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Prólogo

Te conocí cuando teníamos 5 años.

Yo me acababa de mudar a esta ciudad y no conocía a nadie, admito que sentía miedo de dejar mi anterior hogar pero cuando te conocí creí que tal vez no era tan malo estar aquí. De hecho creo que ahora es mi lugar favorito.

— Zack, saluda. — dijo una hermosa mujer, su cabello era corto con ondulaciones en las puntas, era castaño y sus ojos eran de color verde, traía puesto un uniforme de azafata y una maleta a un costado, por lo apurada que se veía se notaba que iría a trabajar, detrás de ella se encontraba escondido un niño. — buenos días y disculpen que no nos conozcamos, quería saber si les podía dejar encargado por unos días a mi hijo, es algo tímido y no se da con nadie y cómo ustedes tienen una hija de su edad creí que se llevarían muy bien.

Yo miraba con curiosidad a esa pequeño niño, a pesar de que tu cabello amarillento se encontraba cubriendo tu rostro, aún así alcancé a ver tus brillantes ojos color ámbar.

Te veías tan tímido pero a la vez tan lindo, a pesar de ser de la misma edad te veías un poco más pequeño que yo.

Te mirabas tan frágil, cómo si cualquier cosa te pudiera romper, yo había decidido que te protegería.

— Soy Judy. Seamos amigos. — dije extendiendo mi mano hacia ti, trataste de salir corriendo pero tu mamá te detuvo.

Realmente eras tan tierno.

Mi madre encantada acepto cuidarte y aunque ella tampoco podía estar todo el tiempo con nosotros se encargó de contratarnos una niñera.

Pasó el tiempo y poco a poco nos empezamos a acercar aún más. Tu padre era dueño de una línea de aviones y además era piloto y debido a que tu madre también trabajaba, tú seguías quedándote en mi casa a jugar. Las personas que trabajaban en tu casa no te hacían mucho caso y no te gustaba estar solo.

Mientras pasábamos más tiempo juntos, un extraño sentimiento empezó a brotar dentro de mí, al principio creí que sólo se trataba de admiración pero no era así. Aún no sabía lo que era esto, cuando cumplí 8 años escuché de la palabra "amor" ¿era eso lo que yo sentía por ti? No lo sabía, aún era muy pequeña para pensar en esas cosas.

Un día ambos nos encontrábamos en el jardín trasero de mi casa recolectando flores, el día de las madres estaba cerca y queríamos sorprender a nuestras madres con unos arreglos hechos por nosotros mismos. Me sorprendí cuando pusiste algo sobre mi cabeza, era una corona de flores hecha por ti mismo.

— ¡Taran! Ahora luces cómo una verdadera princesa. — dijiste con esa linda sonrisa que te caracterizaba.

Ese día yo cargaba un vestido con mangas cortas de color blanco, estaba dos dedos arriba de mis rodillas, creí que ese era un buen momento. Tomé tus manos y me incliné hacia adelante quedando por encima de ti, pues estábamos de rodillas, te miré directamente a los ojos y de mis labios salió un "me gustas" creí que tú sentías lo mismo que yo pero estaba equivocada.

Tu cara mostró sorpresa pues no esperabas nada así, no dijiste nada, simplemente te levantaste y saliste corriendo de ahí dejándome completamente destrozada, no me importaba la confesión, yo no quería perder tu amistad, temía que te hubieras enojado conmigo y que ya no me hablaras más.

No era mi intención hacerte sentir incómodo, perdón.

A la mañana siguiente me desperté con los ojos rojos de tanto llorar la noche anterior, no sabía cómo reaccionaria cuando te viera, apenas y pude desayunar. Cuando salí de casa nuestros ojos se encontraron, ahí estabas tú, con esa sonrisa tan linda, estabas esperando por mí.

— No olvidaste nuestra promesa ¿cierto? — dijiste cuando te percataste que mi chofer estaba arreglando el coche para llevarme a la escuela.

Desde que ingresamos a la primaria habíamos quedado en que por una semana mi chofer nos llevaría y en la siguiente semana sería el tuyo, esa era nuestra promesa y decías que las promesas no podían romperse. No dijiste nada sobre mis ojos rojos, lo agradecí internamente, tampoco dijiste nada sobre mi confesión, sabía que significaba eso, me habías rechazado, al menos estaba feliz por no haber perdido tu amistad.

Siguió pasando el tiempo y fuimos creciendo hasta llegar a la edad de 15 años, pero eso nosotros no éramos los únicos que habían crecido, estos sentimientos también lo habían hecho, ahora era momento de elegir una escuela nueva.

— Iré a una escuela femenina. — solté de repente cuando caminaba a un lado de ti.

Aún me gustabas, este sentimiento seguía dentro de mí, necesitaba despejar mi mente, quería olvidarme de ti por miedo a no perder tu amistad, quería seguir siendo una buena amiga para ti.

Pero tu cara detonaba asombro, definitivamente era algo que no te esperabas.

— ¿Por qué? Se supone que iríamos juntos a la misma escuela. — dijiste algo triste.

— No te desanimes, vendré todos los fines de semana y en vacaciones, también llamaré cada vez que pueda, es una promesa. — dije sonriendo y poniendo mi dedo meñique frente a ti, tú hiciste lo mismo, esa era nuestra manera de hacer promesas.

— Bien, es una promesa. — dijiste de igual modo, sabía que me tenías confianza.

— Por cierto, mis exámenes son mañana.

— ¡¿Eh?! ¡¿Tan pronto?!

Reí al ver tu cara, esa tarde nos la pasamos bromeando, incluso me diste tu lápiz cómo un amuleto de la suerte, aún si estabas algo desanimado por mi decisión también deseabas que me fuera bien en el exámen.

Gracias, era algo que me hizo muy feliz, en verdad tu apoyo era lo único que me faltaba para darlo todo en el exámen.

Pasé mi examen y lo celebramos juntos, ahora sólo faltaba el tuyo pero sabía que lo pasarías, eras incluso más inteligente que yo.

Gracias por haber estado ahí para mí.

Ingresé al colegio y mis primeras semanas e incluso en mis primeras vacaciones cumplí mi promesa pero sin darme cuenta la rompí.

Hice nuevas amigas, salía con ellas al cine, de compras, a comer, me olvidé de ti por completo, me olvidé de mi promesa.

Lo lamento tanto, en verdad lo lamento.

Pasó un año cuando regresé nuevamente a mi casa, mis sentimientos aún no habían desaparecido, sólo que ahora era diferente, estaba dispuesta a vivir con eso, quería seguir siendo tu amiga, era lo que más quería.

Quería pasar más tiempo con mi querido amigo de la infancia pero... Algo no andaba bien.

Cuando te volví a ver parecía que ya no eras el mismo de antes, tu brillante sonrisa no era más que sombría y falsa, decías que no habías tenido una semana buena y yo te creí.

Debí haber indagado más, lo lamento, no supe ser una buena amiga.

Te dije que tus preocupaciones por fin habían terminado, que el próximo año escolar estaríamos juntos de nuevo pero no te mirabas tan contento.

En el colegio dónde ibas era necesario hacer un examen cada año para poder ingresar al nuevo ciclo escolar así que tanto tú cómo yo teníamos que estudiar mucho.

— Una semana después del exámen habrá una lluvia de estrellas, ¿La veremos juntos? — dije poniéndome frente a ti con una gran sonrisa y colocando mis manos detrás de mi espalda para dar un toque más tierno.

— Es una promesa. — dijiste colocando tu dedo meñique.

— Sí. — sonreí pero tu sonrisa no apareció.

Quise preguntar pero sentí que sólo te molestaría.

Lo lamento.

Sin darnos cuenta nuestras promesas no fueron cumplidas.

Un día antes del examen te llamé para quedar de acuerdo en ir juntos.

Tu voz sonaba entre cortada, dijiste que estabas con sueño y te creí, debí haberle hecho caso a las señales.

Al día siguiente fui a tu casa pero la ama de llaves me dijo que te habías ido temprano ¿Que era lo que pasaba? ¿Me estabas evitando?

Durante el examen te busqué por todos lados, incluso pregunté en el aula dónde se supone que tú estarías pero no te presentaste.

Llegué a casa algo deprimida, mi mamá estaba de rodillas frente a la televisión, estaba llorando y el ama de llaves la abrazaba intentando consolarla, cuando me vió sus ojos se abrieron demasiado, definitivamente no querían que supiera lo que estaba pasando.

Trataron de tapar la pantalla pero ya era tarde, ya había visto que el canal estaba en las noticias.

Miré a la televisión, la noticia hablaba sobre un suicidio, un chico había saltado desde la azotea de uno de los hoteles de mi padre.

¿Por qué lo hiciste? Se supone que yo era tu mejor amiga, debí saber lo que estaba pasando, si tan sólo hubiera estado contigo.

Pero el hubiera ya no existe.

Ese día sentí que una parte de mí se había ido junto contigo.

El funeral fue algo privado, sólo asistieron mis padres y unas cuantas personas de la privada. Mamá trataba de consolar a tu madre pero le era imposible, ella también estaba triste, mis padres te querían cómo a un hijo.

Otro chico que jamás en mi vida había visto también estaba ahí, estaba llorando y se hacía llamar tu "mejor amigo" él también se echaba la culpa, nadie podía aceptar lo que estaba pasando.

También se encontraba Marian, la hija de mi ama de llaves, ella no fue capaz ni siquiera de acercarse a tu ataúd, también estaba devastada.

Tenías gente que te quería, yo te quería.

¿Por qué lo hiciste? Se suponía que estaríamos en los logros y fracasos del otro, se suponía que siempre estaríamos juntos.

Ahora me tendré que resignar a ya no verte más, a no escuchar tu voz, extrañaré las veces en que me solías cantar hasta quedarme dormida, tu risa más que nada, esa escencia a lavanda que solía desprender de ti,  me enseñaste a vivir contigo pero no me enseñaste a cómo vivir sin ti.

Si tan sólo hubiera pasado más tiempo contigo te hubiera dicho una vez más cuánto te amaba.

El tiempo pasa rápido, ah pasado una semana desde entonces, te extraño tanto, no puedo evitar pensar en que ya no te veré más, desearía haber podido estar más tiempo contigo.

Siempre estaré pensando en ti.

Con esto me despido y quiero que sepas que siempre estaré agradecida de haber sido tu amiga.

Te quiero.

Firma Judy.

Terminé de escribir la carta y una tras otra lágrima comenzaron a caer sobre ella, escribí todos mis sentimientos sabiendo que tu jamás leerás esa carta.

La coloqué en un cenicero y le prendí fuego, veía cómo iba desapareciendo, era igual a ti, en un momento estabas y de repente...

Mordí mi labio inferior ahogando un grito.

Me dirigí a mi balcón, la lluvia de estrellas comenzará pronto.

— Mentiroso. — susurré. Se suponía que esta noche sería especial, se suponía que las veríamos juntos.

La lluvia de estrellas no tardó mucho en aparecer, eran tan hermosas.

"Si pides un deseo a una estrella fugaz ese deseo se hará realidad, quiero intentarlo cuando las veamos juntos"

Recuerdo que me dijiste eso, ¿Por qué lo dijiste si ni siquiera ibas a estar aquí?

"Un deseo"

Aún si lo otro fue una mentira quiero creer en ti.

Cerré mis ojos y junte mis manos deseando que mi deseo se haga realidad.

— Estrella fugaz, te lo imploro, concédeme mi deseo por favor, prometo cumplir mis promesas, si me das otra oportunidad la aprovecharé cómo no tienes idea, te lo pido desde lo más profundo de mi corazón pero... Por favor, por favor... Estrella fugaz, te lo imploro, concédeme mi deseo por favor... Deseo que Zack... Vuelva a vivir.

Esa noche la lluvia de estrellas iluminó el cielo trayendo consigo esperanza para mí triste corazón.

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