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Cristo, se parece a mi psicoanalista.
-Mi sesión de psicoanálisis es los jueves Kevin, pero gracias por intentarlo.-
-No estoy bromeando, Paula. Quítate ese delantal y vete al infierno. Pongo los ojos en blanco. -Bien entonces. Me voy, ¿feliz?- Asiente con un guiño.
Me doy el gusto de un masaje relajante de la esteticista y un ligero adelgazamiento del cabello de la peluquera. Pospondré las compras para otro día. En general, Kevin tenía razón. También es bueno cuidarse de vez en cuando.
De camino a casa recibo una llamada de Esther.
¿Listo? Hola Ester.
Paula. el como estas? ¿Te molesto? ¿Estás trabajando?
Cada vez que me llama, siempre tiene miedo de ser inapropiada.
No, Ester. No te preocupes, hoy tengo el día libre.
bueno _ Casi parece aliviada.
Mira Paula, necesito hablar contigo. ¿Podemos encontrarnos en algún lugar? Siento que los latidos de mi corazón se aceleran.
¿Está todo bien, Ester?
Oh si cariño. Nada de lo que tengas que preocuparte. Respiro un suspiro de alivio.
¿Quince minutos en el Coffee Breck's te parece bien? Está justo a medio camino entre su casa y la mía.
Perfecto. Muy pronto.
Cuando llego ya me está esperando sentada en una mesa.
Lleva el pelo recogido en un moño y viste un traje azul oscuro. El corte de sus ojos es igual al de Brian, solo cambia el color, los suyos son verdes.
Rara vez la he visto usar maquillaje, pero ciertamente no necesita hacerlo. Es precioso tal como es. Él sonríe tan pronto como me ve.
- Hola Paula. ¿Cómo estás?-
-Estoy bien, gracias. ¿Tú? Me hiciste preocupar.- Lo admito.
Lo siento, no era mi intención molestarte. Sin embargo todo va bien. Debe estar bien.-
Escucho esa nota de arrepentimiento en su voz, pero quiero creer que a pesar de todo realmente va como ella quiere que crea.
Saluda con la mano al camarero que ha tomado y traído el pedido en menos de un minuto. Flash virtualmente de incógnito .
-Escucha, Paula. Arreglé la habitación de Brian hoy. Siempre ha permanecido como estaba desde ese día...- Se detiene un momento y respira hondo.
-Disculpe. Entonces, guardé los libros en cajas y arreglé el guardarropa. Entre la ropa encontré esto.- Saca una bolsa de debajo de la mesa y me la entrega.
La miro por unos momentos antes de extender la mano y tomarla.
-¿De verdad es para mí?- Pregunto incrédulo.
Me trago las lágrimas. No debo ni puedo llorar.
-No lo abras ahora. Hazlo cuando llegues a casa. Hoy. Mañana. En una semana. Tómate tu tiempo, Paula. No se que es, solo leo el nombre fuera del sobre : SKY.-
-Si pudiera volver a verte en un año haría muchas bolas de los meses. Si la espera fueran siglos, los contaría con la mano. Y si supiera que una vez acabada esta vida, la mía y la tuya seguirán juntas, tiraría la mía como un cascarón inútil y elegiría la eternidad contigo.
emily dickinson
paula
La puerta principal se abre detrás de mí.
-Llevas una semana. ¿Estás reconstruyéndolo desde los cimientos?- Es la voz de Sarah.
- Lo siento señora. Solo cumplimos órdenes.-
-De todos modos, siempre tienes razón.- Fin de la conversación. Da un portazo y va a la cocina.
No se da cuenta de que estoy sentada en el sofá y que he visto su pequeño teatro. No es que me importe, ya estoy acostumbrado a todo con ella.
La voz de mi madre y del Dr. Johns resuenan dentro de mi cabeza: -Pruébalo. Construir una buena relación. Hablar. Aclaro.- Niego con la cabeza y me armo de valor.
-Hola.- murmuro. La veo acercarse a la puerta y mirar alrededor hasta que me ve. No es que fuera tan difícil de encontrar.
-Hola.- responde.
¡Dios mío, un milagro! agarro la pelota. -¿Con quién estabas enojado?-
Oigo la puerta del frigorífico abrirse y cerrarse poco después. Sé a ciencia cierta que tomó el cartón de jugo y un yogur.
-Con los trabajadores aquí al frente. ¿Es posible que tengan que perforar a cualquier hora del día? Es inconcebible.-
De hecho, no está del todo equivocado. La Sra. Garzia abajo la semana pasada mencionó que alguien se mudaría pronto.
-Tarde o temprano pararán.- Respondo sin convencerme.
Sale de la cocina comiendo un yogur y con el cartón de jugo bajo el brazo. Uno a cero para Paula.
Se sienta a mi lado y enciende la televisión.
-Esta mañana me ha llamado tu madre.- Confiesa.
Y yo creía que los milagros realmente existían. Aquí está el cabrestante revelado.
-Dijo que tenemos que encontrar un punto de encuentro. Que tenemos que aclarar nuestra relación de amor-odio”. Se ríe.
-Así es exactamente como lo llamó. Escucha Paula.-
Pone el yogur en la mesa de café y me mira a los ojos. -Es inútil que demos tantas vueltas. Tú sabes muy bien por qué hemos llegado a este punto.- Justo en eso te equivocas, prima.
-De verdad, Sarah, de verdad que no sé nada. De la nada hace cinco años decidiste terminar lazos conmigo. Bueno, después de cinco años todavía me pregunto por qué. Me mira como si estuviera loca.
-Estás bromeando, ¿no?- pregunta alzando la voz. Ojos saltones.
¿Y entonces el psicópata sería yo? Asiento con la cabeza.
De repente se pone de pie de un salto y comienza a deambular por la habitación.
-David Evans.- pronunciación. -¿Quién?- Pregunto. Se detiene y me señala con el dedo índice.
-Tú. Te acostaste con mi ex novio, Paula.- sentencia. Permanezco serio por unos segundos, luego no puedo más y estallo en una carcajada colosal.
- ¿Te atreves a reírte ahora? Eres muy mezquino.- dice ella. -Sarah, no me acosté con ese tal David Evins.-
-Evans.- me corrige. -Sí bueno es lo mismo. Ni siquiera sé quién es. ¿Quién te dijo tal cosa?-
-Mía Rodríguez.- Me estremezco en cuanto escucho ese nombre. - ¿Estás hablando de la misma Mia Rodríguez que se tiraba a casi todos los chicos en la secundaria, Sarah? ¿El que estaba enamorado de Brian y no hacía más que insultarme día tras día porque no soportaba verme con él?- Levanto las manos.
-Cristo Sarah, suma dos y dos.- Ella se ve confundida y angustiada al mismo tiempo. Se pasa una mano por su largo cabello negro y luego lo sujeta con un pasador. Creo que la agitación le provocó un sofoco, se ve incandescente.
-¿Y quién me dice que no es cierto?- me pregunta. ¿Estás bromeando, espero?
-¡Yo Sara! Soy tu prima, nunca te haría eso. Dios, no le haría eso a nadie. Es absurdo.-
Toma su lugar en el sofá. -No sé, Paula. No sé qué pensar.- La situación empieza a ser agotadora. Solo hay una manera de terminar la discusión aquí.
- Soy virgen Sarah. ¿Eres feliz ahora?- Me mira boquiabierta, como si la virginidad fuera un crimen. -¿Quieres decir que tú y Brian...?-
-¡NO! ¡A la mierda Sara! Era mi mejor amigo, no mi amante.- grito.
Ella se retira temerosa. Veo un velo de tristeza en sus ojos. - Lo siento, Paula. Pensé que después de todos estos años por fin os habíais declarado.- susurra.
Me levanto del sofá y me dirijo directamente a mi habitación. -Todavía estás a tiempo de guardar tu historia Sarah. Si realmente lo amas, ve a él y demuéstralo. Mañana podría ser demasiado tarde.-
Abro la puerta y una vez más me refugio en mi burbuja.
El sábado por la mañana doy un paseo por el parque con Bri. Aquí, al aire libre, libero mi mente de cada recuerdo y dejo que mi corazón encuentre el deseo de volver a latir de verdad pieza por pieza.
Miro a mi alrededor, buscando a un chico que pueda cumplir mi deseo, pero no puedo encontrarlo. Nadie puede llamar mi atención. Tal vez solo me estoy engañando a mí mismo.
Envidio ver a parejas de enamorados caminar del brazo y reírse cuando uno de ellos susurra algo al oído del otro. No sé lo que daría por volver a experimentar esa sensación.
Sarah siguió mi consejo, pero parece que David estará fuera de la ciudad por unas semanas. Por otro lado, intercambian mensajes y llamadas en medio de la noche.
Nuestra relación aún es fluctuante, pero estoy seguro de que poco a poco volveremos a ser lo que solíamos ser.
Cuando llego a casa no puedo quitar los ojos de la bolsa que me dio Ester.
El doctor Johns fue claro: - Paula, tarde o temprano tendrás que abrirla. Que ese sea el momento o el día en que puedas decir Valió la pena.-
No lo dijo claramente, pero estoy seguro de que el día al que se refería es hoy. Hace un año perdí un pedazo de mi corazón: mi mejor amigo. Recé, esperé, que al menos por esta noche viniera a visitarme en mis sueños, pero no. Pesadillas y más pesadillas.