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Capítulo 4

Rota 

Esa tarde Susan hizo de todo, desde pasteles rellenos, donas, croissant y hasta bollos con glaseado.

No se relajó.

No soltó la presión en el pecho que la torturaba desde que vio a Mattew esa mañana.

Era como volver al pasado.

Sin escapatoria, había caído otra vez en el círculo vicioso, no podía sacar a Mattew Blake de su mente.¿Como es que verlo podía suponer tanto?

No por el dolor, no por la infidelidad de él, no por el despeecio, sino por la necesidad de abrazarlo y sentirse segura con el.

Eso era lo que ella extrañaba más de estar cerca de Matt.

¡Oh su Mattew!

Claro que no era de ella, se dijo furiosa.

Se duchó sin prisa, se amarró el cabello en una coleta en el centro de la cabeza y se puso un poco de carmín en los labios. Ella no solía usar mucho maquillaje nunca. No era de esas, nunca lo había sido y no comenzaría ya con treinta y tres años.

— Así que no que no ibas a verlo — su hermana la hizo casi soltar la toalla del susto.

—¿No te gusta avisar cuando entras? ¿Los bebés te quitaron la educación? — El sarcasmo le salió ligero.

— Si vas a verlo de mala gana, mejor que no lo hagas. — Lissa la observaba con sus grandes ojos color marrones. Solo un poco más claros que los de ella.

— No voy de mala gana a ver a nadie. No veré a nadie. Solo me baño y me cambio como lo haría cualquier persona normal. — Susan no había coordinado con Mattew para verse.

Él no había vuelto a llamar.

Y ella ni siquiera sabía si él seguía viviendo en el mismo lugar de hacía quince años.

—¿No lo verás? — Lissa entró a la habitación y la obligó a sentarse. Le soltó la cola, aún escuchando las maldiciones de Susan — Suéltate el cabello. Pareces una maldita solterona.

—¿Y no estoy soltera?

—Pero no eres vieja. No te hagas la idiota. Tu eres la inteligente de la familia. — Lissa le ató dos ricitos en la parte de atrás, haciendo una especie de come y deja en su cabello. —¿ Ves? — le dijo señalando el espejo — Eres Hermosa. Y hoy verás a quien es el amor de tu vida. Así que a ponerse bella.

—Lissa...

—Nada. Yo ya perdí mi oportunidad de ser feliz. Yo no voy para ningún lado.

—No digas eso Lissa. — Susan se levantó de la cama y abrazó a su hermana — No sé de quién estás embarazada. No me interesa. Eres fuerte y sé que serás la mejor mamá del mundo. Decidiste hacer esto sola y yo estoy para lo que necesites.

— No lo decidí —le murmuró ella devolviéndole el abrazo — A Veces una solo tiene que tirar hacia adelante. No porque una quiera, sino porque no nos queda de otra.

—Lissa — Susan se alejó de ella y le pasó la mano por el cabello sedoso. Su hermana era hermosa. — ¿Vas a decirme qué te pasó?

—Probablemente. — ella le sonrió. Intentó ocultar lo lleno que estaban sus ojos de lágrimas no derramadas — pero no ahora. Por ahora nos concentramos en ti y en Mattew. 

—No hay un Mattew y yo - le dijo ella despegándose por completo de su loca embarazada. — asimilalo, mientras más rápido lo hagas. Más rápido podrás ayudame a superarlo. 

—No tienes porqué razón superar a quien te quiere hacer feliz. El solo se quiere acercar otra vez y tu solo te comportas como si él fuese el mismo demonio. 

—¡El está casado! Con mi supuesta mejor amiga. Me fue infiel con ella cuando yo lo amaba como a nadie. Arruinó lo nuestro. —Susan se salió de sus cabales por primera vez desde que regresó a Meadville. —¿¡Eso no lo ves!? No entiendes nada. No sabes lo que es. No sabes cómo me siento. 

Ella siempre procuraba no explotar y menos con público. 

Sabía que había estallado con la persona que menos lo merecía. Llevaba demasiado guardando en su corazón. 

—Entiendo. — Su hermana se dirigió a la puerta y la miró desde allí — Procura pensar bien lo que dirás y harás. Mattew Blake es un gran hombre. No me importa lo que hiciera. Yo con un hombre así a mi lado, sería la mujer más feliz del mundo. No sé qué tanto te jodió Malcom a ti... 

Susan se espantó ante la mención de su ex esposo. 

— No me pongas esa cara. ¿Crees que no veo como tratas a William? ¿Que no veo como te comportas con papá? Estás jodida y no dejas que se te acerquen para ayudarte.

Su hermana cerró la puerta con un portazo.

Ella tenía razón.

Debía pensarlo bien todo con relación a Matt.

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