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Capítulo 4

El sol se estaba poniendo y Elena necesitaba subirse al remolque con el pequeño, había estado juntando leña toda la tarde y había hecho tres fogatas alrededor del vehículo abandonado para ahuyentar a las criaturas. Encendió el fuego y entró con el niño en brazos, se quitó la capa y tapó el suelo frío y lo acostó, pero no tenía ganas de quedarse allí.

Elena - ¡Necesitas dormir o nos escucharán!

Llega la oscuridad y ya se escuchaban los sonidos de las criaturas, el pequeño se asustó y comenzó a llorar y llamar a su madre.

Victor Davy - Mamá ¡Mamá!

Elena - ¡Por favor, no llores, pueden oírte y será nuestro final!

Preguntó, sabiendo que tan poco él no entendería el riesgo que estaban tomando. Ya estaba aterrorizada porque los escuchó acercarse, Elena lo toma en su regazo obligándolo a recostarse en sus brazos, tocándole los senos con cuidado.

Y susurrando en tu pequeño oído.

Elena - Xiii, no soy tu madre pero, te cantaré muy bajito para que te duermas...

Cantó una canción durante unos minutos y pronto se durmió, a pesar de extrañar a su madre, estaba cansado. Elena con ese niño pequeño ahí a su cuidado, recordó a los tres sobrinos que muy probablemente no debían haber tenido tanta suerte como ese niño de estar vivos. Y me dolía mucho recordar, sus sobrinos, sus hermanas… sus padres, todos debían estar infectados.

Elena -Tengo que darte un nombre chico...Me gusta Victor, pero también me gusta Davy. Tu nombre será Victor Davy, te mereces dos nombres después de todo lo que has pasado.

Dice mirándolo dormir tan tranquilamente que ni siquiera se ve igual que hace minutos.

Lo acostó y se quedó despierta mirándola dormir, no dejaba de pensar en esa finca tan cercana. ¿Quién debería vivir en él? parecía un lugar seguro e ingenioso...pero ¿y si son hombres crueles? Era mejor mantenerse alejado y solo invadir cuando el hambre los obligaba.

"Tarde o temprano vamos a tener que conseguir comida".

Dos días fueron suficientes para que la comida enlatada de Elena se acabara y a los dos no les quedara más que agua de río que necesitaban hervir para beber. Intentó pescar, pero no tuvo suerte, tendría que tomar medidas desesperadas o ambos morirían de hambre, ya estaba acostumbrada a eso, pero al pequeño no podría dejarlo sin comida.

Necesitaba pensar cómo entrar a esa finca tan protegida, ya era temprano en la tarde.

Se puso la capa e iba a dejar atrapado al niño dentro del tráiler... era demasiado arriesgado llevárselo y sin duda tendría que ser rápida cuando se metiera dentro de la cerca de estacas que lo puso a dormir y bloqueó la salida. Haría lo que fuera para regresar lo antes posible y no desesperarlo con su ausencia, pero o conseguía comida o pronto ambos morirían.

"Por favor chico, no te despiertes antes de que pueda volver ¡por favor!"

Corrió cargando solo un cuchillo para defenderse, la arma de estacas que solía cazar era demasiado pesada, si necesitaba correr de allí la retrasaría. Era delgada y se las arregló para pasar por un hueco en la cerca de piquete...estaba atenta a cualquier hoja que cayera al suelo.

Pasó por la milpa y llenó las bolsas que llevaba y estaba feliz con esa comida que llevaría para los dos, escuchó pasos dentro de la plantación y se asustó.

"No puedo encontrarme aquí".

Pasó por la milpa y llenó las bolsas que llevaba, escuchó pasos dentro de la plantación y se asustó. Salió corriendo y dejó caer una de las bolsas por el mismo hueco por donde entró.

Heriberto vio que esa figura con una capa oscura le robaba y corría hacia el monte, pero sabía que tarde o temprano regresaría, porque el hambre siempre regresa.

Elena llegó al tráiler mucho más rápido de lo que imaginaba, traía solo tres mazorcas de maíz porque la mayor parte de lo que había cogido, estaba en la bolsa que se cayó.

Elena - ¡Cuánto riesgo volver sin casi nada en la mano!

Víctor Davy por suerte aún no se había despertado... le puso el maíz en una brocheta, cortó los granos y lo cocinó en un bol para el pequeño y apenas el niño se despertó, comieron desesperados y felices.

Cuando volvió la noche el niño solo durmió después de escucharla cantar, aún llamaba mucho a su madre y esta era la única manera de calmarlo al caer la noche.

Víctor Davy - ¿Mamá?

Elena - ¡No soy tu madre, pero te prometo que te cuidaré como si lo fuera! ¡Ahora duerme!

A unos metros...

Heriberto, antes de irse a dormir, no dejaba de pensar en aquel robo, siempre fue generoso, aunque quisiera conservar su soledad. Se enojó con ese ladrón, después de todo pedir no está mal...feo es robar.

Heriberto - Volverá a tener hambre, no llama a la puerta una sola vez... ¡y yo estaré esperando!

Dijo que ya estaba planeando un buen castigo para ese ladrón.

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