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Lo que más le dolía es que debió renunciar a su trabajo para gerenciar ese maldito equipo de football. Otra exigencia de su 'adorado padre'. Tenía que tomar su puesto al frente de su equipo, los Cowboys de Dallas.
Y a ella ni siquiera le gustaba ese deporte y el infeliz de su padre también lo sabía. Aunque había decidido el último tiempo pensar más en él como su progenitor, porque como padre dejaba demasiado que desear. ¿ Algo más podía hacer para cagarle la vida ?
Así que ahí estaba, ocupando la oficina de la sede del maldito equipo.
Para empezar, si iba a estar por lo menos dos años allí, iba a redecorar esa oficina que tenía la estampa de su "padre" por todas partes. Hasta el aroma repugnante a cigarro y la colonia que él usaba.
Lo único bueno de todo eso era la asistente de él que hasta ese momento se había puesto a disposición, fue considerada y amable .
Aún así una parte de ella no podía dejar de estar molesta con todo eso ¿ Porqué tenía qué gerenciar él el equipo?. ¿ Porqué no puso un maldito administrador?. Ni siquiera en vida.
Si él tenía dinero y propiedades, no había ninguna razón para estar ahí metido. Pero ponerle aparte la condición A ELLA de tomar su sillón ejecutivo...¡ Que coraje!
Aunque comparado con lo del embarazo no era nada. Igual dejar su puesto de trabajo fue un doloroso puñal en el corazón, con lo que le costó llegar...pero era imposible sostener las dos actividades, y mientras hubiera alguna posibilidad de rescatar la herencia de las garras de Pamela, ella lo haría. Aunque todavía tenía que ver cómo llegaba a lo otro...la parte de tener el hijo...
Barbara suspiró con pena, se levantó del sillón de oficina con olor a tabaco y se dirigió a los amplios ventanales. El equipo estaba entrenando... Observó a los jugadores, nunca había entendido ese tipo de deportes tan violentos. Le resultaba desagradable. Tampoco entendía la pasión de las personas por el juego, quizá para llevar a cabo esa tarea, ese era el mayor de sus problemas.
Y todavía le faltaba que la presentaran formalmente al equipo...lo último que necesitaba Bárbara en el mundo para completar el plato, era meterse entre kilos y kilos de testosterona de esos tipos.
Se alejó de la ventana. Y llamó por el intercomunicador a su recién adquirida asistente, Mónica. Mónica era el tipo de mujer que le hubiera gustado para su padre. Una mujer formal trajeada, competente, de cabello rubio corto y muy claro y lentes de montura.
— Si Bárbara, me llamaste...— afirmó la mujer al entrar y cerrar la puerta, llevaba un cuaderno en sus manos.
— Si...necesito remodelar esto — Bárbara hizo un gesto con la mano abarcativo — Toma nota. Quiero que lo pinten de color crema, y te voy a hacer una lista con las cosas que necesito, los lugares para comprarlos, y una foto de como quiero que quede el lugar para que tengan una idea.— la mujer la miró con el ceño fruncido pero asintió con la cabeza.
— Yo te enviaré después un mail con todos los datos, que mañana mismo saquen todo y comiencen a pintar...— dijo Bárbara convencida.
— Perdón Bárbara — ella le había dicho que la llamé por su nombre de pila — ¿ Y qué hacemos con las cosas de su padre ? — inquirió la asistente con curiosidad.
Bárbara por un momento pensó en la idea de hacer una fogata y completar el ritual con algún baile estilo tribal alrededor cantando. Últimamente no se reconocía. Sus pensamientos plagados de rabia, pero en el fondo sabía que era el enojo contenido contra su padre que ella sentía...
— Que coloquen todo en cajas y lo guarden en algún depósito o lo que sea que haya aquí... excepto los trofeos, lo demás de va — la mujer tomó nota.
— ¿ Y usted dónde estará mientras ? ¿ Qué lugar ocupará hasta que esté lista su oficina ? —
Si fuera por Bárbara estaría en la luna, cualquier lugar podría ser mejor que ese, en lo que a ella refería.