Capítulo 05
Me pregunto por qué me lo pidió a mí. No entiendo por qué no se lo pidió a alguien de su curso, que esté a su nivel de estudio, ¿por qué a mí? Es algo absurdo que alguien que me lleva poco más de 8 años, le pida a alguien de quince que le enseñe matemáticas. Es algo que no tiene lógica, no logro comprender por qué me eligió a mí, si quisiera aprender de verdad simplemente contrata a un asesor, a alguien profesional que sí pueda ayudarle, no a una estudiante con conocimientos algo básicos
Solo espero que lo que dijo sea verdad y no sea un abusador o un asesino, aunque no tenga pinta de serlo, aun así, me da un poco de miedo que sea así.
No quisiera juzgarlo ni mucho menos, pero no puedo evitar sobre pensar las cosas. Miles de preguntas que tienen que ver con mi integridad física y mental invaden mi cabeza cada vez que recuerdo todo lo que acaba de pasar en cuestión de poco más de media hora. Es demasiado para procesar, no puedo comprender ni siquiera la mitad de todo lo que sucedió. No entiendo nada, y eso me aterra demasiado.
~*~
Por suerte mi mamá aún no había llegado a casa cuando yo llegué, si hubiera sido lo contrario de seguro me hubiera hecho millones de preguntas sobre el por qué llegué más tarde y sobre quién era ese tipo que me llevó a casa. Definitivamente no puedo contarle absolutamente nada sobre lo que sucedió a mi mamá, no sé qué sería capaz de hacer si se entera que estaré a solas con un hombre para ayudarle con matemáticas.
Pensando en eso último, me sigue pareciendo demasiado raro todo, algo no me termina de convencer, pero decidí que no debo juzgar sin conocer así que es mejor que deje de darle vueltas al asunto y simplemente me disponga a ayudarle, ya si me encuentro en alguna situación extraña puedo irme en cualquier momento y listo.
Por desgracia, las clases ya habían terminado por hoy, ya era hora de irnos a casa, ya era hora de darle clases de matemáticas a Harry.
Hace diez minutos que las clases terminaron y yo lo espero fuera del colegio. Dijo que pasaría por mí, pero no pensé que tardara tanto.
La mamá de Dalila se había ofrecido a llevarme a casa y yo no acepté solo para esperarlo a él porque había prometido venir. Mejor hubiera aceptado la invitación de Dali.
15 minutos y ninguna pista de él. Estoy comenzando a desesperarme. Quizá lo olvidó o quizá tuvo algo qué hacer, el día de ayer no me dio su número de teléfono ni yo le di el mío como para comunicarme con él, todo fue tan rápido que no hubo tiempo ni oportunidad de hacerlo. Gran error, no estaría esperando tanto tiempo si se lo hubiese pedido.
Ya han pasado más de 20 minutos y no llega, no llegará. Se olvidó de mí, debí suponerlo, no lo conozco, no debí confiar en él.
Me separé del auto en el que estaba recargada y me dispuse a caminar hacia la parada del bus que quedaba a una cuadra del colegio.
Mi rodilla ya no dolía tanto, pero aun así cojeaba un poco porque no la podía apoyar muy bien; todo esto haciendo mi caminar mucho más lento.
—¿A dónde vas tan sola?— Escucho una voz ronca a mis espaldas, esa voz que reconocería hasta en un lugar lleno de personas.
A pesar de haberlo escuchado perfectamente hago caso omiso, pretendiendo que no me he percatado de su presencia.
—Marylise, soy yo, ven— Me pide, pero sigo ignorándole—. Marylise, hey, ¿a dónde vas?
—A casa— Contesté finalmente, sin mirarle porque ya sabía de quién se trataba.
—Sube, te llevaré— Ofreció, pero hice caso omiso; me abracé a mí misma y aceleré el paso lo más que pude —. ¿No subirás?— Inquirió a lo que negué con la cabeza—. Vamos, te llevaré a casa, no puedes caminar bien.
Me detuve antes de girarme hacia él. Me miró esperando a que actuara o dijera algo, pero no lo hice, me quedé ahí mirándole con mis brazos cruzados a la altura de mi cintura. Noto como suelta una exhalación y prosigue a bajarse del auto y dirigirse al lado del copiloto para abrir la puerta, haciendo un ademán con su mano para que entrase a este.
Mi cara en ese momento es de completa confusión y asombro, mi intención no era esa, no quería que pensara que me quedé esperando a que hiciese ese acto de "caballerosidad", no fue mi intención solo me quedé esperando a ver lo que hacía.
Siento que debo aceptar su proposición, a pesar de que hizo mal en llegar tan tarde debe tener su razón, solo estoy exagerando y siendo muy ruda con él. Quizá debo aprender a ser más tolerante.
Suspiré y me acerqué a su auto para entrar en él. Harry cerró la puerta una vez estuve dentro y se apresuró a dar la vuelta para adentrarse e irnos de ahí.
—Perdón por llegar tarde, había mucho tráfico— Se apresura a decir, a modo de disculpa. Yo tan solo me lindé a asentir con la cabeza mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho y miraba mis zapatos.
Le escuché suspirar y por consiguiente puso en marcha el auto.
El camino a casa fue demasiado silencioso, solo se escuchaba el ruido que se crea cuando el auto avanza por el asfalto.
No estaba poniendo atención al camino, solo me distraía con cualquier otra cosa, como mis manos, mi mochila o tan solo observaba mis pies. No lo miraba a él porque, si lo hacía, aumentaría mi nerviosismo significativamente.
—Ya llegamos— Me avisa, aparcando el auto en la cochera. Observé por el vidrio de enfrente y noté que esta no era mi casa
—¿Dónde estamos?— Pregunté con desconcierto.
—En mi casa— Contesta, obviando su respuesta—, ¿dónde más?
Se baja del auto y se dirige al lado del copiloto para abrirme la puerta. Después de hacerlo, me ofreció su mano para ayudarme a bajar. Dudé un poco, mucho, pero al final la acepté.
—¿Por qué me trajiste aquí?—
Pregunté para salir de mi duda.
—Aquí estudiaremos— Dijo mientras caminaba hacia la casa. Le seguí.
—Creí que lo haríamos en mi casa— Se giró de repente haciendo que nuestros cuerpos chocaran, caminé dos pasos hacia atrás en ese momento. Fue entonces cuando me di cuenta de la gran diferencia de altura entre nosotros. Tuve que elevar la cabeza y él bajarla para poder mirarnos a los ojos.
—Podemos hacerlo donde tú quieras— Habló pausadamente antes de mojar sus labios con su lengua.
—¿Q-qué cosa?— Mi nerviosismo aumentó considerablemente ante su acción. Casi puedo escuchar los latidos de mi corazón acelerados.
Rió quedo antes de decir—: Estudiar, a eso te referías, ¿o no?
—Ahm..., ehm...— Balbuceé. Me sentí tan idiota por lo que acaba de suceder. ¿Por qué me provoca todo esto? No tiene sentido.
Solté una exhalación forzada y me lindé a asentir.
—Acompáñame— Ordenó. Asentí y le seguí.
Estoy comenzando a darme cuenta que cuando me pone nerviosa con cualquier gesto que haga provoca que solo asienta a sus peticiones y obedezca sus mandatos. No entiendo nada.
Entramos a su casa. Él me dijo que podía dejar mis cosas sobre la mesa mientras él iba por todo lo necesario para estudiar, no sin antes ofrecerme algo de beber, a lo cual yo me negué por el momento.
Me senté en una de las sillas del comedor principal para esperarlo. Noté que ya no había tanto desorden como lo había el día de ayer. Quizá se dedicó a limpiar desde que me fui.
Poco tiempo después llegó y dejó su mochila sobre la mesa, sacó su libro de matemáticas y un cuaderno cuadriculado, así como un lápiz y un bolígrafo.
— ¿Qué quieres que te enseñe primero?
Murmuró algo que no fui capaz de escuchar, lo que si noté fue su mirada. Nunca antes alguien me había mirado de la misma forma. Nunca antes había sentido esta sensación extraña en mi vientre.
—¿Qué?— Pregunté para que repitiera lo que había dicho ya que no lo había escuchado bien.
—Que nunca he entendido las fracciones— Confesó.
Oh, pensé que había dicho otra cosa. No se entendió como eso, pero simplemente lo deje pasar.
—Entonces podemos empezar con eso si te parece bien.
—No, Harry, no me estás entendiendo.
¿Por qué es tan complicado que aprenda?
—Lo entiendo perfectamente, es muy fácil— Habla, con suficiencia en su tono de voz.
—¿Enserio?— Asintió—. Si eso crees, entonces puedes decirme quién es el numerador— Le reté.
—Es el número de arriba que te dice cuántas partes tomaste— Contestó, sonriendo ligeramente de lado, como si fuese pan comido para él.
—Muy bien, ¿y el denominador?
—Es el de abajo. Es el número de partes en que se dividió el total.
—Sí, eso es— Sonreí complacida al ver que por fin había entendido los conceptos. No sé cuánto tiempo me llevó, pero creo que fue mucho.
—Es como si yo fuera el numerador y tú el denominador ¿no?— Fruncí mi ceño en confusión al no comprenderlo.
—¿Cómo?— Le pregunté desconcertada.
—Sí, tu abajo y yo arriba— Humedeció sus labios—. ¿O prefieres al revés?
—Ahm..., n-no te entiendo.
—Es como si tú y yo...— Calló y comenzó a reír—. Olvídalo— Negó con la cabeza restándole importancia; pero yo quería saber de qué hablaba.
—¿A qué te refieres con eso?— Insisto, entre curiosa, confundida y nerviosa.
—Solo olvídalo, era una broma— Esclareció—. Prosigue, que necesito aprender más de esto.
—Pero quiero saber...
—Ya— Me interrumpe, acallándome en ese instante.
Intento abrir mi boca para renegar, pero algo me impide hacerlo, no sé si haya sido su orden o su mirada determinante, solo sentía dentro de mí que debía obedecerle, y así hice, limitándome tan solo a asentir con la cabeza.
En el escaso tiempo que llevo de conocerlo me ha dicho cosas como esas que sinceramente no entiendo. Cosas como que me enseñaría otra cosa si yo le enseñaba matemáticas, o balbuceos y murmullos que no alcanzo a escuchar mientras me mira de esa forma tan... tan... no lo sé, no sé cómo describirlo ya que nunca me había pasado nada parecido. No sé si es algo correcto o no, no sé si solo es producto de mi imaginación. Es extraño todo lo que provocan en mí sus palabras y acciones, no sé si me gusta.