Capítulo 1: Una segunda oportunidad
Los rayos del sol de a poco fueron entrando por mi ventana iluminando completamente mi habitación que hasta hace unos momentos se encontraba en total oscuridad. Cubrí mi rostro con mis sábanas para intentar dormir un poco más pero fue algo imposible debido a que mi alarma comenzó a sonar.
— Sólo un poco más, por favor. — suspiré y con pasitos flojos me levanté de mi cama caminando hacia mi armario.
El día de mañana empiezan las clases, tengo miedo de no poder hacer las cosas bien.
— Siento que no podré hacerlo sin ti. — dije mientras apoyaba mi cabeza en la puerta de mi armario. Mordí mi labio inferior y cuando me di cuenta mis lágrimas ya estaban cayendo.
— Señorita, el desayuno está listo. — dijo mi ama de llaves desde el otro lado de la puerta.
Su nombre es Ana, es una mujer de unos 54 años, unas cuantas canas empiezan a asomarse en su cabeza, es una mujer tan amable, ella fue la única de nuestros empleados que decidió venir a esta ciudad con nosotros junto con su hija Marian, ellas son cómo mi segunda familia, aunque hay veces que me pregunto si ellas nos considerarán así ya que parece que en ocasiones me evitan.
— Gracias, en un momento bajo. — respondí. — y por favor, sólo dime Judy.
— Disculpe señorita, sabe que yo no puedo hacer eso.
Iba a decir algo pero escuché sus pasos alejarse, suspiré, ya hablaría con ella más tarde.
Comencé a buscar en mi armario algo para ponerme, pero hubo algo que captó mi atención.
Entre mi ropa se encontraba un vestido de color lila con piedras de colores cómo cinturón, me sorprendió haberlo encontrado entre mi ropa, era un vestido que ya lo daba por perdido pues se me había quedado en el dormitorio de chicas en mi anterior colegio.
Aún así es un alivio tenerlo de vuelta conmigo. Seguramente lo habrían encontrado y una de mis amigas lo había enviado de regreso hacia mí. Lo abracé por qué era uno de mis vestidos favoritos, lo había comprado tres días antes del exámen del colegio femenino por qué creí que me daría suerte, también fue antes de que le dijera a Zack sobre el colegio.
— Huele a nuevo. — sonreí, no podía creer que aún siguiera conservando ese aroma.
Negué repetidamente, ahora no era el momento de ponerme a admirar mi ropa, justo después del desayuno tenía que estudiar, no quiero que un examen sorpresa me sorprenda en mi primer día de clases.
Al final opte por ponerme mi vestido lila con unos botines blancos, miré mi reflejo, mi cabello castaño ya me llegaba hasta la cintura, tal vez era tiempo de cortarlo, lo amarré en una coleta alta cómo siempre acostumbraba a hacerlo.
Bajé los escalones y me dirigí al comedor. Todo estaba completamente vacío, papá es dueño de una cadena de hoteles de esta ciudad y mamá es la directora general de un hospital de la ciudad dónde venimos, casi nunca están en casa y eso hace que a veces me pregunte sobre cómo se conocieron.
— Buenos días señorita Judy, en un momento le serviré su desayuno. — dijo Marian llegando al comedor.
— Sólo dime Judy, sabes que me puedes hablar normal.
Marian asintió pero no la ví muy convencida, desde pequeños siempre ah sido así, siempre que me intento acercar a ella es cómo si hubiera una pared en medio de las dos, aún así me sorprende que haya ido al funeral de Zack.
— Aquí está su desayuno señorita. — dijo poniendo un plato sobre la mesa.
Puré de papa, bisteces y un rico jugo de manzana, hace tanto tiempo que no comía en casa, incluso cuando regresé del colegio femenino solamente me la pasaba comiendo fuera de casa junto con... Zack.
— Que hermosa se ve hoy señorita ¿Su vestido es nuevo? — preguntó Marian, arqueé una ceja, creí que sólo estaba mintiendo para darme un cumplido pero por su expresión parecía que no.
Aunque bueno, tampoco era cómo si el vestido me lo hubiera puesto por mucho tiempo en casa.
— Hm no, lo compré antes de asistir al colegio Rose, me gustó tanto que decidí comprarlo cómo un amuleto de la buena suerte. — sonreí mientras daba una vuelta para enseñarle completamente el vestido. — es lindo ¿Verdad? Me encanta el diseño del cinturón.
— Claro que sí señorita, es muy lindo, además todo lo que usted se pone le queda bien pero... ¿De que escuela me está hablando? ¿Fue a unos cursos? — mostró confusión en su rostro.
En estos momentos no sabía quién estaba más confundida, si ella o yo.
— ¿De que hablas? Me refiero a la preparatoria, asistí al colegio Rose por un año entero, es un internado femenino.
Ella se mostraba cada vez más confundida.
— Señorita, usted no ah ido a ningún colegio femenino, ni siquiera ah empezado la preparatoria ¿Se encuentra bien? — me tocó la frente para comprobar que no tuviera fiebre. — Al parecer se encuentra bien, de hecho hoy viene su madre para escuchar su decisión.
— ¿Que dices?
— Me refiero a que hoy viene la señora Juliette para escuchar la decisión que usted tomó, se supone que hoy elegirá la preparatoria a la que irá, tiene 2 opciones ¿No? Si no me equivoco uno de ellos era el mismo colegio al que asistirá Zack y el otro es un internado femenino... ¡Ah! Justo cómo el que me acaba de mencionar ahora.
Escupí el jugo de manzana tras escuchar eso y con un movimiento algo brusco me levanté de mi asiento, fue tal el movimiento que casi me caigo al levantarme.
— ¿Que clase de broma es esta? No es para nada divertido jugar con algo así... disculpa, ya no tengo apetito. — caminé rápidamente mientras salía del comedor, sentía la mirada de Marian clavada en mi espalda, seguramente estaba preocupada por mi actitud pero en estos momentos yo no me encontraba bien para esas clases de bromas.
Entré a mi habitación y me tumbé en mi cama, quisiera poder dormir un rato y olvidarme de todo, tal y cómo Marian.
«Señorita, usted no ah ido a ningún colegio femenino, ni siquiera ah empezado la preparatoria ¿Se encuentra bien?»
«Me refiero a que hoy viene la señora Juliette para escuchar la decisión que usted tomó, se supone que hoy elegirá la preparatoria a la que irá, tiene 2 opciones ¿No? Si no me equivoco uno de ellos era el mismo colegio al que asistirá Zack y el otro es un internado femenino... ¡Ah! Justo cómo el que me acaba de mencionar ahora»
Esos comentarios por parte de Marian me afectaron un poco aunque en cierto modo a mí también me resultaba extraño qué mi vestido apareciera aquí y oliendo a nuevo, era cómo si hubiera regresado el tiempo aunque...
Y si tal vez... Sólo tal vez...
No, no, eso es imposible... Es imposible... ¿Verdad?
**
— Señorita, ¿Va a alguna parte? — preguntó Marian al verme caminar con rapidez hacia la salida.
— Necesito comprobar algo con mis propios ojos, si no lo hago no podré estar tranquila. — dije una vez que abrí la puerta. — discúlpame por lo de hace un rato.
Finalmente salí de casa, tan pronto cómo lo hice cubrí mi rostro cuando los rayos del sol pegaron en mi cara, desde el incidente no había vuelto a salir de casa, a sido una semana triste.
Comencé a correr sin importarme nada, cada vez más mi casa se iba quedando atrás pero quería comprobarlo con mis propios ojos, tenía que hacerlo.
— ¡Por favor! ¡Por favor! — grité mientras corría, algunos de la privada me miraban extraño pero eso no me importaba ahora.
Paré de correr cuando estuve a unos metros de ahí, su casa estaba frente a mí.
«Estrella fugaz ¿Escuchaste mi deseo? Aquél deseo que viene desde lo más profundo de mi corazón»
Estaba a punto de tocar el timbre, sólo estaba a unos cuantos minutos de saber la verdad pero justo cuando estuve a punto de hacerlo me detuve.
Tenía miedo de hacerme una idea equivocada, tal vez la única que estaba mal aquí era yo.
— Ahora me siento tan tonta. — apreté mi puño.
La seguridad que hace unos minutos atrás había tenido se había ido por completo.
Las personas que ya no están no pueden regresar a la vida, eso es imposible.
Giré sobre mis pies, no sé en que estaba pensando al venir hasta aquí.
Empecé a caminar con mis ojos húmedos cuando escuché la puerta abrirse, ni siquiera era capaz de voltear a ver y preguntar por él.
— ¿Judy?
«¿Q-que... Es esto?»
Me congelé al escuchar que me hablaban, tenía miedo de voltear a ver pero sabía perfectamente de quién era esa voz, era cómo si él jamás se hubiera ido.
— ¡Judy! realmente eres tú, ¿Que haces aquí?... Espera ¿Por qué estás llorando?
— ¡Tonto! ¡Tonto! — grité con la voz entrecortada y sollozando. — ¡Eres realmente un tonto! ¡No me vuelvas a dejar! — dije para finalmente abrazarlo con todas mis fuerzas.
— ¡Espera! ¡Espera! ¡No tan fuerte que me arrugas mi ropa! ¡¿De que estás hablando?! ¡No me eh ido a ninguna parte!
En un momento desapareciste cómo una estrella fugaz pero ahora eres tan real, has vuelto a mí.
«Gracias estrella fugaz, prometo dar mi mejor esfuerzo en esta segunda oportunidad»
No dejaré que mueras otra vez, es una promesa y ten por seguro que esta vez la cumpliré.