Capítulo 4
- Amanda ... te lo puedo explicar- balbuceó tratando de acercarse a mí y las lágrimas cayeron de sus ojos incluso antes de que las mías salieran.
-¡No te acerques!- Grité bloqueando una mano frente a mí y me congelé.
Miré a Brianna con el corazón roto, ella todavía estaba sonriendo ante tal escena, Bember por otro lado parecía destruido, pero no hubiera servido de nada ahora.
-Por favor, Cesar, déjame explicarte-, suplicó mientras continuaba acercándose a mí, agarrando mi muñeca justo antes de que pudiera alejarme, -¡no es lo que parece!-. lloró como un bebé frente a mis ojos y literalmente se arrodilló a mis pies sosteniendo mi muñeca con fuerza con su mano pero no pude soportarlo.
-¿No es así como luce Bember? ¿¡Y cómo pasó todo esto!? Grité con disgusto, tratando de no dejarme tocar de ninguna manera por la desesperación que parecía devorarlo en ese momento.
Lo vi inclinar la cabeza hacia el suelo y solo entonces noté todos los rasguños rojos en la nuca.
El sentimiento de asco que me invadió en ese momento me pareció surrealista y apreté mis uñas en su mano, diciéndole que me dejara ir.
-Arruinaste todo Bember- espeté entre lágrimas, con el asco que ahora se había apoderado de cada partícula de mi cuerpo, se podía leer en mis iris.
¡Lo odiaba! Lo odié porque lo destrozó todo. Había destruido todo, toda mi confianza, todas nuestras promesas, todos nuestros momentos juntos.
No quedaba nada.
Soltó mi muñeca y le di la espalda a esa cosa repugnante, caminando rápidamente de regreso al lugar de donde había venido, con las lágrimas nublando tanto mi visión que ni siquiera podía ver hacia dónde iba.
Una vez fuera de esa casa corrí hacia el parque porque necesitaba tomar un poco de aire, estar sola, llorar y tirar todo el asco que había sufrido al entrar a esa maldita habitación. Me desplomé al pie de un árbol y perdí la cuenta de cuánto tiempo pasé llorando sola, sola con mi pequeña, que en ese momento estaba absorbiendo todo el dolor que podía causarme la última persona en el mundo con la que soñaría. . .
-¿¡Por qué!?- Grité agarrándome la cabeza entre las manos y escuché pasos pisoteando las hojas secas de los árboles que habían caído al suelo, me levanté.
Fue el.
Fue aquí.
Estaba vestido asquerosamente de una manera que no lo había visto antes, con la mirada de alguien que estaba sufriendo como nunca, como si de los dos él fuera el que tenía derecho a sufrir así.
-Cesar, por favor déjame explicarte-, dijo, todavía tratando de suscribirse pero lo aparté.
No quería que me tocara, él estaba sucio por dentro para mí.
-¿Qué quieres explicarme? ¿Que decidiste recordar cómo es follar con tu ex? No me importaba si alguien podía oírme gritar así, estaba fuera de mí y estallé en una risa amarga, limpiando las lágrimas que estaban destrozando mi rostro al consumirlo.
-¿¡La extrañabas tanto que no pudiste dejarme antes de volver a desnudarla!?- Esas palabras me dolieron como nunca antes, pero ahora la ira gritaba por mí y quería desintegrarlo.
¿Cómo pudo hacerme esto?
No pude explicármelo a mí mismo.
-¡Ni siquiera toqué a Brianna!- Me eché a reír, pero no estaba divertido ni feliz, el resentimiento me consumía en ese momento y lo maté con mi mirada.
-Entonces dormiste desnuda con ella en tu cama como pasatiempo, ¿verdad? ¿Te sentiste solo? Y esos rasguños- le espeté, tocando su cuello para hacerle notar las marcas que tan suciamente se había dejado en sí mismo-, estos los hiciste tú solo, ¿no? Y por la forma en que miró al suelo, supe que así era.
Bember me había engañado.
Estaba disgustado.
-No hables más-, lo insté, apretando mis brazos contra mi pecho y él nerviosamente se pasó una mano por el cabello.
-Brianna y yo no hicimos nada Cesar-, repitió como si tuviera miedo de su propia voz, hablaba tan bajo que me costó escucharlo y lo miré aún peor.
-¿Y cómo me explicas esto?- Tropecé de nuevo con esos malditos rasguños e incliné la cabeza.
Me estaba poniendo más nerviosa de lo que ya estaba al verlo reaccionar así y sentí que iba a perder los estribos.
-¡Cómo me explicas estos Bembers!- Grité saciado.
Me miró a los ojos y vi sus iris volver a desdibujarse detrás de esas lágrimas que actualmente repudiaba más que nada en el mundo.
-Ella no me los dio-, y él inclinó la cabeza.
En ese momento ya no entendí nada, mi cabeza empezó a palpitar dolorosamente y comencé a sacudirla con incredulidad.
No entendí.
Me estaba volviendo loco.
-¡Qué significa!-
-¡Que no fue Brianna quien me hizo esos rasguños!- Una risa amarga escapó de mis labios y fue el único sonido que sonó entre nosotros en ese horrendo momento.
-No te entiendo Bember- Sacudí la cabeza en shock y mi voz temblaba -No te entiendo- tartamudeé tratando de mantenerme fuerte para no derrumbarme, porque quería enfrentarlo.
-Anoche besé a otra chica-
Lo que acababa de confesar me parecía surrealista. Lo había descubierto en la cama con su ex y ahora me confesó que había habido otra.
¿¡Con quién diablos estaba saliendo!?
-Me da asco, Bember-, dije sin tono, mirándolo sin ninguna reacción, apagada, completamente, porque realmente ya no podía entender nada.
Envolvió sus manos alrededor de mis brazos para mantenerme frente a él y reprimió las ganas de gritar.
-Perdóname Cesar, por favor- me suplicó mirándome a los ojos y yo sacudí la cabeza mirándolo a su vez mirando esos iris oscuros que ya no reconocía. No podía hablar, me sentía paralizada. Me quedé impactado.
-Cometí un error y me da asco, pero te amo, lo sabes perfectamente, sé que lo sabes… por favor- volvió a intentarlo pero yo no me moví.
-Me engañaste Bember, me engañaste besando a otra persona y me engañaste dejando que Brianna se acercara a ti- hablé con una calma indecente.
-Estaba borracho-, intentó en su defensa, pero me alejé de él.
-¿Crees que esto es suficiente para justificar lo que hiciste?- Lo señalé con el dedo, decepcionado por lo que se había convertido y en ese momento no encontré respuesta.
-Cometí un error, lo sé, pero todos cometemos errores en este mundo. ¿Quieres decirme que nunca has cometido un error en tu vida?-
Mis ojos se abrieron cuando lo escuché decir esas palabras.
-Por supuesto, yo también he cometido errores en mi vida pero no como este Bember, nunca podría haber cometido un error así contigo- murmuré decepcionado, con el corazón en el pecho ahora hecho jirones.