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5

ISABELLA

    Por la tarde aproveché que no estaba Helena y le pedí de favor a la enfermera que me dejara entrar a ver a Harry, al principio no me quería dejar pasar porque no era familiar pero después la pude convencer. Me dijo que podía estar media hora nada más. Habían pasado a Harry a una habitación grande, estaba solo. Ya no tenía el cosito para respirar porque se recuperaba muy rápido. O eso fue lo que me dijo el doctor. Harry tenía su cabeza con una venda. Tenía algunos raspones en su cara y su mano tenía una venda también. Me senté junto a él y tomé su mano. Se miraba tan vulnerable mientras dormía. Me pregunto si soñará algo y simplemente duerme profundamente.

  —Harry, es triste verte así. ¿Sabes? Cuando despiertes quizás tengamos muchas cosas de que hablar. Tenemos muchas cosas que arreglar también. Te necesito conmigo. Fui muy injusta contigo, pero es porque me detenían muchas cosas. Pero ahora estoy libre, lo estoy solo para ti —me levanté y me incliné, dándole un cálido beso en los labios. Se sintió bien. Verlo ahí me daba algo de nostalgia. Me senté de nuevo y me dediqué a leer un libro que había traído para pasar el rato. Eso sí, jamás quité mi mano de la suya.

  —¿Isa? —la voz de Harry me hizo levantar la vista de inmediato ¡había despertado! Dejé el libro en la mesa y me acerqué a él.

  —Harry, despertaste —le sonríe, incluso quise llorar de la emoción.

  —¿Qué me pasó? —se llevó una mano a la cabeza.

  —Estas bien, solo tuviste un accidente —le expliqué. Él pareció recordar.

  —Ya recuerdo. —me miró— Pero estás aquí.

  —Lo estoy —tomé su mano y le di un beso encima de ella— No me volveré a ir.

  —¿Estas diciendo que...? —quiso saber.

  —Que si quieres puedo regresar a tu casa, creo que necesitarás de mis atenciones mientras te recuperas. Nada más que no sé lo que pensará Helena...

  —Shh no arruines el momento. ¿La ves aquí? No —rodó un poco los ojos— Tengo mucha sed.

  —Tranquilo, no hagas tanto esfuerzo —me puse de pie y tomé una botella de agua que tenía para mi. Me acerqué a Harry y le di de tomar un poco— Bebe con cuidado.

  Después de tomar agua la puse en su lugar.

  —Gracias por estar aquí —tomó mi mano— Pensé que no te volvería a ver.

  —Pero todo se resolverá. Es decir, al menos por mi parte lo está. Un poco.

  —¿Qué quieres decir? —frunció su ceño.

  —Nada, por ahora —le sonreí. Quería hacerla de emoción un rato.

  —Cuéntame, no seas así.

  —¡Señor Lee! —Martha apareció por la puerta. Traía una mochila con cosas de Harry me imagino. Mirando todo con más claridad Harry no tiene más familia. Solo esta él, solo. Me pareció un poco triste. Eso me hizo querer cuidarlo y no me importaba si Helena se ponía celosa o enojada. Ella no estaba aquí ahora. Harry se sentó en la cama.

  —Con cuidado, Harry.

  —Tranquila, me siento un poco bien. Solo tengo un poco de jaqueca.

  —Le traje algo de ropa limpia —nos dijo Martha— Me da mucho gusto de que esté bien. Esperamos verlo en la casa pronto.

  —Gracias, Martha.

  Martha empezó a sacar algo de ropa.

  —Creo que afuera estaba Louis, su amigo.

  —¿Está aquí? Dile que pase.

  —Claro —Martha salió.

  —Louis fue un compañero de la universidad. Trabajamos juntos en la oficina. No lo conoces porque casi no llega a casa pero lo conocerás. Es de toda mi confianza, es como mi hermano.

  Le sonreí. Me daba gusto que al menos tuviera a una persona a la que pudiera ver así.

  —Está bien.

  —Harry, qué susto me diste —un chico más o menos de la altura de Harry apareció por la puerta. Era rubio, su pelo era liso y un poco largo. Usaba una pequeña cola para amarrarlo.

  —Estoy bien —le respondió Harry— Te presento a Isabella Fox —me presentó. El chico me miró y me sonrió.

  —Así que tú eres la famosa Isabella —se acercó y me tendió la mano— Mucho gusto, soy Louis Hills.

  —Mucho gusto —le tendí la mano también— ¿Por qué famosa?

  —Bueno, Harry me habla mucho de ti.

  Miré a Harry.

  —¿Ah si?

  Harry lo único que hizo es negar con la cabeza como diciendo que no hiciera mucho caso.

  —Así es. Y déjame decirte, Isabella, que se ha quedado corto. Eres muy bella.

  Creo que me ruboricé, no me gustaba que me halagaran y menos en público. Lo único que hice fue sonreírle.

  —Bueno, supongo que tienen muchas cosas qué hablar. Los dejaré solos.

  —Isa... —Harry me detuvo— No te vayas a ir.

  —Estaré afuera con Martha.

  Me sonrió.

  Salí de la habitación y busqué a Martha, ella estaba hablando con el doctor de Harry. Me acerqué y pude escuchar más o menos un poco.

  —Claro, pueden irse esta misma tarde. Le daré unos medicamentos para el dolor de cabeza y vendaje. Podrán venir en dos semanas a quitarle los puntos. El joven Harry se recupera muy rápido.

  El doctor se fue. Me sentía aliviada por lo que había dicho, al menos Harry no estaría en este hospital ya.

  —Martha, ¿en donde está Helena?

  —No lo sé, solo me dijo que trajera esta mochila con ropa y salió en su coche. Qué mujer tan desconsiderada.

  —No te preocupes, aunque me cueste un poco pero no dejaré a Harry solo. Me encargaré de cuidarlo.

  —Yo te ayudo. Cuéntame, ¿te pasó algo más? Te noto un poco extraña.

  Asentí.

  —En la mañana encontré a Noah besándose con otra chica en mi habitación —le solté de una sola vez.

  Martha se llevó su mano a la boca en forma de asombro.

  —Qué idiota. ¿Y qué pasó?

—Terminé con el.

  —Lo siento, pero ¿por qué no te veo tan afectada? Es por Harry, ¿verdad?

  —La verdad es que me siento mal por admitir esto pero creo que me resultó bien el hecho de que Noah me hiciera esto. No sabría como terminarlo después. No te puedo negar que mis sentimientos por Harry son muy fuertes. Ahora no quiero estar lejos de él.

  —Lo he notado, incluso al señor Lee también.

  —Él me dijo que se divorciaría, no sé si eso siga en pie. Me decepcionaría mucho si no.

  Louis sale a los minutos y se dirige a nosotras.

  —Hola, chicas, me tengo que ir porque Harry me pidió que agilizara unos papeles lo más rápido posible. Es algo que no puede esperar.

  Martha me miró rápido.

  ¿Acaso hablará de los papeles del divorcio? No pude evitar emocionarme.

  —Está bien, gracias por venir —le dije— Llevaremos a Harry a casa en unas horas.

  —Nos vemos allá.

  Y se fue.

 

   Por la tarde sacamos a Harry con cuidado del hospital, Stan y Jared estaban en dos coches esperando afuera. Nos montamos con Stan, Harry y yo íbamos atrás mientras Martha iba en el copiloto. Harry siempre me tomaba de la mano, quizás porque tenía miedo de que me fuera. Pero no me volvería a ir, ya no.

   Cuando llegamos a la mansión el auto de Helena estaba en la entrada. Stan y Jared ayudaron a Harry, pero él podía caminar muy bien. Solo se miraba un poco adolorido por el impacto del accidente. Yo cargaba sus cosas.

  —La habitación que nos ordenó limpiar ya esta lista para su uso —le dijo Stan cuando entramos.

  —Está bien —nos dirigimos a una habitación del fondo, no en la habitación de las del segundo piso sino una de las del primero. Al llegar tenía una enorme ventana con vista al jardín y a la piscina, había más luz aquí. Me gustaba. Harry se acostó en la cama. Yo dejé las cosas en el piso porque después las ordenaría.

  Stan y Jared salieron.

  —Le prepararé algo de comer, señor —le dijo Martha para después irse también.

  —¿Cómo te sientes? —le pregunté, sentándome en el borde de la cama.

  —Bien porque estás aquí conmigo. —respondió— Lo que te dije ayer es cierto. Todo fue cierto.

  Bajé la vista un poco, pero él me elevó el mentón para que lo viera.

  —Quiero estar contigo. No puedo estar con alguien a quien no amo, es por eso que le pedí a Louis que se diera prisa con los papeles del divorcio. Sé que estarás conmigo una vez que me haya divorciado.

  Pasé un mechón de pelo detrás de mi oreja. Creo que era hora de contarle.

  —Harry, yo... terminé con Noah —confesé. La expresión de Harry cambió a felicidad—Tienes razón, no puedo estar con alguien a quien no amo.

  —Isa, no sabes qué feliz me hace que seas libre... no por mucho tiempo si —me guiñó un ojo.

  Un carraspeo proveniente de la puerta nos hizo girar hacia ella. Es Helena.

  —Necesitamos hablar —le dijo a Harry. Me puse de pie de inmediato.

  —Con permiso —y salí. Bueno, parecía que tenían cosas muy serias de qué hablar. Solo espero que la bruja de Helena no agobie a Harry con sus cosas. Él necesita descansar.

  —¿Quieres que te ayude en algo? —le pregunté a Martha al llegar a la cocina.

  —Sí, ayúdame a pelar unas papas —me sonrió— Miré que Helena pasó a la habitación del señor Lee.

  —Creo que tenían muchas cosas de qué hablar.

  —Tranquila —me dice— El señor Lee sabe lo que hace.

  Una hora después escuché gritos, era Helena y le gritaba a Harry.

  —¡Te arrepentirás! —salió de la habitación y se dirigió a la salida. Llevaba las llaves del auto en su mano.

  —¿Qué habrá pasado? —quiso saber Martha. Helena salió dando un portazo y luego el auto arrancando a toda velocidad nos confirmó que se había ido.

  —No lo sé. Esa tipa está loca.

  —La sopa está lista —me dio la bandeja. Llevaba sopa de pollo con papas. —¿Se la llevas?

  —Claro —tomé la bandeja y me dirigí hacia la nueva habitación de Harry, él estaba con el control en la mano. Había encendido la televisión. —¿Tienes hambre? —le pregunté al llegar. Puse la bandeja en la mesa y tomé el recipiente.

  —La verdad es que si. Disculpa los gritos de Helena, hasta ahora me doy cuenta de que está un poco loca.

  Tomé algo de sopa con la cuchara y la dirigí a la boca de Harry. El abrió la boca y tomó.

  —¿Ahora me alimentarás? —se burló.

  —Cállate o sino dejo de hacerlo—lo sentencié— Tengo la extraña necesidad de consentirte ahora que estás convaleciente.

  —Hmm creo que me tendré que accidentar más seguido —bromeó y yo lo miré mal.

  —No digas esas cosas.

  —Era una broma.

  Tomé otra cucharada y se la di.

  —Helena no vivirá aquí —me dijo después. Lo miré sin entender.

  —¿Qué? ¿Por qué?

  —Nos divorciaremos y esta casa me la dejó mi padre.

  —Así que te divorciarás... —en el fondo tenía emoción pero no podía reflejarla.

  —Claro. Pero estaré soltero por un rato nada más —me miró. Me daba algo en mi estómago cada vez que Harry hacía ese tipo de comentarios.

  —Harry... —sentencié.

  —Mi divorcio estará en unas semanas —me dijo— Espero que estés esperándome entonces.

   Suspiré profundo.

  —Quizás —lo molesté.

  —Puedes quedarte los fines de semana si quieres. En realidad quiero que lo hagas. Te necesito conmigo.

  Lo miré y pensé en su propuesta. La verdad es que no quería dejarlo solo ahora que estaba accidentado y recién operado. Necesitaba tenerlo cerca, era una necesidad muy extraña.

  —Bien —acepté. Además de que ahora Noah estaría rondando por la universidad.

SEMANAS DESPUÉS...

  —Harry, por favor, no seas necio... —íbamos saliendo del auto. Llegábamos al hospital pata quitarle las puntadas a Harry. Estaba de necio con que podía quitarlas solo. Qué terco.

  —Tenía cita en el juzgado con Louis —me recuerda— No podía faltar. Pudimos venir mañana a esto.

  —La cita era para hoy —recordé.

  —Está bien.

   Entramos al hospital y buscamos al doctor. Harry se metió a su consultorio y yo me quedé afuera esperándolo. Habían sido semanas muy tranquilas ha decir verdad. En la universidad solo iba a recibir clases. Escuché que Noah se había instalado y que estudiaba ya. No quería topármelo. Me llamaba a cada rato en el día y me dejaba mensajes. Incluso escuché rumores de que había empezado a emborracharse. Y hasta se peleaba en los bares. Me sentía mal, sentí que yo tenía algo que ver en todo esto. Pero no me atrevía a hablar con él ahorita. De Helena no hemos sabido mucho, solo sabemos que ha estado negándose al divorcio pero que hoy se presentarían los dos ante el juez. Louis lo ha ayudado mucho con eso. Minutos después Harry sale normal del consultorio.

  —Listo. Estoy como nuevo —se acercó peligrosamente a mi. Lo detuve en seco porque habíamos hablado de que mientras siga casado nada de nada.

  —Me urge firmar esos papeles —reprochó.

  —Con calma, Harry.

  —Iré justo ahora, —me dice— No puedo esperar más. ¿Crees que te pueda ir sola? Dile a Jared que te lleve. ¿Irás a casa, cierto?

  —Quizás pase a la universidad.

  —Isabella... no tienes clases hoy. No quiero pensar que quieres ver a tu ex.

  —Es broma, tonto —le palmeé el hombro— Iré a casa. Allá te espero.

  —Está bien—se inclinó y me dio un beso en la mejilla. Yo contaba las horas para que ese beso fuera en los labios. —Allá te veo.

   Y se fue.

HARRY

  Me urgía firmar esos malditos papeles. Al llegar al juzgado me apresuré a buscar la sala en donde tenía la reunión. Al llegar entré. Ahí estaba Helena, se miraba con los ojos llorosos. Sabía que era nada más una actuación.

  —Disculpen la tardanza —les dije y me senté en una silla a la par de Helena.

  —Los papeles están listos —nos dice el juez y me lo entrega a mi. Acta de divorcio decía. Tomé el lápiz y firmé. Ahora se los pasé a Helena. Ella me miró fulminandome con la mirada.

  —No puedo firmar, señor juez —sacó unos papeles y se los entregó.

  ¿Ahora con qué chantaje saldrá? El juez leyó lo que decía ese papel y me miró de reojo a mi y después a ella.

  —Cambian muchas cosas con esto pero aún se puede divorciar —le dice.

  —Quiero que sean justos conmigo.

  —¿Qué dicen esos papeles? —quise saber. Tenía una mala impresión de todo esto.

  —Los papeles dicen, señor Lee, que la señorita Helena tiene cuatro semanas de embarazo.

  Me quedé en shock, de piedra.

  ¿Helena estaba embarazada? La miré, me miró. En lo único que podía pensar es que Helena estaba embarazada y que esto cambiaba mucho las cosas. Pensé en Isabella, ella jamás me aceptaría así.

—¿Nos disculpa un momento?—quedé viendo al juez, necesitaba estar a solas con Helena, las cosas habían cambiado en su totalidad.

—Tranquilos, vendré en unos diez minutos—observó su reloj de muñeca y se retiró.

La tensión en mis hombros seguía creciendo y más ahora con lo que se aproximaba, sabía que un bebé era una responsabilidad muy grande y que quizás sería la manzana de la discordia entre Isabella y yo. Helena sollozaba llevando su mano al vientre.

—No puedo creer que tu propio padre no te quiera—le habló a su panza—nos ha dejado solas y desprotegidas—tragué grueso, me hizo sentir mal, porque la verdad la criatura no tenía la culpa de las decisiones que estábamos tomando.

—Así que estás embaraza y no me habías dicho—negué con la cabeza—que irresponsable que eres, justamente te animas a decirlo en esta circunstancias, cuando ya todo ha terminado—no sé por qué también observé su panza, lo que estaba ahí, era una bomba de tiempo que a los nueve meses explotaría.

—No te lo quise decir porque tú siempre te la pasas muy ocupado y por lo que había ocurrido con lo del accidente, pero ni siquiera conoces a tu mujer, desde hace varios días estuve con náuseas y antojos, no te diré cuenta porque no te importo ni yo ni el bebé, ahora no quiero imaginarme que dirán de mi cuando sepa que me abandonaste—sacó un pañuelo del bolsillo y empezó a secar sus lágrimas.

No sé qué haría en este momento, pero de algo estaba muy claro, los papeles del divorcio se firmarían, eso no hacía constar que fuera un mal hombre, mi responsabilidad como padre la cumpliré, pero no puedo estar atado a una mujer que no amo, simplemente es una locura.

—Helena—esta vez hablé con voz de mando—mírame—ni siquiera tomé su mentón para que me viera, no sé, pero ahora que Isa era mía, me sentía extraño si tocaba a otra mujer, tan solo era imposible—arreglaremos esto como los adultos que somos, no te preocupes por la manutención del bebé, te prometo que en todo este proceso te apoyaré en todos los gastos que incurran, ademas de tus propios gastos, sé que el bebé se alimenta de ti y debes de estar en perfectas condiciones, ademas también es mi hijo y no soy alguien descorazonado como para dejárlo a la intemperie, pero nos divorciaremos ¿ok?—ella se mordió el labio, conociéndola seguro que estaba muerta de rabia—porque para ser sinceros no podemos estar con una persona a la cual no amamos.

—Está bien—asintió y de inmediato quitó la mirada en mi—como tú digas, pero espero que nunca te arrepientas de esta decisión que estás tomando, lo único que puedo decirte que no verás a tu hijo así por así y menos ahora que estás divorciándote de mi.

—¿Todo está bien?—el juez había entrado limpiándose la boca, seguro andaba comiendo algo—creo que les di un poco más de los diez minutos—sonrió, al menos el tipo era bastante culto y yo acá, rompiéndome la cabeza.

—Así es—le dije—la decisión está tomada, necesitamos firmar el divorcio—él nos quedó viendo de reojo por encima de sus lentes.

—Perfecto—tomó nuevamente los papeles y los colocó en frente de Helena, ésta firmó ejerciendo mucha presión con el bolígrafo, era símbolo de descontento, ambos nos pusimos de pie frente al juez—Felicidades—me dijo—se lo digo por lo del bebé—estrechó mi mano, guardó los documentos en un maletín forrado de cuero blando y salió.

—Supongo que ahora estás satisfecho por lo que acabas de hacer, ¿no?— Helena tomó su bolso y lo enganchó al hombro— después de todo creo que era lo que más estabas buscando todo este tiempo, pero perfecto. ¡felicidades! pero una cosa te dejaré en claro— se acercó hacia mí señalándome a la frente— de ahora en adelante las cosas entre nosotros será meramente legal y creo que llevas las de perder— giró sobre sus talones y salió enfurecida.

Perfecto, las cosas no podrían haber marchado, pero ahora tenía este caos que apenas estaba empezando y el mayor reto comenzaba ahora, ver a Isa frente a frente y tratar de explicarle las cosas que estaban pasando con Helena, sin embargo había un miedo terrible dentro de mí que me hacía pensar que si yo le comentaba que ella estaba esperando un hijo mío, lo más probable es que me mandaría a volar y la perdería definitivamente, la vida conmigo estaba siendo injusta, porque cuando encontré realmente al amor de mi vida me sucedía esto. Me dirigí hacia el coche, tomé las llaves y subí, tenía que hacer algo al respecto o de lo contrario a este ritmo me volvería loco; tenía un trabajo que atender, una chica a la cual amo y una ex que estaba esperando un hijo, tal parece que mi vida era semejante a una telenovela y lo único que esperaba es que al final de esta historia yo pudiera quedar con Isa.

Tomé la vía principal, el tráfico estaba pesado sin embargo yo tenía que atender mi trabajo, tenía asuntos pendientes en la oficina y quería salir lo más antes posible de ellos para que me pudiera quedar tiempo y tratar de resolver lo más importante.

—¿Pero qué demonios te pasa?— me dijo un vagabundo de la calle, él estaba cargando un carrito lleno de latas de cervezas que sin querer lo había chocado.

—¡Mierda! de tanto estrés que tenía ni siquiera me fijé al frente, de inmediato me bajé del coche para cerciorarme que el tipo estuviera en perfectas condiciones, no quería añadir un problema más a la enorme lista que tenía —¿ te encuentras bien?—traté de auxiliarlo mas sin embargo él se opuso.

—No me pongas una mano encima—tiró de mi mano bruscamente— ustedes los ricos me dan asco, siempre se creen superior a todos nosotros y nos ven como simples basura, no te preocupes que estoy muy bien, lo único que te pido es que me apoyes con los daños del carrito de latas por qué es el único medio del cual yo subsisto.

—Sí, claro— de inmediato tomé la billetera y busqué el único efectivo que andaba— dime si esto que tengo cubre los daños que hice, en serio que lo siento no fue mi intención, créeme— el tipo tomó el dinero y se retiró.

—No te preocupes, viejo—al parecer en cuanto tomó el dinero su semblante había cambiado, pero al menos me había librado de ese problema.

HELENA

Juro que me las pagarás, Harry, esto no se quedará así por así, nadie me deja como una estúpida y menos con el plan que tengo para ti, estaba conduciendo al apartamento que Diego y yo estábamos alquilando desde hace muchos meses cuando empezamos a ser amantes, él era mi cómplice en todo esto, sin embargo teníamos un plan a realizar, faltaban algunos detalles, pero con él, lo iba a planear perfectamente para que de ninguna forma sospecharan que yo iba a ser la culpable de eso.

Y hay algo en mi interior quizás mi instinto femenino me dice que esa sirvienta tiene que ver con todo lo que está pasando, porque desde que ella apareció, Harry se comporta diferente hasta el punto que me pidió el divorcio el muy estúpido, pero también ella llevará su parte, en esta vida no hay nadie que se vaya de la vida sin antes haber pagado y nadie se burla de Helena.

—Mi amor—Diego estaba acostado viendo televisión, estaba muy relajado y claro, todo este tiempo el dinero de Harry lo estábamos disfrutando él y yo—veo que vienes bastante enojada dime, ¿cómo te fue con lo que habíamos planeado?

—Todo el maldito plan se fue la basura, tenemos que hacer otro plan porque el que ya teníamos no dio resultado—me senté a la orilla de la cama para quitarme los tacones que me estaban incomodando desde hace rato.

—¿En serio?—él se reincorporó en la cama para acariciar mi cuello—no te preocupes, cariño, nadie puede burlarnos fácilmente y puedes estar muy segura que toda la fortuna de ese estupido será nuestra—se colocó detrás de mi enroscando sus piernas—tengo ganas de hacerte mía—me lo dijo con tanta picardía, eso me encantaba de él.

—También te quiero comer—esta vez me di vuelta para besarlo apasionadamente, sentía una humedad acá abajo, cosa que con el estupido de Harry ya no pasaba, quizás siempre fue así, desde que encontré a Diego en mi vida cambió. Ya lo único que me importaba de Harry es que me dejará bien forrada en dinero, así que Diego y yo comenzamos a follar.

—Me siento como nuevo—él estaba exhausto después de haberme follado tres veces seguida—definitivamente me encantas demasiado, Helena— esta vez se dirigió hacia la ventana del apartamento que tenía una vista impresionante hacia la ciudad, él estaba completamente desnudo, en su espalda tenía muchos lunares y sus glúteos eran firmes.

—¿Quieres un trago?— le ofrecí, teníamos una nevera bastante pequeña en donde guardamos todo tipo de licores, los ocupamos usualmente para celebraciones.

—Por favor, cariño,— se recostó al lado del marco de la puerta.

—Ten—le serví un vaso rockero quizás como hasta la mitad con tres cubos de hielo, el licor era de color rojo vino—Dime ¿en qué estás pensando?—en este momento lo observé y tenía su mirada puesta hacia los edificios.

—Pienso en la vida que vamos a llevar en un futuro después que le quitemos la fortuna a tu ex marido, ¿vez aquellos edificios tan imponentes? Asi mismo quiero tener mi propia empresa y sé que lo vamos a lograr, Helena, siempre cumplimos las cosas que nos proponemos, pero antes de todo tengo que dejarte claro las cosas que tienes que hacer, además necesito que estés completamente segura y sin titubeos, porque de lo contrario todo se irá a la mierda.

—No te preocupes por eso que corazón para ese estúpido no tengo, una cosa te iba a preguntar ¿cómo le haremos cuando él quiera la prueba de paternidad? tú sabes perfectamente que este hijo es tuyo—coloqué mi mano en mi vientre al igual que tomé su mano y la coloqué en el mismo sitio—siéntelo, este es el fruto de nuestro amor, Diego, es algo que nadie ni nada podrá destruir.

—De eso no te preocupes que para eso existen los doctores corruptos, un poco de dinero no le caería nada mal a cualquiera de ellos y créeme que estarán dispuesto hacer lo que nosotros pidamos, mientras tanto tú siempre finge ser una madre dolida—esta vez se fue hacia su ropero tomó un pantalón y una camisa—tendrás que usar esto—se dirigió hacia una caja y me mostró una botella pequeña.

—¿Qué cosa es eso?—en realidad ni yo mismo sabía que era lo que contenía ese frasco.

—Verás—se acercó de manera sospechosa—este es un veneno que se lo tendrás que dar en algún tipo de bebida, no sé cómo le harás, pero tienes que buscar la forma de colarte en esa mansión quizás con algún pretexto acerca del embarazo podrías hacerlo, según lo que me dijo el tipo a quien se lo compré es que al momento de hacer una autopsia ni siquiera los mismos forense determinan que fue a causa de este veneno —En realidad nunca pensé que llegaría hasta estos límites, pero no me dejaba otra opción, si se trataba de la felicidad de Diego y yo nada más me importaba.

—Suena bastante bien— ambos en ese momento nos besamos apasionadamente, creo que se había desarrollado una especie de obsesión o quizás un vicio entre nosotros, tanto así que no perdíamos tiempo para comernos vivos.

ISABELLA

Llevaba quizás algunas horas esperando a Harry según lo que me había contado es que hoy era el día en que tenía que firmar su divorcio me sentía bastante ansiosa ya que al final de todo no sabía lo que había pasado y conociendo a Helena creo que le pondría las cosas muy difícil al pobre de Harry, sin embargo yo siempre creí en él en las promesas que él hacía y sobre todo en el amor que me ha brindado creo que nunca había confiado tanto en un hombre como confío en él porque a decir verdad yo era una chica bastante desconfiada que incluso hasta de mi propia sombra desconfiado así que si yo deposité la confianza en él y espero que nunca me decepcione porque el día que lo haga no sólo romperás mi corazón sino que no volveré a creer nunca en nadie más.

—Hola— me dijo una voz detrás de mí, perfectamente sabía que esa era la voz de él, mi corazón empezó a palpitar tan alegre, yo estaba en el comedor y él me había tapado los ojos con sus manos—¿ adivina quién soy?— pero obviamente su olor era algo que podía sentir a kilómetros.

—Jared, no juegues a estas cosas o de lo contrario Harry nos encontrará—quise hacerle una broma porque sabía que era el.

—Oye ¡así no! ese tipo de bromitas no me gustan aunque sean falsas, no se por que, pero desde que ahora estás conmigo no te quiero para nadie más, pero ni en bromas. me perteneces a mi, Isa,— sus fuertes brazos me tomaron de la cintura enganchándome a la parte media de su abdomen.

—Harry, ¡por favor!—intenté bajarme— nos pueden ver, estamos en un lugar público— volví a ver a todos lados muriéndome de pena, sin embargo sentía algunas cositas acá abajo moviéndose y definitivamente no eran mariposas.

—¿Y qué tiene? Somos personas adultas que sólo simplemente se aman— la palabra que había utilizado era muy delicada pero si salía de su boca es que seguro él estaba consciente que sentía ese tipo de sentimientos hacia mi.

—Dime una cosa antes de todo—esta vez acaricié su mentón, andaba afeitado y se sentía bien el roce de los tronquitos de su barba que recién estaba saliendo— tu conoces que soy bastante ansiosa y finalmente quería saber si tu firmaste el divorcio— en ese preciso momento sentí que mi corazón estaba latiendo el doble de lo acelerado que ya estaba, sólo espero que él lo haya hecho, de ser así seré la mujer más afortunada de esta vida.

ISABELLA

   —Lo hice, al fin me divorcié de ella —confesó. En ese momento sentí una felicidad enorme porque Harry ahora era libre. No sé, quizás sonaba muy mal, quizás hasta destruí un matrimonio y no me di cuenta. Pero es que... yo no busqué enamorarme de Harry, simplemente pasó. No elegimos de quien nos enamoramos. Harry se miraba feliz pero pude notar un poco de preocupación en sus ojos, no sé, era muy intuitiva y sentía cuando algo no andaba bien.

  —¿Te pasa algo más? —quise saber, me puse ansiosa en ese momento. Quizás había pasado algo más con Helena y no me quería decir.

  —No, ¿por qué lo dices? —se reincorporó.

  —Preguntaba —respondí un poco seria— Te noto algo extraño —lo miré directo a los ojos. Él apartó la mirada un poco.

  —Isa —me miró de nuevo—Es solo que no puedo creer que estes aquí conmigo. Pensé que era el único que sentía cosas pero ahora no me creo que estés aquí. He esperado muchas semanas para esto —me toma de las manos—No puedo esperar más.

   —¿De qué hablas? —fruncí un poco el ceño. Se miraba un tanto ansioso e ilusionado.

   —Quiero estar contigo. ¿Tú quieres estar conmigo? —sonrió. Se miraba tan tierno así, parecía que en verdad estaba muy enamorado, que no existía nadie más para él que solo yo. Lo pude ver en sus ojos. Entonces ¿por qué sentía que no me decía todo? Harry era a veces así, me omitía cosas, no me decía del todo lo completo. Solo lo necesario. Y no me gustaba. Llegaba un punto en que me gustaba saber todo a detalles, pero parece que él no es así.

  —¿Isa? —me volvió a preguntar. Parpadeé varias veces y lo miré.

  —Sí quiero, Harry. Quiero estar conti... —no terminé la oración porque Harry me tomó de mi cara y me besó. Tenía semanas de no besarlo, de no sentirlo. Sentí un cosquilleo en mi estómago, mis piernas temblaron un poco. Sentía que al fin estaríamos juntos por siempre. Le devolví el mismo beso con la misma intensidad. Agradecí que Martha había salido al súper porque sino no habríamos tenido esta privacidad. Harry me tomó de las piernas y me subió a la encimera de la cocina.

  —Me encantas —sus labios bajaron a mi cuello y empezaron a besarlo, a lamerlo. Tiré de sus cabellos un poco sintiendo que venía a mi la excitacion.

  —Harry... —susurré su nombre. Pero sentía que aún era temprano para hacer... eso. Apenas y estábamos empezando una relación. Pero por otro lado sentía que no importaba esperar, que si quería hacerlo lo haría y ya. Le volví a besar sus labios, esta vez mordiendo su labio inferior. —Tómame a cómo quieras —le dije. Eso hizo que se detuviera y me viera. Quizás para asegurarse de que lo que había dicho era cierto. Mis labios se sentían palpitantes y nuestra respiración era agitada— Soy tuya —le terminé de decir. Sus ojos reflejaron una chispa especial cuando le confesé eso.

  Harry me volvió a besar, pero esta vez me cargó y empezó a caminar lejos de la cocina. Sabía que nos dirigíamos a su habitación.

  —Cuidados nos caemos —me reí un poco entre el beso.

  —Te aseguro que estando conmigo nunca caerás.

  Lo que me dijo había sido tan cute, me excitó de demasiado.

   Al llegar a la habitación Harry me subió a la cama, aseguró con llave a la puerta y se dirigió a mi.

  —Isa, no quiero hacer nada que no quieras —se subió encima.

  Mordí mi labio inferior.

  —Yo quiero —le aseguré, mirándolo a los ojos—Házmelo.

  —¿Segura? Porque te juro que yo me estoy muriendo de ganas —me tomó del cuello. Le sonreí de manera provocadora.

  —¿Y qué esperas? —acaricié su espalda— ¿Una invitación?

  —No seré gentil, Isabella —sentenció.

  Tragué grueso mientras me lo imaginaba.

  —Mucha habla y poca acción —me burlé. Eso fue lo único que faltó para que Harry rompiera mi camisa dejando ver mi brazier de Los Simpson. En mi defensa no creí tener sexo este día. Me avergoncé un poco pero a Harry no pareció importarle. No era de esas que se combinaban y usaban ropa interior provocativa. Dejé que Harry hiciera conmigo lo que quisiera. Me quitó la camisa, arrebató mi pantalón. Ahora solo estaba en ropa interior.

  Me senté en la cama y quité la camisa de Harry rápidamente, él se quitó su pantalón. Pude ver su abdomen, su cuerpo. Madre mía... me deleité viéndolo y lo morboseé un poco.

  —Ven acá —me tomó del brazo de manera brusca. Harry era todo un animal, juraría que su mirada estaba más oscura y que sus pupilas estaban muy dilatadas. Jamás lo había visto así. Pero me gustaba. Me gustaba que tomara el control, que me dominara, que me hiciera suya y que me castigara.

  Me quitó mis bragas y mi brazier. Era la primera vez que estaba desnuda frente a él, me miró de pies a cabeza, su mirada se miraba deseosa. Me tomó del cuello bruscamente y me besó. Se miraba tan dominante, me excitaba mucho. Enterré mis uñas en su espalda. Harry estaba encima de mi besándome. Enrosqué mis piernas en su cintura. Podía sentir su pene rozar con mi intimidad. ¡Dios! Quiero.

  —¿Quieres que te folle? —me tomó del mentón de manera brusca.

  —Sí.

  —Pídelo.

  —Quiero que me folles —apenas y pude responder. Harry tomó su pene y lo metió. Me dolió un poco sí.

  —¿Te duele? —sonrió malicioso.

  —Un poco —respondí.

  —Es solo la punta, querida —se burló. Me relamí los labios.

  —¡Ah! —exclamé cuando lo metió de un solo. ¡Joder! Harry bajó a mis pechos y los besó, haciendo círculos con su lengua. Me cubrió la boca con su mano mientras volvía a mi y me empezaba a penetrar. Cualquiera podía escucharnos así que era mejor hacerlo en silencio. Por ahora. Pero es que tenía ganas de expresar todo lo que me hacía sentir.

  —Cubre tu boca —mandó— Tranquila, será la ultima vez que no exclamas todo lo que te hago sentir —me elevó las piernas y las puso a cada lado de sus hombros. Yo me sentía en el cielo, era una sensación que jamás había sentido. Un nivel de excitacion enorme que jamás había experimentado. No podía pensar en nada más en ese momento si. Solo en el hombre que tenía frente a mi.

  Mientras jadeaba y cubría mi boca con una mano, con la otra me sostenía de la sábana. Harry hizo un movimiento rápido que me dejó de espaldas a él, en cuatro. Me penetró una y otra vez mientras ponía mis manos en mi espalda y me sostenía.

  —Tu turno —dijo. Se sentó en el borde de la cama, esperándome. Me senté encima de él, tomándolo del cuello y besándolo. —Pasaría todo el maldito día follándote.

  —¿Ah si? —lancé mi cabello hacia atrás. Estábamos sudando, pero me empecé a mover encima de él. Al principio me dio un poco de inseguridad, el no hacerlo bien, pero cuando vi que lo estaba disfrutando hasta el punto en que me rasguñó la espalda y estaba gimiendo... se me quitaron todas las inseguridades y solo me dediqué a seguir dándole placer. Mientras él sentía placer yo más. Hice círculos, di sentones grandes.

  —Isabella, eres una... —me miró con lujuria.

  —¿Una qué? —lo besé y le mordí el cuello. Harry me besó el pecho y me hizo un chupete. Pero no solo ahí sino que también se encargó de hacerme uno en el cuello. Por cómo me había dolido supuse que era uno grande. Tiré de sus cabellos para que se quitara. Le besé el cuello y pasé mi lengua por él, eso lo excitó más. Con que su punto débil es el cuello...

  Harry gemía y gemía.

  —Isa... —susurró.

  —¿Si? —me sentía muy excitada, sentía que si me seguía moviendo así tendría mi orgasmo muy rápido. Y lo quiero tener. Los gemidos de Harry, el movimiento que hacía con su pene dentro de mi me hacían sentir un fuego que no podía parar. Me tomé los pechos y cerré los ojos para disfrutar.

  —Isa...

  —Harry...

  En ese momento pasó, y sentí que Harry también lo tuvo. Me aferré a él mientras él se aferraba a mi, me escondí en su cuello mientras sentía el placer del orgasmo. Harry me tomó de la cintura, enterrando sus uñas en ella. Hasta que los dos caímos a la cama. Yo encima de él. Mi respiración estaba agitada. Había sido lo mejor que había probado hasta ahora.

  —Te amo.

  Tragué grueso y miré a Harry, me había dicho "te amo" no sabía si tomarlo en serio o no.

  —Te amo —susurré también. Pero había algo que no me había gustado, el hecho de que Harry terminara dentro de mi. Tendría que buscar algún método anticonceptivo con rapidez antes de que pase algo que ninguno de los dos quiere. Porque me imagino que Harry no querrá ser padre a esta edad. Me puse de pie y me empecé a vestir antes de que Martha sospeche algo.

  —Quisiera pasar toda la tarde así contigo —me dijo. Terminé de ponerme los zapatos y me amarré el pelo en una cola alta.

  —Yo también —aseguré— Pero olvidé decirte que tengo que ir a la universidad. Olvidé unos libros en mi habitación y los necesito para estudiar.

  Eso lo hizo sentarse en la cama y verme ceñudo.

  —¿A qué irás?

  Al parecer no le hizo gracia que fuera.

  —Te lo acabo de decir, a traer unos libros. También quiero pasar por una clínica.

  —¿A qué?

  —Necesito estar protegida si vas a estar terminando dentro de mi. No creo que ambos queramos ser padres a esta edad, ¿no? —le miré. Harry solo bajó la mirada y se puso algo tenso—. Además, creo que no será la primera vez que tengamos relaciones, ¿o si? —elevé una ceja.

  —Claro que no —me tomó de la cintura y me hizo engancharme encima de la suya. —¿Me soportarías sabiendo que quiero hacértelo a cada momento del día? Donde sea que te mire, en la cocina, en la sala, incluso en tu universidad. En cualquier lado.

  —Tampoco nos expondremos a que nos vea la gente —me puse seria.

  —No, eso no —me dio un beso.

  —No quiero dejarte ir, ¿puedo ir contigo? —me inquirió.

  —¿En serio? ¿Por qué?

  —Solo no quiero dejarte sola, sé que en esa universidad hay muchos detrás de ti. Además, tengo asuntos por resolver ahí.

  Me tensé. Sabía que no había dejado de lado el asesinato de Ryan y que seguirá hasta dar con lo que realmente pasó. Quizás le deba de decir lo que sé y lo que encontré.

  —Está bien, vamos.

  Me besó apasionadamente para después vestirse.

   Al salir al menos Martha no había vuelto del súper. Me monté en el asiento copiloto mientras Harry se montó al conductor y arrancó. Mientras manejaba Harry ponía su otra mano en mi pierna. Me parecía un sueño. Estar con el, me sentía muy feliz.

   Al llegar a la universidad nos bajamos, me sorprendió que Harry me tomara de la mano y a la vez estaba un poco incómoda, más porque habían muchos estudiantes afuera y se nos quedaban viendo. Entre ellos estaban Trisha y Piper, sus caras eran un poema, dignas de tomarles una fotografía. Nos adentramos y subimos unas escaleras que daban a la dirección. Harry tenía que hablar con el director, le prometí que lo esperaría afuera pero no sabía cuánto tiempo tardaría, no quería encontrarme con Noah, no soportaría su cara de reproches. Aún no sabe que Harry y yo estamos juntos.

  —Espérame aquí por favor —me pidió mientras me daba un tierno beso en los labios— No te vayas.

   Negué.

   Harry se adentró a la oficina y segundos después yo me fui de allí, iría a mi habitación rápidamente y volvería muy rápido. Ni se dará cuenta. Bajé las escaleras y salí de la universidad. Era consciente de las miradas raras que me daban las chicas de por aquí. Las mismas que se morían por Harry cuando recién vine. Entré a los dormitorios y subí las escaleras. Para mi mala suerte, al final de ellas venía Noah bajándolas. Y me miró.

  Genial.

  —Isa... —me detuvo a cómo lo supuse.

  —¿Qué quieres, Noah? —me detuve para no ser descortés. A pesar de todo nos conocíamos de toda la vida y habíamos sido novios y mejores amigos por años. Me ponía un poco mal verlo y en el fondo me sentía culpable. El haber encontrado una excusa perfecta para terminarlo.

  —Sé que ahora me odias y no quieres ni verme —bajó la vista. Se miraba muy mal, tenía ojeras y su barba había crecido un poco. Me pareció extraño porque Noah siempre había sido cuidadoso con su aspecto. Me daba miedo admitir que era por mi culpa.

  —No te odio —le aseguré.

  —Esa mañana —empezó a decir— Si tan sólo pudiera retroceder el tiempo y no haber ido a tu dormitorio sino esperarte afuera. Me conoces y sabes que nunca te engañaría así, además, ni conocía a esa chica como para besarla así por así.

  Tenía razón. Él no era así y no sería capaz de engañarme. Pero yo llegué y los vi besándose, nadie me quitará esa imagen de mi cabeza. Noah no podía ser tan debil, una mujer no podía dominarlo así.

  —Noah, por favor. Eso ya pasó —bajé la vista.

  —No quiero perderte —me tomó el mentón y me obligó a mirarlo. Lo miré a los ojos mientras tragaba grueso. Noah se acercó como en los viejos tiempos y no sabía por qué no me apartaba.

  —Sé que me amas, tu amor por mi no se puede acabar de la noche a la mañana. Todo lo que hacíamos, cuando te hacía el amor.

  —Noah... —intenté que parara.

  —No me callaré, Isabella, eres mía, ¿no sabías?

  No, no lo era. Al menos ya no. Harry estaba en mi vida ahora.

  —Y eso nadie me lo quitará—en un rápido movimiento me tomó de la cintura y me atrajo a él, intentando besarme. Pero aparté mi cara de inmediato, evitando el beso.

  —Noah, no...

  —Isa, eres mía.

  —¡Suéltala! —Harry quitó a Noah de mi y le dio un golpe en la mejilla, haciendo que éste cayera por las escaleras. Miré a Noah con horror mientras llegaba al final de ellas, y luego miré a Harry con algo de rencor. ¿Cómo se atrevía?

  —¿¡Qué hiciste?! —le reproché.

  —Él no puede tocarte —se acercó a mi peligrosamente tomándome del brazo— Nadie puede hacerlo—admito que me dio un poco de miedo por la forma en que lo dijo, parecía tan decidido.

  —Suéltame —me zafé de su agarre y bajé rápido las escaleras en busca de Noah. Al llegar donde él me arrodillé a su lado. Tenía los ojos cerrados. No respondía. Tenía que llevarlo a la enfermería. —¿Noah? —lo removí. Pensé lo peor—¡Noah! —miré a Harry con un poco de rencor a mitad de las escaleras. Él solo me miraba con su semblante enojado. No le agradaba para nada que haya venido en busca de Noah, pero no me importaba. En este momento lo único que me importaba es que Noah estuviera bien.

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