Capítulo 3
Nunca volvería a beber así en mi vida.
-Puedo hacerlo solo, ¡déjame!- Me separé y di un paso adelante pero terminé desplomándome contra la pared de la habitación nuevamente. Yo estaba agotado.
-Solo quiero ayudarte, después de todo estuvimos juntos cinco años, no puedo dejarte así-
-Lo único que recuerdo de ti es lo perra que fuiste con mi novia, eso nunca te lo perdonaré- Me daba asco, asco por ella y por la conciencia de todo el tiempo que le había dedicado antes de abrir los ojos.
Pero eso no quita el hecho de que una noche me había ido peor.
-Lo sé, lo siento, pero estaba cegado por los celos, quería hacerle pagar por haberte arrancado de mí-
-Te dejé porque ya no eras la misma, Amanda no tuvo la culpa en ese momento-
-Lo sé, por eso quiero ayudarte, he cambiado a Bember… créeme- No creí ni una sola palabra de lo que acababa de decir, pero me alejó de la pared y solo con su ayuda pude caminar en la dirección correcta.
Estaba enojado con el mundo y estaba mal concedérselo, pero la seguí en silencio, pensando en lo equivocado que ya había estado.
El punto de vista de Bember
-Puedes irte ahora-, solté una vez que llegamos a mi habitación, pero él negó con la cabeza. Sentí un ataque de vómito subir de nuevo a mi garganta y rápidamente me tapé la boca, apoyándome contra la pared de la puerta con los ojos cerrados.
Todo me daba vueltas.
-Necesitas una ducha-, la escuché confusamente pero ni siquiera podía mirarla. Mis párpados estaban apretados en dos rendijas dolorosas, me pareció que mis iris locos podrían salirse de sus órbitas en ese momento y golpeé la puerta con el puño.
Estaba cansada de sentirme tan mal.
Brianna me empujó hacia el lado opuesto, donde sabía que estaba el baño y una vez dentro la oí cerrar la puerta.
Me apoyé en el lavabo con las manos, agarrándome desesperadamente al borde y cuando abrí los ojos y levanté la cara, luché por reconocerme en mi reflejo. Mis mejillas estaban tan rojas como siempre, pero al mismo tiempo estaba pálida y agotada, con bolsas muy negras debajo de mis ojos.
El chorro de la ducha retumbó contra la cabina y un momento después las manos de Brianna me obligaron a darme la vuelta. Entrecerré los ojos nuevamente para no dejar que el mareo me arrastrara hacia abajo y sus dedos agarraron el borde de mi camiseta.
-¿Qué carajo estás haciendo?-, balbuceé, arrastrando cada sílaba, y ella me miró seriamente a los ojos.
-Sólo estoy tratando de ayudarte- levantó mi camisa, al menos lo intentó pero me la quité yo solo, soltándome de su agarre.
-Puedo hacerlo yo mismo-, gruñí un momento antes de estrellarme contra el fregadero y casi desplomarme en el suelo. No entendía cómo era posible que ni siquiera pudiera levantarme por mi cuenta y maldije mentalmente.
-No, no puedes-, murmuró mientras se acercaba a mí y yo la miraba en silencio, con las manos a la espalda agarrando el lavabo para no caer.
La vi levantar el suyo hasta el botón de mis jeans, no dije nada mientras la miraba, conteniendo otra arcada que todavía sentía hirviendo en el fondo de mi garganta, y ella bajó la cremallera sin despertar el la más mínima emoción en mí.
Me bajó los pantalones que quedaban en mis tobillos y agarró el dobladillo, levantando una pierna y luego la otra para apartarlos sin dejar de sujetarme para no caer.
Cuando volvió a ponerse de pie con mis pantalones agarrados en sus manos, agarré la camiseta blanca en el borde del fregadero y la acerqué a mis calzoncillos, mirándola con el ceño fruncido, pero la vi reír.
-¿No te avergonzarías de mí?- preguntó retóricamente mirándome con cara encantada de un lado pero de mi parte no hubo diversión -Conozco tu cuerpo de memoria Bember- susurró colocando su dedo índice contra mi pecho y aparté su mano.
-Ahora lárgate-, apreté los dientes mirándola con dureza y ella levantó las manos en el aire, retrocediendo hacia la puerta con un aire más que sereno.
-Te espero allí, iré a preparar tu pijama- Ni siquiera tuve tiempo de decirle que no era necesario, que ya me había quedado sola en el baño.
Tiré mi camisa y caminé con cuidado hacia la ducha, quitándome los boxers antes de entrar, y el agua fría me hizo sentir una repentina sensación de alivio que ni siquiera podía explicar.
Levanté la cara, acogiendo ese chorro fresco sobre mí y traté de quitarme todo el asco que había caracterizado esta noche para olvidar.
Media hora después salí del baño con mi bata de baño, afuera ya era prácticamente de día y me moría de sueño, pero a pesar de la ducha fría que definitivamente me había hecho bien, todavía no me sentía como yo. Entré a mi habitación pensando que después de todo el tiempo que había pasado en el baño mi ex resignada se había ido, pero la encontré en mi cama ya descubierta con todo lo que necesitaba para vestirme en su mano.
No le dije una palabra y fui a buscar los boxers que tenía encima del montón de ropa sobre sus muslos. Me alejé nuevamente de ella y de espaldas a ella desaté la bata de baño que seguía cubriéndome de sus malvados ojos y me puse mis boxers lo más rápido posible.
Cuando regresé a la posición erguida, mi cabeza todavía daba vueltas y la vi acercarse a mí con una sonrisa en el rostro, lo cual repudié.
-¿Ayudarte con esto?- preguntó sosteniendo mi pijama en sus manos pero pasé junto a su cuerpo y fui a sentarme solo en mi cama.
-Vete Brianna, ya no hay razón para que te quedes aquí conmigo-, le dije, evitando mirarla de nuevo y miré la pared vacía frente a mí.
Deseé tener fuerzas para apartarlo, pero la cabeza me palpitaba con tanta fuerza que mis ojos se cerraron con fuerza y caí de nuevo sobre el colchón, queriendo olvidar para siempre todo lo que había podido lograr en tan solo una noche.
Punto de vista de Cesar
La agitación me estaba comiendo viva mientras subía las escaleras de la casa compartida de los chicos; Una pequeña rubia había venido a abrirme la puerta a mi llegada, y después de mirarme con el ceño fruncido, se había vuelto a dormir en el sofá junto a quien reconocí como Josh.
Con cada paso hacia el piso superior sentía que me temblaban tanto las piernas que tuve que agarrarme del pasamano.
Una vez que me detuve en el pasillo vi abrirse la puerta del baño, caminé hacia ella y de inmediato reconocí la ropa de mi novio tirada por todos lados, como si se hubiera desnudado sin prestar la más mínima atención a nada y me estremecí rodeada de un mal presentimiento que me dio. luchando por completar las respiraciones.
Salí del baño y me acerqué a la puerta.
Tenía miedo de abrirla, miedo de mirar lo que había detrás, y recordé la foto que me había llegado no hacía mucho.
La mano de Brianna sobre las sábanas deshechas, esas sábanas que conocía al revés y tragué...
No llamé, no me anuncié de ninguna manera antes de abrir y respiré profundamente con el corazón literalmente en la garganta. La luz del sol era lo único que podía hacerme ver en la oscuridad y cuando puse mis ojos en la cama sentí que las lágrimas nublaban mis ojos.
Vi la espalda desnuda de mi novio quien aún dormía sobre la sábana, con solo un par de boxers cubriendo su cuerpo desnudo y el cuerpo de Brianna recostada cómodamente a su lado quien cuando abrí la puerta parecía estar esperando nada más que ver. a mí.
La sonrisa engreída que se apoderó de su rostro cuando mis ojos sorprendidos se posaron en los suyos quedó impresa en mi mente y solo con el sonido de la puerta golpeando la pared vi a Bember volver en sí.
Se despertó repentinamente y al instante se giró hacia la puerta con el cabello completamente despeinado y los ojos tan abiertos como los míos.
Lo vi mirarme sorprendido y saltó con la agilidad de un puma pero las lágrimas ya amenazaban con correr por mi rostro. Si alguien me hubiera apuñalado en ese momento, probablemente no habría perdido ni una gota de sangre.
Sentí que el mundo se derrumbaba sobre mí con todas mis certezas y lo vi sacudir la cabeza desesperadamente.