿Prueba? ¿De qué? No me había dado cuenta
—Matemáticas.
Mierda, ni siquiera había estudiado.
—No quiero dejar a Harry —hice algo de puchero. Sentía la necesidad de estar siempre aquí. Con el. Cuidándolo y esperando a que despierte, quería estar ahí cuando lo hiciera.
—No te preocupes por eso, te avisaré lo que pase acá. Harry estará dormido un par de horas así que tienes tiempo para cuando vuelvas —me dijo Martha.
Le sonreí.
—Gracias. Pero avísame todo por favor.
—Ve tranquila.
Me puse de pie.
—Nos vemos, Martha —se despidió Alberto.
—Adiós.
NOAH
ESA MISMA MAÑANA...
—¡Taxi! —detuve a un taxista— Lléveme a la universidad de Stanford por favor —me subí, el taxista se bajó y metió mis maletas en la parte trasera del coche. Estaba aquí al fin, no fue fácil pero al final pude hacerlo, ahora no estaría separado de Isa jamás. La intenté llamar pero su teléfono estaba apagado. Mejor así, le daré una gran sorpresa. No fue fácil convencer a mis padres pero al final estuvieron de acuerdo. Venir de intercambio, mudarme de nuevo era bastante pesado y cansado. Pero estar con Isabella lo merecía.
El camino pasó rápido, cuando llegamos a la universidad habían muchos estudiantes afuera, era casi medio día, quizás Isabella esté buscando comer o saliendo de alguna de sus clases, la esperaré en la habitación. Según el rector de esta universidad mi dormitorio estaba a solo un pasillo del de Isa. Bien podía escaparme por las noches, bueno, si es que está sola. Los dos sabíamos que los dormitorios eran temporales, buscaría una casa para alquilar y estaríamos juntos.
Me bajé del taxi y tomé mis tres maletas.
—Gracias.
Caminé a paso rápido hacia dentro, algunos me miraban extraño. Subí las escaleras, busqué el dormitorio de Isabella hasta encontrarlo. Toqué para asegurarme de que había alguien. Pensé que no, pero luego la puerta se abrió. Una chica que me pareció haber visto antes abrió. Era rubia, baja. No era para nada fea.
—¿Buscas a alguien? —me sonrió mientras me recorría con la mirada de pies a cabeza descaradamente.
—A Isabella. Soy Noah —me presenté.
—Su novio —me sonrió— Pasa, ella vendrá en seguida.
No creí prudente pasar porque estaba sola en la habitación y se miraría mal. Pero lo hice.
—Yo soy Trisha, una amiga de Isabella —cerró la puerta tras de nosotros —Ella nos ha contado de ti.
—¿Ah si? —dejé las maletas en el piso y la miré.
—Sí, recién venida. Pero luego solo hablaba de Harry.
Me quedé perplejo ante lo que me había dicho. Seguramente estaba bromeando.
—¿De qué hablas?
—¿No sabías que ella y Harry son muy cercanos? —se cruzó de brazos mientras se acercaba peligrosamente.
—Es su jefe —respondí.
Ella rió un poco, se acercó y elevó su mano hacia mi pecho.
—Eres muy guapo. Isabella tiene suerte de que los hombres guapos la sigan. Tú, Trevor, Harry... y quien sabe cuántos más —me empujó, fue un empujón que me hizo caer de espaldas a la cama de Isabella.
—¿Qué te pasa? —cuestioné, queriéndome levantar, pero Trisha se sentó de inmediato encima de mí. ¡Maldición! —Oye quítate por favor.
—No pierdas tu tiempo con ella —me tomó de las manos—Habemos quienes sí sabemos valorar —Y sin previo aviso me besó.
ISABELLA
En el momento en que salí de hacer el difícil examen me sentía exhausta, al menos había respondido la mayoría de ejercicios y preguntas. Mi cabeza dolía un poco, necesitaba comer algo y después volver al hospital. Martha no me llamaba, quizás Harry no despertaba aún. Caminé por los pasillos en dirección a los dormitorios, necesitaba guardar los libros para que no tuviera que venir después.
—¡Isa! —la voz de Piper me hizo detenerme un poco. Estaba por subir las escaleras hacia el dormitorio.
—Oye supe lo que le pasó a Harry, lo siento mucho.
—Sí, él se recuperará.
—¿Irás al hospital después?
—Así es, solo dejaré unos libros y almorzaré.
—¿Y qué harás con Noah? ¿Él irá también?
Fruncí el ceño porque no entendí bien su pregunta.
—¿Noah?
—Sí, recién se bajó del taxi y se dirigió a la habitación. Creo que te estaba buscando. Traía maletas.
—¿Estas segura? Creo que te confundiste —me negué. Noah no me había dicho nada sobre de que vendría.
—Él está arriba, solo eso sé —me dio una última sonrisa para luego irse.
¿Noah aquí? Subí las escaleras de inmediato mientras encendía mi celular, efectivamente tenía muchas llamadas de Noah del día de hoy. Desde la mañana. ¿Qué hace aquí? No pude evitar sonreír. Cuando llegué a la habitación tomé el pomo de la puerta y abrí.
—Noah... —pero me quedé estática ante lo que había visto. En mi cama, Trisha encima de Noah, besándose. En cuanto escuchó mi voz se apartó y me miró.
—¡Isabella, no es lo que parece!
—Disfruta la compañía —fue lo que dije para cerrar la puerta y salir de inmediato de ahí.
—Por favor espera un momento—él se reincorporó para tratar de detenerme, mientras tanto yo salí corriendo como una loca por esos pasillos, no me importaba que me miraran en esas circunstancias, no puedo creer que mi propio novio me engañara, era lo ultimo que tenía que pasarme.
Traté de correr lo más rápido posible, evitando que él me pudiera alcanzar, estaba dolida, es cierto que yo ya había traicionado a Noah con Harry y ese beso, esas escenas, pero eso no quitaba lo horrible que se siente ver a la persona que es tu pareja con otra mujer que no sea yo. Lo primero que pensé fue en ir a los campos de fútbol, esos estaban al fondo de la universidad, lo bueno es que no habían muchos estudiantes por ahí.
Llegué a las graderías, en un extremo había una caseta más o menos pequeña, donde se alojaba el equipo antes de jugar, me asomé y no había nadie. Las lágrimas no dejaban de salir, así que me senté y abracé mis piernas, me miraba como una niña desprotegida y rota, mi vida entera se estaba volviendo un desastre. Lloré y lloré desconsoladamente, tuve una especie de recuerdo tan corto, pero en ese momento pude ver todas las cosas que llegué a pasar con Noah desde que lo conocí, los momentos que vivimos desde que éramos unos chiquillos, el momento que él me propuso ser su novia. Fue lo más lindo que pude haber experimentado, fue a la antigua, con una carta y una rosa, esa carta que aún conservo.
—Hasta que por fin te encuentro—él se había parado frente a mi, su respiración se le escuchaba bastante cansada—por favor primero escucha lo que tengo que decir antes de que tomes una decisión ¿puedo sentarme a tu lado?—silencio, silencio era lo único que había, yo ni siquiera quería dirigirle la palabra, pero qué más daba—bueno, ya que no hablas, yo tomaré la iniciativa—se sentó a mi lado, yo solo giré mi cuerpo tratando de ignorarlo, me había bastado ver lo anterior—verás, desde hace días venía intentado darte esta sorpresa, pero hasta que me dieran el aprobado en la universidad te iba a contar, fue así que hoy muy temprano me dieron la aprobación, quise darte la sorpresa, llegué a tu cuarto y no estabas, solo estaba esa chica llamada Trisha, así que todo ese tiempo estuve hablando ciertas cosas con ella, pero mencionó algo que tú ni siquiera me habías dicho—esta vez fruncí el ceño y me volteé frente a él, aunque no me gustaba que nadie me viera cuando estaba llorando, pasé mis manos alrededor de mis ojos para secar las lagrimas.
—¿Qué se supone que no te he contado?
—En primer lugar ella me dijo que no parabas de hablar de tu jefe, eso me enojo demasiado, Isa—quizás en ese aspecto tenía un poco de razón, yo también me sentiría con celos si eso me pasara a mi, pero creo que mis comentarios acerca de mi jefe no eran el motivo suficiente para hacer eso.
—¿Le crees a ella o me crees a mi?—lo miré con rechazo, sentía una gran cólera que quería golpearlo.
—Y no solo eso, también me dijo que tú y el...—negó la cabeza de forma sospechosa.
—¿Yo que?—estaba a punto de levantarme y dejarlo hablando solo, no había cosa que me enojara tanto como que hablaran de mi a mis espalda, esta vez creo que tendría que hacer algo para desquitar todo este enojo.
—Me comentó que tú y tu jefe mantienen una relación bastante cercana, se ha tomado la libertad de llevarte a lugares e incluso estuviste en una fiesta en la playa con el, ¿como explicas todo eso, Isabella?—en serio que todo este tiempo fui vigilada por ellos y no me percaté, fue algo que no debí pasar por alto.
—El hecho que yo salga con alguien no quiere decir que es algún vínculo amoroso y para tu información, esa misma noche yo estaba con mi compañera de trabajo, él fue quien se animó a ir, pero en mis planes estaba ir sola, tú me conoces bien como soy y sabes que entre más sola esté, es mucho mejor—entrecerré mis ojos, empecé a respirar más rápido, creo que estaba a punto de sufrir un ataque de ansiedad.
—Pero el punto es que no me dijiste nada al respecto, se supone que cuando estuviéramos separados tendríamos que comunicarnos todas las cosas y no lo hiciste, no cumpliste con tu promesa—intentó tomar mis manos, pero me zafé, no quería absolutamente nada, yo era de las mujeres que a lo mínimo que observaba era suficiente.
—No me toques por favor—sugerí, me conocía perfectamente y si seguía insistiendo lo único que se llevaría, sería una cacheteada—tomé el anillo de promesa que él me había regalado, lo miré a los ojos y se lo entregué.
—Oye, pero ¿Qué se supone que estás haciendo?—frunció el ceño, él no quería aceptarlo.
—Estoy terminando contigo, Noah—me había costado pronunciar eso, pero era el momento oportuno para hacerlo, creo que ya no tenía nada más que decirle, la relación se estaba viniendo abajo desde mucho más antes, pero creo que lo único que me unía a él era el tiempo que pasé a su lado, no puedo negar que es un gran hombre y que cuando estaba con él me hacía sentir bien, no más, ademas lo que había visto era mi motivo suficiente.
—Por favor no me digas eso—de inmediato su semblante cambió, esta vez sus ojos se miraban vidriosos, era duro para mí el ver a mi novio, digo, mi ex, así, todo quebrado, pero más quebrada estaba yo—todo acá ha sido un mal entendido— intentó besarme, esta vez sentí algo raro cuando lo hizo, no sentía aquel placer de antes por lo que decidí retirarme.
—Basta, no insistas más, sabes que cuando yo tomo una decisión no hay fuerza en la tierra que me haga dudar, ya es más que suficiente—me levanté muy dolida, las despedidas eran bastante duras, pero fue lo más sano que pude haber hecho para él y para mi, no podía seguir negando que estaba enamorada de Harry, ya, ¡maldita sea! Aunque me cueste aceptarlo, siento que no hay hombre que me haga estremecerme más a como lo hace él cada vez que se acerca.
Seguí caminado hacia los dormitorios, lo único que pude escuchar de Noah fue el sollozo, ahí, en esas bancas, pero tenía algo pendiente.
•
—Isa, que bueno que viniste, ¿pudiste arreglar las cosas con tu novio?—preguntó Trisha, ella estaba leyendo alguna revista de moda encima de su cama, estaba con sus piernas enroscadas, no puedo creer que después de eso que acabo de ver, ella actúe de una forma tan descarada.
—Sí, ya todo está bien—sonreí de manera hipócrita, más no sabía lo que le esperaba, no era una chica de hacer escándalos, pero lo que estaba a punto de pasar creo que sería muy escandaloso—ya todo se aclaró—me coloqué al lado de ella, yo estaba de pie.
—Es lo bueno—siguió leyendo, estaba tan distraída.
No pude contenerme más, tenía que liberar todo este enojo y sabía que esta maldita perra sería la que me ayudaría en eso. Tomé su pelo, lo envolví en mi mano e intenté arrastrarla por la habitación, de suerte, yo anteriormente había asegurado esa puerta para que nadie nos escuchara y mucho menos que ella intentara escapar.
—¿Qué te pasa, Isa? Yo no he hecho nada—intentó zafarse de mi agarre, pero era imposible, yo la sostenía muy fuerte tanto así que podía sentir cómo su cabello me estaba cortando la circulación, pero tenía que aprender su lección al igual que su grupito.
—Con que te gusta abalanzarte a los hombros ¿eh? Pues vamos a ver cómo te va con esto—empuñé mi mano y la golpeé con mis nudillos, ella estaba tan aterrada que no sabía ni qué hacer, mientras tanto mi puño no dejaba de parar, me desconocía cuando estaba tan enojada, me convertía en otra mujer, una mujer muy peligrosa.
—Por favor para—imploró, su cara estaba enrojecida de los golpes que le había provocado, pero yo no paraba.
Seguí arrastrándola, esta vez la llevé cerca de una mesa de noche que estaba ahí, rebusqué entre las cosas y encontré un lápiz metálico, la tiré al suelo y enseguida me coloqué encima de ella dejándola inmovilizada.
—¿Qué piensas hacer con ese lápiz?—me miró con terror, en realidad ni yo sabía qué estaba haciendo, solo sentía cómo una fuerza oscura se estaba apoderando de mi y de mis pensamientos, yo era una mujer bastante pacífica.
—Creo que te mirarías más bonita si te hago cositas en tu cara—le mostré el lápiz frente a su cara, enseguida habían golpeado la puerta.
—¡Auxilio!—gritó y de inmediato coloqué mi mano en su boca.
—No vuelvas a gritar—le puse la punta del lápiz en su cuello.
—Trisha, ¿estas ahí?—era la voz de Trevor—te estoy buscando para comunicarte algo.
Silencio y más silencio en la habitación.
—¡Maldita sea! Responde de una vez por todas, sé que estás ahí o de lo contrario tumbaré esta puerta—volví a ver a Trisha y ella estaba con sus ojos lagrimosos, creo que esta vez había llegado bastante lejos.
—Haremos una cosa—nuestras miradas estaban chocando—te soltaré poco a poco, pero si tú haces un escándalo créeme que lo que acabas de presenciar no es nada comparado a lo que te puede pasar—Ella asustada sólo asintió.
Solté mi mano de su boca, dirigiéndome a la puerta, frente a mi estaba Trevor, con su cabello alborotado y esa maldita mirada que siempre hacía.
—Vaya... no sabía que ustedes...—una vez más quería pasarse de gracioso, pero hoy no era el día.
—Quítate de mi camino, maldito—lo empujé con fuerza, incluso pude ver cuando el chico con el marco de la puerta, tenía un enorme enojo y la verdad quien se pusiera en frente llevaría las de perder.
—No sabía que eras tan agresiva—me dijo con un tonito que no me gustó para nada.
—Creo que te tendré que dejar las cosas muy en claro—me detuve en seco— tú y tus amiguitas no volverán a incluirme en tus estúpidas actividades y mucho menos en el asunto de la asesinato de Ryan, ¿sabes lo que haré?—lo sentencié— en cuanto Harry esté en perfectas condiciones hablaré seriamente con el, tú me das mala espina y sé que detrás de la muerte de ese chico algo tienes que ver con eso.
—Si tú intentas hablar con tu Queridito jefe créeme que las cosas para ti serán muy malas— se acercó a mí apoyando su mano en mi cuello.
—¿Acaso me piensas asesinar como lo hiciste con Ryan?— sin saber aseguré que él había sido el culpable y por la reacción que tuvo en ese momento fue bastante sospechoso.
—Mucho cuidado con lo que dices—esta vez oprimio mi garganta, él me estaba asfixiando poco a poco—cualquiera que escuche tu comentario en estas paredes traería muchos problemas—entrecerró sus ojos y parecía el mismo demonio.
—No te tengo miedo a ti ni a tus amigos— en ese momento lo único que hice fue golpear sus testículos con mi rodilla derecha, el cayó doblegado al piso y se estaba retorciendo de dolor— en ese momento aproveché para salir corriendo de la universidad que ahora parecía la mismísima cárcel.
Lo único que quería era estar a salvo momentáneamente, esto se estaba tornando bastante peligroso, día a día este chico se comportaba de una forma obsesiva e incluso podría deducir que si, él nuevamente me encontraba sola podría hasta violarme, estaba completamente segura que Trevor era el culpable del asesinato de Ryan y estaba ocupándonos a todos nosotros para esconder sus atrocidades, pero para poder hundirlo en la cárcel necesito a una autoridad mayor, pero el único que me puede ayudar es Harry, pero dado las condiciones en que él se encuentra creo que no sería grato llevarle noticias como estas cuando apenas se está recuperando de esa operación.
HARRY
—Isa—la observé, ella traía un vestido de color blanco con muchas flores impregnada de muchos colores, estábamos a la orilla del mar yo traía un short de color crema y mis zapatos en la mano, estábamos contentos de habernos reencontrado, ella llevaba un sombrero Veranero en su cabeza de color blanco.
—Mi amor—me abrazó— qué bueno habernos encontrado nuevamente mi corazón está lleno de felicidad ahora que tú estás conmigo— no podía creer lo que estaba pasando en ese preciso momento, todo me parecía mágico y como un chiquillo me sentía tan feliz de que todo esto estuviera ocurriendo, creo que después de todo era lo que siempre busqué.
—Te amo—la cargué en mis brazos de manera que sus glúteos se apoyaban en mis antebrazos, se sentía bien y más cuando probé sus labios tan suaves, me sentía el hombre más feliz de esta vida acompañado del hermoso sol penetrando nuestros poros—te prometo que siempre estaré contigo—nos susurramos frente a frente, pude sentir su aroma tan exquisito, cerré mis ojos dejándome llevar por el momento.