Capitulo 1 - Mascarada (II)
Coloco una de mis manos sobre su pequeña cintura, atrayéndola hacia mí, su cuerpo choca con suavidad con el mío, siento como sus grandes pechos se apoyan sobre mi pecho y sonrió, siempre me ha fascinado la forma en que los pechos de las mujeres se aprietan contra mi pecho. Respiro profundo mientras deslizo mis manos hasta sus glúteos y los aprieto ligeramente, son firmes y maleables, me separo de ella y la guio hacia las rejas, una vez allí, un hombre con una capucha de verdugo se interpone entre yo y la próxima sala.
– ¿Cuánto? – pregunta con rudeza sin siquiera mirarme
– tres mil – le extiendo mi tarjeta de membrecía dorada y la pasa por un lector de código de barras, teclea algo sobre una pantalla en la pared y después de un ligero pitido la pantalla se pone en verde, me la devuelve y se hace a un lado.
– Que disfrute – agrega en un susurro.
Conduzco a mi nueva esclava por un largo pasillo a medio iluminar, camina al mismo ritmo que yo, observando siempre el suelo, su pies no hacen ningún ruido al tocar el suelo, en cambio los míos hacen un pequeño eco en el espacio, al final del pasillo nos recibe una enorme estancia, con sofás, camas, puff, y un área con columpios y otros implementos para jugar, el lugar está prácticamente desierto, aún es muy temprano, pero me gusta hacer esto en la intimidad de una sala poco concurrida o vacía, justo como esta.
La dirijo hacia el área que deseo y una vez selecciono el lugar la coloco en medio de dos postes altos de metal, ato sus muñecas con unas agarraderas de cuero que tienen una hebilla para nivelar la presión, para luego engancharlas a las argollas que penden en el extremo superior de los postes, luego me agacho frente a ella mientras deslizo mis manos por los costados de su hermoso y exótico cuerpo, por sus piernas hasta alcanzar sus tobillos los cuales rodeo con las mismas agarradera que use en sus muñecas y los separo, para atar cada uno a un poste. Cuando me pongo en pie y me hecho atrás para contemplar como luce, la chica tiene sus brazos y piernas estirados hacia los costados, parece una hermosa y sexy X, rodeo su cuerpo admirándolo, es una mujer hermosa y será mía por un buen rato.
Me acerco a ella desde su espalda y murmuro en su oído
– ¿qué tan fuerte te gusta? – su cuerpo se estremece pero sin dudarlo responde
– bastante
– del 1 al 5
– cuatro – responde con voz ronca sin darme chance de terminar de preguntar y sonrió, la ansiedad la está matando, pero me gusta jugar, irme con calma.
– De acuerdo – me giro y quito mi saco, lo dejo en uno de los percheros que están en la pared, mientras desabrocho los botones de los puños de mi camisa, para arremangarlas, reviso los diferentes tipos de objetos que están exhibidos en un mostrador de vidrio.
Tomo un latido de varias cuerdas de cuero suave y lo acaricio con mis dedos, no es muy fuerte, pero para comenzar esta más que bien. Me acerco una vez más a la morena y me coloco frente a ella
– Mírame – sus profundos ojos negros se clavan en los míos, mirándome con intensidad – si algo te incomoda o te duele házmelo saber – ella simplemente asiente y me acerco más a ella, mientras comienzo a rosar su piel con el mango del látigo.
Su cuerpo se tensa ligeramente y continuo, subo por su torso con suavidad, hasta alcanzar el valle en medio de sus pechos, una vez allí me muevo hacia al derecho y presiono ligeramente sobre su pezón, que en cuestión de segundos se endurece. Continúo paseando el mango del látigo sobre su cuerpo sin prisa, viajando de un pezón a otro y ejerciendo cada vez más presión sobre ellos, la chica jadea un poco y sonrió, cuando deslizo mi mano hacia el sur, hacia su ya muy caliente entrepierna una mano se posa sobre mi hombro con delicadeza.
– ¿divirtiéndote solo? – cuando me giro la acompañante de mi mejor amigo me sonríe ampliamente y él se encuentra a unos cuantos pasos de distancia de nosotros, con una de sus manos en un bolsillo del pantalón mientras que en la otra sostiene un trago.
– Es hermosa, me gusta – comenta señalando a la esclava y dando un sorbo, rio suavemente el conoce mis gustos y yo los de él, coincidimos en algunos, como ahora.
– Te gustara más su nombre – le comento colocándome detrás de ella, me acerco a su oído y murmuro en voz baja – dile cómo te llamas
– Mi nombre es Atalaya – en cuanto la chica le da su nombre mi amigo ríe con suavidad y asiente
– Exótico – rio, ya que ambos pensamos lo mismo, su acompañante se acerca a la chica y recorre con su pulgar los carnosos labios, sin apartar sus ojos de su rostro.
– ¿puedo participar? – pregunta con coquetería en mi dirección, sonrió debajo de la máscara y asiento, mientras le tiendo el látigo, esto no estaba del todo en mis planes pero no me molesta.
– Por supuesto, hoy me apetece mas mirar, pero no me resistí cuando la vi – ella sostiene el látigo y lo estudia unos instantes, mientras sostiene las puntas de las tiras con una de sus manos y el mango con la otra prensándolo y aflojándolo continuamente.
– ¿Qué tan fuerte te gusta? – dice tomando de la mandíbula a la chica con cierta brusquedad, después de algunos segundos jugueteando con el látigo.
– cuatro – respondo a su espalda y se gira para verme, mordiendo su labio inferior, mi amigo ríe a mi lado y niega con la cabeza divertido, está pasándola tan bien como yo.
– Hermosa, dijimos que hoy sería solo mirar – la chica ríe poniendo sus ojos en blanco y se acerca a mi amigo
– Y solo miraras cariño – dice seductora sobre sus labios – se gira y camina hacia el mesón de vidrio con los látigos, a diferencia de mí, ella se va por uno de clinejas de cuero gruesas con ciertas hebillas amarradas, su sonrisa crece cuando lo ve y se acerca a la chica de piel oscura.
La rodea con pasos lentos, cual león asechando a su presa, después de unos segundos de devorar su cuerpo con sus ojos llenos de deseo y morbo levanta el látigo y muerde su labio, posa sus ojos en mi colega y luego los desvía hacia mí, susurra lo suficientemente alto como para que la escuchemos.
– mira al suelo y no te quejes – le espeta acomodándose junto a ella antes de dejar caer el látigo sobre su abdomen, la morena se tensa pero no llega a quejarse.
En cuanto el cuero hace contacto con su piel emitiendo el característico sonido, de choque mi entrepierna se tensa y el placer comienza a inundar todo mi cuerpo, mi entrepierna tiembla ligeramente y mi mejor amigo ríe suavemente, observando la expresión de deleite que tiene su invitada.
– no entiendo como le gusta tanto esto – murmura en mi dirección y mi sonrisa se ensancha, su amiga y yo compartimos ciertos gustos por el dolor, solo que ella suele llevarlo a otro nivel, yo soy más de divertirme en el proceso, gozarlo, ella va directo al punto… es decir al dolor.
– No siempre las flores más delicadas son las más débiles – le aseguro conociendo por completo los gustos de su acompañante, lo que lo hace reír a carcajadas
– Ella es de todo menos una delicada flor colega – esta vez es mi turno de reír, mientras la rubia deja caer el látigo un par de veces más sobre el abdomen de la morena, sin compasión.
Después que su piel está ligeramente marcada por largas líneas oscuras, se acerca a ella y comienza a besar su cuello, rosa su lóbulo con su lengua sin dejar de mirar coqueta a mi amigo que sonríe ampliamente, mientras comienza a desabrochar su pantalón.
– Lo hiciste estupendo – murmura sin dejar de observarnos – ahora te correrás para ellos – dice señalándonos y mi amigo ríe negando con la cabeza
– ¿Por qué tu no lo estas disfrutando no? – dice en tono burlón mientras saca su polla y comienza a masturbarse sin dejar de verlas.
– Lo hago – dice altanera la rubia – pero disfrutare mucho más verlos a ustedes pajearse mientras yo la masturbo a ella – explica, posando sus ojos esta vez en mi entrepierna.
Una de sus manos desliza el mango del látigo por el medio de su abdomen, haciendo presión sobre las marcas que deben estar quemándole la piel a la morena, una vez en su monte de venus, se detiene y respira sobre su cuello y comienza a dejar besos hasta alcanzar su boca la cual devora con ganas, como si hubiese deseado hacer esto desde que entro en la estancia y la vio, mientras pierde la punta del mando entre las piernas de la morena, que se estremece y arquea su espalda en respuesta al estímulo de su ama.
La rubia toma el cabello rizado de la chica y tira de él, para exponer su cuello, cuando deja sus labios, mientras mueve con lentitud el mango sobre la intimidad de la chica, mis ojos están fijos en como la morena muerde sus labios evitando que se le escape cualquier ruido y yo estoy deseando que lo haga, porque sé muy bien que en cuanto suceda tendrá un castigo y esa es la parte que hace interesante y excitante este puto juego.
Cuando finalmente no puede contenerse más, jadea y la rubia ríe detrás de ella triunfante, separándose de su cuerpo y sacando el mango del látigo de su húmeda entrepierna, la morena jadea una vez más al perder la invasión y la otra termina de rodear su cuerpo, quedando a su espalda donde veo como eleva su brazo, una sonrisa morbosa casi sádica se dibuja en sus rojos y carnosos labios y antes de dejarlo caer murmura.
– 5 latigazos como castigo… – hace una pausa y esta vez posa sus ojos directamente sobre los míos, mientras habla – te dije que no te quejaras – deja caer su mano y el sonido hace que mis ojos se desplacen de los suyos hasta los pechos de la morena, que se exponen aún más cuando curva su espalda por el dolor que el golpe le ha causado, sonrió disfrutando del momento y de su error, comienza la cuenta.
Dos.
Mis labios se entreabren al verla morderse los suyos, sus manos sujetan con fuerza las agarraderas, dejando sus nudillos blancos por la fuerza que emplea al sujetarse de ellas, mientras que sus piernas están tensas, marcando por completo los cuádriceps, su pies en punta dejando a la vista que ha sido un buen golpe.
Tres.
Un jadeo sale de la boca de la rubia, llenando el ambiente de una expectante excitación, mi miembro erecto palpita ante la imagen que se desarrolla frente a mí, mientras la morena humedece sus labios y fija sus ojos en mí, su auténtico amo esta noche, que permite que otra la castigue mientras el disfruta con el placer que les produce su dolor.
Cuatro.
Cierra los ojos con fuerza y muerde con más intensidad sus labios, decolorando el área donde sus blancos dientes descansan, mis ojos barren su cuerpo, buscando señales que me adviertan que no disfruta de esto, pero por sus piernas corre la humedad que sale de su intimidad, ver esto no hace más que complacerme y sonrió, mientras otro jadeo escapa de los labios de la rubia, que cada vez está más y más excitada.
Cinco.
El cuerpo de la morena se contrae con espasmos mientras se corre de placer, su boca se abre dejando salir un grito ahogado y mientras sus piernas tiemblan, su silueta está cubierta de una ligera capa de sudor, me pongo en pie y me acerco a ella, la rodeo y admiro el trabajo de la rubia.
Ella sonríe ampliamente y suspira, tratando de acompasar su agitada respiración, deja el látigo sobre mi mano, aceptando su invitación me dispongo a hacer lo que vine hacer, despejarme de un largo y extenuante día en la oficina.
Dejo caer el látigo sobre uno de sus costados, haciendo que se incline hacia él, me acerco a su oído y murmuro.
– puedes hacer o decir lo que quieras, solo disfruta – ella jadea asintiendo y una vez levanto mi brazo lo dejo caer, de sus labios sale un gemido.
Mientras la rubia camina con pasos lentos hacia mi mejor amigo, se agacha y toma su polla entre sus manos, pasa su lengua sobre esta y mi amigo suelta un gruñido de placer, rio por lo bajo, estos dos se la van a montar hoy.
– Más fuerte – se queja entre gemidos la morena y sonrió, una vez más dejo caer el látigo sobre el costado contrario haciendo que se doble y gima
– ah más fuerte amo, más fuerte – que me llame amo me pone, mordiendo mis labios levanto el látigo y lo dejo caer una vez más, solo que esta vez lo hago con mucha más fuerza y el grito que sale de sus labios es música para mis oídos.
– sí, justo así amo, venga deme otro he sido una chica mala – jadea entre sollozos y repito la acción con la misma fuerza.
– Joder – suelto una vez más al golpearla, cuando veo como su cuerpo se contorsiona y se estremece de placer, mientras nuevamente se corre cuando el látigo impacta contra su nalgas rosando su entrepierna.
Mi respiración en este punto es un desastre, hoy necesitaba de esto, fue un día de mierda y toda la tensión que acumule durante la junta de la tarde, comenzaba a pasarme factura. Además con aquello que la gente de marketing quieren que el proyecto sea llevado por una de las revistas más importantes de tecnología, me traen loco.
Suspiro una vez más, tratando de alejar el trabajo de mi cabeza y me acerco a la morena, que aún tiene espasmos del tremendo orgasmo que ha tenido, elevo mi mascara, dejando solo mis labios a la vista, la rodeo y dejo un beso sobre sus carnosos labios, que me devuelve con pasión y ganas
– Gracias a sido estupendo – murmuro sobre ellos y la chica ríe
– Cuando guste amo – me guiña un ojo saliéndose del papel que venía interpretando siendo picara.