Capítulo 04
— ¿Marylise qué...— Calla al verme y borra toda expresión de alegría de su rostro; yo salgo de mi transe al escucharle—. ¿Qué haces con mi teléfono?— Pregunta, sorprendida, asustada, confundida.
— ¿Quién es Carlos?— Pregunto, en voz tenue y apagada, observando el teléfono en mis manos.
— ¿Eh?
— ¿Quién es Carlos, mamá?— Le miro, engrosando mi voz y provocando que su sorpresa y miedo se intensifiquen.
—Dame mi teléfono— Me ordena, acercándose para quitármelo de las manos.
—Contesta, ¿quién es Carlos y por qué se hablan de esa manera?—Le exijo, retrocediendo un par de pasos para impedir que me lo arrebate.
—Marylise, escucha, es algo complicado que no vas a entender, es solo un error...
—No, no...— Le interrumpo, alzando mi voz—. No intentes excusarte—Demando, tratando de no perder los estribos—. No creas que soy tan idiota como para no darme cuenta que estás engañando a mi papá con ese hombre.
—No es así, Mary, escucha...
— ¡Te dije que no!—Vocifero, con mis ojos comenzando a aguarse—. ¿Cómo pudiste hacernos esto? Mi papá te adora, ¿ya va a regresar en un par de meses y lo vas a recibir así? ¿Mintiéndole en la cara?
—Hija, esto fue un error, no volverá a pasar te lo juro— Menciona sus falsas promesas, a punto de soltar en llanto.
—No jures en vano, maldita sea—Le pido, mientras la primera lágrima cae por mi mejilla—. No te mereces a alguien como papá, no te mereces su amor, no te mereces nada, ¡nada!...
Mi rostro se gira hacia un lado debido a la fuerza ejercida por la mano extendida de mi madre hacia mi mejilla. Llevo mi mano hacia el mismo (arrojando su teléfono al piso en el proceso) que se encuentra adolorido para calmar un poco el escozor.
*
— ¿Por qué no?— Pregunta, pero decido guardarme los detalles, lo cual él parece comprender—. Entonces te llevo a donde quieras, pero no te puedes quedar dormida aquí.
— ¿Por qué no? Parece un buen sitio— Le digo, tratando de convencerme a mí misma y a él que lo que digo es verdad.
—Un buen sitio para ser asaltado.
—No pasará— Le aseguro, contradiciendo su intento de broma, con un tono de voz más tranquilo debido a mi estado actual—, solo vete, yo veré qué hago.
—No te dejaré sola, y mucho menos con este clima, a ti no te sienta bien tanta humedad en el ambiente— Me recuerda y, por un momento, me parece algo extraño que recuerde esos detalles después de tanto tiempo—. No traes tu inhalador, ¿cierto?— Más que una pregunta, se escucha como una afirmación—. Ni siquiera traes tu teléfono, ¿cómo se me ocurre que vas a traer tu inhalador?— Se cuestiona a sí mismo, en un murmuro, seguido de una pequeña risa nasal, sin humor aparente—. No traes contigo tu inhalador que en estos momentos es importante, tampoco ninguna identificación, ni teléfono, ¿enserio crees que te dejaré aquí sola en esas condiciones…?
—Harry…— Le llamo, interrumpiendo su discurso cargado de reclamo, y alcanzo a divisar por el rabillo de mi ojo que me presta atención. Entonces le miro—. No hace falta que hagas el esfuerzo por aparentar que te importa.
No entiendo por qué tanta insistencia en querer ayudarme, ¿por qué no entiende que lo único que quiero es que se vaya? Bastantes problemas y preocupaciones rondan mi cabeza como para tener que preocuparme por esto también. No necesito esto, no lo necesito a él.
Me mira detenidamente y no dice ni una sola palabra por unos largos y silentes segundos. Noto como termina por cerrar sus labios en una línea recta mientras aprieta ligeramente los músculos de su mandíbula y suelta una exhalación profunda, entendiéndolo todo.
—Sé que no soy santo de tu devoción, Marylise, pero por tu bien, por tu salud y tu seguridad, haz un esfuerzo por dejar de lado un momento tu promesa de odiarme hasta la muerte y déjame ayudarte— Me pide, de la forma más tranquila y a la vez implorante que le he escuchado jamás—. Por lo menos déjame llevarte a un lugar seguro, a donde tú digas, solo quiero saber que estarás bien.
Niego con la cabeza en respuesta, desviando mi mirada al piso, divisando el reflejo de las luces públicas sobre las pequeñas acumulaciones de agua.
—Por favor...— Me pide, en un murmuro suplicante y débil, tanto que apenas y alcancé a escucharlo.
¿Debería aceptar su ayuda? ¿Y si tiene otras intenciones? ¿Y si después quiere cobrarse de alguna u otra manera el favor que me hará al ayudarme?
No confío en él, ¿cómo podría confiar en él después de todo lo que hizo?... a este punto, no confío en nadie en realidad. Todos mienten, nadie es sincero, todo el mundo oculta cosas sin importar si eso dañará a sentimientos ajenos.
Aunque, tengo que admitir que el quedarme aquí no es buena idea. Hace tiempo que mi ropa comienza a sentirse fría, siento que si sigo así terminaré pillando un resfriado y eso nunca es bueno, mucho menos para mí, he terminado hospitalizada por varios días por un simple resfriado común. Necesito ropa seca y un lugar donde pasar la noche que, al parecer, será demasiado larga.
No quiero su ayuda, no quiero nada proveniente de él, pero claramente no tengo otra salida viable, es mi única opción ahora, o por lo menos es lo único que logro formular en mi mente, que pareciera que fue abatida por una tormenta más fuerte que la de hace un momento, por la cantidad de cosas que me afligen.
Sé que a Harry se le facilita el hecho de poder conseguir cualquier departamento o casa debido a su negocio, sé que puede ayudarme a conseguir un lugar donde vivir mientras encuentro qué hacer con esta situación. No tengo a nadie cerca que pueda ayudarme, mi hermano se mudó a otro estado, mis amigos no creo que puedan darme posada en sus casas, Lili ya no vive aquí y mis padres… no puedo contar con ellos ahora.
Estoy sola en esto.
—Harry— Le llamo de pronto, ganándome su confusión y por ende su atención total.
Me quedo en silencio un largo rato, observando las pequeñas gotas de agua caer y poco a poco disminuir su frecuencia y velocidad.