"CAPÍTULO 5"
Marcus Álvarez, se encargó de manejar a la dirección que ella le había dado. Compartían anécdotas, y Marcus contaba cosas interesante de los juzgados. Además de eso constantemente halagaba algún razgo físico, y le decía que evidentemente no solo era bonita, sino muy inteligente.
Linda se sentía atraída cómo con una especie de magnetismo hacía ese hombre, era mucho mayor que ella, pero eso no le importaba, tenía unos ojos hermosos, era muy atractivo, con una enorme sonrisa y una encantadora personalidad.
Era completamente atrayente.
-¡Tía, Tía! -Grita Federico corriendo en dirección a su tía, arrojándose a sus brazos y besándola con desesperación. Linda, correspondió a su gesto.
-Mi príncipe hermoso, muchísimas gracias por recibirme de esta manera.
Pronto Luis Francisco y Lisa llegaron al encuentro de Linda, mirando sonrientes pero interrogante a su acompañante.
-Bienvenida, cariño-Lisa la abrazó y luego su cuñado, quien revolvió su cabello con ternura.
-Es agradable estar con ustedes nuevamente. Los he extrañado tanto.
-Para nosotros es maravilloso tenerte en casa- respondió Luis Francisco, mientras estrechaba a su adorada esposa de la cintura.
-Gracias – se giró hacia aquel hombre que mantenía una amplia sonrisa- él, es Marcus Álvarez.
Todos le saludaron afectivamente, pero Fede lo miró con recelo.
-Tía, ¿esta noche dormiremos juntos?- su tono encerraba una evidente preocupación.
-Por supuesto príncipe, he pasado estos meses añorando dormir nuevamente contigo- le sonrió mientras besaba su frente- nada me hace tan feliz.
-¿Se quedará a cenar ,Marcus?- la profunda voz de Luis Francisco se escuchó en todo el recibidor.
-No quisiera dar molestias.
-Nada de eso- responde Lisa- los amigos de Linda, son amigos nuestros también- Linda le dedicó una ámplia sonrisa a Marcus y él supo que estaba perdido, aquella jovencita lo hacía sentir extrañamente diferente.
MARCUS. . .
Conocer a Linda en ese avión fue maravilloso, quizás fue el destino quién los había puesto juntos. De ese lado del avión habían tres puestos, se supone que el otro lo usaría Margaret, su esposa, pero su hijo Marcus Jr, se había sentido mal, impidiendo que pudieran viajar en familia.
Tenía treinta y dos años, era un abogado prestigioso y enfocado, tenía una hermosa familia; una esposa que lo adoraba y se desvivía por él, aunque últimamente tenían algunas diferencias.
Margaret, dedicaba mucho tiempo a la maternidad, ésta la absorbía completamente, le dedicaba horas y horas al hijo que adoraba, y aunque sonara quizás un poco egoísta o celoso, le dedicaba a Marcus Jr, las horas que le correspondían a él, como esposo. Era difícil compaginar su vida profesional, con su vida personal.
Jamás le había sido infiel a su esposa, ni siquiera había pensado jamás en engañarla, a pesar de lo difícil que es el matrimonio y acoplar dos caracteres totalmente diferentes, él amaba a su esposa y se había negado a ceder a los bajos instintos carnales.
Pero ver a Linda en ese avión le había hecho olvidar todo, hasta su estado civil.
Como su nombre lo indicaba, ella era realmente Linda, con unos grandes y hermosos ojos, un bonito y bien cuidado cabello, se veía tan alegre, tan segura de sí misma, su alegría era totalmente contagiosa. Ahora verla junto a su familia era adorable, su sobrino la amaba en sobremanera eso saltaba a la vista, su cuñado la quería muchísimo y su hermana, sencillamente la adoraba. Los hermosos ojos oscuros de Lisa Castillo, brillaban al mirar a su hermana.
Mirar al pequeño Federico, le hacía recordar a su propio hijo, en aquellos lindos ojos había tanta adoración hacia Linda, como lo había en los ojos de Marcus Jr, para Margaret.
Los días transcurrieron con lentitud, me dedique a atender los pendientes del caso que me había llevado a España y por las tardes visitaba a Linda y a su familia, comía con ellos y cada día me hacían sentir en familia, era muy agradable, los hermosos ojos de Linda, me miraban con ternura y brillaban de manera envidiable. Una noche me acompañó hasta mi coche de alquiler y me sonrió con ternura.
-Gracias por acompañarnos.
-Soy yo el que debe agradecer, me acogen en su seno familiar con tanto cariño, que me siento como en casa. -¿Qué te parece si mañana, tu y yo desayunamos fuera?
-¿Y tus actividades?
-Eso puede esperar. Podría pasar por ti a las siete en punto- le sonreí y ella me dedicó una gran sonrisa.
-Eso sería genial.
Sin pensarlo si quiera me incliné y la tomé de la cintura, acercándola más a mi cuerpo y la besé.
Si, sé que estuvo mal, pero se sentía tan bien, tan dulce, tan cálido que no pude resistirme, la estreché más, buscando un poco más de cercanía, su cuerpo se acopló perfectamente al mío y pude sentir como su respiración se aceleraba.
LINDA. . .
Sus labios entran en contacto con los míos y casi gimo de felicidad, es lo que llevo esperando desde hace casi dos semanas.
Mis padres al principio desconfiaban de él, es un hombre mayor que yo, aunque yo considero que doce años no es una gran diferencia. Al cabo de unos días Marcus se ha ganado el corazón de todos, hasta el de mi amado Fede, que no dejaba de sentir celos de él, terminó mando nuestras comidas juntos. Un día nos invitó a los dos a un día de paseo y cuando volvimos, ya no había dudas, Marcus se había ganado el corazón de Fede.
Yo por mi parte no dejaba de pensar en él, me escribía todos los días y yo adoraba sus llamadas nocturnas, hablábamos durante horas sobre las actividades de nuestro día, me sentía tan feliz a su lado, su compañía era un bálsamo para mí.
Me estrecha con más fuerza y siento que ya nada no hay espacio entre nuestros cuerpos, que están fundidos en un tierno abrazo, nuestros labios tienen una danza lenta y tierna, cuando menos lo espero su lengua entra en mi boca, y no puedo evitar gemir, su lengua es ávida y el beso se vuelve más intenso, me aferro a él como si fuese mi salvavidas y allí lo comprendo, me he enamorado de ese hombre. Es una idea bastante loca, ya que nos conocemos solo desde hace unos días, pero en mí no hay dudas, es un hombre maravilloso y estoy perdidamente enamorada de él, de su sonrisa, de sus labios, de su compañía, de su personalidad. Lo amo y no quiero separarme nunca de él.
-Oh Linda. . . –me susurra con voz temblorosa junto a mis labios.
-Marcus. . . – me abrazo a él con fuerza, siento que acaricia mi espalda.
-Eres tan hermosa, Linda. Quiero estar contigo, quiero verte a cada momento, siento que te necesito- cuando escucho sus palabras lágrimas de felicidad salen de mis ojos. No puedo creer en mi buena suerte, ese hombre tan bueno, tan dulce y tan hombre me necesita- siento cosas por ti Linda, siento cosas muy bonitas- Levanto mi mirada hacia él, me mira y con el pulgar seca mis lágrimas- no llores hermosa- me besa la frente. Siempre he dicho que un beso en la frente es la mayor muestra de ternura, así que casi me desmayo ante ese gesto.
-Me siento bien a tu lado, Marcus.
-Y yo junto a ti. No sé si sea posible en tan poco tiempo. . . pero, te has ganado mi corazón Linda. Te lo has ganado con tu sonrisa, con tu mirada, con tu ternura, con tu alegría, con todo lo que eres.
No espero más palabras y me arrojo a sus labios para volver a besarle.