Capítulo 4
El viaje debió de ser largo, no recuerdo mucho más después de que la nave despegó. El shock al que me había sometido Lykar me pasó factura y no volví en mi misma hasta que sentí a la nave aterrizar. Me desperté con los sentidos alerta pero aun todo se encontraba como la última vez, a excepción de la mancha de sangre en la parte delantera de mi pantalón donde la herida de mi pierna se había abierto. Ya no dolía o al menos era lo que menos dolía en este momento.
No tenía nada con que vendarla de nuevo y menos aún ganas de pedirle ayuda a algunos de los tantos que me miraban entre recelo y burla. Así que esperaría hasta que todos salieran para encontrar una manera de salir.
- ¿Necesitas ayuda? – levanté la miraba para encontrarme con una pareja frente a mí, no mucho mayor que yo. Solo sabía que uno de ellos se llamaba Ferz, pero no recordaba el de ella; Pelo negro con puntas rojas, y ojos marrones simples. Sin marcas a la vista o alguna manera de identificar si era Smooker o Lighters, aunque podría apostar por lo primero.
- Estoy bien, ¿sabes dónde está Mells? – pregunté dirigiéndome al chico.
- Ella vendrá luego, tuvo que quedarse en Toronto por unos asuntos. Maia, ¿cierto?– dijo ofreciéndome una cálida sonrisa. – no la has tenido fácil ¿eh? Eso se ve feo.
Desabrochó su cinturón y se acercó al asiento a mi lado colocando su bolso sobre sus piernas y acto seguido sacó un rollo de vendas el cual me ofreció. No estaba muy segura de tomarlas, todo ahora me resultaba en una trampa y tenía muy presente eso que me había dicho Mells de irme con cuidado.
- Creo que necesito más que eso, pero gracias. – rechacé lo más gentilmente que pude mientras desabrochaba el cinturón de seguridad que me había mantenido en mi lugar todo el viaje y me ponía de pie apoyando mi peso en la otra pierna.
- No te molestes, todavía no llegamos. Estamos en un punto de control. – respondió la chica, cortándome el paso. Estaba demasiado cerca, lo suficiente para empujarme y mantenerme controlada si quería, o se atrevía. Ya no tenía energía para esto, no ahora.
Esperé a que actuara o hiciera algo pero solo se me quedó viendo por un largo minuto, antes de ofrecer su mano frente a mí.
- Soy Xoé, con "X", tu nueva compañera. – dijo con un tono de voz bajo, para nada amenazante. En realidad no se veía como tal pero eso no significaba que la aceptaría de una vez.
- un gusto, ¿me permites? – dije haciéndole señas de que se quitara de mi camino.
- ¿a dónde vas?
- ¿Es que acaso no sienten el ambiente? esto es un horno. – dije haciendo mención a lo que les debería de ser obvio, la calefacción estaba a toda potencia o tal vez solo era yo quien estaba sudando como un animal.
- Siéntate. Dudo que puedas dar más de quince pasos en tu situación y debemos de estar sentados para la supervisión. – me instó Ferz palmeando el asiento donde había estaba hace unos segundos.
Tal vez no había captado la indirecta, prefería estar sola.
Abrí la boca para hacérselos saber pero noté a Lykar frunciéndonos el ceño desde la parte delantera de la nave, no muy contento con nuestra pequeña conversación. Verlo era sentir vivamente el shock que había sufrido, la pulsación en donde me había implantado alguna especie de bomba.
- No se llevan muy bien ¿verdad? – me interrogó la chica notando la obvia situación entre nosotros. Si tuviera un arma en mis manos no dudaría ni un minuto, si me iría al infierno al menos me lo llevaría conmigo.
- No es mi tema favorito justo ahora. – dije encogiéndome de hombros y tomando asiento de nuevo. Ambos se vieron satisfecho por ello y Xoé se sentó justo a mi lado dejándome en una posición que no me ponía muy cómoda.
- ¿A dónde vamos? – le pregunté, ya que no podía hacer nada más.
- Al instituto Delief en lo que queda de Nueva York.
- ¿Porque allí? – me dirigí a ella. Odiaba Nueva York pero tal vez si era inteligente podía escaparme de este destino que me habían puesto.
- Buena paga, aunque el ambiente apesta en esta época.
- ¿Solo en esta?
- Touché. – me respondió con una sonrisa. Se veía bastante linda, aunque no tenía el porte de ser un guardián de primera: Su piel lisa y sin cicatrices, además de músculos no tan trabajado y estatura pequeña. No era la manera en que normalmente se vieran los guardianes pero aun así, todavía no la descartaba, tal vez fuera su mente la que valiera la pena.
- ¿porque me miras? – le pregunté al chico a mi izquierda notando su miraba cosquilleándome en la nuca. Giré mi cabeza hacia él dándole a entender que no era bien recibida su atención sobre mí.
Abrió y cerró la boca algo avergonzado que lo atrapara y podía decir que lucía más lindo siendo ingenuo.
- Solo... ¿Me preguntaba de dónde venias? – se encogió de hombros sinceramente, aunque sabía que apenas eso sería la punta del iceberg y no me dejaría en paz tan fácil.
- De ningún lugar.
- ¿En serio? No tienes pinta de Peter Pan. – dijo sonriéndome coquetamente.
- Ignóralo, Ferz cuando no es un encanto es un dolor en el trasero, o ambos. – se disculpó la chica por él.
- Solo trato de ser amable, no recibirás mucha cortesía de los demás, y menos después de lo que hiciste. – masculló en voz baja esto último mientras buscaba en su bolso hasta sacar algunas cosas de él. Empezó por poner sobre su regazo un juego nuevo de vendas, alcohol y un láser regenerador.
- ¿Por casualidad no tienes también una grapadora y un tampón? – le pregunté con ironía, aunque por dentro estaba agradecida y aliviada por tal regalo.
Ferz me miró desde arriba dubitativamente.
- ¿Te lo consigo?
- Ok, sería demasiado. – dije tomando todo el material sobre mis piernas y haciéndolo a un lado.
- ¿Nombre? – me giré para observar a un hombre vestido todo de negro con la mitad de la cara cubierta por una mascarilla presentarse frente a un chico a unos asiento de nosotros seguido de dos ayudantes más.
El chico ofreció su nombre para luego dejar que el inspector pusiera un escáner sobre su ojo y comprobara su información como acostumbraban hacer para frenar el tráfico ilícito de personas en las fronteras.
Y ahora que lo recordaba no tenía una identificación, ni siquiera huellas dactilares. Jack lo prefería así porque evitaba poder ser rastreada.
- ¿Qué pasa? – preguntó Xoé al verme moverme nerviosa sobre mi asiento.
- No tengo identificación.
- Yo me preocuparía más por cómo te ves – aseguró mientras el hombre terminaba de inspeccionar al muchacho y continuaba con Xoé.
Los otros dos agentes que le seguían no tardaron en notarme, ambos Smooker de considerable tamaño para ignorar.
- Tú, ponte de pie. – me ordenó uno de ellos. No me gustaba su tono pero con tantas mirabas encima y sin fuerzas para contrarrestar no podía hacer otra cosa que obedecer.
Me imaginaba como esto jodería a Lykar.
- Sopla. – dijo poniendo sobre mi cara un aparato diseñado para detectar a los infectados. Debía de lucir como una para haberse tomado las molestias.
Hice lo que me pidió levantando las manos hacia mi cabeza dejándole ver que no mostraba resistencia. El hombre esperó un segundo para que el aparato procesara la prueba. Podía jurar que todas las mirabas estaban sobre nosotros, y no se me escapaba que Lykar se había puesto de pie y empezaba a dirigirse hacia nosotros cautelosamente.
- Negativo, puedes volver a sentarte. – dijo sin mucha atención de su parte. Bueno al menos había pasado la primera prueba.
- ¿Nombre? – dijo el hombre que me pareció el líder poniendo su escáner frente a mí.
- ¿Por qué no me lo dices tú? – le pregunté como reto. El hombre me respondió con una miraba de muy mala manera para mi seguridad pero se vio interrumpido por Lykar quien se acercó al grupo.
- Saúl, bueno verte. – dijo acercándose hacia el líder y estrechando su mano en un fuerte y seguro apretón.
- Lykar, ya habías tardado en volver. Veo que tienes nuevas caras. – dijo bajándose la mascarilla para hablarle mejor
.
Lykar asintió de acuerdo y miró alrededor de nosotros para luego volver hacia mí.
- ¿Qué te parece la nueva? – señaló con un gesto de barbilla hacia mí.
- ¿Estaba de descuento? – le respondió riéndose en mi propia cara. Tal vez era una prueba que él me hacía para cuanto podía aguantar, para disfrutar ver cómo me humillaban.
Era un golpe bajo pero lo aguantaría.
- Algo así. – dijo obsequiándome una gran sonrisa burlona. - termina tu trabajo. Tenemos prisa. - le animó a que siguiera adelante, cruzándote de brazos.
Le mantuve la miraba mientras el hombre ponía el escáner frente a mi ojo por un segundo, lo suficiente para obtener mi identidad.
Observó en la pequeña pantalla que acompañaba el aparato y casi pude respirar su sorpresa.
- Maia Scott, de la UCC, ¿eh? Nunca había conocido a algún rango 1 que quisiera abandonar ese lugar. – comentó en plan halago pero que sonó más como una crítica.
- los que somos buenos no tenemos que conformarnos con cualquier lugar, ¿y a ti? ¿Cómo te va? - dije ofreciéndole una de mis mejores sonrisas. Dios sabía que nunca había formado parte de la Unidad de Control de Canadá. Prestigiosa sí, pero eran aliados de Henry, los admiraba. Les seguí el juego, aunque un poco decepcionada, satisfecha con la tapadera que me habían asignado.
El Smooker literalmente me gruño antes de seguir con Ferz, siendo seguido por su pequeño sequito. Pude sentir la miraba de orgullo de Lykar sobre mí pero la ignoré olímpicamente. No me atrevía a verlo, no sin tener ganas de saltarle encima.
Concentré la miraba en el frente en vez, lo que fue un error ya que encontré una línea de mirabas no muy lindas en mi dirección, casi podían abrir un agujero en el centro de mi cabeza si fuese posible.
Excepto Nick, sentado cerca de la entrada de la nave, alejados por varios asientos de los otros. No podía definirlo, pero no era odio, esperaba que no fuera lastima. No después de lo que había visto.
Guardamos silencio hasta que terminaron los controles de rutina y aproveché para limpiar la herida en mi pierna. El alcohol dolió, pero no tanto como el calor sellador del instrumento, tal vez estaba siendo muy dura conmigo misma presionándolo con fuerza pero quería asegurarme que no molestara hasta que llegáramos.
Se sintió mejor una vez que la punta dejó mi piel, hasta dejé escapar un respiro de alivio.
- Chica dura, ¿eh? – masculló Xoé, observando de reojo mi trabajo pero su atención fue acaparaba por el grupo que ya se retiraba de la nave.
- ¿la UCC? = Preguntó Ferz haciéndome sobresaltar, había esperado que estuvieran fuera y que la puerta se cerrara para mostrar su completa incredulidad por este hecho.
Guardé silencio y me encogí de hombros como única respuesta mientras me deshacía del alcohol y lo demás que ya no necesitaba, guardando el regenerador en la parte trasera de mi pantalón por si acaso.
- ¿Qué coño haces con nosotros si vienes de la UCC? – exclamó con indignación, inconforme con mi anterior respuesta.
- Mentirosa. – exclamó alguien. Levanté la miraba y observé al hombre frente a nosotros levantarse. En serio que nuestro líder, Mark,
trataba de verse como un tipo rudo. Su caminar sigiloso junto con su gran estado físico daba algo que temer.
- ¿UCC? ¿Qué hiciste para que te tiraran al sucio callejón donde te sacó Lykar?
- No respondas. – susurro Ferz deteniéndome de hablar mientras Mark se nos acercaba. – déjalo hablar.
Mark se acuclillo frente a nosotros poniendo sus manos delicadamente sobre mis rodillas. Sus ojos eran marrones oscuros, no negros como había pensado en un principio, y portaba orgulloso las dobles "S" cruzadas de los Smooker tatuada en el cuello junto con el símbolo de la Unión, lo que daba a entender que fue alguien importante antes.
- Todos cometemos errores. – dije a pesar del consejo que me habían dado.
- ¿errores? ¿Y piensas redimirte con nosotros? – preguntó con el semblante serio. Cuando me negué a responderle suspiró pesadamente y abrió y cerró sus manos sobre mis piernas como si intentara calmarse.
- ¿Murió rápido? ¿Lo disfrutaste? – esperé pacientemente, no yendo por la respuesta fácil y sincera que sabía que podría causarme más dolor del que podía aguantar y lo observé a los ojos perdiéndole poco a poco el pavor que se había empezado a instalar en mi estómago.
Podía sentir a todos esperar por una respuesta así que se la di.
- Fue tan rápido que no pude disfrutarlo. Pero te puedo asegurar que no tendré cargo de conciencia o lloraré por ese maldito que prometió arrancarme las orejas y dejar lo suficiente de mí para las ratas. – dije oliendo toda la ira que emanaba de él y sintiéndola en carne viva cuando apretó sus manos sobre mis piernas haciendo que me mordiera la lengua para no gritar. Duró solo un minuto pero se sintió como una eternidad mientras lo miraba fijamente a los ojos sin mostrarle ni el mínimo de dolor.
Sus ojos eran planos y fríos mientras retiraba sus manos poniéndola sobre sus propias rodillas intentando controlar su temperamento pero la parte poco consciente de todas mis heridas deseaba que siguiera y que me diera otra razón para clavarle el sellador en mi bolsillo sobre su bonito cuello.
- bien, escúchame. No me hace feliz tenerte pero lo aceptaré por ahora porque no tengo más opción o personal. Colabora con nosotros y nosotros lo haremos contigo. No creas que salir de ese sucio callejón fue una bendición, no conocerás la paz conmigo. – dijo poniéndose de pie y observándome desde arriba como el maldito que era.
Oh, definitivamente no me iba a quedar solo con eso, así que tomé aire y me puse de pie obligándolo a retroceder para que no chocáramos cara a cara.
- Lo tengo, ¿algo más? – pregunté tratando de contenerme. – yo tampoco tengo opción y no quiero relacionarme con ninguno de ustedes, pero llevemos la fiesta en paz.
No pareció gustarle mi valentía. Apretó sus puños con fuerza a cada lado pero su rostro aún se mantenía impasible. Me mantuvo la miraba por un largo minuto antes de retroceder un par de pasos más con las manos arribas y una extensa sonrisa en su rostro.
- Me caes bien, aunque te crees más de lo que eres. Ya nos encargaremos de corregir esa pésima actitud. – dijo dándome la espalda y volviendo a su asiento.
No me caía nada bien, no solo por ser un Smooker, o porque había lidiado con muchos hombres como él por mucho tiempo... No podía
ponerlo en palabras todavía. Pero tenía que obligarme a aplacar toda mi ira, me haría más daño a mí misma del que podría lograr hacerles si iba contra él o cualquiera.
- Déjalo estar. – me apresuró Ferz empujándome levemente el hombro.
- Se cree un bravucón. – mascullé solo para que él escuchara, volviendo a mi asiento. Me gire a observarlo y me dio la razón torciendo un lado de su boca.
- Lisiada, ¿en qué escuadrón servías? – preguntó la segunda al mando, Scar, desde su asiento. Me tomó un minuto responderle esperando que la nave dejara de moverse cuando se puso en marchar y otro minuto más lanzar todo mi coraje hasta lo más profundo en mí.
- Primero en la 36, luego en la 20, y luego...Mi equipo cayó en la redada del mes pasado. – inventé recordando una vieja noticia que había visto. Mi juego podía desmoronarse si investigaban en cualquier momento pero hasta entonces me mostraba segura y fingía bien mi papel.
Frunció el ceño y observó a sus demás compañeros que se veían igual de sorprendidos e hicieron algunos comentarios sobre lo que habían escuchado.
- ¿Fuiste la única que sobrevivió? – preguntó escaneándome con la miraba, quedarme en silencio no era una opción cuando tenía su atención puesta en mí, pero ganar su lastima y compasión no era la manera en que quería ganarme su confianza o siquiera que me vieran.
- Me fui de allí cuando pude moverme y no he sabido más de ellos. Ellos no esperaron que volviera de todos modos y ya ese no era lugar para mí. – dije, por un momento perdiéndome en el rincón en mi cabeza en donde me obligada a no volver aun cuando más desesperada estaba por consuelo. La imagen del sol ardiente, los cuerpos rodeándome, todos con un propósito, un lugar a donde dirigirse...Sintiéndome que pertenecía allí, que mi propósito y mi vida coexistían ahí.
Pero ese ya no era mi hogar, y me regañaba a mí misma por sentir esa asquerosa nostalgia.
Prefería continuar desapegada a todo.
- ¿Por qué dices eso? – preguntó Ferz inclinándose hacia mí, como si necesitara más cercanía de su parte, ya se estaba sintiendo un acosador. Abrí la boca para decirle que se callara pero sentí una descarga que me recorrió toda la columna vertebral, no tan fuerte como para gritar pero si para acatar la orden.
Apreté los labios con fuerzas y traté de acomodarme mejor en mi asiento para que no se me notara.
- ¿Estás bien? – preguntaron ambos guardianes a mi lado, mirándome algo preocupado.
-
Tú mismo lo has dicho, no ha sido mi día. Gracias por interesaros pero ¿podrían dejarme sola? – les pedí observándolos a los dos con lo más cercana a la sensibilidad que me permitía.
Rogaba que no notaran mi pulso acelerado, o como trataba de resistir de no vomitar mi propia bilis frente a mis pies. En serio que me estaba costando mucho.
- Todo bien. Ya tendremos momento de conocernos mejor. – Xoé se puso de pie y le hizo señas a su compañero para que hiciera lo mismo. Ambos me saludaron con el mentón antes de volver a sus asientos originales y respiré profundo, tragándome todo mi malestar.
Me puse de pie y comprobé primero el estado de mi pierna antes de dar un paso, dolía pero había resistido a peores cosas, lo estaba haciendo. Así que me conduje a mí misma lo más derecha que podía mantenerme hasta donde estaba Lykar y me senté en el asiento a su lado sin abrocharme el cinturón.
- Si quieres que diga que sí, todavía puedes probar por el lado bueno. Estoy abierta a escucharte. – dije con la miraba al frente, suficiente apenada por aceptar tan poco contra él, pero nada con lo que pudiera lidiar después. Lo observé a los ojos, para que viera que iba en serio. No era una trampa, y él me mantuvo la miraba por un segundo antes de darme el más ligero de los asentimiento.
Volví a mi asiento casi mecánicamente, como si hubiera dejado mi alma a su lado, y viaje todo el camino hacia nuestro destino con la cabeza vacía, en un punto muerto.
Era la primera vez en mucho tiempo que sentía ganas de llorar, esta clase de debilidad que me carcomía por dentro, pero tal vez era porque la vergüenza me estaba picando profundo esta vez.