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Capítulo 2

Punto de vista de Cesar

Podría haber sido la quinta vez que Ashley había venido a buscarme a la cama, donde estaba congelada e impávida entre las sábanas... pero no podía levantarme.

Todavía tenía ganas de vomitar por toda la porquería que ingerí anoche, pero ni siquiera tenía fuerzas para levantarme e ir al baño. Me sentí destrozada, con la cabeza totalmente entumecida y los párpados pesados como dos piedras. Incluso tenía las pestañas pegadas... Ni siquiera me había quitado el maquillaje antes de desplomarme en el colchón. Me hubiera gustado decir que esa mañana simplemente ni siquiera podía existir, pero el quid de la cuestión y el principal problema del día fue que ya no era de mañana. El reloj marcaba ahora las seis de la tarde y considerando que había llegado a mi cama alrededor de las cinco, ya tenía trece horas de sueño a mis espaldas.

Si intentaba pensar en lo de anoche, sentía que toda mi cabeza iba a explotar, todo lo que tenía eran recuerdos confusos.

Pero que recuerdos....

En los flashes que poco a poco volvieron a mi mente desde que recuperé la conciencia, en la cuarta llamada de Ashley, estuvo el momento en el que estaba bailando con aquel chico de ojos verdes. No recordaba su nombre en absoluto, solo la erección que empujó debajo de mis piernas mientras me metía la lengua en la boca.

Realmente repugnante.

Después de todo, solo recordaba mucha confusión, una cantidad exorbitante de tipos borrachos que nunca había visto y luego lo único que aún hacía que mi corazón latiera más rápido...

- Cuestioné todo por ti Amanda-

Toqué mis labios con los ojos aún cerrados, pensando en cómo me había besado en ese césped... No podía creer que fuera real. Pero mentiría si negara que estaba feliz por eso, porque por mucho que lo intenté, nunca pude avanzar.

-¡Pero quieres despertar!- Ashley volvió a quejarse en un continuo ir y venir por la habitación y me pregunté cómo podía ser tan fuerte después de una noche como la de ayer. Tal vez no había bebido tanto...

-No grites-, me quejé, cubriéndome hasta la cabeza y la oí resoplar y golpear cualquier cosa que cayera en sus manos. No tenía el más mínimo respeto por mi sueño.

-No eres el único que ayer salió por la noche-, bromeó, elevando demasiado el tono de voz, sin importar lo sensibles que estuvieran mis pobres tímpanos en ese momento, y me di vuelta en la cama, encontrándome mirando mirando al techo impotente.

No me hubiera importado quedar fosilizado en esa cama otros dos días.

-Bember y yo nos besamos-

Me quedé mirando a Ashley con los párpados bien abiertos, como si fuera yo quien acabara de escuchar la noticia y no ella, y la vi hacer lo mismo. Digamos que decirlo en voz alta era mucho más extraño que procesarlo solo en mi mente, entre todos esos confusos torbellinos de pensamientos y recuerdos que habían estado dando vueltas en mi cabeza desde que recuperé la conciencia.

-Oh- exhaló en shock, inmediatamente dejó lo que estaba haciendo para acercarse a mí y yo doblé mis pies sobre la cama, sosteniendo mis rodillas contra mi pecho -aunque nunca te lo dije, tuve la sensación varias veces de que No era solo que sintieras algo por él- admitió sentándose a mi lado y yo la miré, agarrando con mis manos la pequeña rosa que colgaba de mi cuello.

Sentí que no recordaba todo lo que se suponía que debía recordar y me obligué a profundizar más, tratando de superar toda la confusión y la música que inundaban mis recuerdos con sólo pensar en lo de anoche.

Empecé a hablarle de lo que recordaba, de cómo lo había seguido hasta el jardín, tomándome también un momento para hablarle de aquel chico con el que había bailado poco antes de dejarlo solo en el sofá, junto con la erección que tenía. había grabado descaradamente en mí y cuanto más hablaba, más parecía que me faltaba algo. Que estaba en el umbral del olvido, un recuerdo que quería resurgir a toda costa y tocando los rasgos de la pequeña rosa que nerviosamente giraba entre mis dedos remendé un detalle.

-Te lo juro Bember, si no estuviera tan borracho me llamaría loco por pensar algo así, porque no lo puedo creer… ¿pero crees que las dos cosas podrían estar conectadas?-

-Si ese fuera el caso…serías…-

Y de repente me sentí palidecer al recordar la única cosa de anoche que nunca debería haber eliminado.

-Bailey…- susurré incrédula, sintiendo mis manos empapadas en imperceptibles gotas de agitación -¿alguna vez has oído este apellido?- Pregunté inquietamente mirando a mi compañera y la vi fruncir el ceño. No le pareció nada nuevo y cuando la vi asentir lo confirmé.

-Bember me hablaba a menudo de una vieja amiga suya de cuando todavía vivía en Cleveland-, comenzó, mirándome perpleja, -una niña que realmente le importaba, cuyo nombre era...-

- Amanda -, la detuve, hablando en su lugar y ella solo asintió, -igual que tú-. Traté de explicarle lo mejor que pude, esos recuerdos que poco a poco fueron tomando forma en mi cabeza a medida que recuperaba la claridad y mientras la sacudían… era tan surrealista para mí también intentar hacer algo así.

Que yo podría ser esa niña. Haber reencontrado aquí mismo con quien en su momento tanto se había preocupado por mí, según iba aprendiendo. Y luego, la posibilidad de poder entender de una vez por todas de dónde vengo.

Descubriendo después de tantos años, quiénes podrían ser mis verdaderos padres...

Todo era tan extraño e increíble para ser verdad, pero al mismo tiempo era muy probable que no fuera realidad. Qué posibilidades había en el mundo de que esta Amanda y yo pudiéramos tener el mismo nombre, el mismo colgante y por lo que dices, todo este parecido. Sólo ella conmigo, que desconoce parte de mi pasado. -Esto es totalmente surrealista, ¿te das cuenta verdad?- Pude entender perfectamente la perplejidad en sus palabras, Ashley me miró a los ojos con la mirada de quien está en medio de una pelea entre ser incrédulo y no poder explicar cómo todo lo que le había dicho podía ser posible.

Y así me sentí.

Confundido, perplejo, dudoso , lleno de preguntas, pero en parte también esperanzado de poder entender algo sobre el gran signo de interrogación que para mí siempre había sido mi infancia.

-Lo sé y tampoco lo puedo creer pero…- un ruido repentino me interrumpió. Tanto mi pareja como yo dirigimos nuestra mirada hacia la puerta, mis iris brillaron en la superficie de madera clara y parpadeé. -¿Anda tu?- Pregunté inconscientemente, sintiendo que una sensación de agitación me envolvía persuasivamente, como si ya supiera quién era.

Los pocos segundos que pasaron mientras Ashley caminaba por toda la habitación, que ni siquiera era enorme, transcurrieron de una manera lenta y tortuosa. Millones de preguntas zumbaban en mi mente, mientras ni siquiera el último rayo de luz se filtraba a través de las cortinas frente a la ventana. Mis ojos se centraron en su mano mientras lentamente la veía agarrar la manija, que hizo clic hacia abajo, dejando que la puerta se abriera.

-Bember- mi corazón comenzó a latir obsesivamente, sentí mi espalda ser golpeada por el más rápido de los golpes y busqué desesperadamente un lugar donde refugiarme, antes de terminar en sus ojos y sentir toda la vergüenza envolverme. Después de todo, no lo había visto desde anoche, cuando estaba borracha de alcohol, como una esponja de mar de agua salada.

Fue como si en el momento en que se detuvo para saludar a Ashley yo estuviera tratando de dejarme absorber bajo mis propias sábanas. Él me había mirado brevemente, había sentido sus ojos ardiendo en mi cuerpo a pesar de que no lo estaba mirando y me hubiera gustado haber tenido más preparación mental antes de verlo… pero ahora él estaba aquí.

Y yo acababa de despertar.

Los ojos hinchados, el rostro cansado.

El pelo despeinado.

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