Capítulo 3
Esa misma mañana...
Samara pov:
Me levanté a la misma hora que todos los días; me vestí con una blusa morada y unos jeans oscuros, y por último unos tacones negros no muy altos.
Seré sincera, todavía no me acostumbro a este cuerpo, pero recién llevo un año así, debo acostumbrarme.
Me miro en el espejo y mi reflejo no me desagrada, estoy gordita, pero tengo buenas curvas, no me acostumbro porque antes del hechizo tenía un cuerpo que cuidaba mucho, pero el propósito del hechizo era hacerme desagradable a la vista de Marcus, pero aun así yo me sentía bien y linda.
Es que yo siempre lo he dicho: “No importa cuánto mida tu cintura, tu trasero o tus pechos” lo importante es que te sientas cómoda y ames como eres; lo que opine el resto da completamente igual.
Dejo de mirarme en el espejo para mirar el reloj, es temprano como siempre.
Agarro mi mochila y me dirijo al instituto.
Llegué temprano como siempre, estaba parada revisando mis cosas en mi casillero cuando veo pasar a Marcus, él ni siquiera me nota, pero eso no hace que yo no me sienta desvanecer por solo verlo.
Lo acepto, me enamoré de él desde el día en que me escapé de mi madre y lo vi jugando en su jardín.
Y lo mejor es que él es mi mate, él no lo sabe, pero yo sí, ya que al ser hija de la diosa Luna tengo mis ventajas; conocí a mi loba cuando cumplí 13 y ella fue quien reconoció a Marcus cuando lo vimos; claro que todavía debía tener mi transformación para hacerlo oficial, lo cual sucederá para mi cumpleaños, y también será cuando yo suba al trono, por eso debo de enamorar a Marcus antes de tiempo.
Lo miro y me emociono cuando nuestras miradas se cruzan, pero me dolió cuando me vio con asco, sé que no me veo bien a su parecer, pero sé que se enamorará de mi forma de ser, ya que el amor verdadero existe y yo lo sé.
Además, estoy así para demostrar mi posición.
Lo veo alejarse, me dirijo hacia mi primera clase, la cual también tengo con él, es en el tercer piso.
Cuando llego no hay nadie en el piso, entro a mi salón, me siento en el último asiento de la esquina, ya que no me gusta que me vean mucho.
Al sentarme me duele mi espalda, me la toco y todavía recuerdo el golpe que obtuve cuando Megan, la "novia" de mi mate, me empujo sin querer contra un cubículo del baño. Veo involuntariamente mi brazo y veo el gran moretón que me dejó en el antebrazo aquella caída.
Para olvidar mi dolor trato de pensar en otra cosa. Me acordé de la canción que cantaba mi madre cuando me cepillaba el cabello de pequeña. Tarareo el comienzo porque no lo recuerdo muy bien, solo me sé el coro, es una canción muy antigua y en catalán.
Recuerdo que mi madre la llamaba “El testamento de la princesa Amelia”
“Ai, que el meu cor se´m nua
Com un pom de clavells.”
“Ai, que el meu cor se´m nua
Com un pom de clavells.”
Dejé de cantar, sentí que alguien se acercaba. Escuché pisadas, me escondí rápidamente detrás de mi asiento; escucho como entra y empieza a olfatear, no encuentra nada, sigue buscando.
Tiemblo al pensar en quien podría ser. Pero la campana me salvó. El resto de los alumnos entro y cuando estuve con más gente ya me coloque en mi asiento sin dificultad, yo era invisible a los ojos de todos.
La clase siguió normal, hasta que al coger el tubo de ensayo con azufre sentí que mis huesos se rompían, lo solté y se el frasco se estrelló contra el piso causando que se rompiera. Todos voltearon hacia mí y mi respiración empeoro drásticamente.
- Samara, es hoy, nos vamos a transformar- me dijo Lazuli.
No pensé que sería tan rápido, ni siquiera cumplí todavía los 19, sería dentro de 7 meses.
El profesor se acercó rápidamente a mí.
- ¿Qué sucedió Sam? - me preguntó dulce y amable.
- Es que yo... - empecé a temblar, no podía controlar mi propio cuerpo.
- Entiendo, puedes retirarte Sami, relájate y que pase lo que tenga que pasar ¿Sí? - me sonrió dulce, asentí y salí del salón.
Me dirijo hacia el patio del instituto, todo está cercado; no aguanto más, debo de salir de aquí.
Corro hasta una salida hacia el bosque y empiezo a correr hasta estar lo suficientemente adentro; siento cómo me transformo, es doloroso, puedo escuchar mis propios huesos romperse.
Sabía que sería doloroso, por ser la primera vez, pero esto es demasiado.
Traté de seguir y salté como pude, cuando volví a pisar el suelo fue en 4 patas. Corrí por el bosque como si no hubiera un mañana, me sentí libre.
- Samara, esto es tan liberador, se siente como si tuviéramos el mundo a nuestros pies- escuche a Lazuli, estaba más que feliz.
- Se siente mejor que hace un momento, Lazuli ¿Cómo te encuentras? - le pregunto a mi loba.
- Mejor que nunca, amo estirar las patas por primera vez. Y estoy más emocionada porque encontraremos a nuestro mate... O él nos encontrará, ya ni se cómo pensar- dijo evidentemente emocionada- Pero lo importante es que nos va a querer y le demostraremos a tu madre que el amor verdadero si existe.
- Lo sé. Espero que nos ame- dije con miedo.
- Lo hará, es nuestro mate, nos querrá como somos, no nos va a.…- no terminó de decir, así que yo lo termine por ella.
- ¿Rechazar? - pregunté nerviosa.
- No pienses en eso. Nos amará– trató de animarme.
- Eso espero– le digo, pero siento miedo.
Llegué hasta un lago que me conocía de memoria, siempre venia aquí a pensar en mis ratos libres; me miré en el agua y era completamente blanca, mis ojos del mismo color que los míos, azules, y tenía el tamaño de un Alfa.
Me sentía bien. Ya no me dolían los golpes que tenía, y las preocupaciones se fueron.
Seguí corriendo hasta que decidí volver al instituto, corro hacia mi pequeña cabaña por nueva ropa, la tomo con mi hocico, me volví a transformar en humana y seguía con mi ropa, supongo que es otra ventaja de ser yo.
Fui al instituto y al estar en la entrada me vino un olor delicioso; olía a café con caramelo, simplemente delicioso.
- Nuestro mate- chilló Lazuli desesperada– Encuéntralo, Samara, por favor – me imploro.
Le hice caso y corrí hacia dónde provenía el olor, llegué a las puertas de la cafetería.
Cuando entré vi a Marcus buscando algo, era obvio que era a mí, me miró y me quedé fría, y luego solo sonreí.
Hubo un gran silencio en la cafetería hasta que él lo rompió.
(...)
No recuerdo con claridad, solo puedo recordar que me encontré a Marcus en la cafetería y ahora no veo nada, solo humo, estoy sintiendo un gran dolor en mi pecho.
Entonces el humo desaparece, siento lágrimas por mis mejillas, abro mis ojos y estoy viendo el piso. Alzo la mirada y me encuentro con algo que me dejó petrificada, ahí estaba Kian, el líder de la corte real de los licántropos, y la mano derecha de mi madre.
Mi vista viajo hasta detrás de él, ahí estaba Marcus, estaba en shock. Miré mis manos y luego mi cuerpo, lo toco y mis sospechas son confirmadas, el hechizo se ha roto.
- ¡No! - negué rotundamente, no quería creerlo, no podía ser.
Pero él había firmado mi condena; Marcus Black me había rechazado y ahora tendría que cumplir mi parte del trato.
(...)
Me encuentro en la limusina, todos los del consejo se encuentran conmigo, no dije nada, solo me mantuve callada mientras lágrimas salían de mis ojos.
- Princesa – empezó Kian – Se lo advertimos, el joven Marcus no es para usted, los mates son para simples mortales y lo sabe, usted es hija de una Diosa.
- Yo solo quería que me amara por mi interior – dije con frialdad en mi voz.
No dijo nada más.
Mi loba estaba sollozando desde que él nos rechazó.
- Ya no llores Lazuli, no vale la pena- la traté de reconfortar.
- Pensé que nos amaría- me contesto mientras seguía sollozando.
- Igual yo- le dije bajando la mirada, miro mis manos.
- Creo que ahora nos toca gobernar solas- dijo Lazuli.
- Eso parece- suspiré y me armé de valor- Pero no te preocupes, no lo necesitamos, y se arrepentirá por hacernos este daño. Te lo juro- apreté mis manos formando puños.
- Josh no tiene la culpa. Él si nos quería, pero Marcus – su nombre lo dijo con furia y asco- Él lo hizo, no escuchó a Josh, no nos dio ni una sola oportunidad, simplemente se deshizo del supuesto “peso muerto”- reí amargamente para mis adentros, Marcus cometió el peor error de su vida.
- Cálmate, se arrepentirá, lo prometo- le dije.
Se cortó la conexión. El vehículo paró enfrente de una de las casas de mi madre, una de las muchas casas que tenía alrededor de este mundo, casas que mando a construir para mí. Aunque yo fui criada en un castillo muy lejos de aquí.
Es la casa que está más cerca de la manada Black Moon, recuerdos vuelven a mí. En esta casa fue donde me quedaba cuando conocí a Marcus. Sacudo esos recuerdos que me traen tristeza y furia al recordar lo que me hizo.
Bajan de la limusina y yo los sigo, Kian me mira con una gran sonrisa. Y sé por qué es esa sonrisa. Está feliz ya que él y mi madre tenían razón.
- Bienvenida princesa- abren las puertas de la casa y entro sin decir nada.
Sigue como la recuerdo, solo que la cocina está más moderna. Además, no he estado aquí desde hace ya más de un año.
Ya en el segundo piso me dirigí a mi habitación, la puerta de madera blanca con una "S" gigante de color azul, pintada con detalles plateados; giré el pomo de la puerta para encontrarme con el pequeño cuarto de estar, un juego de sala pequeño que consistía en 2 sofás para una persona y uno para 3 personas; una mesita de vidrio en el medio, y en frente del sofá un gran televisor.
Miré hacia mi lado izquierdo y observé las 2 puertas de madera blanca, que consistían en la puerta del baño y el armario; y al frente mío unas escaleras negras de fierro con piso de madera blanca, que llevaba a donde se encontraba mi cama.
Me acerco a la ventana y desde ahí puedo observar el gigantesco bosque que nos rodea. Observo mi cama, se ve tan cómoda.
Me echo y agarro mi almohada para poder desahogarme.
- ¡¿Por qué?!- grité contra la almohada y sollocé - ¡¿QUÉ HICE MAL?! - volví a gritar mirando el techo- Dime mamá ¿Qué hice para merecer esto? - pregunté más para mí que para mi madre.
- Tranquila Samara, todo estará bien- me trató de calmar Lazuli.
Me quedé mirando el techo.
"Y si en verdad esto tuvo que pasar" pensé "Tal vez todos tenían razón y Marcus no era para mí" mi mente se aclaró.
"Solo fui una tonta ilusionada por una cara bonita"
- Si él no pudo ver mi mejor lado pues que se lo pierda- me senté, limpié mis lágrimas – No voy a llorar por un rechazo. Soy la princesa, soy la futura reina; no necesito a un hombre para ser feliz, no lo necesito – me levanté y fui hacia mi balcón – no te necesito Marcus Black – grité, sentí que un peso se fue de mí.
Escuché aplausos a mis espaldas. Volteo y veo parada en mi puerta una cabellera pelirroja y ojos grises que reconocería en cualquier parte. Llevaba unos pantalones blancos y un polo de tiras negro.
- Me encanta ver a la Samara independiente, siéndote sincera la extrañaba demasiado- nos sonreímos mutuamente- ¿Dónde se había metido todo este tiempo?
- Hola Jess – le sonríe.
- Hola amiga- dijo de manera algo sarcástica- Ven aquí, merezco un abrazo – alzó sus brazos y me acerqué a ella para fundirnos en un abrazo – Te extrañé, estúpida
- Y yo a ti idiota- le susurre.
- Y cuéntame- nos separamos y me tomo por los hombros para que la mirara a los ojos, entrecerró los ojos- ¿Cómo te fue en tu...Pequeña aventura? - preguntó divertida
Suspiré exageradamente para darle un momento dramático- Es algo complicado- comencé diciendo.
- Dímelo a mí; desperté una mañana y resulta que una de mis mejores amigas se había hechizado a sí misma para poder encontrar el amor verdadero – dijo con una sonrisa fingida– Fue demasiado loco; y luego como se pusieron todos- me soltó para empezar a enumerar con sus dedos mientras hablaba- Tu madre gritaba por aquí y por allá, Kian histérico, la corte buscando un culpable; estoy muy segura de que pensaron en asesinarme cuando pensaron que yo te ayude a escapar... Todo se volvió un lío ya que la "inocente" princesa se había escapado- hizo comillas con los dedos cuando dijo la palabra “Inocente”.
Reí – Que exagerados, no fue para tanto- dije restándole importancia, miré a otro lado.
- Si claro – dijo sarcástica, la miré y sonreí- ¿Y cuándo conoceré al afortunado de tu mate? - preguntó mi amiga emocionada.
- No lo conocerás- dije desviando la mirada- Él me...- respiré profundo – Rechazó.
La cara de mi amiga representaba sorpresa absoluta, luego trató de disimular.
- ¿Pues cómo? - preguntó.
- Larga historia, mejor hay que sentarnos- ella asintió y nos sentamos en los sofás- Todo comenzó hace ya más de un año cuando yo hui de aquí…
(...)
Después de contarle toda la historia por completo a Jess, ella dijo que era un imbécil y que no me preocupara.
Ahora estamos conversando de nuestro hogar y cosas que pasaron mientras no estuve. Hasta que alguien tocó la puerta.
- Pase- dije, y entró una de las empleadas de la casa.
- Su majestad- hizo una reverencia, ya me había acostumbrado a no recibir esas reverencias- El señor Kian me ha pedido que preparemos también para usted y la señorita Jessica la cena, la cual ya está servida- dijo con una sonrisa deslumbrante.
- Gracias, ahora bajamos – hizo una reverencia y salió.
- Me olvidé de comentártelo- dijo Jess llamando mi atención, la miré y ella hizo una mueca antes de hablar- La corte de tu madre cenará hoy con nosotras- dejo de hacer la mueca y se puso recta parándose del asiento- Nos vemos abajo, y ponte algo más apropiado – me dejó sin dejarme decir ni una palabra.
Sé que mi madre debe estar más que feliz de que todo saliera como ella quería.
Me levanto del sofá y me dirijo a mi closet, saco un vestido blanco con negro de tiras anchas y sin nada de escote, un poco arriba de la rodilla, me pongo unos tacos negros. Tomo asiento frente a mi tocador y empiezo con el maquillaje, demore 20 minutos en tan solo ponerme algo de rímel y un poco de sombras, he perdido el ritmo; me hago un moño perfecto, debo mejorar, demore demasiado tiempo en alistarme.
Me pongo de pie, camino hasta la puerta y salgo de mi habitación. Bajo y me dirijo al comedor principal; cuando entro veo a todos sentados en la gran mesa; está la corte de mi madre y Jess.
Me dirijo al lado de la cabecera de la mesa para sentarme ahí, a mi lado izquierdo Kian y al derecho Jess.
- Princesa, tengo que informarle de que, a partir de mañana, a sus clases tendrá que asistir junto con sus betas para su seguridad- empezó Kian, aunque sea tendré a Jess cerca; aunque desconozco quién será mi otra beta, será interesante quien ha sido escogido para ese trabajo.
- Kian ¿Quién será mi otra beta? - pregunte con curiosidad.
- No se preocupe princesa, llegará mañana en la noche ya que se encuentra en un pequeño viaje- dijo Kian con una sonrisa- Mañana solo irá con la señorita Jessica y algunos guardias jóvenes la cuidaran a distancias- yo asentí.
- Correcto – dije seria, tenía que comportarme como lo que era realmente, una princesa. Debía de dejar mis inmadureces y niñerías a un lado.
La cena siguió aburrida hablaron sobre cosas de nuestro reino.
Al terminar subí a mi habitación, me bañé y puse mi pijama. Me acosté y puse mi teléfono a cargar. Y no demoré mucho para quedarme dormida. Mañana sería un día muy raro, tener que volver a la vida que cambie hace casi un año.