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Capítulo 2

Marcus Black Pov:

Las puertas se abrieron, dejando ver a Samara, mi lobo se desesperó mientras yo quedé en shock.

- ¡Es nuestra mate! - aulló mi lobo, ella al verme ella se quedó helada, pero me dio una sonrisa como ¿enamorada?

Esto no puede ser, ¡Es una equivocación! Samara no puede ser mi mate, no puedo estar condenado a vivir el resto de mi vida al lado de ella. Mi vida se acabaría, estoy seguro.

Pero sé cómo arreglar esto.

- Ni pienses en rechazarla maldita sea – me advirtió furioso mi lobo, pero no lo escuche.

- Es por nuestro bien - le dije para que se callara.

- ¡No lo hagas! - exclamo gritando y rogando - ¡Te vas a arrepentir! - me advirtió, pero lo no lo escuche y corté la conexión.

Omnisciente Pov:

Marcus estaba decidido, todos en la cafetería estaban presenciando el encuentro entre los mates, hubo un silencio por unos segundos hasta que un molesto Marcus lo rompió.

- No puede ser cierto – reprochó - ¿La omega huérfana de la manada es mi mate?- empezó a reír burlonamente - Jamás compartiría mi vida con alguien tan débil y patética como tú, solo mírate, eres horrenda, eres gorda y eres débil - gritó él y todos en la cafetería se empezaron a reír, y ella seguía parada ahí sin hacer nada mientras unas lágrimas resbalaban por sus mejillas- Pero no te preocupes ya lo arreglaré- todos guardaron silencio- Yo, Marcus Black, Alfa de la manada Black Moon te rechazo a ti Samara Lazuli, omega de la manada Black Moon como mi mate y luna de mi manada - sentenció él.

Luego se escuchó el desgarrador aullido de aquella loba por el fuerte dolor en su pecho, junto con unos gruñidos de su parte. Todas las luces empezaron a fallar y a la luz le dio un corto circuito, Samara calló al suelo con sus palmas y rodillas sosteniéndola. Todos estaban asombrados, nunca había sucedido eso, es como si el rechazo de Marcus hubiera alterado el orden por completo.

- Samara - Malcon se acercó rápido para ayudarla, cuando la tocó un humo blanco la empezó a cubrir.

De pronto se abrieron las puertas de la cafetería de un solo golpe; dejando ver un gran grupo de lobos, su aura era poderosa y todos los estudiantes retrocedieron por miedo y respeto.

Aquellos lobos rodearon a Marcus, Malcon y Samara. Un humo blanco los cubrió al igual como lo hacía a Samara, solo que el de ella seguía ahí. Se convirtieron en personas con túnicas negras. El que parecía el jefe se acercó a Samara y al verla volteó a ver a Marcus, el cual estaba petrificado por lo que estaba ocurriendo.

- Felicidades joven Marcus - le dijo el hombre- Rompiste el hechizo que la princesa se hizo a si misma- todos quedaron atónitos- ¿Pri-princesa? - fue lo único que pudo salir de sus labios.

- Así es joven Marcus, como decía el hechizo: “Volverá a su verdadera forma con la aceptación o el rechazo de su amor verdadero”- el hombre miró con una sonrisa hacia Samara.

Samara seguía envuelta con el humo blanco, el cual no dejaba verla ni un solo pelo por lo espesa que estaba, un brillo desde el interior del humo empezó a aparecer, volviéndose cada vez más intenso.

Malcon se alejó de ella y el brillo se hizo más fuerte aún, todos se hicieron hacia atrás menos los de capa negra, la mayoría de los estudiantes cegados por el brillo.

Y de pronto paró el brillo y el humo se deshizo poco a poco; dejando ver a la verdadera Samara, era alta, cabello castaño claro, ojos azules y piel blanca de porcelana. Llevaba un vestido blanco, unos tacones blancos y su cabello estaba en una media cola; parecía un bello ángel inocente, no quedo nada de la chica que fingía ser. Ella seguía en la misma posición, levantó la vista y tenía lágrimas en su rostro. Al ver al hombre de la capa negra estaba asustada y desconcertada, miró sus manos y su cuerpo. Ya todo encajaba para ella como si de un rompecabezas para niños se tratase; habían roto el hechizo, pero de la forma más dolorosa.

Lo volvió a mirar y luego a Marcus, el cual estaba atónito.

- ¡No! - gritó ella, y volvió a agachar la cabeza mientras negaba repetidas veces- Esto no puede ser ¡No! ¡No me dieron chance! - exclamo desesperada- Solo necesitaba más tiempo.

- Un trato es un trato princesa, ahora tiene que hacer lo que le prometió a su madre sin quejas- dijo el hombre. Ella agachó la cabeza, pasaron unos segundos, y su mente se aclaró, sus lágrimas pararon, solo le tocaba aceptar.

- Está bien- se rindió- Yo cumplo mis promesas.

Unos de los hombres con capa la ayudaron a pararse, y todos los presentes seguían atónitos, algunos embobados por lo hermosa que era. Mientras un individuo se maldecía mentalmente.

- Ahora princesa, es momento de que siga con lo prometido- dijo el hombre con una sonrisa mientras Samara se abría paso hacia aquel joven que hace unos instantes la había hecho firmar su condena.

Samara se acercó a paso firme hacia Marcus, y al quedar a un solo paso de él lo miró con dolor en sus ojos.

- Yo, Samara Moon, hija de la diosa luna y futura reina de los licántropos acepto tu rechazo, Marcus Black, futuro Alpha de la manada Black Moon; y te rechazo a ti como mi mate y futuro gobernante de los licántropos- sentenció ella y dio un paso adelante para sellar el trato con un beso, fue corto, pero con aquel beso Samara borraba todos los sentimientos que tenía hacia él.

Ella se separó y él se quedó en un shock total, ella se dio la vuelta y se dirigió hacia el hombre de capa.

- Momento de irnos princesa, por hoy no más clases para usted - le puso el brazo para que ella se sostuviera, ella solo asintió tomando su brazo.

Los demás de capa negra fueron hasta ellos y se colocaron alrededor de ellos para empezar a caminar todos a la vez. Y así salieron de la cafetería, dejando a todos con un gran asombro, pero para Marcus no solo era asombro, también era dolor, duda y arrepentimiento total.

Se recuperó después de un par de minutos y salió corriendo de la cafetería, al llegar a fuera del instituto vio como Samara y el resto de las personas que la acompañaban estaban subiendo a una limusina.

- ¡Samara! - gritó Marcus; ella se dio vuelta y lo vio, pero ya no como antes, ahora lo miraba con odio y dolor juntos.

- Yo me encargo su majestad, usted vaya subiendo- ella asintió y subió al auto. El hombre se acercó a Marcus - ¿Qué desea joven alfa? - le dijo con una sonrisa un poco burlona.

- Quiero hablar con mi mate- dijo para tratar de evadirlo e intento caminar hacia Samara que ya estaba dentro del auto, pero el hombre le puso una mano en su pecho para no dejarlo pasar, él lo miró molesto.

- Lo lamento, Marcus- el nombre del muchacho lo hizo con asco- Pero usted ha rechazado a su "mate" por ende, ya no es suya. Pero no se preocupe... Ahora todo pasará como tuvo que ser desde un principio, el consejo y su madre le encontraremos un prometido que sea merecedor de su mano- dijo con una sonrisa cínica, Marcus se quedó en un estado de impotencia- Hasta luego joven Marcus, creo que nos veremos en la cena de estado junto con su padre, y no olvide llevar traje- sonrió y subió al auto dejando a Marcus parado ahí. La limusina arrancó mientras Marcus veía como se alejaba, cuando ya no la alcanzaba a ver empezó a patear todo a su alrededor y maldecir en voz alta.

- Deja de lamentarte, idiota - dijo Malcon apareciendo detrás de él.

- Cállate ¿Sí? - le respondió Marcus molesto.

- No me voy a callar, no te hablo como beta a alfa, sino como amigo a amigo. Ya no puedes lamentarte, cometiste una estupidez, y ahora sabrás tú cómo le dirás a tu padre que rechazaste a la princesa de los licántropos solo porque "era gorda y fea", ¡Ni siquiera pudiste fijarte en lo más importante! - le gritó lo último- Su forma de ser, su interior, y ahora te das cuenta que perdiste a la loba más fuerte, poderosa y hermosa que existe en esta maldita tierra- lo siguió regañando- Yo hubiera dado mi vida por haber sido su mate - dijo en un susurro, pero Marcus lo escuchó.

- Iré a mi casa, volveré a la manada- fue lo único que dijo y se dirigió a su deportivo blanco.

Subió y salió del instituto pensando en lo que había hecho. Había quedado como un idiota y ahora ni siquiera Josh, su lobo, le quería hablar.

“Y se lo merecía por haber rechazado al amor de su vida” pensó él.

Y lo que quedó en un segundo plano fue el gran regaño que recibirá de su padre.

- Mierda- dijo golpeando el volante de su auto, paró en el semáforo y se le ocurrió un plan - La conquistaré, haré que me ame y volveremos a estar unidos. Nos casaremos y seremos felices, como tuvo que ser desde un principio- pensó en voz alta- Pero no le diré nada a mi padre, por ahora.

Siguió conduciendo, sin saber muy bien que le esperaría en el futuro.

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