2. Roce
Con el roce, nace el cariño.
El tic tac del reloj sobre la mesa de noche retumba en mi cabeza. Tic Tac, Tic Tac; una y otra vez sin detenerse. La tortura mental que concentro en mi subconsciente me remueve entre las sabanas. El olor a cigarro llega hasta mis fosas, inundando mi conciencia con preguntas mal formuladas. Me siento inquieta y confundida, no consigo aclarar las pocas ideas que llegan a mi mente, acompañadas de imágenes inconexas que solo me aturden mucho mas. El cuarto está en silencio, y de no ser por el sonido de mi propia respiración acelerada, diría que tampoco respiro.
Mis párpados se sienten pesados dejando un camino lento y perezoso sobre mis ojos. Busco mis manos y las encuentro a los lados de mi cuerpo. Respiro profundamente reconociendo el oxígeno del lugar y coincido con el olor a vainilla que tanto me gusta.
Eso me hace saber que no estoy lejos de donde pertenezco. Ofreciendome alo de tranquilidad momentaneamente.
Estoy en casa.
Algunos recuerdos fracturados pasan por mi cabeza, poniendola algo lenta. Mientras mi razon trata de conectar esos extraños pedazos de una pelicula donde alguien es atacdo contra el piso poniendolo a sufrir. No lo entiendo, mientras lucho con la sensacion adormecedora para lograr no dormirme de nuevo. Pero no puedo volver a evitar fijarme en esas fracturas de recuerdos que se repiten una y otra vez en mi cabeza. Ahogando mi conciencia en esa abrumadora sensacion.
Mi cara apachurrada en una almohada ofreciéndome comodidad me hace sentir tranquila por un segundo. Me remuevo mas con intensiones de sentarme aunque mis músculos protestan llenos de dolor. Mi rostro forma una mueca de incomodidad y sin detenerme abro los ojos, a la vez que me encuentro apoyándome sobre mis palmas para sentarme. El cuarto está oscuro, pero una línea de luz se aferra con fuerza para colarse dentro de la habitación, regalando un poco de visibilidad. Me froto un ojo y logro ver una silueta justo enfrente de mi, a través de lo borroso de mis ojos. Se mantiene estatica. Sin hacer ruidos ni moverse intentando huir. O con alguna intencion de asustarme.
- ¿Mama?- pregunto por acto reflejo aclarando mi visión. La silueta se oscurece por un momento para luego empezar a caminar en mi dirección e ir tomando forma con mas claridad. No es mama, no es un ella. Es un el.
Mi pecho empieza a apretarse, para luego subir y bajar con rapidez. Me pongo en alerta y en menos de nada estoy saltando lejos de la cama. Siento el corazón golpeándome el pecho con violencia. Van a atacarme.
- Escucha amigo, si vienes a matarme espero sea rápido.- suelto sin mas en su dirección.
- ¿Cómo te sientes? - su voz retumba en la habitación y respingo.
No esperaba eso.
Se escucha suave pero al mismo tiempo varonil y estruendosa... Su figura esta parada junto a la cama con los brazos dentro de los bolsillos de lo que parece ser un buzo de tonos negros. Desde mi posición no consigo ver su rostro y eso solo consigue aterrarme mas así que me alejo dando tropiezos hacia atrás, mis piernas no consiguen equilibrio haciendo que caiga sobre mi trasero y me tenso completamente al sentir el dolor presionando mi pierna.
- ¿Podrías dejar de moverte?- su tono sereno me deja confundida.
Se adelanta rápidamente para ayudarme llegando hasta a mi rosando sus dedos sobre mis brazos para luego tomarme de los hombros con el objetivo de levantarme pero lo aparto sin una pizca de amabilidad.
- ¡Quítate!- protesto aferrándome a la cama e intentando enderezarme pero el dolor no cesa - ¡no se te ocurra tocarme! - le grito al desconocido.
Sus ojos negros me miran con voracidad. Empiezo a temblar y el lo nota pero se mantiene callado. No intenta ayudarme de nuevo. Me sostengo decidida a levantarme sola.
- ¿Quién eres?
Tomo impulso y consigo ponerme en pie. Mis piernas ceden permitiendo sostenerme recta, al mismo tiempo en que algo caliente moja mi pierna hasta los dedos de mi pie. Ojeo un poco con temor dándome de lleno con el hilo de sangre oscura manchándome los jeans.
- Mierda...- observa mi pierna y yo lo miro enojada, ¿Quién se cree este idiota?- estás sangrando, déjame ayudarte. - demasiado preocupado y yo comienzo a creer que lo conozco y no recuerdo. Demasiada preocupación cuando solo hemos intercambiado dos palabras.
¿Y que hace dentro de mi casa? , ¿ Que hace dentro de mi habitación?, ¿Quién es el?, ¿Qué es lo que quiere?, ¿Va a matarme?, ¿Matara a mis padres?, ¿Es un ajuste de cuentas?
Se intenta acercar de nuevo pero retrocedo.
- Dije que no te acerques- repito y lo miro con determinación. - Ahora dime quién eres, o gritaré- lo amenazo.
Frunce el ceño atormentado con mi respuesta y se aleja para apoyarse en la pared.
- Si tanto te interesa saber, ¿por que no lo descubres tú misma? - suelta encogiéndose de hombros atrevidamente.
- Esto no es gracioso.
- Coincido, es totalmente aburrido. Además, ¿No tienes una pregunta mas original?, ¿Solo te interesa saber quien soy? - pregunta y asiento en respuesta con obviedad.
Que mas puede interesarme saber cuando un maldito extraño esta dentro de mi habitacion irrumpiendo en ella mientras yo estoy...inconsciente.
-Muy basico, no esperaba mas.- ¿A caso se esta burlando de mi?, señala mi pierna- Pero eso debe ser atendido. A menos que quieras ser coja.
Con manos temblorosas palpo mi pierna. La tela del pantalón se pega en mi mano dejando la sustancia carmín manchar mi palma. Abro la boca en sorpresa y mi cabeza se ajusta a los recuerdos. ¿Cuándo empezarás a distraerte poco y aprender más?- los susurros vuelven arrebatando la cordura de mi sistema. El terror atenaza mis músculos y me quedo sin habla por un momento. Recapitulando todo lo que sucedió.
- Tú...¡vas a matarme!, ¡Qué es lo que quieren de mí¡- me tambaleo intentando llegar a la puerta y poniendo cuánta distancia puedo- ¡Ella me atacó! Esa mujer, la de piel roja y ojos diabólicos!- sostengo mi peso en la pared porque empiezo a perder equilibrio y él me mira confundido.- ¿Que diablos son?, ¡Me están volviendo loca! - le grito frustrada.
No tengo idea de lo que esta pasando. Si hubiera sabido que salir a la alberca terminaría costándome una pierna, además de tener a un tipo desconocido dentro de casa, hubiera optado mejor, por quedarme frente al televisor de por vida.
- ¿Qué mujer estuvo aquí?
- ¡Cállate!- grito en su dirección. Echo a andar hacia la puerta del cuarto sosteniéndome de la pared, no es tan espaciosa así que consigo llegar rápido. Lo rodeo y abro la puerta de la habitación para dar unos cuantos pasos fuera. El se detiene detrás de mí y mi cuerpo se tensa con miedo haciendo que me paralice. Él va a matarme en cualquier momento, él viene a terminar lo que la otra no hizo.
-Soy tu ángel guardián- susurra tan bajo que hasta creo que lo he imaginado.
- ¿Qué?- miro en su dirección y giro mi cuerpo arrastrado mi pierna hasta quedar de frente a el.
Inhalo, exhalo. Inhalo, exhalo.
Estamos divididos por la puerta en medio de nosotros y el miedo tortuoso abraza cada parte de mí. Sus ojos se cierran un momento buscando las palabras adecuadas y yo me fijo en el piso consiguiendo observar los tenis manchados de barro que lleva puestos. Aunque la pierna me duele mantengo mi cuerpo erguido hacia su figura imponente. Ni siquiera se por que estoy hablando con el y no con la policía después de todo lo que paso.
- Soy un ángel- se acerca hasta quedar delante de mí , alzo la barbilla para mirarlo a los ojos y encararlo. Ojos negros. Su rostro queda al descubierto y consigo facciones tan perfectas y suaves que jamás pensé mirar. - Soy tú ángel. Enviado para mantener tu vida lejos del peligro.- agacha la cabeza y ladeo la mía.