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"CAPÍTULO 4"

LISA. . .

Los meses han pasado rápidamente mi adorado Federico, está cada vez más travieso y juguetón. Es un niño tan precioso que juro que no podría ser más feliz, no cambiaría nada de él, quizás sea porque es mi hijo, pero para mí en una palabras mi Fede es, Perfecto.

Luis Francisco lo adora, desde que Federico nació tiende a llegar más temprano del trabajo y por las tardes se dedica a consentirnos, la verdad es que es un padre adorable, no hace más que amarnos. Linda, ha decidido que quiere ir a un internado fuera de España, no le agrada mucho la idea de separarse de su sobrino, al que no hace más que dedicar arrumacos.

Le he dicho que no debe preocuparse, Federico, la va a estar esperando y he prometido llamarle todos los días para conversar con ella, aun así, acepto irse no muy feliz. Pienso que aceptó solo por complacer a papá que siempre ha querido que asista a ese instituto.

Me encuentro en la cama dándole pecho a Fede, cuándo la puerta se abre dándole paso a mi esposo su rostro se ilumina con una gran sonrisa.

-Todavía es temprano, mi amor.

-No podía estar un minuto más sin ustedes- me responde besando mis labios, para después acariciar la regordeta mejilla de su hijo- Cada día que pasa lo veo más hermoso.

Beso sus labios con amor y adoración. Agradezco a Dios todos los días, me ha regalado el mejor hombre de todos y la familia más hermosa, sin duda alguna mi dicha no podría ser mayor.

*************

SIETE AÑOS Y MEDIOS DESPUÉS. . .

Federico, entró corriendo al despacho de su padre.

-¡Papá, papá!- llegó apresurado, se detuvo para recuperar el aire. Su padre levantó la vista de los papeles.

-A ver campeón, ¿qué es lo que sucede?

-¡Mañana llega, mañana llega, estoy feliz papá!- Luis Francisco rió.

-Sí, mañana llega campeón.

Luis Francisco, miró a su hijo con adoración. Aquel pequeño niño era su orgullo, su pecho se hinchaba de emoción al verlo. Era el número uno en clases, amaba las matemáticas y pregonaba a gran voz que sería un gran hombre de negocios, igual a su padre, eso no hacía más que hacerlo sentir más orgulloso, si era posible.

-Tenemos que comprarle algo papá, mi tía Linda, no viene desde las últimas vacaciones; la llevaré a conocer mis nuevos amigos, le pediré que me lleve a la clase de natación, luego que me lleve a comer helado- decía rápidamente- o pastel, sería genial comer pastel con mi tía y en la noche dormiré con ella.

-Quizás tu tía querrá dormir sola- le dijo en medio de risas, el niño frunció el ceño.

-Claro que no, mi tía y yo siempre dormimos juntos.

-Las cosas pueden cambiar campeón, tu tía ya es una mujer.

-Pero sigue siendo mi tía- respondió serio.

-Sin duda alguna- respondió su padre acercándose a él y abrazándolo, no encontraba fallas en su lógica, por mucho que creciera, Linda siempre sería su tía.

LINDA. . . 

Linda estaba feliz, al fin después de tanto tiempo volvería a ver a su familia.

Estar en el Instituto era maravilloso, aquel era su último año, ya pronto podría salir que aquel lugar que le hacía añorar tanto a su familia.

Quizás pudiera volver a España, o quedarse en aquel hermoso lugar que tan bien la había tratado, a fin de cuentas allí tenía su hermoso apartamento, aquel lugar que era su refugio.

Tenía tres meses desde la última vez que había visto a su familia, lo que más deseaba era llegar pronto y poder abrazar a su hermana, a sus padre, darle un fuerte abrazo a su cuñado, pero sobre todo lo que más deseaba era poder abrazar a Fede. Ese pequeño travieso era la luz de sus ojos, le encantaba consentirlo, bajar a media noche a la cocina y comer helado escondidos, dormir abrazados y despertar hasta muy tarde. Lo amaba tanto, que estar lejos de él era terriblemente doloroso.

El avión se fue llenando, los pasajeros subiendo y encontrando sus puestos, casi deseo gritarles que le urgía llegar a España porque un pequeño y adorable niño la esperaba.

-Creo que éste es mi puesto- una voz profunda junto a Linda la hizo sobresaltarse sacándola de sus pensamientos. Frente a ella un hombre realmente hermoso, era rubio de ojos azules e intensa mirada, cuerpo atlético y una sonrisa encantadora- viajaremos juntos- Linda le sonrió nerviosa.

-Será un viaje largo- no se le ocurrió nada mejor que decir, agradeció su nuevo corte de cabello, le daba un toque fresco.

-Sí, pero augura ser muy placentero- le sonríe nuevamente, se sienta a su lado y se acomoda, extiende su mano hacia ella con una gran sonrisa- mi nombre es Marcus Álvarez.

-Mucho gusto- responde tímida- soy Linda. . . Linda Castillo.

-Perfecto nombre. Es un placer. ¿Vacaciones?

-No. Viajo a visitar a mi familia.

-Que bien. Los reencuentros son gratos, después de estar separados.

-Si- sonríe- los extraño muchísimo. Sobre todo a mi sobrino.

-Tus ojos brillan cuándo hablas de él, debes amarlo muchísimo.

-Así es. Ese pequeñito es el amor de mi vida. . . ¿Vacaciones?- le devuelve su pregunta.

-Negocios. Soy abogado, viajo a visitar a un cliente.

-Interesante- responde sonriendo tímidamente.

-Tienes una encantadora sonrisa Linda.

-Muchas gracias- se ruborizó violentamente.

-¿Te quedarás mucho en España?

-Un par de semanas. Debo volver pronto.

-Quizás podamos vernos alguna vez- le sonríe, mete su mano en un bolsillo interno de su chaqueta y saca una tarjeta- ten, es mi tarjeta. Llámame, quizás necesites alguna vez un abogado.

-No espero meterme en problemas con la ley- le sonrió.

-A mí no me importaría tener que defenderte.

-Yo . . .

-No digas nada Linda, todos necesitan un abogado alguna vez, y sin ánimos de alardear, soy de los mejores.

Linda tomó la tarjeta que él le extendía sin siquiera imaginarse que aquello le cambiaría la vida.

-Gracias.

-He alquilado un coche para mi estadía en España, cuando lleguemos a Madrid, me estará esperando- le sonrió- si gustas, puedo llevarte a dónde sea que vayas. . .

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