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Capítulo 2

James me guiñó un ojo antes de levantarse y desaparecer con esa chica hacia las puertas del baño, inmediatamente después de que ella se bebió lo que le había ofrecido de un trago y me quedé solo.

Había bebido mucho para liberarme un poco de mis pensamientos; pero mi mente no quería darme mucho respiro y me encontré pensando cosas que tanto me molestaban.

Me mordí el labio con tanta fuerza que me dolió al recordar que Damon y Cesar pasaron tanto tiempo juntos a solo unos pasos de mi habitación.

Le prometí que no le guardaría más rencor y no lo hice, pero en ese momento los celos que sentí al recordar todo esto me estaban torturando.

Pudo tenerla como a mí me gustaría todos los días... estamos recién comprometidos joder y las veces que habíamos hecho el amor se podían contar con los dedos de una mano en casi tres meses.

Sacudí la cabeza y me levanté, decidiendo ir a perderme entre la multitud de adolescentes divirtiéndose en el centro del club en una pista de baile que ellos mismos habían creado y mis sentidos estaban desconectados.

Había bebido más de lo que podía tolerar.

Miré la hora en mi celular y luego la vi borrosa, cuando la enfoqué noté que ya eran las tres de la mañana, pero aquí nadie parecía sentir que era tan tarde y la puse de nuevo. en el bolsillo de los jeans claros que llevaba.

Estaba sola bailando entre decenas de personas que ciertamente no prestaban atención a mi soledad y veía parejas frotándose como si no estuvieran aquí entre todos, podía percibir los deseos perversos de los chicos que sostenían esos cuerpos en sus manos. y mi mente se nublaba cada vez más.

De repente sentí que alguien me tocaba, unas manos bien arregladas se posaron en la tela clara de mi camiseta blanca y al bajar la vista encontré a una chica de cabello rubio y grandes ojos claros mirándome como si yo fuera lo que ella más buscado en la faz de la tierra.

No tenía idea de quién era ella, nunca la había visto antes pero fijé mis ojos en los de ella.

-¿Todo solo?- preguntó, moviéndose frente a mí al ritmo de la música que retumbaba con fuerza entre las paredes y las palabras salían de mi boca por sí solas.

-Parece que sí- la parte de mí que quería alejarla estaba tan sometida por todo lo demás, que dejé que esa chica permaneciera frente a mí, con sus manos aferradas a mi cuello y su rostro levantado ante mis ojos.

Ella era hermosa y sensual como pocas, se podía ver por su forma de bailar frente a mí que no envidiaba nada de las demás y por un momento creí ver a Amanda en los rasgos de su rostro.

Sólo entonces me di cuenta del parecido que compartían, mismo cabello, mismo color de ojos, eran tan parecidos y diferentes al mismo tiempo y un hormigueo subió a mi estómago.

Coloqué mis manos en sus caderas envuelta en un vestido corto y ajustado, que dejaba al descubierto todas las curvas perfectas que presumía su cuerpo y por la sonrisa que apretó entre los dientes parecía complacida por mi gesto.

-Soy Nicole-, pero mi cerebro casi no escuchó su nombre, porque seguía viendo a Amanda en sus rasgos y era jodidamente hermosa.

-Estoy borracha- admití mirándola a los ojos y ella se rió -nombre extraño- añadió acercándose a mí y tuve que agachar la cabeza para mirarla.

-Llevo un tiempo mirándote, ¿sabes?- me guiñó un ojo, levantando una mano en mi cabello y sentí que me estremecía ante ese toque, como si me hubiera catapultado al pasado.

Y recordé ese momento.

las manos de Amanda subiendo detrás de mi cuello, el escalofrío que inundó mi cuerpo cuando sus dedos se deslizaron por mi cabello y seguí frotando mis labios contra su cuello, en una tortura que sabía que ella lo estaba disfrutando.

En el silencio mis besos estallaron contra su piel perfumada y sus respiraciones llenaron el aire, nublado por toda la lujuria que se había apoderado de ese momento.

Continué acariciando su cuerpo, abrazándola con fuerza contra mí y ella estaba cada vez más caliente bajo mis manos, que no deseaba nada más que descansar sobre ella.

Ese recuerdo se desvaneció y recién ahora me di cuenta de lo cerca que estaban esos ojos azules que entre toda esa gente ahora estaban dirigidos directamente a los míos. Sentí la necesidad de besarla ardiendo dentro de mí como nunca antes y cuando sus manos en mi nuca me empujaron hacia abajo, mis labios se hundieron en los de ella.

Eran tan suaves y deseosos de recibir mi lengua que en unos instantes ya no escuché todo el ruido que nos envolvía y la acerqué hacia mí mientras no dejaba de saborear mi boca.

Mi corazón latía con tanta fuerza en mi pecho que tenía miedo de que pudiera estallar, extrañaba mucho ahogarme en un momento como ese con mi Cesar y me olvidé de todo lo demás.

Me rascó fuerte la nuca con sus uñas, pero no me preocupé por la marca que sin duda dejaría porque no quería nada más que esto. La abracé con tanta desesperación que su cuerpo se hizo pequeño en mis brazos, ella retrocedió hacia la salida de esa multitud y cuando nos detuvimos había una pared detrás de ella. Aquí las luces eran menos visibles y me empujé contra ella, sintiendo mis ojos arder por el deseo que tenía en ese momento de no dejarla ir nunca más.

Ella gimió bajo mis labios y besé su cuello, acaricié ese cuerpo torneado empujado debajo del mío y de repente mi mente pareció despertar.

Me separé violentamente de esa chica como si la realidad se hubiera derrumbado sobre mí de repente y por primera vez noté que esos iris no me decían nada.

Esos labios no eran como los de ella, ese cuerpo no era el que yo hubiera querido que fuera mío, esa no era ella.

-Joder-, sentí que me congelaba cuando apreté mis manos en mi cabello como si hubiera cometido el más insultante de los crímenes y ella me miró sorprendida.

-¿Lo que sucede?- preguntó sin darse cuenta al ver cómo había cambiado en unos momentos y tocó mis labios.

Había engañado a Amanda .

Me daba asco, me daba asco lo que había hecho y me sentía la persona más despreciable de este mundo. ¿¡Cómo carajo fue posible todo esto!?

Sentí que las lágrimas nublaban mis ojos, quedé atónito y no quería aceptar nada de lo que había pasado.

-Olvídate de todo esto-, tartamudeé, retrocediendo mientras, con la mirada perdida en absoluta desesperación, la miraba a los ojos por última vez.

Dejé atrás ese lugar y salí de la habitación sin mirar atrás, esperaba que no me siguiera y una vez afuera unas arcadas subieron con fuerza a mi garganta. Corrí hacia el tronco de un árbol en el parque y me agarré de allí antes de caer, nunca antes había sufrido una resaca así y me arriesgué a vomitar todo un par de veces.

-Joder- volví a maldecir, abandonándome en el suelo y acurrucándome en aquel prado helado, el viento soplaba en mi rostro frío y afilado y quería desaparecer de la faz de la tierra.

Me repudié y rompí a llorar como un niño al pensar que por ese error podría perderla para siempre.

No tenía idea de qué hora era ni qué pensaba la gente cuando me veía ahí al pie de un árbol pero pude ver que la oscuridad de la noche comenzaba a aclararse más y más durante el día.

Intenté levantarme pero casi caigo al suelo otra vez, era un trapo y me reía amargamente, sin saber ya cómo salir del lío en el que me había metido.

Escuché pasos acercándose confusamente a mí, pero los ignoré y volví a mirar las briznas de hierba a mis pies, sabiendo que no estaba mentalmente estable en absoluto.

-Bember...- era una voz familiar, podía reconocer ese tono incluso después de beber tanto pero cuando levanté la cara para mirarla mi cabeza daba vueltas tan fuerte que no pude contener la repentina bilis que subió a mi garganta. .

Tiré unas gotas de lo que había bebido al césped y luché por levantarme, exhausto, era difícil incluso mantenerme de pie. Todo había subido en mí, cada gota.

-No puedes levantarte-, agregó, tratando de sostenerme pero la empujé, alejándome de ella sin éxito porque con un patinazo retrocedí tres pasos.

Vi todo mal.

-¿Dejarás de ser tan orgulloso? Quiero ayudarte, mírate...- agregó volviendo a apoyarme y yo me apoyé en ella solo para evitar caer.

-No es orgullo- dices tonterías -No quiero tener nada que ver contigo Brianna- espeté nervioso sin entender de dónde había venido pero ella siguió abrazándome, a pesar de tener la mitad de mi tamaño.

-Y solo quiero ayudarte, ni siquiera podrías encontrar el camino a casa en estas condiciones- agregó haciéndome caminar hacia el camino de entrada y ni siquiera la miré por error.

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